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25 de diciembre de 2022

El cepo del PSOE

Es posible que el PSOE vuelva a sentarse a la mesa de negociación con un cepo en la mano

Parece que los socialistas, a diferencia de sus socios de UP, tienen un concepto bastante restringido de la igualdad, cuando se trata de aplicarla a otro tipo de seres, especialmente vulnerables, no solo que forman parte de la sociedad (concepto que creo tiene algo que ver con el socialismo), sino que contribuyen a su desarrollo económico y haciéndolo desde un entorno más duro y desprotegido.

Hablamos de la Ley de Bienestar Animal, una ley que UP, apuesta por llevar a término tal y como salió del Consejo de Ministros y que protege los derechos de los perros de caza. Una ley que está siendo enmendada por los socialistas para excluirlos de la ley, como reclama el sector de la caza.

Como lo oyen: socialistas negociando la exclusión y desprotección de los derechos de bienestar animal a ejemplares especialmente vulnerables que merecen una mayor protección que los demás miembros de su especie, como son las mascotas.

Hasta ahora pensaba que la discriminación no se negociaba. Y que la igualdad seguía siendo un valor de referencia en el socialismo. Pues bien, la doble discriminación ya se ha producido cuando han apartado a sus socios de gobierno para pactar con VOX, PP, PNV y Coalición Canaria, excluir a los perros de caza. Ahora solo falta ver si estos tics reaccionarios y conservadores, rancios, carcas y naftaloides, terminan por comerse la “d” de la igualdad, dando como resultado la consabida igual –dá.

Así que en vista de estos antecedentes, no es de extrañar que el gobierno excluya de igual forma en sus conversaciones  a una representación de protectoras que acogen a animales abandonados y maltratados por el sector de la caza como SOS Galgos, para informarse siquiera mínimamente de las condiciones en las cuales viven estos animales, que patologías sufren, o que medidas buenas proponen llevar a cabo para proteger sus condiciones de vida.

Ni que en su lugar se proteja con una ley especial a estos animales, haciendo especial incapié en la responsabilidad del cazador y jefe de trabajo sobre cualquier tipo de perjuicio físico o psicológico de sus animales. Bien como consecuencia de su arma, falta de alimentación, cuidado sanitario o higiene personal, llevando a cabo inspecciones que certifiquen su perfecto estado de salud y de bienestar animal.

Hay que entender al PSOE: los trabajadores pueden tener su convenio colectivo y sus derechos como personas, pero los perros trabajadores (mal llamados perros de caza, porque además de cazar obedecen y se someten a las órdenes de su jefe cazador, al igual que otros perros como la ONCE, Fuerzas de Seguridad, etc), no pueden tener derechos como mascotas y como animales trabajadores (incluimos a los caballos, burros, etc).

Queridos perros y animales obreros: de momento quedáis excluidos fuera de las siglas obreras del psocialismo español. Así que no os ofendáis si veis en vuestra casa a una mascota que tenga más derechos que vosotros. Eso no significa que seáis menos animales que los demás, es que que la ley humana (más pensada en los cazadores que en vosotros), que pensamos aprobar con los que os explotan, es un poquito más bestia de lo que realmente os merecéis.

De momento no sabemos si el partido socialista volverá a sentarse a la mesa. Si se decide, es posible que lo haga con un cepo en sus manos: el que le ha tendido la Ilustrísima y Real Federación Española de Caza.

Ellos verán, pero me temo que el CIS de abril, a juzgar por los últimos sondeos socialistas, que en la última encuesta han perdido más de dos puntos, sea el inicio de un CISMA municipal y autonómico en mayo, con visos a ser una hecatombe irremediable en diciembre.

Acudir de nuevo en ese estado lamentable a la mesa de negociación ya de por sí es un acto bastante vergonzoso. Pero además supondría debilitar la coalición, mejorar las expectativas electorales de UP y ofrecerle a la derecha un regalo de navidades retrasado tan indigno e innegociable como repugnante y reprochable que atenta contra uno de los pilares fundamentales del progresismo como es la igualdad.

La Ley de Bienestar Animal vuelve a ofrecer la oportunidad al PSOE de acabar con otra ley mucho más antigua: la ley de esclavitud y de malestar animal. De no hacerlo es muy posible que surja otra mucho más peligrosa: una ley de malestar general que termine siendo respaldada por un colectivo mucho mayor que el de los cazadores (perdón, excursionistas cinegéticos sin ánimo de lucro, guardas forestales de nuestra señora de la caridad y guías medioambientales de la fauna autóctona), como es el de una sociedad cada día más concienciada y defensora de los derechos de los animales, no solo de las mascotas. Se entiende, ¿no?

Es de esperar, por tanto que las conversaciones que el gobierno de la caza, de la tauromaquia y defensor del Toro de la Vega por medio de su entonces alcalde psocialista de Tordesillas, reflexione sobre sus antecedentes y considere la herida a la que puede verse sometido cuando dentro de unos meses se abra la veda y salga a la caza del voto humano.

Espero y deseo que para entonces el PSOE no se acuerde de la sentencia del filósofo Peter Sloterdijk que decía: “Si somos humanos es que hemos fracasado”. Nos falta saber si la opinión de Turca, a la sazón, mascota de Pedro Sánchez, es lo suficientemente importante para el señor Presidente. Porque como decía el anuncio: “Ella no lo haría”.

José Luis Meléndez. Madrid, 25 de diciembre del 2022. Fuente de la imagen: EFE noticias

20 de diciembre de 2022

Carta a un ángel

Te jugaste la vida tantas veces por mí, como yo salvé la tuya

Mi querida niña:

Me ha sido imposible en estos seis meses largos, coger entre mis manos la misma pluma que tú solías tomar para escribir y corregir los artículos y los versos que me inspiraste. Pero eso, como sabes, no implica que no lo haya hecho a otro nivel, como es a través de los recuerdos más sentidos que guardo de ti.

Tu misma has podido y podrás seguir comprobando que llevo tu nombre inscrito en oro. Tu imagen me acompaña cada día. Tu recuerdo es tan grande que temo que me impida entrar en el cielo y volver a estar contigo.

Fuiste la mejor estudiante de idiomas que jamás he conocido. Yo, sin embargo, nunca llegué a comprender el significado exacto de tu ladrido, pero sí el lenguaje corporal, del cual eres una gran experta.

El tiempo ha sido el principal enemigo de nuestra relación y cree habernos separado. ¡Qué ignorante y maldito hijo de puta! Siempre fusilando a los vivos con el implacable sonido de su casquillo: tic-tac, tic-tac... Aun así hemos podido disfrutar juntos veinte años uno junto al otro. Un tiempo suficiente que nos ha permitido que nuestro amor sea eterno.

No te preocupes, mi pequeña. Ese tiempo solo nos pertenece a ti y a mí. Nadie nos lo puede quitar. Nadie nos lo podrá arrebatar. ¿Sabes? Guardo cada uno de nuestros momentos en la zona más inaccesible de mi alma; en el espacio más restringido de mi corazón.

No desfallezcas. Vamos a ganarle la batalla. El día que mi corazón deje de latir dejará de martillearnos a los dos. Ese será el momento en el cual volveremos a vernos y a ser felices.

Estoy tan en deuda contigo…Tengo tanto amor aún que darte…Me devolvías el cariño que te daba multiplicado, mientras algunos ejemplares de mi especie hacían todo lo posible para cortocircuitar cualquier atisbo emocional sin motivo aparente que lo justificase.

El desprecio de algunos de ellos llegó a hacerme caer en la depresión. Tu, sin embargo, me correspondiste cada día, cada hora y cada minuto, con esa bondad, paciencia y fidelidad de ángel que solo tú supiste demostrarme. Y me ayudaste a salir del pozo al que otros me arrojaban en grupo, actuando como yenas, mientras se ensañaban en su misma sangre, en su propio odio.

Me queda el consuelo de haberte acompañando en los buenos y en los malos momentos. Igual que tú hiciste. No me hace falta traerte a mí porque siempre te llevo dentro de mí. Tu recuerdo me anima a seguir viviendo y a afrontar el destino con la misma valentía y arrojo que tú, siendo tan niña demostraste, enfrentándote a gigantes siete veces mayores que tú. Llegaste a jugarte la vida tantas veces por mí, como yo salvé la tuya, gracias a la correa que nos unía.

He tardado meses en volver a dormir en mi cama, acostumbrado a hacerlo en el colchón que solía habilitar en el suelo del salón, al lado de tu cesto, desde el día que te negaste a dormir en mi cuarto, el último año de tu vida, ¿recuerdas?

Ahora eres libre. Nunca te mereciste llevar la correa con la cual  conseguí protegerte y con la cual nos salvamos la vida mutuamente y las que salvamos juntos a otras especies, gracias a la elección que tu misma hacías de nuestros paseos.

Aprovecha ahora la libertad y el cariño de los tuyos: de Toby, de Sheila, de Copito, de Laika y de otros tantos amores y amistades humanas y caninas que partieron antes que tú y que ahora supongo, estarán contigo.

Cada día queda menos para vernos y olernos como me enseñaste. Me muero de ganas por saber qué es lo que me tienes preparado y que has hecho durante todo este tiempo. Y por volverte a recitar los ocho poemas que me inspiraste como musa.

Solo espero que ese día estés ahí para recibirme. Igual que yo lo estuve al despedirme de ti.

¡Hasta pronto, mi vida!

José Luis Meléndez. Madrid, 18 de diciembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

12 de diciembre de 2022

La carnicería

En cuestiones de amor, la carnicería ha pasado a sustituir a la frutería

"Sé que mientes al besar y mientes al decir te quiero", dice Tamara en uno de sus temas titulado "Miénteme".

Hasta ahora pensaba que el amor era de por sí una mentira. O mejor dicho una verdad a medias que suele durar poco. Pero bueno, no hay que desanimarse, porque el sexo es cada día más importante (sobre todo después de separarte). Aunque tampoco hay que descartar a los fingimientos del alma, los de cuerpo propiamente dichos.

Los cuernos estoy seguro que dentro de poco estarán mucho mejor vistos. De hecho ya hay un eufemismo a la medida con el cual llevarlos de una forma oficial, pactada y según parece un tanto honrosa. Me refiero al poliamor. Bienvenidos por tanto, al súper o mejor dicho a la carnicería, si aplicamos el término en el doble sentido de la palabra.

Así que para adaptarme a los nuevos tiempos, he decidido a partir de hoy, pasear mis carnes por la sección de embutidos, cada vez que acuda a una gran superficie. Estoy seguro que con el rastro de mi olor y la cercanía de las reses (de las cuales aspiro a formar parte), seré capaz de despertar el instinto de caza femenino que evite mi asistencia a First Dates y mi irremediable encuentro con Carlos Sobera.

Las discotecas y los bares hace tiempo que perdieron para mí su encanto. En primer lugar por su ambiente prefabricado y en segundo lugar porque prescinden del factor sorpresa, ingrediente esencial en cualquier tipo de caza que se tercie, motivos más que suficientes, que terminaron por provocar mi absoluto rechazo. La naturalidad y la autenticidad por encima de todo. Tiempo después consideré como opción el senderismo, pero decidí descartarlo por su duración y sus elevados riesgos de enamoramiento (ahora lo que se lleva es sexamorarse en lugar de enamorarse).

Como cualquier hombre, pienso tanto en el sexo, que cuando el frutero va a ponerme peras, yo le ofrezco mis “peros” para sexualizar un poco la compra y hacerla a la vez más igualitaria, si cabe. Y si me pone papayas, le digo que me ponga los mismos kilos de plátanos para evitar una compra sexista. Así que al no disponer de tiempo y mucho menos de neuronas para pensar en otra cosa, ni siquiera en mi mismo, tengo gracias a Dios, la coartada perfecta para hacer caso omiso a cualquier tipo de solicitud ajena.

Basta visitar una casa en estas fechas para ver si es sexista o poco igualitaria. La prueba fehaciente es fijarse en los belenes y comprobar cómo el número de pastores no es igual que el de pastorcitas. El de ovejitas que el de machos cabríos, el de árboles que el de plantas, el de bueyes que el de vacas, el de montañas que el de ríos, el de truchas que el de besugos, el de musgo que el de hierba o el de ángeles que el de Ángelas, nombre este último que me asombra especialmente por tener entendido que los ángeles no tenían sexo.

En fin, como vemos el sexo es muchísimo más importante de lo que pensamos y trasciende la faz de la tierra y del mismísimo planeta. Se puede vivir sin principios, pero sin sexo, es algo imposible de concebir. Hasta los planetas según su nombre, tienen género: Venus por ejemplo es de género femenino mientras que Marte es de género masculino. Las mismas palabras practican sexo y copulan unas de género masculino con otras de género femenino dando lugar a nuevas entidades linguisticas. Todo tiene su género y no sabemos si su propio sexo, porque la materia está formada por electrones en movimiento que giran alrededor del núcleo. Sí, todo parece que tiene su sexo. El calzón, la braga, el papel higiénico, la compresa, la muñeca hinchable, el satisfyer…

Es importantísimo saberse tocar los genitales. Y tocárselos bien a los demás mucho más, ya que según dicen, al hacerlo, se equilibra la presión arterial. Así que copular es la mejor actividad que puede realizar el ser humano durante toda su vida. Con ello, dicen, se consigue reforzar las defensas del sistema inmunitario. Defensas, cuyo efecto suele durar más bien poco, como consecuencia de los malos rollos que van acumulándose en la emocionante vida de la pareja. Así que hay que volver a tocarse para eliminar las tensiones acumuladas. Porque si dejas de tocar a tu pareja es que no la deseas y esto puede ser motivo para que él o ella deje de quererte. ¡Oh, libertad!, divino tesoro.

El sexo, es, vayamos aún más allá, lo más importante en la vida. Mucho más que la libertad, la salud (de la cual forma parte), que la felicidad, la amistad, la familia y por supuestísimo que del mismísimo amor. Así que permítanme actualizar la canción de los setenta, titulada "Tres cosas", interpretada por Cristina y los Stop, que decía: “Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor” y pongamos en su lugar: sexo, dinero y poliamor. Lo que no termino de entender es como siendo tan importante todavía no existen los emoticonos de los genitales humanos para hacer el amor no ya en el metaverso, sino en cualquier parte del mundo.

El acto sexual por ejemplo, algunos lo definen como "el mayor acto de entrega". "El lenguaje más universal del mundo". Me encantan los que reniegan del amor romántico y romantizan la sexualidad con frases ñoñas y falsas para satisfacer y justificar sus instintos posesivos a la vez que reprimen sus más nobles sentimientos.

Cuando la cantidad y la calidad de las relaciones sexuales disminuyen, prevalece el amor, si es verdadero, como así demostraron las generaciones anteriores. Sin embargo, cuando la sexualidad e incluso la procreación se anteponen al amor, éste termina por convertirse en una víctima del sexo. En otras palabras, hablar del sexo, es hablar del amor a corto plazo.

Por eso debe ser tan importante enseñar educación sexual anatómica, genitalizada y profiláctica a los niños en lugar de complementarla con una sexualidad psicoafectiva que enriquezca su sexualidad, sus relaciones y el concepto personal y ajeno del otro sexo. Una sexualidad independiente y no sexista que fomente el respeto y la convivencia. Que contribuya a disminuir no solo la violencia de género, vicaria, etc, sino cualquier tipo de violencia. ¿O es que la violencia familiar y/o a los animales no es una violencia social? ¿Por qué no se las trata desde las altas instancias con igualdad a todas las violencias?

En definitiva, si el amor es lo más importante y por tanto uno de los factores por los cuales se casa y se divorcian las parejas (monotonía, infidelidad, etc), no es difícil llegar a la conclusión, que lo mejor, a la vez que lo más inteligente, es no casarse. Entre otras cosas porque para ese tipo de relaciones ya existen otro tipo de targets, como son los singles, separados y divorciados. Por no citar aplicaciones y clubs de diversa índole.

Hasta ahora creíamos que solo existían dos modalidades de matrimonio: el matrimonio civil y el religioso. Al parecer no conviene tener en cuenta los matrimonios que se casan (y se separan) por lo sexual, por lo económico, por lo patrimonial o por la fama. El matrimonio por lo sexual por ejemplo, podría fijarse en una duración de tres años (que es la media que dura una relación sexual), y los novios podrían ir a la ceremonia en lencería. Y así con todas las demás ceremonias. Todo ello contribuiría a incentivar el número de bodas, a reducir el número de fracasos nupciales y los indices de natalidad del país, por cierto, el más bajo del mundo. Así que si hay alguna interesada (amiga no porque la perdería) que quiera casarse conmigo por lo sexual, ya que al parecer es la ceremonia más importante, solo tiene que ponerse en contacto conmigo a través del correo electrónico de este blog.

En cuestiones de amor, la carnicería ha pasado a sustituir a la frutería. Una pieza de carne, además de comerse cruda, puede compartirse con más gente. Tal vez sea debido a que la cantidad y/o la variedad en cuestiones del sexo e incluso del amor sigue siendo más erótica que la calidad. Una naranja, sin embargo, solía compartirse con una sola persona. Y eso según parece, requiere un excesivo sacrificio hoy en día. Las medio naranjas, como suele decirme el frutero, hace tiempo que pasaron de moda…

José Luis Meléndez. Madrid, 12 de diciembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

11 de diciembre de 2022

Cita

Parece que Enrique Ponce es el más intelectual de todos los matadores. Ha sacrificado hasta la fecha más de 5000 toros.

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de diciembre del 2022

5 de diciembre de 2022

Nostalgia

La nostalgia para mi es la alegría de volver a revivir el pasado

Dentro de poco, es estas fechas, podremos constatar lo mediatizadas que están nuestras emociones. Será una forma añadida de comprobar cómo el clima influye no solo en nuestro carácter, sino en el comportamiento de las demás especies que forman el reino animal y vegetal. Las aves, por poner un ejemplo, con la marcha del verano y del otoño, se ven obligadas a modificar su alimentación, como consecuencia de la creciente desaparición de insectos y por tanto, de proteínas.

Un árbol en estas fechas, demuestra su generosidad desprendiéndose de todas sus hojas. No necesita recurrir a algo externo o superficial. La Navidad para la especie humana, sin embargo, consiste en lugar de enriquecer el alma con más espíritu, en hacer acopio material en forma de regalos para reconfortar el espíritu ajeno. Esta es la diferencia entre la Navidad humana y la espiritualidad de un árbol.

Comprobaremos, como decía, el estado de ánimo propio del resto del año, se ve alterado estas fechas como consecuencia de la prematura disminución de las horas de luz. Disminución que provoca la creación de ciertas reacciones químicas en nuestro cerebro, capaces de modificar nuestro comportamiento, y por tanto, nuestro estado psicológico. Y como el cambio meteorológico y a la vez climático, con la llegada del agua y del frío,  reducen por añadidura sustancialmente, la frecuencia de nuestras relaciones.

En resumidas cuentas nuestras defensas naturales de vitamina D, así como nuestras defensas psicológicas, disminuyen. Las primeras ante la falta de sol y las segundas por la ausencia de luz natural. Todo ello nos hace en estas fechas, seres más vulnerables. Basta comprobar como la mayor parte de defunciones se producen en esta época del año, derivadas en muy alto grado por estos factores.

Como consecuencia de todo lo anterior, seremos testigos de cómo aparece con ello la melancolía, ese estado de ánimo tan denostado por la sociedad el resto del año, el cual intentamos combatir por medio de expresiones del tipo: “¿te pasa algo?” o “¿te puedo ayudar?”.

¡Es curioso! La melancolía o la nostalgia está mal vista el resto del año y sin embargo es generalizada desde principios de otoño hasta prácticamente el final del invierno. Pero nadie nos pregunta: ¿os pasa algo?, ¿os podemos ayudar?, lo cual nos lleva a constatar la falta de tolerancia que derrochamos hacia el estado de ánimo ajeno. Cómo en lugar de aceptar las estaciones propias del alma, preferimos que todos tengan el mismo estado de ánimo que el nuestro.

La melancolía propia de estas fechas suele ser de dos tipos: personal o navideña. La primera de ellas es motivada como hemos visto, por un proceso natural, mientras que la segunda está originada por los efectos que estas fiestas materiales envueltas en papel reciclado de espiritualidad, provocan en nosotros. Ejemplo: un animal puede tener melancolía natural, pero nunca tendrá melancolía navideña. Este desprecio hacia las emociones consideradas injustamente negativas, constituyen una ofensa no solo hacia los seres queridos sino también hacia los momentos hermosos que un día compartimos con ellos.

Si las distintas emociones forman parte de nuestra psicología y de nuestra forma de ser, es porque tienen su función. Por tanto no reconocer, aceptar y asumir estas emociones, constituye un grave síntoma de inmadurez y a la vez una negación de sí mismo. Odio (valga la ironía), esas frases tan manidas del tipo: “hay que quedarse con lo bueno”. Como si detrás de lo malo no existiera ninguna lección; ninguna víctima, ningún ser querido o amado que un día nos dejó…

Me gusta que haya vuelto a mí la melancolía, porque hace mucho que no la sentía. Estos días me va  a dar tiempo a abrazarla, a tomar con ella una taza caliente de caldo o de café, mientras miro a través del cristal como llueve. Nadie podrá impedirme volver a volar aquellos cielos nostálgicos. Nadie está en el derecho de arrebatármelos mientras enarbola en contraposición, la bandera de la alegría. Porque la nostalgia para mí es la alegría de volver a revivir el pasado.

José Luis Meléndez. Madrid, 05 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

30 de noviembre de 2022

¡Chip!, ¡Chip!, ¡Hurra!

En lugar de evitar muertos, preferiremos recordarlos estas "fiestas"

Hace más de veinte días me vacuné contra la gripe. Y hoy lo he hecho de la Covid. En resumidas cuentas, he fraccionado ambas vacunas, pudiendo habérmelas puesto juntas, para evitar posibles reacciones. La decisión ha sido tomada con objeto de aprovechar la campaña de vacunación, como población (bueno más bien especie) de riesgo, lo que equivale a recordar mi actual estado de vulnerabilidad, como es la de estar soltero, sin esposa, hijos, ni novia que me pretenda (pero sigo siendo el rey, como dice la ranchera). "Ser adulto significa estar solo", decía Jean Rostand. Y por si fuera poco, si nos atenemos a mi edad avanzada, podremos concluir, que además de población de riesgo, estoy más cerca de estar en riesgo de extinción. Así que estoy esperando la siguiente dosis que me proteja de esta última circunstancia.

Como factores que me han motivado, están los siguientes. En primer lugar llega la Navidad y, ¡oh, casualidad!, no hemos aprendido y vamos a reunirnos de nuevo sin mascarilla. Como si...¡aaachisssss! (¡uy!, perdón), nada hubiera pasado y se nos hubieran olvidado las olas, los confinamientos, y los muertos que en lugar de evitarlos, preferiremos recordarlos estas "fiestas" tan propicias para ello, por el melancólico y triste estado de ánimo y de bostezo, que ya de por si infunden...

En segundo lugar está subiendo el nivel de contagio. En tercer lugar doy por hecho que después de estas fechas el índice empiece a ser preocupante. En cuarto lugar no hay muchos médicos que digamos, es decir, que ante un hipotético estallido de esta u otra enfermedad, conviene estar prevenido. Pero como todo va según las estadísticas, y los trackings, en lugar del sentido común, pues parece que todavía no es época de recomendar a la población el uso de mascarilla estas Navidades, aunque sí su vacunación (cada cosa a su tiempo y cada tiempo para su cosa). Recomendación: tenemos que ser un poco más "pacientes" (en el doble sentido de la palabra), por mucho que la muerte nos aceche. De lo contrario podríamos caer en la patología de la impertinencia. Y para esta última no hay tratamiento. Aunque existen estudios muy avanzados al respecto...

Otro de los motivos por los cuales me he vacunado, es que me apetecía cambiar de marca, por eso he optado por la mejor vacuna, que según tengo entendido, es la Pfizer. Es mi tercera dosis, después de las dos primeras de Moderna. Así que como ven, también ha sido una decisión tomada desde los principios de un hombre clásico en muchos sentidos, otro motivo añadido por el cual estoy en peligro de extinción. Así que del "Modernismo" he pasado al "Pfizerismo" (disculpen, como ven, sigo con los efectos secundarios de esta sociedad, que es ideologizarlo todo). Entenderán ahora por qué prefiero no seguir por esa línea, a la hora de confesar en qué brazo me han puesto la dosis, es decir, si ha sido en el brazo izquierdo o en el derecho.

Pero esos no han sido todos los beneficios. Porque también he aprovechado la visita para preguntar a las enfermeras que diferencias existen entre las composiciones de las distintas dosis de vacunas, aspecto que después de ver innumerables tertulias, todavía no han resuelto los virólogos, al menos de una forma pública (así que de nuevo pa-ciencia, esta vez con la ciencia). Y para mi sorpresa, he obtenido respuesta. Pero para no seguir aburriéndoles, me reservo la respuesta, para facilitársela a los que realmente estén interesados.

El caso es que al fin puedo compartir con ustedes la inmensa alegría de estar protegiéndome a mí mismo y a los demás. Y este debería ser al igual que el uso de la mascarilla, uno de los gestos solidarios que deberíamos hacer todos en estas fechas tan dadas al postureo consumista y gastronómico. Así que solo se me ocurre exclamar (lo siento por los negacionistas de si mismos, que no están dispuestos a vacunarse, pero que no se "niegan" a recibir una anestesia general o una transfusión de un vacunado, ante una grave dolencia, por muchos chips que tengan), ¡Chip!, ¡Chip!, ¡Hurra! Moraleja: no reniegues de mí, ni de la ciencia, porque un día podemos salvarte.

José Luis Meléndez. Madrid, 30 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

29 de noviembre de 2022

Redefinir la política

Una de dos: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política

Da pena constatar cómo mientras avanzamos a un nivel superficial por ejemplo, por medio de la tecnología, retrocedemos en otra serie de aspectos más profundos y humanos como sociedad. Me refiero a los valores personales. En pocos años hemos pasado de vernos y hablarnos menos, poco menos que a desafiarnos durante una conversación. Si uno lo piensa, no es de extrañar, entre otras cosas por la falta de práctica.

Hace unos días me pasó con una persona. Al exponer una idea constructiva, exclamó: “pues yo no pienso así”. Pero eso no fue todo: dio un paso hacia atrás, como sintiéndose amenazado, frunció el ceño y cuando acabó la conversación con una sonrisa, se llevó una sorpresa, al escuchar lo que quería. No es la primera vez que me ocurre esto, en un corto periodo de tiempo. La última vez posterior a esta, fue con un familiar.

Al leer una entrevista realizada al dúo musical Fangoria, he podido comprobar que no soy el único que ha tenido este tipo de experiencias, y he dado por hecho que estamos ante un caso generalizado. Si me pidieran que la resumiera a groso modo con una frase, lo haría con la siguiente: vivimos en una sociedad plagada de dictadores anónimos. O cualquier tiempo pasado fue mejor (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer).

La sociedad española padece hace siglos la grave patología de la generalización. Esto es la de tomar la parte por el todo. Basta una frase para que te etiqueten. Un comentario para que te menosprecien. Al perderse la comunicación se ha perdido el debate, el intercambio de ideas, de puntos de vista. Así de perfecto es el mecanismo de identificación y de catalogación de un ser humano con respecto a otro. Así de justo.

Dicen los expertos de la etología humana (no sé porque le llaman psicología, si como dicen el hombre es un animal racional, aunque en términos generales es más emocional), que bastan apenas unos segundos para que una persona adquiera una impresión de otra. Ojo,  una impresión, no varias. Seleccionamos por tanto por medio de impresiones, no de hechos, sin dar tiempo y espacio a la otra persona ni a nosotros mismos a la hora de confirmar una elección, lo cual viene a constatar que nuestra especie posee una multitud de prejuicios biológicos, culturales, sociales, económicos. Disculpen que discrepe, pero no me parece ni lógico, ni justo, ni ético. Aunque no descarto que la naturaleza tenga sus propios motivos.

Recuerdo que hace más de un lustro, la sociedad no estaba tan tensa y era más flexible. Las relaciones eran más sanas y duraderas. Uno podía otorgarse ciertas confianzas a la hora de hacer algún tipo de declaración, sin arriesgar el tipo y aunque existían discrepancias habituales no eran motivo para contestar con la acritud de hoy en día. Y mucho menos para poner en jaque una relación, bien fuera de amistad o de pareja, lo cual demuestra el grado de intolerancia, de autocracia y radicalización al cual hemos llegado.

¿De dónde viene toda esta tensión? Es evidente que tanto la pandemia como la crisis económica y la guerra, han alterado nuestro estado anímico y nuestra percepción del presente y de un futuro, tal vez más incierto. Las redes sociales nos han distanciado física y emocionalmente y han alterado nuestra calidad en las relaciones sociales, haciéndolas menos frecuentes y más superficiales. En definitiva, no solo nos relacionamos menos, sino peor.

Tal vez ahora comprendamos los porcentajes de separaciones, el menor número de bodas, de uniones y de nacimientos. Sin embargo, lejos de pararnos a reflexionar, con objeto de hacer un uso más limitado de las tecnologías, “avanzamos” hacia otro mundo todavía más virtual (eufemismo de irreal), en una huida hacia “adelante”. Soy también de la impresión que desde la llegada de las fuerzas extremistas a uno y otro lado del arco parlamentario, han empezado por polarizar a los socios moderados y han terminado por contagiar durante más de una década a la sociedad española (da la impresión que este tipo de separatismo, más numeroso y preocupante que el separatismo regional, por afectar a una inmensa mayoría de la nación, poco atañe al ámbito político. Como si el cuerpo o la integridad territorial del Estado fuese más importante que el alma de la nación o de todos los ciudadanos).

Hace una semana los españoles acudimos al estreno de un nuevo género en el hemiciclo del Congreso: el de la burla a la bancada de “los tibios”, en referencia al grupo Popular por parte de otra formación política, lo cual me ha llevado a pensar una de estas dos cosas: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política, después de más de diez años de vergonzante espectáculo barriobajero. Aunque tal vez el debate resida en si la democracia debiera permitir votar a ciudadanos que no creen en la democracia pero se benefician de ella. O si habría que ilegalizar aquellas organizaciones anacrónicas, que no practican la democracia interna.

Otra de las cuestiones a abordar sería la reforma del reglamento interno. Un niño está sometido a las normas del colegio y si no se adapta se habla con los padres. Si aún así no se adapta puede ser expulsado o sancionado. Los conductores están sujetos a un carnet por puntos y en caso de infracciones se les multa, se les sanciona con retirada de puntos y se les inhabilita hasta que recuperen los mismos. Un deportista después de dos avisos es expulsado del campo de juego. Un político, sin embargo, a diferencia de cualquier ciudadano, con menos responsabilidades, no puede ser ni despedido ni inhabilitado. Los repetidos toques de atención por parte del Presidente de la mesa siguen siendo una excusa para faltar una y otra vez al pueblo español, a la marca España, o a las personalidades que bien en forma de bustos, cuadros o estatuas jalonan el interior del Congreso. La ley, ya se sabe, es “igual” para todos los españoles que no tienen impunidad, aspecto este último, que no recoge la Carta Magna.

Una vez presenciada dicha intervención, tuve la oportunidad de sintonizar la 2 de TVE y descubrir un nuevo mundo ante mis ojos: familias de distintas especies de animales relacionándose entre ellos sin hablar ni increparse los unos a los otros. Una escena la más de emocionante si se tiene en cuenta que es el primer pacto de Estado que presencio en el último lustro. El excelente documental me llevó a echar de menos a alguno de estos ejemplares en el Congreso de los Diputados. Ejemplares que espero, en la próxima legislatura, gracias a la labor de PACMA, puedan conseguir entrar al Congreso, al igual que en otras instituciones, entre otras cosas, para que algunas de sus señorías, aprendan a comunicarse de una forma más civilizada, efectiva y menos sonrojante para su propia especie.

Pero los vivos no son el único colectivo que se ve violentado por los tonos violentos, la falta de propuestas, los excesivos exabruptos, la falta de debate sereno y sosegado de todos estos aspirantes a ocupar o compartir en un futuro el espacio moderado (sic). Con motivo del saneamiento del sótano del Palacio de las Cortes, en febrero del año 2009, se encontraron en el subsuelo del Congreso, restos de religiosos, pertenecientes a la Congregación de los Clérigos Regulares, más conocidos como Teatinos. Orden que en su día ocupó el Convento del Espíritu Santo, edificio anterior al Palacio de las Cortes actual. Hecho que parecen desconocer o importarles un pito a las señorías de férreos principios cristianos y católicos representados en la Cámara Baja. En resumidas cuentas, el merecido descanso eterno de estos hombres de bien, está siendo violentado desde que han llegado estas señorías a sus escaños.

Convendría por tanto recordarles que el Congreso es un lugar sagrado. En primer lugar porque en su subsuelo yacen restos de dicho convento. En segundo lugar porque en dicho espacio reposan los cuerpos de aquellos hombres de bien que dignificaron con sus obras y oraciones dicho espacio. En tercer lugar porque el alma de dichos hombres se merece más que muchos el descanso eterno que desde hace años se les niega. Y en cuarto lugar porque el lugar que ocupan representa el templo de la soberanía popular.

Lo que no es de recibo es que en el mismo lugar en el que una Congregación de hombres se esforzaron en mantener limpio de palabra, obra y omisión, se vea hoy ocupado por otra congregación de hombres y mujeres que en lugar de concordia, siembran odio, enfrentamiento y división. Elijan ustedes.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

25 de noviembre de 2022

Espíritu navideño

El espíritu navideño es el que se demuestra con TODOS los seres, no el que se suma a todas las fiestas y eventos propios de estas fechas

El año pasado "resistimos" musicalmente hablando la pandemia, gracias al Dúo Dinámico. Y este año sobrevivimos a una guerra y a una "década mortal", como dice la letra de Mocedades en su canción "Sobreviviremos". Y yo me pregunto: ¿dónde están los optimistas del año pasado...? ¿Y los del anterior...? ¿Y los del anterior del anterior...?

A mi este año, como realista informado (suelo evitar como moderado los extremos del optimismo y del pesimismo), no me ha cogido por sorpresa, porque el año anterior ya dejé de tomar las uvas. Fue una forma de evitar que este año volviera a tomarme el pelo. Y este año, además, me he propuesto como sanción (ahora que están de moda) y a la vez como norma, no tomar níngun producto navideño (exceptuando el posible y esperado dulce que Mamá Noel me tenga reservado para la ocasión), como protesta al pésimo karma colectivo que nos ha vuelto a dejar.

Un pesimista es mucho más feliz que un optimista. El pesimista tiene más fortaleza interior que el optimista. Tiene asumida la realidad y está más preparado que el optimista para afrontar el futuro incierto. Por eso el optimista, ante su debilidad mental, necesita la esperanza y desplazarse al futuro para pensar que todo va a ir mejor. Un pesimista cuando se equivoca en sus previsiones recibe sorpresas positivas mientras que un optimista cuando hierra, se topa de frente con noticias tristes y todas sus ilusiones terminan porque termine viniéndose abajo. Un pesimista es un ser más realista y perfeccionista. Por ello suele equivocarse menos que el optimista, si se tiene en cuenta que la realidad tiene más de tragedia que de comedia.

Los regalos impuestos los dejé hace años, porque aunque soy agnóstico, me parecen un insulto hacia el pobre recién nacido. Por no hablar de la gente que lo está pasando mal en Ucrania. Los regalos han de ser espontáneos, tienen que salir del corazón y no han de ser constituir un agravio contra la realidad y las personas y seres que forman parte de ella. Este es el principio de la solidaridad, el reconocimiento de la necesidad y del sufrimiento en el mundo. Han de nacer del afecto o de la admiración. Nunca de un compromiso ajeno. Y este hecho no tiene porqué incluir la billetera.

Un regalo impuesto nos hace además de hipócritas, seres frígidos emocionales. Me niego por tanto a pecar por la parte que me toca, en contraposición a las personas de fe, bajo mi condición de agnóstico o de medio creyente dudoso, en tiempos donde la vida espiritual, debiera prevalecer sobre la material, independientemente de la creencia o la filosofía de cada uno.

Así que solo con este gesto creo que estoy demostrando un espíritu más navideño que muchos. Incluyo a los que aprovechan estas fiestas para molestar con su egoísmo a los vecinos, a los que se limitan a ir a misa, o los que ponen el belén o iluminan el arbolito, para tranquilizar su conciencia, mientras se ponen hasta arriba, en tiempos que debieran ser de solidaridad, recogimiento y absoluta austeridad. Hecho que me ha sorprendido sin embargo muy gratamente, al comprobar cómo siendo desde siempre contrario a este Ramadán cristiano-consumista, soy capaz de derrochar una completa y sana espiritualidad, en contraposición a muchos creyentes, en estas fechas.

Pero desde luego lo que no entiendo es como si las Navidades son para algunos consideradas "fiestas", son tan tristes las canciones que ponen y que cantan, las cuales terminan por contagiarnos a todos. Debe ser tal vez por culpa de los "aguafiestas" que prefieren continuar con su estado anímico neutral a terminar siendo diagnosticados de depresión, después de un mes largo de profunda melancolía.

El espíritu navideño es el que se demuestra con TODOS los seres, no el que se suma a todas las fiestas y eventos propios de estas fechas, perjudicándose a sí mismo y a los demás. Me da por tanto lástima ver como una amplia mayoría de personas, además de desvirtuar estas fechas navideñas, culpan y tachan a los demás de aguafiestas, cuando son en realidad ellos los que optaron en su día por alejarse del auténtico mensaje de respeto, amor y fraternidad, prescindiendo de la espiritualidad, bien sea laica o religiosa, propia de estas fechas, para centrarse en el marcado perfil comercial de las mismas . Como suele decirse: el mundo al revés.

Hoy se ha inaugurado la Navidad en Madrid, un mes antes que en Belén, lo cual de entrada, me parece algo sospechoso. Pero el ser humano sigue sin aprender y prefiere celebrar la Navidad y los años venideros por anticipado. Así que no sé que decirles. ¡Feliz año! (disculpen, quería incluir interrogaciones, en lugar de admiraciones). No piensen con ello que niego la fe de la doctrina optimista. Muy al contrario. Por eso estoy seguro que el próximo año resucitaremos. Así que voy a ir buscando el tema que represente dicho acontecimiento.

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

22 de noviembre de 2022

Epitafio

“Vivió pero no dejó existir”; este es el epitafio que dejará la especie humana al universo al que dice pertenecer

Acabo de consultar varios diccionarios, incluido el de la RAE, para constatar el significado más aproximado sobre el concepto de inteligencia. Y me he llevado una sorpresa mayúscula.

Se considera inteligencia, la facultad de conocer, de entender. El concepto por tanto, dista mucho de lo que entendemos coloquialmente como un tipo listo. En otras palabras, conocer o entender, no es lo mismo que aprender, por mucho que algunos diccionarios presenten ambos términos como sinónimos. ¿De qué le sirve a uno "conocer" o "entender", si no aprende?

Se puede entender lo que es el amor cuando nos lo explican de una forma teórica, pero eso no es conocer, sino tener una idea aproximada de él. En definitiva, para “entender” o “conocer” el amor, es necesaria una experiencia previa.

Lo sorprendente es que el ser humano (sin contar con la opinión figurada que tienen de él todas las especies), se ha erigido a sí mismo en el ser más inteligente que habita sobre la tierra. Es tan inteligente que a diferencia de las demás especies es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, es decir que necesita equivocarse un mayor número que las demás especies para aprender. Y que posee el espíritu de la contradicción, como consecuencia de no conocerse a sí mismo lo suficiente. Es decir, entiende teóricamente una cosa, pero termina haciendo en la práctica otra distinta, cuando no la contraria, con lo cual no ha aprendido o terminado de interiorizar el término inteligencia. Algo impresionante…

Si a eso añadimos el concepto figurado que añade la RAE, como es la facultad de resolver problemas, podemos inferir o hacernos una idea hasta qué punto es capaz el hombre de resolver problemas mientras crea otros nuevos a sí mismo y a otras especies, problemas que no se crean a sí mismas las especies mal llamadas “inferiores”. Curiosa superioridad, ¿verdad…?

El ser humano entiende lo que es conquistar, pero antes de conquistarse a sí mismo, le encanta conquistar a otros miembros de su especie, antes de terminar siendo conquistado por sus presuntas víctimas (siempre he pensado que detrás de los encantadores efectos de la seducción, se esconde un eufemismo que engloba el engaño a los demás, previo engaño inconsciente de uno mismo).

La especie humana entiende cual es el estado lamentable del planeta que habita pero no ha aprendido a cuidar de él, después de dos mil años de equivocaciones continuadas. Y no siendo capaz de cuidar su planeta, en beneficio de todas las especies (la solidaridad no solo se demuestra con la misma especie), ya está buscando el próximo.

“El cambio climático siempre ha existido”, afirman los negacionistas, obviando que las enfermedades también han existido siempre. Pero al final, sin ser conscientes, terminan haciendo lo contrario a sus principios: y aunque no se vacunan, se medican. Y tampoco se "niegan" a someterse a una anestesia general o a una transfusión de sangre de un vacunado, si la dolencia lo requiere. Por muchos chips y efectos secundarios que en su imaginario ven …

El Homo Sapiens (sic), entiende o sabe lo que es vivir en paz, pero no ha aprendido a utilizar la comunicación que le proporciona su mejor invento, que es el lenguaje, a la hora de sentarse y frenar una guerra. Sin embargo es capaz de hacer homenajes póstumos a Cervantes o a Galdós, entre otros insignes escritores.

La especie humana entiende y sabe que matar cualquier especie animal o vegetal, constituye un acto criminal que aunque no figure tipificado en el código penal, si está tipificado en el código moral de todo individuo dotado de un mínimo de nobles principios. Sin embargo, después de dos mil años (se dice pronto), la especie humana es la única que es capaz de matar por motivos ideológicos y de asistir a prolongadas sesiones de maltrato animal previas a su muerte, subvencionadas por las arcas públicas de los ciudadanos que residen en dichas zonas.

Mientras unos países responsables asisten a la cumbre del clima, otros ponen en riesgo la paz mundial. Mientras otros se centran en conquistar el espacio, otros sueñan con dominar el territorio de su vecino. Y otros ajenos a todo y a todos, intentan llamar la atención de todo el planeta con sus lanzamientos de misiles intercontinentales.

Antaño, el capitalismo era el opresor para el obrero. Hoy, es el comunismo euroasiático el que oprime a los pueblos y el que viola los derechos no solo del obrero sino la vida de los de ciudadanos inocentes y el que amenaza la paz mundial.  Otros países, instituciones y ciudadanos son capaces de boicotear a Catar por la vulneración de derechos humanos pero no a los países que más contaminan (eufemismo de matar), a todas las especies (incluida la propia), y que tienen por añadidura la desfachatez de ausentarse en las cumbres mundiales del clima.

Habitar un nuevo planeta parece una idea seductora (y por tanto suicida, como hemos visto), pero habitar un planeta no es sinónimo de una dolce vita. Un planeta hay que dividirlo o repartirlo entre los países que lo conquistan. ¿Tendrán todos los países sus respectivas parcelas? Me temo, retrotrayéndome a las pugnas históricas que ha tenido la humanidad, que teniendo la oportunidad de unirnos bajo una sola bandera, sufriremos nuevas guerras, sin haber entendido y aprendido de nuestra experiencia en la tierra.

Creo que vamos deprisa, sin un criterio acordado (al menos públicamente), y sin un rumbo definido. Conquistar un nuevo planeta sin haber mejorado como especie, en el respeto hacia los demás que habitan con nosotros, nos llevará como mínimo a la misma situación en la que estamos. Por tanto no es nada descartable que el progreso tecnológico conlleve un retroceso moral y existencial sin precedentes.

Cuando la especie humana conquiste otro planeta amenazará con destruir o someter el que aún no ha abandonado, mientras comience a explotar (deteriorar), el que ha ocupado. Llámenle geoestrategia espacial o guerra de las galaxias. Tal vez entonces, como consecuencia de dicha involución y de dicho suicidio colectivo, el ser humano deje al universo un epitafio que resuma su paso por el planeta y la galaxia que un día habitó: “vivió pero no dejó existir”.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

19 de noviembre de 2022

Muestra de "Rimas", 1

Verso suelto que forma parte de uno de los poemas del autor, y que jalona el inicio de su obra, "Rimas prohibidas", su segundo poemario.
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de noviembre del 2022

14 de noviembre de 2022

Médicos enfermos

Esta es la sanidad pública española del siglo XXI: una sanidad con médicos enfermos

Formarse durante doce años para acabar contratado en precarias condiciones supone un motivo más que suficiente para caer en la depresión. Es una prueba más que suficiente que pone en evidencia la incuestionable y loable vocación de nuestros médicos. Aún así nuestros sanitarios siguen luchando cada día en pésimas condiciones laborales por nuestras vidas. Incluso dando todo de ellos en circunstancias especiales como en las distintas olas de la pandemia.

Hace apenas unos años los distintos representantes de fuerzas políticas se les llenaba la boca y aprovechaban sus intervenciones públicas para afirmar que la sanidad pública era una de las mejores del mundo. Ahí comenzó el desprecio por parte de la clase política hacia nuestros sanitarios. Cuando en lugar de referirse a ellos en primera persona, atribuían a la sanidad pública todos sus loas. Afirmaciones que repetían y que utilizaban para atribuirse sus méritos, evitando pronunciar en todo momento la palabra sanitarios. Y ahí es donde empezó a deshumanizarse la sanidad pública. A través de la deshumanización personal de la política.

Mientras pronunciaban estas alabanzas públicas, los distintos representantes políticos, que no públicos (un representante público a diferencia de un representante político, vela por los intereses generales de la nación), permitían como ahora la evasión de nuestro capital humano, sanitario y científico más valioso.

Vayamos a las cifras, que tanto gustan a nuestra clase política, que no acostumbra a merodear por las calles, hablar con los ciudadanos y los empleados públicos, y pongámoselos esta vez nosotros encima de la mesa para que descubran la cruda realidad, de la cual hoy son responsables. Si tenemos en cuenta que un médico tarda en formarse de 10 a 15 años; que dicha formación está subvencionada y pagada por todos nosotros, que casi 20.000 médicos han abandonado nuestro país en los últimos años y que la mitad  que la mitad de los que quedan, es decir 80.000 de ellos se jubilarán en los próximos diez años…¿A cuánto asciende el montante, que he hemos perdido los ciudadanos? ¿Quiénes son los culpables de que los ciudadanos e incluso los médicos (¿o es que los médicos no se ponen malos ni van a urgencias?), tengamos hoy en día un mayor riesgo de morir por la falta y la calidad asistencial que padece, ahora sí, la sanidad pública española?

Y ahora dígannos, señorías: ¿es de izquierdas o de derechas la sanidad pública? No se preocupen, que mientras se echan la culpa los unos a los otros,  les vamos a contestar los ciudadanos: la sanidad pública no es de izquierdas ni de derechas. Dejen ustedes de intentar ideologizar e intoxicar con sus declaraciones la sanidad pública. No manchen más con sus palabras las batas blancas de los sanitarios que nos representan mejor que ustedes, como han demostrado. Que les representan y cuidan de ustedes sin preguntarles cuál es su ideología. Aprendan de ellos. No nos falten más al respeto con sus declaraciones cruzadas. Enciérrense, hablen y lleguen acuerdos como hicieron sus predecesores en la Transición.¿Eran de izquierdas o de derechas los 9000 residentes que “fallecieron” en las residencias madrileñas? Tengan respeto hacia sus familias. Son víctimas de sus negligencias. Se merecen el mismo respeto que las víctimas del terrorismo.

Hay un dato que es meridianamente evidente y es que los defensores de la sanidad pública siempre han respetado la sanidad privada, cosa que no han hecho y siguen haciendo los defensores de la sanidad privada, con respecto a la pública. ¿Son más hijos de Dios unos que otros? ¿Son más comunistas tal vez? ¿Más fascistas? Decoloren sus mentes, les permitirá ver la realidad tal como es, sin sectarismo, ni prejuicios ideológicos. Diagnostiquen la realidad como hacen los médicos con sus enfermedades sin echarle la culpa a nadie. Resuelvan los problemas como ellos, en equipo. Sean resolutivos y menos conflictivos.

La implantación de la medicina ha supuesto un avance en la sanidad, especialmente en la detección de enfermedades graves y en la calidad de las intervenciones quirúrgicas, es decir en un estadio avanzado posterior a la diagnosis. Implantar un sistema de videoconferencia en un servicio de urgencias lo único que hace es demorar y empeorar la calidad y la evaluación del paciente, lo cual supone un riesgo añadido para su salud y su vida. La deshumanización que padece la política española no puede ni debe trasladarse al ámbito de los ciudadanos, entre otras cosas porque como hace unos días afirmaba el doctor López Acuña, la sanidad pública es la obra social más grande que hemos construido los españoles en los últimos años.

La mayoría de ciudadanos madrileños, igual que el resto de españoles, no acuden a urgencias por una aciática o una picadura de avispa. Entre otras cosas porque no existen avispas la mayor parte del año. Pero si que suelen salir a las calles, no mediatizados, sino conscientes del deterioro público que padece nuestra sanidad, preocupados por la salud de los suyos, más que de la propia.

La no existencia o disponibilidad de médicos no implica que una comunidad tenga que quitarle facultativos a otra. Tan solo es necesario llegar a un pacto de Estado que permita el retorno de las decenas de miles de médicos españoles que en su día se marcharon de España y un plan de retención del talento, para que no se marchen los que aún se forman y trabajan en nuestro país. Tratarles como se les trata, es incentivar su salida.

La atracción del talento empieza por el respeto integral a todos y cada uno de los sanitarios y de los ciudadanos. Un sanitario no solo se mueve por el dinero, sino por las condiciones de trabajo. Si a los sanitarios les ofrecen más dinero en otros países, se les puede atraer con jornadas más reducidas, incentivos fiscales, mayores cotizaciones a la seguridad social, buenas condiciones de prejubilación, acceso a la vivienda gratuita en medios rurales. En definitiva no solo a través de una, sino de distintas propuestas que nos permitan en el siglo XXI, tener una sanidad pública española, sin médicos enfermos.

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

5 de noviembre de 2022

Metaverso nuclear

El metaverso no está por llegar, algunos ya viven en él

Cuenta Seguéi Zhirnov escritor y excomandante del KGB destinado en el servicio exterior, en una entrevista realizada por el periodista Eusebio Val del periódico La Vanguardia, publicada el día 23 de octubre, que a Putin lo rechazaron ante su incapacidad de medir las consecuencias de sus decisiones. Pero ese no es el problema. La cuestión ahora es saber si occidente es consciente de las repercusiones de imprevisibles efectos que tiene continuar una guerra en apariencia ganada.

Que Rusia, mejor dicho Putin, esté perdiendo la guerra convencional no implica que occidente vaya a ganarla, entre otras cosas, porque cada día la ofensiva ucraniana nos aproxima más a un escenario nuclear.

El único antecedente nuclear que ha sufrido la humanidad fue la bomba atómica que lanzó Estados Unidos sobre Hiroshima en el año 1945. Con ello se logró parar y a la vez terminar la guerra.

Hace apenas un mes, Putin tuvo ocasión de pronunciar un discurso excusatorio ante un posible ataque nuclear, con motivo de las cuatro regiones que Rusia anexionó a su territorio. Y vino a decir que no le podrían reprochar la utilización de esta bomba, porque Estados Unidos ya lo hizo.

El único mérito de Putin, si es que puede llamársele así, es no haber escalado aún más con el empleo de estas armas, en medio de las presiones a las que se ve sometido por su círculo más duro. Pero lo que no deja de desconcertar sobremanera en este sentido, es la llamada a la población para abandonar la ciudad de Jersón. ¿Qúe tiene en la cabeza Putin…?

Cabe por tanto preguntarse cuál será la respuesta de occidente y de la OTAN, en caso de un hipotético y más que probable utilización de una bomba nuclear táctica en Ucrania. Biden desde Estados Unidos y Josep Borrell desde Europa, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, han advertido de las terribles consecuencias que tendría para Rusia la utilización de una de estas armas. Y uno se pregunta: ¿solo para Rusia…?

Existe un dato muy significativo a la hora de definir la personalidad y trayectoria de Putin. Y es su signo zodiacal. Un libra con ascendente en escorpio puede pasar por un hombre frío y lógico, lo cual no es sinónimo como hemos visto de ser racional. Lo que más inquieta y da más significado a su trayectoria, es precisamente el carácter tranquilo pero en ocasiones explosivo e incontrolado que le proporciona su planeta Plutón y su ascendente en escorpio.

El escorpión es un animal combativo que no se conforma con picar a su víctima, sino que en una segunda fase inyecta su veneno mortal a su víctima hasta dejarla paralizada. Existen varios tipos de escorpiones, los que atacan a los demás y los que se inyectan el veneno a sí mismos. No he escuchado a nadie la posibilidad de un hipotético suicidio de Putin, lo cual es de extrañar, si uno tiene en cuenta el cuestionado estado de salud del exespía.

Apunta el mismo comandante que el final más factible sería que terminase eliminado de una forma involuntaria por algún miembro de su entorno. Discrepo y pienso que Putin ya tiene alguna persona de confianza dispuesta a ayudarle antes o después en dicho acto. Pero lo que más preocupa ahora no es la reacción de Putin (sus seguidores son de una línea más dura que él), sino los efectos que las acciones o inacciones de occidente provoquen en el mandatario ruso.

Llama sin embargo poderosamente la atención como después de 284 días de guerra se ponga más interés en desviar la trayectoria de un meteorito que el de disuadir a Rusia a través de un interlocutor que no sea Putin, por medio de la diplomacia y no solo a golpe de sanciones.  Que se tope el precio de la energía pero no el de la duración de una guerra que va camino de un año. Que nadie a excepción de Macron y el Papa hayan propuesto algún plan para retomar el diálogo.

De cómo se toman medidas ante el paso de los restos de un cohete chino para evitar accidentes aéreos y no se ponga interés en evitar el derramamiento de sangre en otras zonas que llevan nueve meses de conflicto. Como si unas vidas valiesen más que otras. O que se hable de construir un gaseoducto entre Barcelona y Marsella, sin considerar la posibilidad que dentro de cinco años no existan dichas ciudades.

Algunas personas, no solo Putin, parece que no son conscientes y viven ajenos a los momentos tan críticos que vive la Humanidad. El metaverso, ante la falta de diálogo o de metaprosa  no está por llegar, como nos cuentan. Algunos viven y siguen instalados en él, cuando obvian las consecuencias que tendrán sus acciones e inacciones en el mundo real que vivimos los demás.

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

24 de octubre de 2022

Bodas y muertes

Una boda es una condena, pero la muerte es una liberación

Desde siempre me han atraído los ambientes de los aeropuertos y de los hospitales. Hoy añado el de los tanatorios. Hasta el punto de afirmar que me complace asistir a uno de estos recintos, antes que a una boda. Una boda es una condena, pero la muerte es una liberación. En un tanatorio uno es útil a los demás, en una boda solo es un figurante, un invitado más. En cada una de las zonas de cada una de estas instalaciones, las conversaciones, aunque breves, son profundas y emotivas. En una boda son largas, banales, superficiales y poco auténticas.

Acudir y recorrer cada una de estas instancias le permite a uno conectar con la verdadera esencia de las personas. Las miradas cristalinas, brillantes y enrojecidas acogen deseosas los abrazos cercanos con la naturalidad que nunca debió de perderse. Supone dejar por un momento las redes sociales, volver a tocarnos, a empatizar y recuperar toda esa humanidad perdida.

Ahora entiendo las palabras de Antonio Gala, cuando afirmaba que lo primero que hacía al llegar a una ciudad nueva era visitar los cementerios y los mercados. Porque según dice, definen bastante a un pueblo. Y comprendo ahora, torpe de mí, porque me han gustado desde siempre las entrevistas. Esas conversaciones mutuas en las que las palabras invisibles de cada uno de los intervinientes, sobrevuelan el aire y el espacio, sin que ambos sean conscientes, como pequeños retazos del alma. Que parece que no existen, pero que dejan su estela, después de ser pensadas, sentidas y pronunciadas.

Acabo de regresar de un entierro familiar. Después de saludar y conversar con mis primos, me he despedido con una silente y breve visita de mi difunta tía Marisa. Después he continuado hablando con el resto de asistentes con objeto de no saturar al círculo familiar más cercano a ella. Momentos después ha sido despedida en la intimidad por sus hijos y allegados más próximos.

Instantes después, ha sido introducida en un coche fúnebre de color blanco. Del tanatorio de la M-30 al cementerio de la Almudena he formado parte del cortejo, en un Mercedes de color negro que iba justo detrás del de ella. Parecía por su color, que el coche en el que iba, era el de una novia que iba de nuevo a unirse con su amado.

En alguna de estas conversaciones con los asistentes, he tenido oportunidad de intercambiar algunas de mis impresiones con algún familiar, como es la falta de psicólogos en estas instituciones para personas que carezcan de familiares o ante el caso de muertes trágicas. Y como observación he manifestado mi estupefacción ante el exceso de centros e instituciones destinados a “prepararnos” para la vida y la falta de educación por parte de las instituciones públicas para prepararnos ante esta etapa final para unos, y de tránsito para otros.

No he perdido la oportunidad de recordar en una de mis intervenciones el deseo que manifesté en su día a través de mis blogs de ser incinerado. Y que de haber elegido un entierro tradicional hubiera solicitado un ataúd ecológico, como el de la imagen, lacado con los tres colores de mi blog, con objeto de dar un toque más festivo a la ceremonia. Una práctica que además de higiénica y sostenible (mis cenizas pueden abonar algún pinar como el que en su día estuve a punto de quemar en la localidad de Añorbe), evitaría a mis seres queridos el compromiso de visitarme.

Porque entre otras cosas, considero que la mejor visita que se le puede hacer a un ser querido fallecido, no es con el cuerpo, sino con el alma, a través del recuerdo. Esto es, de una forma espontánea y diaria, en lugar de un día al año, como es el Día de Todos los Santos. ¿O es que acaso son santos todos los que un día nos dejaron...?

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de octubre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

23 de octubre de 2022

Precaución

¡Precaución!: zona de libertad

Comparto con todos ustedes esta instantánea solicitada y cedida por la gentileza de Ignacio Ramos, realizada en una de sus rutas por la sierra. Al principio me ha hecho gracia, pero con el transcurso del tiempo, ha terminado por darme pena. El motivo no es otro que el lamentable mensaje que encierra semejante imagen.

Según se desprende de la instantánea, da la impresión que la libertad es una zona muy peligrosa para los niños y por ello los mayores no solo tienen que tener, sino poner mucha precaución con respecto a ella. La de los adultos (entre ellos los que han puesto el letrero), ya es otra cosa, porque hasta la fecha no hay letreros de esta guisa con una señal similar a la de la imagen que recen: “Adultos en libertad”, que son los que en definitiva tienen más peligro para la sociedad, el planeta y por tanto para sus propios hijos.

Cito por ejemplo a los cazadores. Por lo que se ve, este tipo de "adultos en libertad", tienen menos peligro en las zonas rurales para la vida, en el amplio sentido del término, de los niños, de los animales, los adultos y la de la flora de nuestros bosques y nuestros campos. En otras palabras, parece que los coches y sus conductores, son mucho menos peligrosos que los cazadores y sus macabras escopetas.

Hombre, centrándonos en la imagen, yo creo que se sobreentiende con la simple señal, la advertencia. ¿Qué ha habido más de un incidente?, pues con poner la palabra "Niños" o "¡Cuidado, niños!", junto a la misma, pienso que es más que suficiente. Con ello lograríamos por añadidura dignificar a los niños al dejar de compararlos con el ganado por medio de señales que son más propias de estos animales, con lo cual no solo se compromete el concepto de "libertad", sino el de la mismísima "infancia".

Sin dejar por supuesto de poner en cuestión, la más que presumible educación y precaución de los responsables de estos niños, al delegar en los conductores que transitan por la comarca por medio de la referida advertencia, la vida de sus retoños, y que es en definitiva, donde reside el verdadero peligro.

No hace falta elucubrar mucho para llegar a la conclusión que el autor o autora de dicha obra de arte, no debe ser precisamente oriunda de la zona. Porque los hijos de la gente de campo que habita en estas zonas, suelen estar advertidos a edades bastante precoces de éstos y otros muchos peligros que no solo atañen a las zonas de paso de los coches.

Denigrar una palabra tan bella y con tanto significado, como es la libertad, infundir miedo en lugar de respeto y admiración hacia ella y residir en una zona en la que su máxima expresión se hace a cada instante patente, es un signo de inadaptación y de inmadurez al medio.

El agravio a la libertad, concepto por el que luchan, han luchado y muerto millones de personas en el mundo, incluidos niños inocentes, considero que es infinitamente más perjudicial para la sociedad y los niños de otras zonas que leen el texto de la señal. Por no citar a los que viven ahí y leen el letrero todos los días...

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de octubre del 2022. Imagen cedida por Ignacio Ramos Altamira

19 de octubre de 2022

La nueva normalidad

La profecía no es que haya fallado, es que era imposible que se cumpliese

Hace más de dos años, recién iniciada la pandemia de la Covid, se nos anunció repetidamente a los ciudadanos la futura llegada de una “nueva normalidad”. Un mundo distinto había poco menos que llegado para quedarse hasta la gran noche de todos los tiempos y al que deberíamos adaptarnos. Hoy, sin embargo, lo que vivimos desde entonces, es una anormalidad creciente de acontecimientos nacionales y mundiales que adquieren por momentos, matices verdaderamente preocupantes.

La profecía no es que haya fallado, es que era imposible que se cumpliese, si uno tiene en cuenta que el término “nueva normalidad” que se nos anunció por entonces, estaba formada etimológicamente por dos términos tan agónicos como antagónicos.

Así, mientras que la novedad es un término actual y mutable, la normalidad es un concepto estático, que prevalece en el tiempo. En otras palabras, lo normal nunca puede ser una novedad y una novedad no puede formar parte de lo que se entiende como normalidad.

Aunque las normas cambian, los hábitos permanecen. La pandemia de la Covid nos obligó, según una nueva norma, a llevar durante un tiempo mascarilla, pero no perdimos el hábito o la costumbre de quitárnosla cuando estaba permitido y de ir como siempre, con el rostro descubierto.

En el año 2020 vivimos una pandemia; en 2021 los efectos de un volcán. En 2022 una guerra y en 2023 la economía global crecerá menos de lo previsto, como consecuencia de la guerra de Ucrania, lo cual hará, según palabras del FMI que los europeos sintamos el nuevo año como una recesión. Vamos por tanto camino de tres años de una asombrosa y lo que es aún peor, de una preocupante y creciente anormalidad cotidiana. Tal vez estos sean los motivos por los cuales, aquellos que las pronunciaron y fracasaron en sus predicciones, hayan obviado referirse a los tiempos actuales como nuevos y normales.

La nueva norma decretada por las autoridades para salvaguardar y proteger la salud de los ciudadanos, supuso una excepcionalidad y una anormalidad que hubo que tomar, pero una vez que se controló el virus y pudimos quitarnos las mascarillas, las normas de antes, siguen hoy en día siendo las mismas de antaño.

El hecho de dejar de oler, de comer o de ver muertes multitudinarias no es sinónimo de una "nueva normalidad", sino de una preocupante anormalidad. Y anunciar para animar a los ciudadanos una “nueva normalidad”, es igual de absurdo que hacerlo de un "viejo cambio". Lo que algunos llamaban la “nueva normalidad” hoy forma parte de una realidad que no ha cambiado sustancialmente nuestras normas, hábitos y costumbres. En definitiva, la vida, como hace ya decenios anunció Julio Iglesias, sigue igual.

José Luis Meléndez. Madrid, 19 de octubre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org