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28 de julio de 2020

Sorpresa

🦎😍💔 Blanquita, la salamanquesa,
ha sido mamá este verano,
y al bajar las persianas temprano,
me encontré con esta sorpresa. 🦎😍💔


23 de julio de 2020

Hospitales

La pluma en ristre rinde homenaje a todos los sanitarios, a través de este artículo.

La vida enferma es la que se lleva en el exterior de estos recintos

Las consultas externas en los hospitales nos hacen reflexionar sobre la temporalidad y la fragilidad de la vida humana. La primera señal que le indica a uno que acaba de entrar en otra ciudad, es la indumentaria del personal sanitario. Una prenda que junto a las paredes exteriores del edificio, delimita la frontera entre dos mundos: el de la salud y el de la enfermedad; el del dolor y el de la normalidad.

Existen dos formas de acudir o de estar en un hospital: como visitante o como enfermo. El visitante en ocasiones sufre de manera injusta más en la sala de espera, que el enfermo anestesiado en el quirófano. Por este motivo conviene dirigirse a él con el calificativo de segundo enfermo.

El enfermo real es atendido, tratado y cuidado. No así el segundo enfermo que ve como su preocupación y nerviosismo se acentúa según se aproxima a la habitación, al quirófano o al historial del paciente. Por este motivo el paciente es llamado paciente, valga la redundancia. Por su inconmensurable paciencia, y por los sacrificios que se ve obligado a llevar a cabo, con el fin de que esta sea lo menos gravosa, como es el hecho de hacer caso omiso a la belleza del personal femenino que le cuida y atiende. Circunstancia injusta, ya que dicho comportamiento ejemplar no está gratificado en los reglamentos internos de estos centros.

No menos hazañas le deparan al visitante desorientado que acude por primera vez al centro sanitario con objeto de interesarse y ofrecer su ayuda al paciente. Porque el circuito que ha de recorrer el recién llegado, antes de llegar al mostrador de recepción (primera sala de espera con la que se encuentra), y a la habitación del familiar, suele convertirse la mayoría de las veces en un interminable paseo por el laberinto que forman las subidas y bajadas con las que tiene que enfrentarse el intrépido y bondadoso acompañante.

Las salas de espera son habitaciones acomodadas destinadas a las visitas. Son también el espacio físico y emocional que separa la enfermedad y la salud, el personal médico de los pacientes y visitantes, y al enfermo de los suyos.

Desafortunadamente no todo el personal que acude al centro entra dentro de lo que podría entenderse como seres queridos, lo cual hace que en ocasiones  provoque más males que remedios al paciente. Los nervios, la incertidumbre, y el lento transcurso del tiempo que ocasiona la estancia en estos espacios públicos, son lo suficientemente intensos para provocar alguna visita a la cafetería; lugar ideal y apropiado para que los acompañantes se relajen, desinhiban mientras intercambian información de diversa índole como la facilitada y en su caso ocultada al enfermo, por parte del personal médico.

Un gran servicio que ha de reconocerse se manera pública, y que no sería posible, sin el equipo médico que de igual manera forman los camareros. No solo por  ayudar al cliente, al paciente y a los facultativos, a recuperar las fuerzas físicas y psicológicas, sino en atender también al personal que integra cada miembro de su equipo.

Los pasillos a su vez son válvulas de escape que permiten desconectar y recargar energías. Son las avenidas principales que conectan las habitaciones y las personas; el espacio público por el cual las personas que transitan pueden relajarse, socializarse y compartir sus experiencias.

Los colores fríos, formados por los tonos verdes y azules tanto de la vestimenta como de las paredes del recinto relajan el estado anímico del paciente, contribuyendo de esta forma a su bienestar. Dentro de las habitaciones, y ante la falta de compañía y de llamadas telefónicas, la televisión intenta humanizar de una forma artificial las estancias prolongadas de sus ocupantes, o al menos mantener la calidez emocional de lo que sin ella sería una fría estancia solitaria. Por el contrario las flores que entran en ellas terminan por contagiarse de ambiente, y suelen salir al contario que nosotros, peor de lo que entraron.

La enfermedad no tiene que suponer una experiencia negativa; todo lo contrario. Para muchas personas esta circunstancia ha supuesto una oportunidad para la interiorización, la reflexión, y para vivir de una manera más intensa esta experiencia única que es la vida.

Algo bueno tienen los hospitales, y son las relaciones que se establecen dentro de ellos. Relaciones profundas e inolvidables gracias al ambiente creado por los facultativos, y que hace que uno salga cargado de una mayor humildad y humanidad, especialmente en el irremediable momento de la desnudez. La cercanía y la comunicación del personal sanitario son el mejor tratamiento que puede y debe recibir un paciente. Y el contacto verbal y físico la mejor anestesia emocional, ya que tiende a minimizar el dolor y hacer la estancia más humana y a la vez llevadera.

En los hospitales los gestos recobran su verdadera importancia y su mayor significado. Una mirada o un apretón de manos tienen en la mayoría de las ocasiones mayor efecto que el de una conversación. La mano tendida del médico (o de la enfermera), aumenta nuestra confianza con él y con nosotros mismos, y nos recarga de nuevas energías para afrontar con más ánimos el trance. Su efecto prolongado suele ser en ocasiones tan cercano e íntimo que algunos de sus miembros pueden llegar a ser considerados como miembros de la familia.

Existe sin embargo un dolor que nos llevaremos a casa el día del alta, ya que será imposible que por motivos de la distancia, puedan tratarlo los doctores, y es el de la vuelta a la vida cotidiana. Porque la vida enferma es la que se lleva en el exterior de dichos recintos.

José Luis Meléndez. Madrid, 15 de abril del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

16 de julio de 2020

Loteria municipal

Hasta ahora sabíamos que los décimos eran competencia exclusiva del Estado central

Hasta ahora sabíamos que los décimos eran competencia exclusiva del Sistema Nacional de Loterias y Apuestas del Estado central. Hasta que el equipo del actual consistorio madrileño, hace unos meses instauró a través de su servicio 010,  @lineamadrid, un nuevo sistema de apuestas. En este caso, claro está, con sello municipal.

Para participar en dicho sorteo, el ciudadano puede hacerlo poniéndose en contacto telefónico con el número 010 (en teoría centro de atención personal, y en la práctica, un auténtico calvario para el ciudadano),  si de lo que se trata es el de dar un a aviso sobre algún tipo de tramitación o de incidencia. En este caso el consistorio le facilitará al ciudadano un nº de aviso, que puede ser agraciado o en su caso ignorado o cancelado, sin previo aviso al ciudadano.

En caso de ser agraciado, el ayuntamiento le recompensará al ciudadano con una visita y resolución de dicho aviso, y en el peor y en la gran mayoría de los casos, según la experiencia sufrida por este ciudadano, el consistorio obviará dicho aviso, así como la responsabilidad teórica contraída  con el mismo.

El día 11 de julio, a las 08:21 horas, este blog procedió a notificar al ayuntamiento la lamentable situación en la que se encontraban medio centenar de laurus (se dice pronto), en los aledaños de dos centros propiedad del consistorio. Se da por tanto la casualidad y la triste circunstancia añadida, que dicho área verde linda con dos centros municipales: el Centro de Mayores de San Benito, y un Centro Integrado de Servicios Sociales, ambos de titularidad y responsabilidad municipal.

Hoy, después de cinco días, se ha intentado solicitar telefónicamente información sobre el estado de dicho aviso, cuya referencia es 6113622, a través del teléfono 010. Pero debido a su colapso, se ha solicitado a @lineamadrid dicha información a través de Twitter. La contestación recibida la pueden ller ustedes con sus propios ojos: no existe ningún aviso con esta numeración.


La urgencia,  como puede verse, es más para algunos el estado de un trámite, que una señal de una imperiosa necesidad. No ha habido de nuevo suerte. Ni para este ciudadano, ni para el medio centenar de laurus, propiedad y responsabilidad del ayuntamiento, que aún agonizan, ante su impasible y despiadada indiferencia.

Como consecuencia de dicha mala suerte, este ciudadano ha vuelto a apostar, y ha adquirido una nueva participación, esta vez a través del servicio de reclamaciones. El hecho me ha permitido, ingenuo de mí, aún conservar la esperanza, ya que la posibilidad de que esta vez toque algo, es mucho más elevada, cuando uno comprueba que el décimo en cuestión consta de un mayor número de caracteres.


Ni están, ni se les espera. Ningún operario ha hecho a día de hoy acto de presencia, para verificar al menos, el pésimo estado de estos arbustos. Dos furgonetas de Ferrovial han visitado hoy el interior del Centro de Mayores de San Benito, y han confirmado la falta de presión de agua que le llega al sistema de riego que tiene el césped del centro, motivo por el cual, se están secando algunas áreas del mismo.

Ante la inexistencia de dicho aviso se presupone que el consistorio tampoco ha dado aviso al Canal de Isabel II, para que revisen dicho sistema, y pueda abastecer de agua el sistema de riego a goteo inoperativo, que tienen los laurus.

Asimismo, se ha procedido en el día de hoy, a las 16:26 horas, a notificar al 010, el estado de deshidratación que presentan dos parcelas de Pittosporum tobira (unos veinticinco ejemplares), ubicadas en la Plaza de los Templarios. Como premio, la institución municipal ha gratificado a este blog con una nueva participación: la número 6122304. Esta vez termina en cuatro. Ahora solo falta saber el día del sorteo..


José Luis Meléndez. Madrid, 16 de julio del 2020

11 de julio de 2020

La lección

Hoy estos laurus, han hablado y han dado una buena lección de moral a sus dueños. ¿Será la última…?

Situémonos en la imagen de esta plazuela. Está ubicada en la calle Carrión de los Condes, 1, enclavada en el barrio de Manoteras, perteneciente al distrito de Hortaleza, en la capital de Madrid. A la izquierda linda con la iglesia Jesús de Nazaret, al fondo a la derecha con el Centro Municipal de Mayores San Benito, y, en el lado derecho, invisible a nuestros ojos, se encuentra anexo un Centro Integrado de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid. Nos encontramos por tanto en un terreno de competencia municipal.

Esta mañana, a eso de las ocho, en uno de los paseos diarios que realizo en compañía de mi mascota, he vuelto a contemplar la desoladora imagen de unos cincuenta laurus en estado de deshidratación. Las hojas caídas de estos arbustos, como consecuencia de las altas temperaturas que asolan la capital durante estos meses de estío, y el terreno seco ante la falta de goteo de las mangueras que circundan el suelo de estos arbustos, anuncian, una vez más, su estado agónico.

¿Qué es lo que ha hecho esta especie arbórea para merecer esta tortura por segunda vez en las fechas en las que más sufren por las altas temperaturas?, se preguntarán algunos. ¿Qué emoticono elegiríamos  cada uno de los vecinos, entre los cuales me encuentro, al visualizar dicha escena, a la hora de expresar semejante impotencia, ante la agresión visual y gratuita, eso sí, por parte del Consistorio?

No es la primera vez que mi mascota cambia de forma misteriosa su ruta habitual, y me lleva por medio de su intuición femenina, a un lugar en donde unas veces un animal, y, en este caso, medio centenar de laurus, agonizan ante la dejadez, y lo que es peor, del desconocimiento de su propietario, y la indiferencia de sus vecinos.


Hoy, a las 08:21 horas, este blog ha puesto en conocimiento de los tutores irresponsables de estos seres vivientes y sintientes, su injusta y deteriorada situación. De esta forma se ha procedido a aperturar el aviso nº 6113622 con carácter urgente.

Hace unos años, en idénticas fechas, este ciudadano, gracias a su mascota, tuvo que poner en conocimiento de su Ayuntamiento a través de la incidencia nº 2452328, abierta el 27 de  julio del 2016 (ver sección de colaboración ciudadana), la lamentable situación que tenían estos ejemplares. Ante las reformas que se llevaron a cabo en el Centro Municipal de Mayores San Benito, se produjo una avería en el interior de dichas instalaciones, y el Consistorio tuvo que dar un parte de avería al Canal de Isabel II.  Los mismos arbustos que  padecen hoy esta deshidratación, estuvieron a punto de  secarse, y de morir, si no es por el aviso de este ciudadano, que de vez en cuando, ante la dejadez de dicha institución, se ve en la necesidad de tutelar, las competencias de dicho Ayuntamiento. El actual aviso apunta en la misma dirección: un corte de agua por parte de dicho centro, como consecuencia de su actual cierre, ante las medidas excepcionales tomadas por la Covid.

No es la primera vez por tanto, que gracias a una mascota, y a la llamada de un vecino responsable, estas especies hoy nos siguen acompañando y limpiando el aire de nuestro barrio y de nuestra ciudad. A pesar del maltrato y de la dejadez de sus propietarios. Ni es la primera vez que este ciudadano a pesar de la misma indiferencia que ha recibido por parte de dicha institución, como es por medio de la cancelación de avisos, se pone en contacto con la misma, para salvar la vida de estos seres indefensos.

¿Quién dijo que las plantas no hablaban? Hoy estos laurus, han hablado, y han dado una buena lección de moral a su dueño. ¿Será la última…?

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de julio del 2020

8 de julio de 2020

Soledades

Todo el mundo sabe estar acompañado, pero nadie nos enseña a estar solos

La sociedad por definición, nunca ha entendido ni entenderá la soledad. Se encuentra tan entretenida en sus banalidades, y se acuesta tan cansada al terminar al día, que no tiene tiempo ni ganas para encontrarse a sí misma. La soledad sin embargo la observa distante desde su profundidad. La mira como a una niña perdida, que no sabe hacia dónde va, que no sabe medir sus fuerzas, ni por qué hace tan mal las cosas. Las personas por el contrario que buscan y que encuentran la soledad, no critican ni se compadecen de la superficialidad, de la pérdida de energías, de tiempo, y de la cantidad de dinero que esa gente emplea, para no sentirse sola.

La soledad elegida es más respetuosa, comprensiva y tolerante. No le importa esperar el tiempo que sea preciso, para ofrecernos lo mejor de sí misma, como es nuestra auténtica versión humanizada. La soledad es el refugio del sabio. En ella encuentra inspiración el genio, y gracias a su compañía, todos pueden beber de su fuente. Todo el mundo sabe estar acompañado, pero nadie nos enseña a estar solos. Nunca me ha traicionado la soledad, pero si una “buena compañía”.

Se puede afirmar que existen muchas personas que están solas, pero son muchas más, las que se sienten solas, que las que realmente lo están. No es lo mismo estar solo por motivos circunstanciales, que ser un amante incondicional de la soledad. La sociedad nos da a entender que una persona que tiene muchos amigos, no está solo. Pero lo más triste de estar acompañado, es que muchas veces uno no puede remediar sentirse solo, cuando el otro, no comparte su mismo punto de vista.

Habría que hablar por lo tanto de dos tipos de soledad: la soledad espiritual, y la soledad física. Nos pasamos el día acompañados de otros cuerpos físicos que pululan a nuestro alrededor, y que nos proporcionan esa sensación de compañía, y de tranquilidad, que como animales sociales, y de manada, necesitamos.

La radio o la televisión, suplen el mismo efecto, en miles de hogares en los cuales viven personas solas. Uno no se siente solo cuando está delante de una libreria  e en compañía de un libro. De otra alma que le habla, cuando mira a su mascota, o se sienta al lado de una planta. Un libro sabe darle a uno la compañía espiritual  que  la  persona más querida  pueda proporcionarle.La soledad espiritual o del alma es mental y emocional. Así uno se puede sentir solo, cuando la otra persona no comparte sus ideas o sus sentimientos.

La soledad se soporta mejor solo. Nos permite conocernos, enriquecernos, y establecer relaciones más profundas y auténticas con los demás. Nos ayuda a sentirnos más acompañados con nosotros mismos. La soledad es reflexiva, sabia, relajante, enriquecedora, tolerante, libre, pacifica, silenciosa, creativa y solidaria con uno mismo. Se habla muy poco de los beneficios que la soledad proporciona y ha proporcionado a la sociedad. Gracias a ella, escritores, compositores, artistas e inventores, han hecho posible un mundo mejor.

Lo que no ha entendido, entiende, ni entenderá el sistema, es que la sociedad, como conjunto de relaciones, es una unión de distintas soledades. El amor es un niño que no sabe estar solo. Y una soledad, por mucho que se una, no anula a la otra, ni deja existir. Las personas que se sienten solas, es que no han llegado a encontrarse a sí mismas. Antes de aprender a estar solo, hay que saber aceptarse en silencio. La soledad nunca está sola, porque se encuentra entre los acompañados. Estar con uno mismo, no es estar solo. Afirmar esto, constituye un desprecio hacia la persona. Es verdad que hay mucha gente que está sola, pero no es menos cierto, que existen muchas más personas que están mal acompañadas.

José Luis Meléndez. Madrid, 18 de mayo del 2017
Fuente de la imagen: wikimedia.commons,org

1 de julio de 2020

La última palabra

Cada día vivo y me muero un poco más. Cada hora te siento más cerca. Has venido a verme varias veces, pero nunca has anunciado tu visita. Llevas oculta en tu agenda, la fecha de mi último día.

Eres silenciosa y ambigua. No te gusta definirte. Prefieres guardar una equidistancia geométrica entre el bien y el mal; entre el inicio y el final; entre la nada y el todo. Como si los elementos opuestos formaran parte de una misma cosa.

Es posible que no existas. Que tan solo seas el inicio de un nuevo ciclo. Que no seas tan fea ni tan cruel como te pintan. Que a tu lado olvide el alboroto de mi ciudad, en la paz de tu territorio.

Un día nos miraremos frente a frente, y me llevarás junto a ti. A ese Edén verde y florido de aguas cristalinas, de almas humanas y animales felices.

Pasará el revisor, y después de pedirme el billete del viaje, le solicitaré un merecido descuento en el nuevo peaje, y el abono del tiempo que la vida me robó. Luego me interrogarás, y me despojarás de mi disfraz corpóreo y terrenal, y me ofrecerás para leer bajo la luz de la verdad, el guion de mi próxima obra.

Ojalá en ese preciso momento, mi expediente sea lo suficientemente limpio, como para que no sea necesaria la asistencia de mi abogado defensor, ni la comparecencia como testigos de mis musas, ni de Amanda. Entonces soltaré todo mi lastre, para elevarme más seguro hacia ti, y te agradeceré con el corazón y con el alma, haberme concedido la última palabra.

José Luis Meléndez. Madrid, 12 de agosto del 2017.