Traductor

16 de abril de 2024

Creyentes

Creyente no es el que cree en Dios, sino aquel que cree en otra vida

Me veo en la imperiosa y extrema necesidad de discrepar con el significado de la palabra “creyente”.

Por norma general, y, en términos espirituales, tiende a considerarse como persona creyente, a aquella persona que cree en Dios. De esta forma, quedan excluidas aquellas personas que bien en su condición de agnósticos o de ateos, creen en otros planos de existencia.

Nos encontramos por tanto ante la lacerante e increíble paradoja, de que la espiritualidad de estas personas no solo es puesta en cuestión, sino negada desde determinadas confesiones religiosas.

Como vemos, no son los ateos, los que niegan la espiritualidad. Lo verdaderamente grave y a la vez contradictorio, es que la religión practique este “ateísmo” y niegue o no acepte otras espiritualidades, como ha ocurrido a lo largo de la Historia.

Hablo de “ateísmo espiritual” porque al creer en otro plano ultramundano, uno está subrepticiamente aceptando la existencia de un ser superior, que no necesariamente ha de ser todopoderoso, ni reunir todos los estereotipos que nos inculcaron.

Así que si nos atenemos a las reflexiones anteriores podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cuántos creyentes excluidos existen en el mundo? ¿No es acaso creyente aquel que cree exclusivamente en el demonio? ¿Es más auténtica la fe que las señales que han recibido personas desde el más allá?

Tengo razones más que suficientes para negarme a seguir creyendo en la palabra “creyente” (valga la redundancia). Con ello estaré respetando las “creencias” de otras personas.

Aquel que cree en el día, aunque no lo sepa, está implícitamente reconociendo la existencia del sol. Es por tanto urgente ensanchar este término para dar cabida a todas aquellas personas que, a lo largo de los siglos, han sido relegadas, de una forma injusta, al más oscuro ostracismo.

Creyente no es el que cree en Dios, sino aquel que cree en otra vida.

José Luis Meléndez. Madrid, 16 de abril del 2024. Fuente de la imagen: pixabay.com

5 de abril de 2024

Carta desde el cielo

Si tienes miedo de haberme dado pocas caricias, debes saber que no he olvidado ni siquiera una.

Si te arrepientes de haberme regañado aunque sea una vez, debes saber que ni siquiera lo recuerdo.

Si crees que me has dejado sola demasiado tiempo, debes saber que siempre te he estado esperando.

Si temes haberme dedicado poco tiempo, debes saber que yo, incluso de ese poco, he disfrutado cada momento.

Si crees que has jugado poco conmigo, debes saber que nunca he contado las veces que me lanzaste la pelota.

Si crees que me he olvidado de tu perfume, deber saber que, incluso ahora, lo estoy oliendo en el viento.

Si quisieras renacer en otra vida, debes saber que me gustaría ser tu perrita también en esa.

Si estás convencido de que tienes algunos defectos, debes saber que para mí has sido perfecto.

Si crees que el amor puede tener fin, debes saber que en mi corazón, el lugar del amor es infinito.

Si crees que tienes arrepentimientos sobre mí, debes saber que no cambiaría ni un solo segundo de la vida que he pasado contigo.

Si crees que ya no escucho tu voz cuando me llamas, solo confía a la brisa del atardecer, la tarea de traerme tus palabras.

Si crees que puedo olvidar tu rostro, debes saber que quería vivir solo para disfrutar de tu mirada.

Si crees que podría haber amado a alguien más que a ti, debes saber que te he amado más que a mí misma.

Si crees que me gustaría un sofá suave, sepas que contigo también habría dormido sobre las piedras.

Si crees que quería más de lo que me diste, debes saber que siempre me he sentido como la perrita más feliz del mundo.

Si alguna vez te has sentido solo, debes saber que nunca he dejado mi lugar junto a ti.

Si crees que mi vida ha sido corta, debes saber que no hubiera querido vivir ni un minuto más, si no lo hubiera pasado a tu lado.

Si temes que ya no estoy cerca de ti, sepas que en cuanto cierres los ojos, me quedaré dormida a tu lado.

Si crees que no has tomado la decisión correcta, debes saber que siempre he confiado en ti. Siempre.

Si sueñas algún día con poder volver a verme, debes saber que estaré allí esperándote. Como he hecho siempre...

Firmado:

🐾

Poema adaptado de Emanuele Grandi

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de abril del 2024

22 de marzo de 2024

La primavera

La primavera siempre ha estado sobrevalorada

He estado muchas veces tentado de compartir esta versión interpretada por KT Tunstall - "2000 Miles" - de The Pretenders en esta red social. Como saben no es la que más me gusta, pero he de reconocer que está muy lograda. Sé que es un tema invernal y que hace unas horas festejaba la llegada de la primavera con otro vídeo. No es nada raro. A la primavera como a cualquier otra estación, se entra poco a poco.

Este año no sé porqué me cuesta más que otros años dejar el invierno. La primavera empieza a gustarme menos que otras estaciones como por ejemplo el otoño. ¿Motivo? Es una estación en la cual la naturaleza nos condiciona más a todos los niveles y eso para cualquier hombre o mujer amante de la libertad debería ir en contra de sus principios. Digo debería, porque ante tanto exceso de estímulos no es fácil, aunque si posible, pasar desapercibido.

La primavera ha llegado como todos los años con la treta de su hipotética alegría y de su exagerada belleza. ¿Es acaso bello ver las distintas especies sometidas en rigurosa exclusividad a sus funciones reproductoras? ¿Causa alegría ver a las madres estresadas por sus crías? ¿Y a los padres jugándose la vida para conseguir algo de comida para sus crías? ¿Es hermoso ver como se caen y mueren las crías de sus nidos por golpes de calor, o cómo unas especies se comen las crías de otras? Que sea una estación más colorida, cálida y gratificante para la especie humana no quiere decir que lo sea en líneas generales para el resto de las especies de la naturaleza. Seamos al menos un poco objetivos y no desvirtuemos la realidad a nuestros propios ojos.

La primavera es una estación sobrevalorada. Que se lo pregunten sino a las personas que padecen algún tipo de alergia. Cada año las primaveras son menos primaveras y más veranos, por efecto del cambio climático. El lema de la estación podría resumirse en que hay que aparearse porque es una ley natural. También es una ley natural matar y no la cumplimos. ¿Es ética una ley natural que penetra tu cuerpo sin tu consentimiento?

Les dejo la primavera a todos los enamorados que cuando llegue el invierno tendrán la ocasión, aunque no sé si la paciencia, de mirarse con otra luz. Seguiremos, no obstante, echando la culpa a las vacaciones  por obligarnos a convivir juntos más tiempo del que estamos acostumbrados. O a la mismísima pareja, en vez echársela a la naturaleza, que en su día, logro alterar las glándulas de sus respectivas víctimas, hasta conseguir hormonar su sistema circulatorio por completo. A todos menos a sí mismos, es decir, a aquellos que optaron por abandonarse a los rituales de apareamiento, tan propios de estas fechas.

Si las bicicletas, como dicen, son para el verano, las primaveras siempre han sido más propias de El Corte Inglés. No porque haya sabido adelantarse a ellas, sino porque ha sabido sacar el máximo provecho de las mismas.

José Luis Meléndez. Madrid, 21 de marzo del 2024. Fuente de la imagen: pixabay.com

14 de marzo de 2024

El momento

Durante estos más de dos años han sonado más las armas que las palabras

Llevamos cumplidos más de dos años de guerra en Ucrania, desde que las tropas rusas invadieron este país, el 24 de febrero del 2022. El resultado de dicho conflicto arroja en la actualidad 30.000 víctimas civiles y 6.000.000 de refugiados. La contienda permanece estancada hace meses ante la falta de suministro de armas por parte de EE.UU. Los republicanos de Trump han decidido bloquear el envío de dichas armas a Ucrania.

¿Pero es realmente a Ucrania o a Europa, a la que Trump pone en evidencia, con este bloqueo? El proyecto europeo no es algo que forme parte de su política, como bien ha demostrado con la imposición de aranceles y con su política en materia de defensa ("América first"). ¿Está esperando Putin a que llegue Trump a ser presidente para darle una nueva dinámica al conflicto, mientras Trump se ocupa de sus asuntos domésticos?

El primer ministro húngaro Viktor Orbán, que ha mantenido este viernes una entrevista con Donald Trump, ha manifestado que el expresidente americano tiene un plan para acabar con la guerra. En una entrevista emitida el domingo en la televisión pública húngara, Orbán ha manifestado: «Trump tiene una idea clara con la que es muy difícil discrepar. Dice lo siguiente: lo primero no pondrá ni un penique en la guerra de Rusia y Ucrania y así la guerra terminará porque Ucrania evidentemente no puede mantenerse por sí misma”.

La preocupación y el nerviosismo ya  se palpan en Europa ante este hipotético escenario a finales del 2024. Prueba de ello son las declaraciones unilaterales de Macron de considerar el envío de tropas a Ucrania, el restablecimiento del servicio militar en Suecia y que Alemania se esté planteando reinstaurarlo. Mucho más, después de escuchar las recientes declaraciones en las que el expresidente norteamericano dijo que Moscú podría "hacer lo que le diera la gana" con los miembros de la OTAN que no cumplan los objetivos de gasto.

Durante estos dos años han sonado más las armas que las palabras entre Ucrania y Rusia. ¿Es ésta una buena estrategia no para ganar, sino para terminar la guerra? ¿Está utilizando Zelenski todos los medios a su alcance para conseguir uno de estos dos objetivos? ¿Se ha planteado Zelenski conservar la neutralidad renunciando a entrar en la Unión Europea, a cambio de que Moscú retire sus tropas de las zonas recientemente ocupadas?

¿Quiénes son los responsables no ya de haber llegado a un acuerdo, sino de al menos haberse sentado a hablar, para ir acercando posturas encaminadas a una paulatina distensión, los representantes públicos o los ciudadanos que no exigen en las calles a los mismos un plan de acción encaminado a desencallar y parar esta barbarie?

Me vienen a la memoria las imágenes de los ciudadanos rusos que en una situación de represión total salen a las calles a protestar, jugándose su libertad, cuando no su vida para defender la libertad y la paz, y como por el contrario los europeos nos hemos acostumbrado a ver la guerras televisadas como si fueran películas.

Preferimos quejarnos, eso si, de lo cara que está la compra como consecuencia de la guerra, en lugar de la muerte o el precio de miles de vidas. Y nos preocupa más la corrupción que la integridad personal y territorial de nuestro continente. “Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena”, decía Martin Luther King (1929-1968), líder antirracista estadounidense.

Las palabras del Papa Francisco dirigidas a Zelenski además de sabias, valientes y oportunas, añaden por primera vez algo de racionalidad a un escenario emocional de continuas escaladas verbales. No es la primera vez que Zelenski recibe este globo sonda. El 5 de noviembre del 2022, Biden instó al primer ministro ucranio a aceptar una negociación con Putin.

Decía Albert Einstein, que “La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. ¿Quién está más loco Putin o Zelenski? Dejar de financiar la guerra como propone Trump supondría un saldo negativo para Ucrania y significaría un apoyo indirecto a Putin.

¿No sería mejor una victoria para ambas partes y para el mundo, volver al kilómetro cero, antes de que Trump llegue a la presidencia y alcanzar un acuerdo de retirada por ambas partes, que evitara sorpresas en el corto y en el medio plazo, y cerrara de una forma satisfactoria el conflicto?

José Luis Meléndez. Madrid, 13 de marzo del 2024. Fuente de la imagen: istockphoto.com

28 de febrero de 2024

¡Feliz cumpledaños!

Aún sigo llorando este día como una festividad que los demás se han montado a costa de mi llegada al mundo

La bibliotecaria después de formularle la pregunta y de exponerle mi situación personal asiente con la cabeza y una media sonrisa: puedo permanecer en la sala, a pesar de mi condición de refugiado. Dentro de escasas horas voy a nacer, pero seguro que más de uno ha decidido no esperar y felicitarme en el día de mi cumpleaños por adelantado.

Ni siquiera me han dado tiempo a que se abriesen mis ojos y a que mis delicados oídos escuchasen las mismas patochadas del año anterior: "¡feliz cumpleaños!". Como si el hecho de cumplir años fuera un acto en el cual uno se ha de sentir exclusivamente feliz, y, que para más inri hay que celebrar por imperativo social. Pero lo más grave es que han sido felicitaciones que se han realizado sin que un servidor llegara a la vida, sin que estuviera presente.

El hecho reviste más gravedad cuando uno repasa los sesenta cumpleaños pasados. Todas las felicitaciones que he recibido a lo largo de mi vida han sido realizadas antes de mi hora oficial de nacimiento al vientre de mi madre, más que al niño que lleva dentro. Con este gesto lo único que han conseguido es sumarle a mi madre sesenta años más de la cuenta, lo cual es un agravio mucho mayor hacia ella que hacia el supuesto protagonista de este día.

Los cumpleaños son fechas en las cuales uno recibe varios tipos de felicitaciones. Las hay sinceras, de compromiso, cotillas para ver qué haces y que es de tu vida. Las hay vengativas y crueles que a través una pregunta, te hacen recordar los años que tienes. Las hay de bienqueda en las cuales uno queda mejor con su conciencia que con el recién nacido, y, existen felicitaciones hipócritas, en las cuales el enemigo se disfraza de amigo.

Comprenderán ahora, que en un día como este, por culpa de algunos, me sienta poco menos que perseguido ante las llamadas inoportunas e indiscriminadas y que no entienda como encima se me acose y acuse de no cogerlas, cuando todavía no he nacido. Eso además de ignorancia es un ejercicio de mala fe.

Y teniendo en cuenta que mi hora oficial de nacimiento son las 22:00 horas, supongo que una gran mayoría de personas comprenderán porqué mi teléfono con su respectiva asistente personal, dotada de inteligencia artificial, permanece apagado en espera de que yo nazca. Por tanto las felicitaciones oficiales y reales deberían realizarse entre las 22:00 y las 00:00 horas, algo que nadie cumple en mi cumple (valga la redundancia).

Felicitar a través de una llamada o de un mensaje, con dos palabras prefabricadas para la ocasión la llegada al mundo de un supuesto ser querido, en lugar de hacerlo personalmente, no deja de ser un simple cumplido. Así que como dicen que es de bien nacidos ser agradecidos, procedo en este mismo momento como cumpleañero a devolver los cumplidos recibidos con el mismo ánimo con el que estos años me fueron en su día proferidos. ¡Feliz cumpledaños!, pues, por todos los daños recibidos.

¿Por qué la imposición forma parte de la supuesta felicidad que se le atribuye a este día?. ¿Por qué no se le pregunta a la gente antes de felicitarle el día, si lo celebra? ¿Por qué no nos felicitamos por otras cosas más importantes, de una forma espontánea, durante el resto del año? Si al menos fueran originales y sorpresivas las felicitaciones, pero es que ni eso...Todos los años las dos palabritas típicas (ocúpate de ser feliz tú en el tuyo, que a mí con mi normalidad me basta, ¡guapo!). O ¿Por qué no te ocupas de ser feliz tú en el tuyo y yo me ocupo de lo mismo cuando a mí, y no a todos, os parezca...?

Es absurdo desear felicidad. No porque muchos le deseen a uno felicidad va a serlo más. La felicidad se conquista, y, como todo, empieza por uno mismo. Una felicidad que se desea para un simple día, no es una felicitación sincera. Al recordar la fecha de nacimiento la primera conclusión que uno saca es que es no un año mayor, sino más viejo. Y me adelanto ante la pregunta de algún curioso/a: tampoco me consuelan las felicitaciones que vienen de personas más mayores.

¿Es acaso feliz el recién nacido ante su llegada al mundo? La primera manifestación de un recién nacido al mundo y a sus padres es un llanto. LLanto que bien podría traducirse como: "¿por qué me habéis traído a este mundo sin mi consentimiento?". No es de extrañar por tanto, que ante semejante pregunta los padres le devuelvan la respuesta al bebé con una sonrisa feliz e impotente, ante la felicidad exclusiva que supone para ellos. Me alegra comprobar, la coherencia que he mantenido en este día, a pesar de los años. Aún a mis 61 años sigo llorando este día como una festividad que los demás se han montado a costa de mi llegada al mundo. Y eso si que tiene motivos para cabrearse, más que para ser feliz. Lo más divertido

Lo más divertido de los cumpleaños, sin duda alguna, es escuchar al día siguiente, los mensajes, sus contenidos, los tonos de voz, imaginándose las respectivas caras carnavalescas, para ver como se retrata cada uno en una fiesta a la que nunca fueron invitados. Lo más triste es que no me ofrezcan el mejor regalo que pueden regalarme en este día, que es la empatía necesaria para celebrar el día como más me apetece, sin necesidad de comparecer necesariamente ante una tarta delante de una mesa, ni de dar ningún tipo de explicaciones que no salgan voluntariamente de mi.

Eso sí, los ganadores de dicho concurso, como pueden imaginarse, todos los años, reciben la cumplida respuesta y agradecimiento a las felicitaciones más sinceras. Y curiosamente siempre son los mismos...

José Luis Meléndez. Madrid, 28 de febrero del 2024. Fuente de la imagen: pixabay.com

23 de febrero de 2024

La prótesis

En estos tiempos, es raro conocer a alguna persona que no requiera  de una prótesis tecnológica

Lamentablemente la vida ya no es tan humana como lo era antes. En estos tiempos que corren, es raro conocer a alguna persona que no requiera de una prótesis tecnológica para relacionarse con los demás, y, de paso sobrevivir a la burocracia imperante.

La tecnología, “según sus avances” (sic), está transformándonos en seres cada vez más discapacitados. Por ejemplo, ya no somos capaces, como hacíamos antes, de dirigir la palabra ni de dar los buenos días a alguien que se encuentra en una parada o estación del transporte público. A nivel fisiológico la tecnología ha agachado nuestras cabezas, como evidente muestra de adoración y de beatitud que se le profesa de una forma tan continuada, como obscena. El mundo, la vida, ya no es lo que te rodea, es lo que existe dentro de un plasma móvil.

Si bien es cierto que la tecnología ha demostrado su eficacia en determinadas circunstancias, como lo son los rescates de emergencias o la pandemia, se hace cada día más conveniente hacer una reflexión acerca de si hacemos un uso abusivo e indiscriminado de ella, así como los efectos que tiene y tendrá en nuestro cuerpo (sobrepeso, cervicales, traumatismos, pérdida de visión) y en nuestro cerebro a largo plazo, como son la pérdida de psicomotricidad o de funciones cognitivas, por poner algunos ejemplos.

Tampoco utilizamos las piernas ni hacemos el mismo ejercicio que antes. Hace años era la mano la que nos servía para escribir ayudada de algún útil. Entonces uno podía constatar la evolución de su grafía. La tecnología gracias a sus avances, ha conseguido anestesiar nueve de los diez dedos de los que disponemos, pero no por ello, tenemos que dejar de seguir agradeciéndole el grado de inutilidad al cual nos está lleva llevando (hablo de tecnología, no confundir con ciencia).

Más sencillo, cómodo y ético que quedar con alguien es despacharle a golpe de click o de pantallazo, evitando así desarrollar nuestras capacidades sociales y sensoriales. Tampoco es suficiente que nuestros ojos vean la escena de una película. Ahora la inteligencia artificial nos traduce la escena de forma verbal, como si fuésemos tontos y no supiésemos interpretar con nuestros sentidos, las distintas escenas que se desarrollan en el film. Y ahí entra el hecho de emplear el eufemismo de inteligencia artificial con objeto de someter a sus adeptos a la categoría de tontos naturales.

Ya lo ven, la IA ha adquirido una competencia más: la de ser la verdadera garante de nuestros sentidos. Así que ya lo saben: a partir de ahora no se fíen de lo que perciban sus sentidos en sus sesiones cinematográficas y acudan a la ayuda de la IA, antes de sacar sus propias conclusiones. “Un hombre se dispone a poner un punto y aparte” (sic).

Evidentemente la IA ha contribuido a que hayamos perdido emotividad, así como calidad y cantidad en nuestras relaciones humanas. A cambio de robarnos la intimidad y expresividad, la tecnología ha puesto a nuestra disposición emoticonos que lloran y se ríen por nosotros. Nos han desprovisto de herramientas personales pero como contrapartida han puesto a nuestra disposición aplicaciones para que sigamos evitándonos. Divide y vencerás.

Ya no es necesario llegar al trabajo para fichar. Uno ya suele hacerlo de forma inconsciente, nada más encender su oficina móvil desde su casa una o dos horas antes de llegar a su empresa. El usuario enciende su oficina y ésta apaga y desconecta la mente del usuario de su vida real. Los vecinos, están, si, pero no existen (click). Desde ese momento el usuario no solo trabaja gratis, sino que ofrece su tiempo, sus energías y su privacidad a empresas que a su vez le ofrecerán sus servicios. Sus datos y su seguridad empiezan a partir de ese momento a estar expuestos a posibles amenazas. Nada sale gratis.

Mientras la tecnología va hacia adelante, nosotros como especie (hasta hace años dotada de unos mínimos de educación y humanidad), lo hacemos hacia atrás. La velocidad de retroceso, por no decir de retraso, es inversamente proporcional a los avances que nos ofrece la tecnología.

Ahora gracias a la aparición del ChatGPT tampoco van a ser necesarias desarrollar facultades psicoanalíticas o de redacción. Ello nos impedirá descubrir y desarrollar nuevas facultades que hubieran podido convertirse para algunas personas en uno de los mayores placeres de sus vidas.

Tampoco se estila llevar un bolígrafo, como antes se hacía, para anotar asuntos personales, facilitar a alguien datos o hacer cuentas. Eso es cosa de carcas antiguos. Los modernos prefieren utilizar los datos de su smartphone, antes que las neuronas de sus respectivos cerebros. Ahora no son los mayores, sino los jóvenes los que necesitan hacer un mayor uso de éstas prótesis, lo cual define a grosso modo, el grado de degradación al cual hemos llegado.

Los selfies y los emoticonos, como hemos visto, restringen y anulan nuestra capacidad expresiva. Si a eso añadimos que no nos miramos a la cara con mucha menos frecuencia que antes, se puede uno hacer a la idea del grado de deshumanización y despersonalización a las cuales nos ha conducido el progreso de la tecnología.

Ese desprecio presencial al que suelen inducir las redes sociales nos ha arrebatado los tonos personales de nuestra voz, nuestros paseos, nuestra forma de andar y de reírnos. Nuestro perfume y nuestro olor personal, nuestra física y nuestra química. Nuestros abrazos, nuestros besos, nuestras caricias y la magia y luminosidad de una sonrisa cómplice.

La IA supone una amenaza hacia nuestras relaciones sociales y hacia nuestra intimidad personal. Su proselitismo es: o te adaptas a mis exigencias efímeras y cambiantes o te excluyo. Lo malo e inevitable es que para sobrevivir a la realidad que nos ha tocado vivir, hay que utilizar la tecnología, aunque sea a costa de tu "muerte personal".

La tecnología se ha convertido en la nueva religión del presente y me temo que del futuro. Con una diferencia, los adeptos tecnológicos, han de tener más fe en sí mismos que en Dios, para volver un día a reunirse consigo mismos y conocer el paraíso que un día dejaron.

El único día que podremos constatar si la tecnología ha contribuido verdaderamente a nuestro progreso, será el día del apagón. Ese día podremos saber con certeza cuántas cosas hemos desaprendido, cuántas podremos y cuántas sabremos hacer.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de febrero del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

10 de febrero de 2024

El otro cementerio

El ser humano solo entierra a sus muertos, no a sus víctimas

Me he vuelto a equivocar. De nuevo me he convertido en la víctima de mi propia idealización. Hoy no es solo un día de muertos. Es también un día de entierro. Un día que no por menos duro que una muerte natural, se convierte en un día fácil. Porque dar muerte y entierro a un ser vivo, en su forma figurada, no es algo que, afortunadamente, ocurra de una forma frecuente.

Por este motivo, y con esta excusa, voy a permitirme la licencia de ahorrarme un falso duelo. Eso supondría volverme a engañar o permanecer en el autoengaño en el que he vivido durante décadas. Creyendo que significaba para el finado/a algo más de lo que yo pensaba o creía.

El verbo creer me ha jugado de nuevo una mala pasada. De nada sirve, como dicen, que la fe mueva montañas, cuando la verdad, por medio de la realidad, se apodera de ella. Entonces el montículo se convierte en lo que antes era: un desierto.

El entierro simbólico e imaginario ha tenido lugar hace escasas horas, en las inmediaciones de mi domicilio. En un hoyo del descampado ya descansa la imagen del difunto/a. En el reverso de dicha instantánea, han quedado escritas las emociones, impresiones y recuerdos fingidos que han dejado de formar parte de esta relación, desde ese mismo momento. Después de cubrir el agujero con una cara de circunstancias, se me han escapado unas gotas de agua de la botella, que han hecho las veces de lágrimas. Un ritual hecho a la medida y catadura del personaje.

Una escena en apariencia excéntrica si no fuera porque después de hacer números, he llegado a la siguiente conclusión: todos tenemos más muertos vivientes que difuntos reales. Sin embargo nadie habla de los cadáveres vivos que va dejando por el camino. Pero mucho menos del cementerio en el cual se encuentran. La razón es obvia: el ser humano solo entierra a sus muertos, no a sus víctimas.

Hoy es un día de celebración, porque, siendo exepcionalmente optimista, puedo afirmar que he tenido la inmensa suerte de darme cuenta antes de tiempo, hecho que me permitirá irme un poco menos engañado de lo que me temo, haremos todos.

La experiencia me ha hecho admirar aún más a todas esas personas vocacionales y solitarias que  un día se dieron cuenta que la soledad elegida es mucho menos efímera, interesada y tóxica que las dinámicas que existen en las relaciones de grupos. Porque hay yenas humanas que se alimentan de las vísceras de su misma manada. Tal vez ese reconocimiento y esa constatación, sea una de las razones por las cuales, cada día me importa menos morir solo. Si eso supone hacerlo en paz y sin ningún sospechoso al lado, me iría desde luego más limpio y tranquilo.

A lo largo de mi vida puedo decir que llevo alimentadas, varias manadas de yenas. Sus ataques nunca son solitarios. Para ello suelen tramar con alguna compañera su plan de ataque, después de marcar a su presa. Suelen elegir la noche o las oscuridades del día para emitir esos aullidos-ladridos, tan peculiares y característicos, que se parecen a los de una risotada macabra humana; gritos gracias a los cuales mantienen la cohesión de la manada. Esa es la forma que tienen de "llenar" su estómago, y la actividad a la cual se ven en la necesidad de recurrir, con objeto de dotar a su vida de su mayor sentido.

Nada pues de lamentos. Me considero un ser privilegiado. Gracias a la calidad de mis proteínas, tan demandadas como enriquecedoras, para estos tiernos y adorables animalitos, hoy puedo seguir escuchando los cuchicheos y chillidos que emiten, mientras devoran mi carne y rebañan, como buenas carroñeras que son, mis huesos.

Y eso, para un amante de los animales, constituye una obra de amor inconmensurable, gracias a la cual, consigo saciar su hambre de odio.

José Luis Meléndez. Madrid, 10 de febrero del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

31 de enero de 2024

Amor o interés

Todavía hay algunos que sostienen que es el amor, y no el interés propio, el que mueve el mundo

Frank Cuesta ha vuelto a nacer. Hace unas horas ha sido atacado por un ciervo que le ha clavado una de sus astas en el estómago. Las imágenes son bastante duras, como él mismo reconoce. El vídeo está subido en YouTube. El más completo que he visualizado en su totalidad, está editado por Libertad Digital.

Al parecer el ataque a Frank, se ha producido porque es época de celo, y los animales en estas fechas tienen sus propios códigos y se vuelven más territoriales y protectores con respecto a sus hembras. Una vez ha sido cogido, ha logrado a durísimas penas, sacarse el asta, hecho que le ha costado al menos cinco minutos. Una vez ha logrado desprenderse del asta, ha procedido a coserse él mismo la herida. Me alegro que haya salido con vida de esta. Aún me encuentro impresionado por los hechos y las imágenes.

Segundos después de publicarlo, he decidido eliminarlo, con objeto de no dañar la sensibilidad de algunas personas, que últimamente muchos se escandalizan ante cualquier nimiedad, del tipo que sea. Aunque ante los asuntos importantes, como los relativos al sufrimiento de la gente, muestran su indiferencia, como buena gente que son.

Y todavía hay algunos que sostienen que es el amor, y no el interés propio o el deseo que preconizaba Buda, el que mueve el mundo. Porque cuando la pobreza entra por la puerta, el amor no salta por la ventana, ¿verdad...? Supongo que se refieren al mismo amor que ha "movido" al hombre a perpetrar los horrendos acontecimientos que han quedado escritos en la Historia y que continuarán escribiéndolos por los siglos de los siglos...

Por eso existen tantos países en el mundo y se siguen fabricando armas. Por eso existen más relaciones comerciales que desinteresadas entre los distintos países y personas. Y por eso está tan bien repartido el mundo, gracias al amor que los ricos profesan a los pobres. Por eso la avaricia mundial es superior a la solidaridad. Por eso siguen predicando algunos que nos amemos los unos a los otros, mucho más de lo que nos amamos a nosotros mismos (excluyendo a los animales y a las plantas, que aunque son hijos de Dios, no son hermanos de los hombres). Amén.

Porque el hombre cuida de su planeta, de sus mares y de su aire gracias al amor que siente por sus hijos y por él mismo. Y tala bosques enteros sin importarle la vida de sus descendientes directos que viven en el interior de los mismos ecosistemas por la inconmensurable compasión que sale de su pecho. Y mata por matar, gracias al amor que siente por su insoportable aburrimiento.

El amor mueve el mundo, dicen. Aunque curiosamente, la frase toma un significado más real, cuando se construye a la inversa. Es la tierra, la que a pesar de la brutalidad a la que continúa sometida por el hamor-erectus, sigue proporcionando a este, agua y alimentos, gracias a los cuales puede seguir viviendo. Un amor que de ser justo no debería ser eterno.

Porque es difícil elegir entre el amor que los israelitas profesan a los gazatíes, el que los rusos demuestran a los ucranios, el que los nazis derrocharon con los judíos, el que algunos países han demostrado con sus guerras civiles, entre ciudadanos de una misma nación, o el que se continúa profesando en los distintos conflictos motivados por prejuicios ideológicos, territoriales, pasionales, económicos, personales, religiosos o de cualquier otra índole.

Así es, en resumidas cuentas, la sociedad que estamos construyendo: mueve y polariza más el odio que el amor. Da la impresión que la toxicidad es más enriquecedora para los intereses personales de algunos que la pureza de lo auténtico y de lo bueno podría ser para todos. Que es más apetecible una ración de emociones envenenada y tóxica que una relación saludable, libre y exenta de comentarios despectivos y previamente intoxicados, con tal de desconectar y de salir de la monotonía social en la que algunos viven instalados. Un caldo perfecto para establecer relaciones de confianza, de calidad, enriquecedoras y duraderas en el tiempo.

Incluso todavía hay individuos que se extrañan de que muchas personas permanezcamos solteras. Bienaventurados los solteros porque al menos estamos libres de ciertos prejuicios y condicionantes, si exceptuamos las envidias naturales y comprensibles que lógicamente despertamos.

Lo que realmente asombra es que nadie haya calculado la suma de personas separadas, divorciadas, solteras, y de aquellas que viven en régimen de parejas de hecho, para ver si hay más solteros, casados, y, de paso confirmar, si realmente los raros son los solteros o los casados, que después de separarse, deciden volver a casarse, es decir, a anularse a sí mismos y a sus parejas.

Y yo que pensaba que ya no quedaban románticos en el mundo...

José Luis Meléndez. Madrid, 30 de enero del 2024.

16 de enero de 2024

10º aniversario

Estimados lectores:

Los aniversarios son fechas que celebramos para commemorar algún suceso. Al hacernos partícipes de dichos acontecimientos,  les dotamos de un significado especial. Hay aniversarios tristes, alegres y emotivos. Estos últimos están formados por una mezcla de ambas emociones. El aniversario que hoy se cumple es especialmente emotivo. Es emotivo y triste por la pérdida de dos de sus colaboradores, y,  es alegre, por haber podido llegar a cumplir estos diez años.

Pero la mayoría de los aniversarios suelen ser injustos, porque muchas de las personas y seres que contribuyeron en su día a que esos sucesos tuvieran lugar, suelen quedar esos días de celebración o de conmemoración, en un segundo plano.

Las personas que me conocen, saben que no me gusta posicionarme por encima de mis obras. Y mucho menos aún, por encima de mis colaboradores y lectores. Una prueba de ello es que no he presentado ninguno de mis dos libros publicados hasta la fecha. Y no lo hice en su momento por varios motivos más. En primer lugar por pereza, en segundo lugar por timidez. Y en tercer lugar porque pienso que son los libros los que tienen que hablar de su autor y no al revés.

El 16 de enero, La Pluma celebra su X aniversario. Ese día fue abierto desde una Biblioteca Pública, la Biblioteca Pública Municipal, Dámaso Alonso de Madrid, gracias a los ánimos de algunos lectores y lectoras bibliotecarias, pertenecientes a dicha biblioteca. Lo escribo en números romanos, porque una década, creo que es un tiempo más que considerable. Por ese motivo, se han actualizado los colores de las portadas de los blogs, de las redes.

Creo que don Miguel debe de estarme muy agradecido. Porque durante estos diez años, le he homenajeado y he dado a conocer, una de sus citas, con la cual he demostrado estar muy identificado: “La pluma es la lengua del alma”. Una muestra de ello es que la inmensa mayoría de publicaciones y poemas los escribo con pluma estilográfica, y, uno de los blogs, está pergeñado a mano.

Durante estos diez años, 120 meses o 3.650 días, los lectores han podido evidenciar a través de las distintas publicaciones, las tres almas o plumas de las que consta La Pluma en ristre, y que están representadas por los colores rosa, azul celeste y turquesa. De esta forma, La pluma roja nos ha ido aportando su punto de vista de algunos acontecimientos sociales, la pluma verde o ecológica y animalista ha puesto voz a los seres más débiles que no pueden defenderse, y la pluma azul o genérica, nos ha ofrecido sus textos, a través de sus distintos géneros.

Como pueden ver, me incluyo como lector. Porque cada vez que alguna de las plumas publica algún artículo, soy el primero en leerlo, antes de darlo a conocer. Y porque antes que escritor, uno es lector. No es posible concebir por lo tanto, la escritura sin la lectura, ya que ambas se complementan.

Hace diez años, en un día como hoy, me encontraba en la sala de ordenadores de aquella biblioteca. La sensación que experimenté al conectarme aquel día al blog, tuvo algo de mágica. Pero pronto me di cuenta que lo difícil vendría después, como era el llenar de contenido o “dar de comer”, con cierta regularidad, a aquella criatura.

Y es que tener un blog guarda cierta similitud con el hecho de ser padre. Un padre tiene que relacionarse con su hijo, hablarle y vestirle. Y tiene también la obligación biológica y moral de sacarle adelante a pesar de las dificultades. En cierta forma hoy me place compartir con todos ustedes esta sensación que aquel día no estaba seguro de llegar a cumplir.

No sé si he incumplido mi última promesa con mis lectores de Facebook, al haber cambiado recientemente la cabecera de este blog. Pienso que no, ya que he mantenido los colores y el diseño prometidos hace unos días con todos ellos. No obstante, me someto al dictamen y en su caso al castigo de todas mis lectoras y lectores. De ser así, quedo a la espera de que me notifiquen a qué plaza pública he de acudir para someterme a dicha humillación pública.

Agradezco de corazón a todos los caballeros y damas enristradas su adhesión inquebrantable a esta pluma. Sin todos ustedes o vosotros (creo que después de tanto tiempo ya podemos tutearnos), no hubiese sido posible esta pequeña ilusión y este apasionado proyecto.

No puedo olvidarme como decía al principio, en una fecha tan marcada y significativa como esta, de todos aquellos seres que han inspirado y colaborado con La Pluma en Ristre, y, que han mostrado su fidelidad inquebrantable con este proyecto, hasta el final de sus días. De mi querido Antonio Fraguas (Forges), que tuvo la gentileza de ceder a este blog viñetas de una forma desinteresada. Y de Kutxi, mi adorable amiga, compañera, musa y amante canina, Directora Adjunta y de La Pluma Verde, verdadero germen de esta bitácora.

Y por supuesto de todos vosotros, lectoras y lectores de LPR que con vuestras visitas y lecturas seguís infundiendo esos ánimos y esa energía que todo escritor (y lector) necesita a la hora de sentarse ante este auditorio virtual. Solo siendo consciente de que hay lectores que van a leer mis líneas, he sido capaz de escribir y de mantener este compromiso con vosotros y conmigo mismo.

Les (os) agradezco desde lo más profundo de mi alma y de mi corazón, esta compañía, que sin conocernos, hemos sido capaces de mantener en la distancia, durante tantos años. Espero seguir contando con la confianza de todos ustedes.

Besos y abrazos de este humilde admirador:

✍️

José Luis Meléndez

José Luis Meléndez. Madrid, 15 de enero del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org