Traductor

26 de septiembre de 2017

El asesino muerto

Múnera consiguió hacer de su proyecto, la mejor faena de su vida

Hay momentos en los cuales la vida nos habla. Lo hace a través de situaciones y circunstancias. Entonces nos ofrece la posibilidad de rectificar. De ser mejores personas con nosotros mismos, y con los demás seres que habitan entre nosotros.

Antes de llegar a España a sus dieciocho años, el 6 de marzo de 1.984 procedente de Medellín (Colombia), su tierra natal, el joven matador de toros, Álvaro Múnera, apodado por los colombianos “El Pilarico”, ya había toreado en veintidós plazas. Pero un 22 de septiembre (se vuelve a repetir el número), de ese mismo año, en la plaza de toros de Munera (Albacete), “Terciopelo”, un astado de la ganadería Marqués de Villagodio, le cogió su pierna izquierda, lo levantó del suelo, y le ocasionó una lesión medular que le dejó tetrapléjico.

Múnera es ingresado en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Allí permanece hospitalizado cuatro meses, pero al no recuperar la movilidad, es trasladado al Jackson Memorial Hospital de Miami, en Estados Unidos. Durante los cuatro años que permanece en el centro, consigue recuperar la movilidad de sus manos, gracias a las cuales puede empezar a desplazarse en silla de ruedas. La estancia no solo le sirve para mejorar su lamentable estado físico. Allí su alma encuentra la distancia suficiente para poder reflexionar.

La cogida que le apartó de los ruedos, fue según declaró, un aviso de Dios: “El equivocado era yo, y reconocer mi error, fue el mejor acto de valor que he tenido como ser humano”. Como consecuencia de este proceso de recapacitación y de reflexión interior, Múnera decide trabajar de una forma desinteresada, en defensa de los discapacitados y de los derechos de los animales a través de la organización Fuerza Anticrueldad Unida por la Naturaleza de los Animales (FAUNA), con el propósito de reparar en la medida de lo posible, todo el daño causado, y conseguir algún día ser perdonado.

Su convicción es tan grande, que consigue que su padre abandone la causa taurina, al leer un artículo suyo titulado “He visto toros llorar”. Como consecuencia de este cambio de rumbo personal (el profesional ya estaba sentenciado), el mundo del toro le acusó de ser un traidor, por ser fiel a sus principios. El que fuera diestro, sabía que había perdido la confianza de gran parte de la afición y de los compañeros de profesión, pero también era consciente de que a partir de ahora no tendría que sufrir al escuchar aquellas frases tan ciertas que le acusaban de maltratar a los animales. Había perdido la confianza de los suyos, pero se había ganado otra con un público mucho mayor: la de todas las personas que están en contra del sufrimiento animal.

Algunos, no contentos con sus descalificaciones, decidieron ir más allá de lo estrictamente moral y ético, e interpretaron de una forma interesada y torticera el compromiso de Múnera con respecto a los más débiles. Había sin embargo algo que diferenciaba al ex torero de sus compañeros: no disfrutaba con la sangre, con la muerte y el sufrimiento.

Por este motivo, según declara, estuvo a punto de dejar de torear en un par de ocasiones, antes de venir a España. La primera de ellas, cuando según cuenta, mató a una vaquilla embarazada y vio como sacaban a su feto del vientre: “en ese momento quise abandonar, porque la escena era dantesca. Me puse a llorar y vomité”. “La segunda cuando a puerta cerrada, maté a un toro al que le pegué cinco o seis espadazos, y el animal, con parte de sus órganos internos fuera, se aferraba a la vida con las pocas fuerzas que le quedaban. Me impresionó mucho, y me indicó el retiro”.

Múnera consiguió hacer de su proyecto, la mejor faena de su vida. Desde entonces es un hombre feliz, que no se acuerda del asesino que según él, un día se murió.

José Luis Meléndez. Madrid, 23 de septiembre del 2017
Fuente de la imagen: YouTube.com

20 de septiembre de 2017

Propiedad animal

Desde que los animales pueblan la tierra, el hombre se ha apropiado de las imágenes, de los sonidos, y de las conversaciones privadas de todas las criaturas

En el año 2011, el fotógrafo de The Guardian, David Slater, visitó la reserva de macacos crestados de Tangkoko, situada en Sulawesi, una isla de Indonesia. Durante tres días Slater intentó retratar a algunos de estos ejemplares. No le fue posible. Los animales, según sus propias palabras se sentían incómodos. Decide entonces cambiar de estrategia, activa el autofoco de su cámara, la deja en un lugar visible, y se aparta, en espera de que los macacos se acerquen e inmortalicen su propia imagen. Cuando Slater regresa a su trípode, y comprueba su cámara, se lleva una grata sorpresa: una hembra de nombre Naruto, había conseguido disparar el dispositivo, y se había hecho un selfie (ver imagen), muy posiblemente después de observar a Slater durante días.

El caso generó entonces un debate internacional, sobre la propiedad intelectual de la instantánea. La imagen fue publicada en el libro Wordlife personalities en el año 2014, y más tarde en distintos blogs y webs como Wikipedia. El fotógrafo solicitó su retirada, pero los presuntos infractores se negaron, alegando que al ser el mono el que había realizado la foto, esta pertenecía al dominio público.

Lo que no se esperaba Slater era que PETA (asociación internacional animalista), se personara para reivindicar la autoría del mono sobre la imagen. La oficina de Copyright de EEUU, sentenció en 2016, que los animales carecían de derechos de autor, pero PETA, recurrió la sentencia. Gracias a este recurso, y antes del juicio, el 11 de septiembre, el fotógrafo y PETA, han llegado a un acuerdo: el 25% de los futuros ingresos que genere la foto, serán donados a Naruto y a sus compañeros. Un precedente que supone un importante avance en los derechos de los animales, al reconocerse un derecho compartido entre especies.

La legislación humana no reconoce el derecho de propiedad intelectual animal, lo cual no implica que las distintas especies carezcan de sus respectivas propiedades intelectuales. Los animales, al igual que los humanos, son seres creadores: construyen sus casas, cantan sus repertorios amorosos, y son capaces de resolver gracias a su inteligencia natural y/o genética sus necesidades diarias.

Desde que los animales pueblan la tierra, el hombre se ha apropiado de las imágenes, de los sonidos, y de las conversaciones privadas de todas las criaturas. Lo ha hecho, y aun hoy lo sigue haciendo sin su consentimiento, de una forma injusta e inmoral.
Naruto, no solo logró apretar el botón de una cámara y autoretratarse. Ha despertado del sueño a muchas conciencias. Lo ha hecho como una persona no humana que es. ¿Qué humano con un mínimo de sensibilidad, se resiste a este tierno y sabio gesto…?

José Luis Meléndez. Madrid, 19 de septiembre del 2017
Fuente de la imagen: wikipedia.org

10 de septiembre de 2017

El huracán Trump

El magnate americano, ha demostrado a sus aliados su destreza a la hora de pedir, y en dejar colgado al mundo, a la hora de cumplir

Tras su paso por Estados Unidos, el huracán Harvey, ha causado medio centenar de muertos y 100.000 millones en daños materiales. La conciencia del Presidente Trump, no debe estar muy tranquila, desde que hace unos meses descolgase a su país, uno de los más contaminantes del planeta, del acuerdo de París, en materia de cambio climático.

Acostumbrado hasta ahora, a arreglar todo a base de chequera, el empresario ha decidido aportar de su fortuna personal, 800.000 dólares a los damnificados de dicha tragedia. Una cifra que no va poder compensar los daños ocasionados. El señor Trump, no ha sido uno de los afectados, motivo por el cual es posible que a diferencia de los americanos, siga sin creer en los efectos del cambio climático. En sus recientes declaraciones, se le ha olvidado informar a la población de un dato: los 99.000 millones restantes van a tener que pagarlos los ciudadanos de su país.

Más elocuentes son las palabras pronunciadas después de su visita a Houston, la zona cero provocada por el huracán Harvey: “(Irma), va a romper todos los récords. No va a ser nada bueno, créanme, nada bueno”. Unas declaraciones cuanto menos insultantes para muchos de los afectados, que piensan que lo realmente grave e irresponsable para un líder mundial, es haber abandonado los compromisos que tenía su país con el resto del mundo, con respecto al bienestar del planeta y de sus ciudadanos.

Con esta actitud insolidaria e irresponsable, el Sr. Trump condena de manera indirecta al resto de seres que habitan el planeta (animales, plantas, y seres humanos), a vivir y a morir en situaciones francamente dramáticas. El Presidente americano ha decidido vivir en otro planeta que es el suyo. Incluso es posible que piense que con su fortuna pueda comprarse otro planeta para el solo. Una actitud hasta cierto punto comprensible, si se tiene en cuenta que en la tierra viven seres despreciables como los periodistas, los minusválidos, los inmigrantes, los vecinos, los no nacionales, las mujeres, los animales y las plantas.

Dentro de escasas horas, hará su aparición el huracán Irma. Una tormenta de categoría cinco, la más alta, similar al Katrina (2005), el Mitch (1998), el Andrew (1992), o el Patricia (2015). Con un diámetro de 450 kilómetros, y vientos superiores a los 300 kms, está considerado como el huracán más peligroso del Oceáno Atlántico. Uno se pregunta qué pasará por la mente del señor Trump, al ver las imágenes de 6.000.000 de personas de Florida (una cifra ligeramente superior a los habitantes de Madrid), abandonando sus casas, días antes de la tragedia. El magnate americano, ha demostrado su destreza a sus aliados a la hora de pedir, un aumento en los gastos militares, y en dejar colgado al mundo, a la hora de cumplir con unos compromisos adquiridos por su país, que afectan a todas las especies del planeta.

En vista de lo anterior, se puede deducir que existen otro tipo de terremotos, huracanes y desastres naturales más impredecibles. El señor Trump los conoce bien, porque es uno de ellos. Tal vez por eso le guste estar siempre en el ojo del huracán. Hoy día, nadie se imagina un escenario en el cual los Estados Unidos tuviesen que pedir ayuda al resto del mundo, como consecuencia de una confluencia de desastres naturales. ¿Tendría el señor Trump el valor de pedir o de aceptar dicha ayuda, después de haber dejado en la estacada al resto del planeta…?

José Luis Meléndez. Madrid, 9 de septiembre del 2017
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org

5 de septiembre de 2017

Mi pequeña lección

Estimados lectores de LPR:

Antes de publicar estas líneas y estas imágenes, he llevado a cabo un proceso de reflexión. Mi última intención es entristecer y herir la sensibilidad de los lectores de este blog. Al final he llegado a la conclusión de que gracias a esta historia, muchas personas podrían aprovechar y disfrutar más su bien más preciado: la vida.

Hasta ayer, mi hermano y yo formábamos parte de una familia como cualquiera de la de ustedes. Éramos dos inocentes polluelos de paloma torcaz que acabábamos de abrir los ojos a la vida, y vivíamos rodeados de un inmenso amor por nuestros padres en el nido. Desconozco las circunstancias por las cuales en un momento, mi hermano y yo nos vimos en escasos instantes estampados contra el suelo. Quizás ya empezábamos a ser demasiado grandes y el nido se nos quedó pequeño.

Como resultado de este inesperado accidente, mi hermano murió a escasos centímetros de mí, y yo quedé mortalmente herido, ya que como puede verse en la primera imagen, parte del sistema digestivo erupcionó mi piel, como consecuencia del golpe, deduzco. Un pronóstico nada halagüeño. Ese ha sido nuestro primer y último vuelo. De mi hermano prefiero no dar detalles de su aspecto. Supongo que comprenderán los motivos.

Todo ocurrió ayer día 4 de septiembre. A mediodía una señora paseaba por uno de los jardines de la calle Cuevas de Almanzora. Durante unos instantes se quedó mirándome, pero siguió su camino. Tuve la suerte de que las manos de este blog animalista, se percataron de la escena. Entonces pude ser rescatado. Por eso quiero agradecer a este blog y a los miembros de la Unidad de Medioambiente de Madrid la urgencia, y el amor con el que me trataron. En apenas veinte minutos, estaba en el coche patrulla rumbo a Brinzal, Centro de Recuperación de Aves Rapaces.

Sé lo mal que lo han tenido que pasar al verme y cogerme en este estado. Estoy seguro como dicen que el estrés fomenta la creatividad. No hay más que ver la cama que me diseño el director de este blog partiendo de un tetrabrik. He visto con mis propios ojos como lo abrió, y después de enjuagarlo, le puso como almohadilla papel higiénico, para que no me golpease en el trayecto.

No he escrito estas líneas, como decía para dar pena, sino para dejar constancia de mi historia. Si mi corta vida ha servido para dejar constancia de mi utilidad, y para hacer que la gente aproveche su vida y su tiempo en ayudar a los demás, doy por satisfecha la misma. Si hay algo que he aprendido en mi corta estancia, es que la vida es un deporte de alto riesgo. Es cierto que no he podido volar, ni cantar de alegría, pero he podido contar de una mano amiga mi consejo: por favor, aprovechen la vida. Esa es mi pequeña y posiblemente, última lección.

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de septiembre del 2017.

4 de septiembre de 2017

Punto y seguido

Querida Amanda

Ha llegado el momento de hablar. Un día nos iremos nuestra pequeña y yo. Tú sin embargo, un día venciste a la muerte, después de vencerte a ti misma, y puedes viajar a tu antojo de un mundo a otro, sin más equipaje que tu alma.

Siempre que has podido, has evitado el tema. No te pido que me digas de dónde vienes, ni siquiera adónde vas. Tan solo me gustaría que me dijeras, si hay algo después de esta vida.

Necesito saber, ahora más que nunca que significo para ti. Explícame por favor si solo soy para ti un simple amante. Dime al menos, para hacerme a la idea, que solo soy para ti un capricho. Dame al menos una razón que justifique en un futuro, este posible engaño.

Hasta ahora he entendido, y he llevado bien tus ausencias. Gracias a ellas, nuestro amor ha crecido, y ha sido sano y fructífero. Me pregunto si tal vez no será un problema mío, el no poder seguir amándote en la distancia. No aguantaría que me fueses infiel en otras manos, y con otros lectores. Ni soportaría ver tu letra en otras cuartillas.

¿No lo entiendes? Solo quiero que me digas que soy para ti el punto y seguido de la misma pluma. Y ahora, por favor, toma mi mano, mientras leo de nuevo, el poema que un día me escribiste.

José Luis Meléndez. Madrid, 4 de abril del 2017