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22 de noviembre de 2021

Muy singular

A pesar de no haber sido aún aprobada la nueva Ley de Protección Animal, el señor de Prada se siente un hombre abolido y nada singular

El nuevo anteproyecto de Ley de Protección y Derecho de los animales en el cual trabaja el gobierno, será remitido, con la aprobación de todos los grupos parlamentarios a excepción de Vox, en el mes de enero. El texto pretende poner coto a problemas como son entre otros, el maltrato animal, el abandono, el sacrificio indiscriminado, así como a dotar de protección jurídica a los animales, con objeto de proporcionarles y garantizarles su bienestar.

Pero la buena nueva que está a punto de celebrar la sociedad y de disfrutar en compañía de sus encantadores allegados, ha amargado el día y muy probablemente la existencia a más de una mente retrógrada: ¿Animales con derechos?, ¡Menudo despropósito!

Así que ante la impotencia racional de sus argumentos algunos animales humanos, dotados de escasa humanidad, han optado por la peor de las opciones, como es la de coger la pluma en el momento menos oportuno: “El censo de perros es superior al de niños. Esto ocurre porque la Administración los protege más”. En otras palabras, no es que las distintas Administraciones no se hayan preocupado por fomentar la natalidad, sino que esta Administración, en concreto, protege más a los animales (debe ser que existen más leyes para ellos y no nos hemos enterado).

“¿Puede erigirse en titular de derechos un animal que en ningún estadio de su vida podrá ser sujeto de obligaciones?”, se pregunta el sesudo letrado no ejerciente (menos mal), Juan Manuel de Prada.

Por lo que se ve el señor de Prada desconoce que los animales se ven obligados a aguantar las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año a sus tutores en el mejor de los casos cuando no son maltratados, abandonados o faltos de atención. En tal caso, ¿qué “derecho” le corresponde a un animal abandonado cuando el tenedor de la mascota incumple su “obligación” contraída de adopción? ¿Tienen “obligación” los lectores del mencionado autor de leer sus columnas ante el “derecho” de expresar sus irracionales y tergiversadas exposiciones?

“El pretexto de elevar lo inferior siempre disfraza la pulsión de deprimir lo superior”. ¿Es don Juan Manuel en una de sus profundas y místicas elevaciones espirituales, capaz de “deprimir” al mismísimo creador?

“Por supuesto, esto no quiere decir que los animales deban quedar fuera del ámbito de la protección jurídica”. ¿Cómo puede un animal recibir protección jurídica si no se le dota de unos mínimos “derechos” que garanticen su bienestar básico?

“En todos los intentos de hacer a los animales titulares de derechos descubrimos el propósito de suprimir la realidad espiritual del hombre”. Así que San Francisco de Asís suprimió la realidad espiritual del hombre en lugar de engrandecerla, cuando protegía la vida de los animales a través de su práctica y su famoso lema: “Los animales son mis hermanos y yo no me como a mis hermanos”.

“El animalismo bajo su disfraz de refinamiento esconde una involución civilizatoria”. Tal vez por eso tenga más fuerza en países más civilizados como EE.UU, Reino Unido, Alemania, Suiza, Francia, Italia y Australia, entre otros.

“Equiparar a un hombre con una mascota es otra manera sibilina de “abolirlo”, de negar su singularidad”. ¿Qué derechos constitucionales tiene una mascota?, se preguntarán algunos. Hasta ahora los animales eran considerados como “cosas” y podían ser objetos de embargo. Gracias a la nueva ley se podrá modificar la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil. El objetivo es que los animales sean considerados a partir de entonces como “seres vivos dotados de sensibilidad”, y no cosas. Un animal nunca podrá tener los mismos derechos que tiene una persona.

A pesar de no haber sido aún aprobada la nueva Ley de Protección Animal y de poseer más derechos que los animales, el señor de Prada se siente un hombre “abolido” y nada singular, lo cual creo que además de ser incierto, constituye una enorme injusticia. Ignora que al sentir sus derechos equiparados con los derechos de los animales podrá beneficiarse de la permanente compañía de un tutor. Aunque bien es cierto que una vez leída su columna no sería de extrañar que la Administración le inhabilitase a la hora de tener animales o trabajar con ellos. ¿O tal vez su lectura requiere de... “un manejo especial”?

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2021. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

9 de noviembre de 2021

Campanadas

Cada campanada a su momento y a su hora

En el fondo sigo siendo un apátrida, un ciudadano entre dos tierras. Creo que soy un ser afortunado porque la tierra, aunque no me pertenece ni yo la pertenezco a ella -me pertenezco a mi mismo -, es sinónimo de vida - incluso en el desierto habitan animales como los escorpiones o las culebras-. Y justifico esta no pertenencia porque aunque el Estado en el cual he nacido me ha otorgado la nacionalidad española, como habitante y pasajero de este planeta, mi verdadera patria, es decir, la madre de todas las madres, considero que es la tierra o el mundo.

No sé porqué siempre he tenido la dicha de tener la templanza suficiente para no dejarme llevar por impulsos fatales en los días nublados, a costa eso si, de sufrir los propios aguaceros internos que todos conocemos y hemos padecido en alguna ocasión.

Ya lo ven, el cambio climático me ha afectado este año más que a cualquiera, en plena cumbre mundial, para más inri. Tanto es así que en vista de estos desastrosos meses, como gesto de rebeldía, he decidido no tomar las uvas, ni celebrar por anticipado algo que esta aún por llegar. Porque considero que lo verdaderamente importante es tomarse la vida, en este caso el año, como uno quiera y no como lo decidan los demás (celebrando su bienvenida con una uva en la boca, cuando todavía quedan doce meses por delante). Así que, por favor, no me vistan a la novia de novia, antes de haberla visto ni conocido.

Y si no díganme: ¿quién de ustedes, después de todo lo que hemos vivido, se volvería a tomar las uvas del 2021...? Pues yo lo siento, pero tengo motivos para ni siquiera tomarme la correspondiente uva a mes vencido, que por otra parte creo, sería lo más lógico y realista. Cada campanada a su momento y a su hora. De lo contrario y de igual forma, amenazo con adelantar mi cumpleaños un año para darle mi bienvenida a la vida, con el consiguiente beneficio de descontar de mi edad actual un año menos.

Yo personalmente para hacerlo más sencillo esperaré a finales del 2022 para en caso de considerarlo como un año favorable, agradecérselo tomando las uvas de moscatel de los meses que han sido más propicios. Al tratarse de un nuevo ritual personal, me queda considerar qué haré con el resto de uvas, aunque a buen seguro vaticino que acabarán siendo entregadas a los gorriones que me alegran con sus cantos durante todo el año.

Llámenlo si prefieren mejor realismo y seguro que lo entenderán mejor. Pues esa es la tierra y el rumbo que quiero y tengo que seguir; intentándola conquistar, metro a metro, sin prisas ni falsas expectativas. Para luego no llamarme a engaño.

José Luis Meléndez. Madrid, 9 de noviembre del 2021. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org