Formarse durante doce años para acabar contratado en precarias condiciones supone un motivo más que suficiente para caer en la depresión. Es una prueba más que suficiente que pone en evidencia la incuestionable y loable vocación de nuestros médicos. Aún así nuestros sanitarios siguen luchando cada día en pésimas condiciones laborales por nuestras vidas. Incluso dando todo de ellos en circunstancias especiales como en las distintas olas de la pandemia.
Hace apenas unos años los distintos representantes de fuerzas políticas se les llenaba la boca y aprovechaban sus intervenciones públicas para afirmar que la sanidad pública era una de las mejores del mundo. Ahí comenzó el desprecio por parte de la clase política hacia nuestros sanitarios. Cuando en lugar de referirse a ellos en primera persona, atribuían a la sanidad pública todos sus loas. Afirmaciones que repetían y que utilizaban para atribuirse sus méritos, evitando pronunciar en todo momento la palabra sanitarios. Y ahí es donde empezó a deshumanizarse la sanidad pública. A través de la deshumanización personal de la política.
Mientras pronunciaban estas alabanzas públicas, los distintos representantes políticos, que no públicos (un representante público a diferencia de un representante político, vela por los intereses generales de la nación), permitían como ahora la evasión de nuestro capital humano, sanitario y científico más valioso.
Vayamos a las cifras, que tanto gustan a nuestra clase política, que no acostumbra a merodear por las calles, hablar con los ciudadanos y los empleados públicos, y pongámoselos esta vez nosotros encima de la mesa para que descubran la cruda realidad, de la cual hoy son responsables. Si tenemos en cuenta que un médico tarda en formarse de 10 a 15 años; que dicha formación está subvencionada y pagada por todos nosotros, que casi 20.000 médicos han abandonado nuestro país en los últimos años y que la mitad que la mitad de los que quedan, es decir 80.000 de ellos se jubilarán en los próximos diez años…¿A cuánto asciende el montante, que he hemos perdido los ciudadanos? ¿Quiénes son los culpables de que los ciudadanos e incluso los médicos (¿o es que los médicos no se ponen malos ni van a urgencias?), tengamos hoy en día un mayor riesgo de morir por la falta y la calidad asistencial que padece, ahora sí, la sanidad pública española?
Y ahora dígannos, señorías: ¿es de izquierdas o de derechas la sanidad pública? No se preocupen, que mientras se echan la culpa los unos a los otros, les vamos a contestar los ciudadanos: la sanidad pública no es de izquierdas ni de derechas. Dejen ustedes de intentar ideologizar e intoxicar con sus declaraciones la sanidad pública. No manchen más con sus palabras las batas blancas de los sanitarios que nos representan mejor que ustedes, como han demostrado. Que les representan y cuidan de ustedes sin preguntarles cuál es su ideología. Aprendan de ellos. No nos falten más al respeto con sus declaraciones cruzadas. Enciérrense, hablen y lleguen acuerdos como hicieron sus predecesores en la Transición.¿Eran de izquierdas o de derechas los 9000 residentes que “fallecieron” en las residencias madrileñas? Tengan respeto hacia sus familias. Son víctimas de sus negligencias. Se merecen el mismo respeto que las víctimas del terrorismo.
Hay un dato que es meridianamente evidente y es que los defensores de la sanidad pública siempre han respetado la sanidad privada, cosa que no han hecho y siguen haciendo los defensores de la sanidad privada, con respecto a la pública. ¿Son más hijos de Dios unos que otros? ¿Son más comunistas tal vez? ¿Más fascistas? Decoloren sus mentes, les permitirá ver la realidad tal como es, sin sectarismo, ni prejuicios ideológicos. Diagnostiquen la realidad como hacen los médicos con sus enfermedades sin echarle la culpa a nadie. Resuelvan los problemas como ellos, en equipo. Sean resolutivos y menos conflictivos.
La implantación de la medicina ha supuesto un avance en la sanidad, especialmente en la detección de enfermedades graves y en la calidad de las intervenciones quirúrgicas, es decir en un estadio avanzado posterior a la diagnosis. Implantar un sistema de videoconferencia en un servicio de urgencias lo único que hace es demorar y empeorar la calidad y la evaluación del paciente, lo cual supone un riesgo añadido para su salud y su vida. La deshumanización que padece la política española no puede ni debe trasladarse al ámbito de los ciudadanos, entre otras cosas porque como hace unos días afirmaba el doctor López Acuña, la sanidad pública es la obra social más grande que hemos construido los españoles en los últimos años.
La mayoría de ciudadanos madrileños, igual que el resto de españoles, no acuden a urgencias por una aciática o una picadura de avispa. Entre otras cosas porque no existen avispas la mayor parte del año. Pero si que suelen salir a las calles, no mediatizados, sino conscientes del deterioro público que padece nuestra sanidad, preocupados por la salud de los suyos, más que de la propia.
La no existencia o disponibilidad de médicos no implica que una comunidad tenga que quitarle facultativos a otra. Tan solo es necesario llegar a un pacto de Estado que permita el retorno de las decenas de miles de médicos españoles que en su día se marcharon de España y un plan de retención del talento, para que no se marchen los que aún se forman y trabajan en nuestro país. Tratarles como se les trata, es incentivar su salida.
La atracción del talento empieza por el respeto integral a todos y cada uno de los sanitarios y de los ciudadanos. Un sanitario no solo se mueve por el dinero, sino por las condiciones de trabajo. Si a los sanitarios les ofrecen más dinero en otros países, se les puede atraer con jornadas más reducidas, incentivos fiscales, mayores cotizaciones a la seguridad social, buenas condiciones de prejubilación, acceso a la vivienda gratuita en medios rurales. En definitiva no solo a través de una, sino de distintas propuestas que nos permitan en el siglo XXI, tener una sanidad pública española, sin médicos enfermos.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
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