Traductor

27 de febrero de 2022

Buenos días, mundo

¿Con qué sinceridad y con qué cara es capaz uno de darle a otro los buenos días, después de ver las imágenes que nos llegan?

El mundo está cansado y triste. Los ciudadanos después de la larga pandemia acusan el desgaste psicológico que la nueva guerra en Ucrania ha frenado de golpe. La tensión nacional e internacional empieza a hacer mella en algunas sociedades como la española. Así lo pone de manifiesto un estudio realizado para Rescue, según el cual siete de cada diez españoles reconoce que su bienestar emocional es peor que el de hace un año. Estudio realizado antes de que estallara dicho conflicto bélico a las puertas de Europa.

Son tiempos por tanto en los que los saludos, hasta hoy protocolarios como son los “buenos días”, han pasado a constituir poco menos que una falta de respeto, de empatía y sensibilidad con respecto a los demás. ¡Buenos días, mundo!, ¡Buenos días, Ucrania! ¿Con qué sinceridad y con qué cara es capaz uno de darle a otro los buenos días, después de ver las imágenes que nos llegan de una nación y democracia como la de Ucrania, formada por cuarenta millones de personas, atacada y amordazada por su vecino autocrático e imperial, impidiéndole elegir su propio destino?

“Queremos que todo el mundo tenga la sonrisa que desea”, reza la frase comercial de una red de clínicas odontológicas, publicada en un diario de refencia nacional, un día antes del ataque de Rusia a su vecina Ucrania; por no mencionar el anuncio televisivo del dentista que le hace reír a la paciente más que su marido, gracias a la marca de una conocida pasta dentífrica. Como si la sonrisa naciese  y residiese en dicho órgano bucal más que en el estado anímico de la persona. Uno se lava los dientes justo antes del telediario y ya es capaz de ver su contenido íntegro con una sonrisa esbozada de oreja a oreja. ¿Cabe más frivolidad en tan poco tiempo?

Si el choque entre dos o más placas tectónicas se llama terremoto, la colisión entre dos bloques de países se denomina guerra mundial. Ante tal escenario de proclamas y arrebatos belicistas se hace necesaria, más que nunca, una llamada a la calma, la cordura y la racionalidad, dejando de lado la testosterona fálico-nuclear propia de estos eventos.

No se pueden aceptar reuniones bilaterales en mesas  que separan más que unen a sus integrantes, máxime cuando lo que se trata es llegar a un acuerdo en apenas un par de horas. Propongo en su lugar la celebración de jornadas distendidas para rebajar la tensión en entornos naturales, que es donde las buenas energías fluyen, lejos de las estancias frías, las agendas y los teléfonos rojos, en la que quede prohibida la indumentaria protocolaria.

Es el momento de la interlocución de Estados Unidos y Europa con el gigante asiático, que en estos momentos tiene la mente más fría, para que en su papel de intermediación logre hacer recapacitar  a Rusia de su grave error con objeto de retomar el diálogo que encamine a occidente y a Rusia a una negociación. Y llegado el caso firmar un acuerdo inmediato a corto plazo, supervisado por la ONU, que active el alto el fuego bajo la condición de la celebración de unas elecciones generales en las cuales los ucranios y no las armas hablen y decidan su anexión a la Unión Europea o a Rusia. Todo menos una guerra desastrosa e injusta que haga que el conflicto se enquiste y se extienda en el tiempo.

José Luis Meléndez. Madrid, 27 de Febrero del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

23 de febrero de 2022

Mayoría absoluta

En un escaso lustro, la mayoría absoluta de la clase política española ha logrado sonrojar a todos sus votantes

No hay duda. Estamos viviendo uno de los momentos más críticos de la Historia. Casi recién salidos del maremoto de la pandemia de la Covid, con sus respectivas olas (seis hasta la fecha), asistimos  en el ámbito nacional, estupefactos en las últimas horas, al suicidio orgánico y público del principal partido conservador del arco parlamentario. Apenas un lustro después de la celebración del conflictivo XXXIX Congreso Federal del partido progresista más importante del país, en el cual dos sectores de dicha agrupación hicieron lo propio, si no en el fondo, al menos en las formas.

No solo eso. En el ámbito internacional más cercano, las tensiones geopolíticas entre el bloque occidental  y oriental amenazan la paz europea y mundial. Ucrania no es solo el nombre de un país; es esa zona de nadie que pretende ser suya y que al parecer algunos no están dispuestos a consentir. Es el nombre tras el cual se esconde la pugna entre dos modelos de civilización. Por un lado aquel que defiende la democracia, es decir, la participación ciudadana en los órganos de poder y por otro el modelo autocrático e imperialista, que además de prescindir de dicha colaboración, es reacia a los valores fundamentales de la persona, como son los Derechos Humanos.

Doy por hecho que en una semana, tan intensa como preocupante en cuanto a su actualidad informativa se refiere - da la impresión que estamos en agosto de 2022 y aún no hemos concluido en segundo mes del año-, les ha dejado a estas alturas, poco menos que en el sitio. ¿Aguantaremos esta intensidad informativa hasta diciembre o nos veremos en la necesidad de adquirir nuestros propios intermedios y vacaciones mediáticas y políticas?

Hasta ahora hemos sabido pasar de la indignación pacifica  al asombro. Así de responsables y de ejemplares somos los ciudadanos españoles ante una mayoría de nuestra clase política. Sintámonos orgullosos al menos de nosotros mismos ya que no podemos hacerlo extensivo a esa clase que un día eligieron algunos.

De seguir este espectáculo no sería descabellado pensar que cuando dejemos de utilizar la mascarilla nos veamos obligados a utilizar de una forma voluntaria, sin ningún decreto que nos lo ordene, tapones en nuestros conductos auditivos, con objeto de proteger nuestra dignidad y nuestra salud resentida por los últimos acontecimientos acontecidos.

En vista de lo que antecede, podemos concluir que en un escaso lustro, la mayoría absoluta de la clase política española ha logrado sonrojar a todos sus votantes, lo cual pone de manifiesto el nivel de crispación y de descuido que padecemos los ciudadanos desde hace tiempo. Ni siquiera un pacto de Estado al año.

Ante esta falta no ya de atención, sino de respeto hacia el ciudadano, cabría considerar la posibilidad de pensar en dos tipos de vacaciones: las vacaciones mediáticas, vía tapón auditivo y las vacaciones electorales, vía abstención. /- “Hombre, hay que ir a votar que ha costado mucho”/, /- Lo siento, yo también sé estar de vacaciones cuando ellos me necesitan/. Aunque mucho me temo al paso que vamos que cuando llegue la ansiada normalidad, seamos incapaces de adaptarnos, después de la desmoralización anormal  a la que tristemente ya estamos acostumbrados.

Los dos hechos, por ser justos, de una y otra fuerza parlamentaria, son tan graves, que trascienden el terreno político y ponen en evidencia la idiosincrasia de la naturaleza humana y lo difícil que resultan las relaciones humanas en todas sus vertientes como son la amistad, la pareja o el grupo. Lo afirmo después de escuchar a la responsable del Comité de Garantías lamentarse de dar la imagen que estaba dando su formación. Un gesto desde luego encomiable de dar las explicaciones oportunas que no ha tenido a bien hacer su máximo responsable. Lo malo es  que los mismos errores cometidos terminan por convertirse en un desprecio hacia la ciudadanía.

Mientras el ser humano se empeña en considerarse a sí mismo, sin la anuencia de las demás especies, un animal racional, en lugar de un animal eminentemente emocional. Con el agravante de que el hombre tiene más capacidades que el resto de animales y plantas y como consecuencia de su “racionalidad”, es el ser más destructivo del planeta. Si uno analiza las dos situaciones, la de Ucrania y la de España puede llegar fácilmente a la conclusión que el miedo a perder el poder territorial y orgánico, ha sido la emoción que nos ha conducido a este escenario europeo y nacional, respectivamente.

Falta por tanto cabeza y sobra emotividad tóxica e improductiva en la clase política española. Las primeras primarias no le han sentado nada bien al grupo conservador. Mucho menos a mujeres de reconocido prestigio que como en anteriores ocasiones,  han visto como según iban pisando la moqueta de plantas superiores, su prestigio disminuía de manera proporcional a dicho ascenso. Aún así y de manera excepcional el partido cuenta con un buen candidato. Los españoles en general, no solo los votantes de dicha formación, se merecen un segundo tiempo, una “semilegislatura” digna, gracias a la cual vuelvan a confiar en su especie.

José Luis Meléndez. Madrid, 23 de febrero del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

5 de febrero de 2022

Piropos

Donde antes había motivos para el amor solo hay indicios de odio y en donde existían sanas intenciones se cierne la sombra de la amenaza

Define la RAE el piropo como el dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de la mujer. Siendo por tanto un instrumento que nos permitía resaltar las cualidades humanas de alguien se hace difícil entender porqué empiezan a estar mal vistos o poco menos que prohibidos los piropos hermosos, decentes, oportunos y proporcionados. Es la conclusión a la que he llegado después de oír y escuchar en YouTube a la Tuna de Ingenieros Industriales de Zaragoza, el tema "Piropo madrileño".

“/Es el piropo, piropo madrileño/,/ lo más gracioso que se caza por el aire/, /es pura sal en alas del amor/, /es el donaire personal que se convierte en una flor/. /Es el piropo, piropo, sandunguero/, /un mensajero de la hermosa primavera/, /por una flor graciosa y postinera/, una mujer se deja camelar/./ A ti, a ti, ¡preciosa!”/, /a tí, a ti, ¡morena!/, /clavel y yerbabuena/, /¡bonita!, ¡salerosa!/”. De esta manera reza el tema compuesto en el año 1.957 por el prolífico compositor madrileño Moreno Torroba (1891-1982), perteneciente a la zarzuela María Manuela, más conocido por otros títulos como Luisa Fernanda o La chulapona.

El piropo ha pasado a ser recientemente de lo más gracioso a lo peor visto. Y de un mensajero  de la primavera  en el cortejo amoroso a un invitado de piedra a la hora de alabar la belleza femenina y de iniciar una relación.  Ahora son mejor vistas en su lugar expresiones del tipo: ¿En tu casa o en la mía? o ¿te gustaría pasar una noche loca conmigo?, frases más propias del nuevo light love, "nada" interesadas y según parece menos duras, descaradas y ofensivas que aquellos inocentes piropos.

En estos tiempos en lugar de novio uno/a puede tener su amante, su follamigo, su ex, su amigo, su compañero de trabajo, o su vecino con el cual puede realizar sus escarceos extraoficiales y compatibilizar y hacer si cabe plena su relación oficial. Relación poliamorosa nada posesiva a diferencia del amor tradicional o romántico, si se tiene en cuenta que uno puede estar tirándose a cuatro o cinco personas sin la intensidad emocional del amor tradicional. La cantidad para el poliamor, ya se sabe, es mucho más importante que la calidad de las relaciones. Un poliamor puede ser “fiel” a cuatro o cinco personas al mismo tiempo, teniendo además distintos sentimientos con respecto a ellos, que ya es difícil, por no decir imposible. Todo eso si que está permitido y bien visto por los mismos que ven en el piropo una amenaza para la pareja y la unidad familiar y social.

Se puede llegar a entender que el piropo no sea del agrado de algunas mujeres, pero eso no es motivo para vetarlos de forma general a ambos sexos. ¿Acaso no los merecemos los hombres después de siglos? Pues yo creo que además de un ejercicio de igualdad histórico supondría un logro cultural al conservar una tradición centenaria. Y una forma social de volver a acercarnos y reconquistarnos, después de haber perdido ambos la batalla del amor, función que en su día tuvo y en la que algunos hoy ven una amenaza social, más que un nexo de unión.

¿Han cambiado mucho los tiempos? No. Como suelo decir hemos cambiado nosotros. Tanto que necesitamos recurrir al eufemismo del tiempo para no avergonzarnos de hasta donde hemos llegado, después de tan vanos y torpes esfuerzos. Ahora si escribes un poema eres un romántico con todo lo que ese significado peyorativo y adaptado a los nuevos tiempos supone; si le dices guapa a una mujer, un sospechoso acosador y si no le dices nada, es puesta de inmediato en entredicho tu condición sexual.

Donde antes había motivos para el amor solo hay indicios de odio y en donde existían sanas intenciones se cierne la sombra de la amenaza. El piropo de un hombre a una mujer es visto como algo obsceno, cosa distinta es si se lo dirige una mujer a otra (guapa, cielo, bonita, preciosa). Este es el nivel de heterofobia al cual hemos llegado. La nueva "igual-da". Uno puede piropear a su mascota pero no a una mujer que al parecer se lo merece menos. Qué digo yo, menos: ¡nada! /- Cariño hace tiempo que no me dices cosas bonitas/./- "..elo", no soy yo, es que ya no me permiten decirte lo mucho que me gustas...

Sin embargo siguen estando muy cotizados los hombres sensibles y cariñosos (sic). Y las mujeres siguen fijándose de forma preferente en la belleza interior del hombre, en teoría mucho más importante pero en la práctica nada reconocida, admirada y piropeada como en su día lo fue su belleza física.

José Luis Meléndez. Madrid, 4 de febrero del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org