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30 de noviembre de 2022

¡Chip!, ¡Chip!, ¡Hurra!

En lugar de evitar muertos, preferiremos recordarlos estas "fiestas"

Hace más de veinte días me vacuné contra la gripe. Y hoy lo he hecho de la Covid. En resumidas cuentas, he fraccionado ambas vacunas, pudiendo habérmelas puesto juntas, para evitar posibles reacciones. La decisión ha sido tomada con objeto de aprovechar la campaña de vacunación, como población (bueno más bien especie) de riesgo, lo que equivale a recordar mi actual estado de vulnerabilidad, como es la de estar soltero, sin esposa, hijos, ni novia que me pretenda (pero sigo siendo el rey, como dice la ranchera). "Ser adulto significa estar solo", decía Jean Rostand. Y por si fuera poco, si nos atenemos a mi edad avanzada, podremos concluir, que además de población de riesgo, estoy más cerca de estar en riesgo de extinción. Así que estoy esperando la siguiente dosis que me proteja de esta última circunstancia.

Como factores que me han motivado, están los siguientes. En primer lugar llega la Navidad y, ¡oh, casualidad!, no hemos aprendido y vamos a reunirnos de nuevo sin mascarilla. Como si...¡aaachisssss! (¡uy!, perdón), nada hubiera pasado y se nos hubieran olvidado las olas, los confinamientos, y los muertos que en lugar de evitarlos, preferiremos recordarlos estas "fiestas" tan propicias para ello, por el melancólico y triste estado de ánimo y de bostezo, que ya de por si infunden...

En segundo lugar está subiendo el nivel de contagio. En tercer lugar doy por hecho que después de estas fechas el índice empiece a ser preocupante. En cuarto lugar no hay muchos médicos que digamos, es decir, que ante un hipotético estallido de esta u otra enfermedad, conviene estar prevenido. Pero como todo va según las estadísticas, y los trackings, en lugar del sentido común, pues parece que todavía no es época de recomendar a la población el uso de mascarilla estas Navidades, aunque sí su vacunación (cada cosa a su tiempo y cada tiempo para su cosa). Recomendación: tenemos que ser un poco más "pacientes" (en el doble sentido de la palabra), por mucho que la muerte nos aceche. De lo contrario podríamos caer en la patología de la impertinencia. Y para esta última no hay tratamiento. Aunque existen estudios muy avanzados al respecto...

Otro de los motivos por los cuales me he vacunado, es que me apetecía cambiar de marca, por eso he optado por la mejor vacuna, que según tengo entendido, es la Pfizer. Es mi tercera dosis, después de las dos primeras de Moderna. Así que como ven, también ha sido una decisión tomada desde los principios de un hombre clásico en muchos sentidos, otro motivo añadido por el cual estoy en peligro de extinción. Así que del "Modernismo" he pasado al "Pfizerismo" (disculpen, como ven, sigo con los efectos secundarios de esta sociedad, que es ideologizarlo todo). Entenderán ahora por qué prefiero no seguir por esa línea, a la hora de confesar en qué brazo me han puesto la dosis, es decir, si ha sido en el brazo izquierdo o en el derecho.

Pero esos no han sido todos los beneficios. Porque también he aprovechado la visita para preguntar a las enfermeras que diferencias existen entre las composiciones de las distintas dosis de vacunas, aspecto que después de ver innumerables tertulias, todavía no han resuelto los virólogos, al menos de una forma pública (así que de nuevo pa-ciencia, esta vez con la ciencia). Y para mi sorpresa, he obtenido respuesta. Pero para no seguir aburriéndoles, me reservo la respuesta, para facilitársela a los que realmente estén interesados.

El caso es que al fin puedo compartir con ustedes la inmensa alegría de estar protegiéndome a mí mismo y a los demás. Y este debería ser al igual que el uso de la mascarilla, uno de los gestos solidarios que deberíamos hacer todos en estas fechas tan dadas al postureo consumista y gastronómico. Así que solo se me ocurre exclamar (lo siento por los negacionistas de si mismos, que no están dispuestos a vacunarse, pero que no se "niegan" a recibir una anestesia general o una transfusión de un vacunado, ante una grave dolencia, por muchos chips que tengan), ¡Chip!, ¡Chip!, ¡Hurra! Moraleja: no reniegues de mí, ni de la ciencia, porque un día podemos salvarte.

José Luis Meléndez. Madrid, 30 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

29 de noviembre de 2022

Redefinir la política

Una de dos: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política

Da pena constatar cómo mientras avanzamos a un nivel superficial por ejemplo, por medio de la tecnología, retrocedemos en otra serie de aspectos más profundos y humanos como sociedad. Me refiero a los valores personales. En pocos años hemos pasado de vernos y hablarnos menos, poco menos que a desafiarnos durante una conversación. Si uno lo piensa, no es de extrañar, entre otras cosas por la falta de práctica.

Hace unos días me pasó con una persona. Al exponer una idea constructiva, exclamó: “pues yo no pienso así”. Pero eso no fue todo: dio un paso hacia atrás, como sintiéndose amenazado, frunció el ceño y cuando acabó la conversación con una sonrisa, se llevó una sorpresa, al escuchar lo que quería. No es la primera vez que me ocurre esto, en un corto periodo de tiempo. La última vez posterior a esta, fue con un familiar.

Al leer una entrevista realizada al dúo musical Fangoria, he podido comprobar que no soy el único que ha tenido este tipo de experiencias, y he dado por hecho que estamos ante un caso generalizado. Si me pidieran que la resumiera a groso modo con una frase, lo haría con la siguiente: vivimos en una sociedad plagada de dictadores anónimos. O cualquier tiempo pasado fue mejor (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer).

La sociedad española padece hace siglos la grave patología de la generalización. Esto es la de tomar la parte por el todo. Basta una frase para que te etiqueten. Un comentario para que te menosprecien. Al perderse la comunicación se ha perdido el debate, el intercambio de ideas, de puntos de vista. Así de perfecto es el mecanismo de identificación y de catalogación de un ser humano con respecto a otro. Así de justo.

Dicen los expertos de la etología humana (no sé porque le llaman psicología, si como dicen el hombre es un animal racional, aunque en términos generales es más emocional), que bastan apenas unos segundos para que una persona adquiera una impresión de otra. Ojo,  una impresión, no varias. Seleccionamos por tanto por medio de impresiones, no de hechos, sin dar tiempo y espacio a la otra persona ni a nosotros mismos a la hora de confirmar una elección, lo cual viene a constatar que nuestra especie posee una multitud de prejuicios biológicos, culturales, sociales, económicos. Disculpen que discrepe, pero no me parece ni lógico, ni justo, ni ético. Aunque no descarto que la naturaleza tenga sus propios motivos.

Recuerdo que hace más de un lustro, la sociedad no estaba tan tensa y era más flexible. Las relaciones eran más sanas y duraderas. Uno podía otorgarse ciertas confianzas a la hora de hacer algún tipo de declaración, sin arriesgar el tipo y aunque existían discrepancias habituales no eran motivo para contestar con la acritud de hoy en día. Y mucho menos para poner en jaque una relación, bien fuera de amistad o de pareja, lo cual demuestra el grado de intolerancia, de autocracia y radicalización al cual hemos llegado.

¿De dónde viene toda esta tensión? Es evidente que tanto la pandemia como la crisis económica y la guerra, han alterado nuestro estado anímico y nuestra percepción del presente y de un futuro, tal vez más incierto. Las redes sociales nos han distanciado física y emocionalmente y han alterado nuestra calidad en las relaciones sociales, haciéndolas menos frecuentes y más superficiales. En definitiva, no solo nos relacionamos menos, sino peor.

Tal vez ahora comprendamos los porcentajes de separaciones, el menor número de bodas, de uniones y de nacimientos. Sin embargo, lejos de pararnos a reflexionar, con objeto de hacer un uso más limitado de las tecnologías, “avanzamos” hacia otro mundo todavía más virtual (eufemismo de irreal), en una huida hacia “adelante”. Soy también de la impresión que desde la llegada de las fuerzas extremistas a uno y otro lado del arco parlamentario, han empezado por polarizar a los socios moderados y han terminado por contagiar durante más de una década a la sociedad española (da la impresión que este tipo de separatismo, más numeroso y preocupante que el separatismo regional, por afectar a una inmensa mayoría de la nación, poco atañe al ámbito político. Como si el cuerpo o la integridad territorial del Estado fuese más importante que el alma de la nación o de todos los ciudadanos).

Hace una semana los españoles acudimos al estreno de un nuevo género en el hemiciclo del Congreso: el de la burla a la bancada de “los tibios”, en referencia al grupo Popular por parte de otra formación política, lo cual me ha llevado a pensar una de estas dos cosas: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política, después de más de diez años de vergonzante espectáculo barriobajero. Aunque tal vez el debate resida en si la democracia debiera permitir votar a ciudadanos que no creen en la democracia pero se benefician de ella. O si habría que ilegalizar aquellas organizaciones anacrónicas, que no practican la democracia interna.

Otra de las cuestiones a abordar sería la reforma del reglamento interno. Un niño está sometido a las normas del colegio y si no se adapta se habla con los padres. Si aún así no se adapta puede ser expulsado o sancionado. Los conductores están sujetos a un carnet por puntos y en caso de infracciones se les multa, se les sanciona con retirada de puntos y se les inhabilita hasta que recuperen los mismos. Un deportista después de dos avisos es expulsado del campo de juego. Un político, sin embargo, a diferencia de cualquier ciudadano, con menos responsabilidades, no puede ser ni despedido ni inhabilitado. Los repetidos toques de atención por parte del Presidente de la mesa siguen siendo una excusa para faltar una y otra vez al pueblo español, a la marca España, o a las personalidades que bien en forma de bustos, cuadros o estatuas jalonan el interior del Congreso. La ley, ya se sabe, es “igual” para todos los españoles que no tienen impunidad, aspecto este último, que no recoge la Carta Magna.

Una vez presenciada dicha intervención, tuve la oportunidad de sintonizar la 2 de TVE y descubrir un nuevo mundo ante mis ojos: familias de distintas especies de animales relacionándose entre ellos sin hablar ni increparse los unos a los otros. Una escena la más de emocionante si se tiene en cuenta que es el primer pacto de Estado que presencio en el último lustro. El excelente documental me llevó a echar de menos a alguno de estos ejemplares en el Congreso de los Diputados. Ejemplares que espero, en la próxima legislatura, gracias a la labor de PACMA, puedan conseguir entrar al Congreso, al igual que en otras instituciones, entre otras cosas, para que algunas de sus señorías, aprendan a comunicarse de una forma más civilizada, efectiva y menos sonrojante para su propia especie.

Pero los vivos no son el único colectivo que se ve violentado por los tonos violentos, la falta de propuestas, los excesivos exabruptos, la falta de debate sereno y sosegado de todos estos aspirantes a ocupar o compartir en un futuro el espacio moderado (sic). Con motivo del saneamiento del sótano del Palacio de las Cortes, en febrero del año 2009, se encontraron en el subsuelo del Congreso, restos de religiosos, pertenecientes a la Congregación de los Clérigos Regulares, más conocidos como Teatinos. Orden que en su día ocupó el Convento del Espíritu Santo, edificio anterior al Palacio de las Cortes actual. Hecho que parecen desconocer o importarles un pito a las señorías de férreos principios cristianos y católicos representados en la Cámara Baja. En resumidas cuentas, el merecido descanso eterno de estos hombres de bien, está siendo violentado desde que han llegado estas señorías a sus escaños.

Convendría por tanto recordarles que el Congreso es un lugar sagrado. En primer lugar porque en su subsuelo yacen restos de dicho convento. En segundo lugar porque en dicho espacio reposan los cuerpos de aquellos hombres de bien que dignificaron con sus obras y oraciones dicho espacio. En tercer lugar porque el alma de dichos hombres se merece más que muchos el descanso eterno que desde hace años se les niega. Y en cuarto lugar porque el lugar que ocupan representa el templo de la soberanía popular.

Lo que no es de recibo es que en el mismo lugar en el que una Congregación de hombres se esforzaron en mantener limpio de palabra, obra y omisión, se vea hoy ocupado por otra congregación de hombres y mujeres que en lugar de concordia, siembran odio, enfrentamiento y división. Elijan ustedes.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

25 de noviembre de 2022

Espíritu navideño

El espíritu navideño es el que se demuestra con TODOS los seres, no el que se suma a todas las fiestas y eventos propios de estas fechas

El año pasado "resistimos" musicalmente hablando la pandemia, gracias al Dúo Dinámico. Y este año sobrevivimos a una guerra y a una "década mortal", como dice la letra de Mocedades en su canción "Sobreviviremos". Y yo me pregunto: ¿dónde están los optimistas del año pasado...? ¿Y los del anterior...? ¿Y los del anterior del anterior...?

A mi este año, como realista informado (suelo evitar como moderado los extremos del optimismo y del pesimismo), no me ha cogido por sorpresa, porque el año anterior ya dejé de tomar las uvas. Fue una forma de evitar que este año volviera a tomarme el pelo. Y este año, además, me he propuesto como sanción (ahora que están de moda) y a la vez como norma, no tomar níngun producto navideño (exceptuando el posible y esperado dulce que Mamá Noel me tenga reservado para la ocasión), como protesta al pésimo karma colectivo que nos ha vuelto a dejar.

Un pesimista es mucho más feliz que un optimista. El pesimista tiene más fortaleza interior que el optimista. Tiene asumida la realidad y está más preparado que el optimista para afrontar el futuro incierto. Por eso el optimista, ante su debilidad mental, necesita la esperanza y desplazarse al futuro para pensar que todo va a ir mejor. Un pesimista cuando se equivoca en sus previsiones recibe sorpresas positivas mientras que un optimista cuando hierra, se topa de frente con noticias tristes y todas sus ilusiones terminan porque termine viniéndose abajo. Un pesimista es un ser más realista y perfeccionista. Por ello suele equivocarse menos que el optimista, si se tiene en cuenta que la realidad tiene más de tragedia que de comedia.

Los regalos impuestos los dejé hace años, porque aunque soy agnóstico, me parecen un insulto hacia el pobre recién nacido. Por no hablar de la gente que lo está pasando mal en Ucrania. Los regalos han de ser espontáneos, tienen que salir del corazón y no han de ser constituir un agravio contra la realidad y las personas y seres que forman parte de ella. Este es el principio de la solidaridad, el reconocimiento de la necesidad y del sufrimiento en el mundo. Han de nacer del afecto o de la admiración. Nunca de un compromiso ajeno. Y este hecho no tiene porqué incluir la billetera.

Un regalo impuesto nos hace además de hipócritas, seres frígidos emocionales. Me niego por tanto a pecar por la parte que me toca, en contraposición a las personas de fe, bajo mi condición de agnóstico o de medio creyente dudoso, en tiempos donde la vida espiritual, debiera prevalecer sobre la material, independientemente de la creencia o la filosofía de cada uno.

Así que solo con este gesto creo que estoy demostrando un espíritu más navideño que muchos. Incluyo a los que aprovechan estas fiestas para molestar con su egoísmo a los vecinos, a los que se limitan a ir a misa, o los que ponen el belén o iluminan el arbolito, para tranquilizar su conciencia, mientras se ponen hasta arriba, en tiempos que debieran ser de solidaridad, recogimiento y absoluta austeridad. Hecho que me ha sorprendido sin embargo muy gratamente, al comprobar cómo siendo desde siempre contrario a este Ramadán cristiano-consumista, soy capaz de derrochar una completa y sana espiritualidad, en contraposición a muchos creyentes, en estas fechas.

Pero desde luego lo que no entiendo es como si las Navidades son para algunos consideradas "fiestas", son tan tristes las canciones que ponen y que cantan, las cuales terminan por contagiarnos a todos. Debe ser tal vez por culpa de los "aguafiestas" que prefieren continuar con su estado anímico neutral a terminar siendo diagnosticados de depresión, después de un mes largo de profunda melancolía.

El espíritu navideño es el que se demuestra con TODOS los seres, no el que se suma a todas las fiestas y eventos propios de estas fechas, perjudicándose a sí mismo y a los demás. Me da por tanto lástima ver como una amplia mayoría de personas, además de desvirtuar estas fechas navideñas, culpan y tachan a los demás de aguafiestas, cuando son en realidad ellos los que optaron en su día por alejarse del auténtico mensaje de respeto, amor y fraternidad, prescindiendo de la espiritualidad, bien sea laica o religiosa, propia de estas fechas, para centrarse en el marcado perfil comercial de las mismas . Como suele decirse: el mundo al revés.

Hoy se ha inaugurado la Navidad en Madrid, un mes antes que en Belén, lo cual de entrada, me parece algo sospechoso. Pero el ser humano sigue sin aprender y prefiere celebrar la Navidad y los años venideros por anticipado. Así que no sé que decirles. ¡Feliz año! (disculpen, quería incluir interrogaciones, en lugar de admiraciones). No piensen con ello que niego la fe de la doctrina optimista. Muy al contrario. Por eso estoy seguro que el próximo año resucitaremos. Así que voy a ir buscando el tema que represente dicho acontecimiento.

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

22 de noviembre de 2022

Epitafio

“Vivió pero no dejó existir”; este es el epitafio que dejará la especie humana al universo al que dice pertenecer

Acabo de consultar varios diccionarios, incluido el de la RAE, para constatar el significado más aproximado sobre el concepto de inteligencia. Y me he llevado una sorpresa mayúscula.

Se considera inteligencia, la facultad de conocer, de entender. El concepto por tanto, dista mucho de lo que entendemos coloquialmente como un tipo listo. En otras palabras, conocer o entender, no es lo mismo que aprender, por mucho que algunos diccionarios presenten ambos términos como sinónimos. ¿De qué le sirve a uno "conocer" o "entender", si no aprende?

Se puede entender lo que es el amor cuando nos lo explican de una forma teórica, pero eso no es conocer, sino tener una idea aproximada de él. En definitiva, para “entender” o “conocer” el amor, es necesaria una experiencia previa.

Lo sorprendente es que el ser humano (sin contar con la opinión figurada que tienen de él todas las especies), se ha erigido a sí mismo en el ser más inteligente que habita sobre la tierra. Es tan inteligente que a diferencia de las demás especies es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, es decir que necesita equivocarse un mayor número que las demás especies para aprender. Y que posee el espíritu de la contradicción, como consecuencia de no conocerse a sí mismo lo suficiente. Es decir, entiende teóricamente una cosa, pero termina haciendo en la práctica otra distinta, cuando no la contraria, con lo cual no ha aprendido o terminado de interiorizar el término inteligencia. Algo impresionante…

Si a eso añadimos el concepto figurado que añade la RAE, como es la facultad de resolver problemas, podemos inferir o hacernos una idea hasta qué punto es capaz el hombre de resolver problemas mientras crea otros nuevos a sí mismo y a otras especies, problemas que no se crean a sí mismas las especies mal llamadas “inferiores”. Curiosa superioridad, ¿verdad…?

El ser humano entiende lo que es conquistar, pero antes de conquistarse a sí mismo, le encanta conquistar a otros miembros de su especie, antes de terminar siendo conquistado por sus presuntas víctimas (siempre he pensado que detrás de los encantadores efectos de la seducción, se esconde un eufemismo que engloba el engaño a los demás, previo engaño inconsciente de uno mismo).

La especie humana entiende cual es el estado lamentable del planeta que habita pero no ha aprendido a cuidar de él, después de dos mil años de equivocaciones continuadas. Y no siendo capaz de cuidar su planeta, en beneficio de todas las especies (la solidaridad no solo se demuestra con la misma especie), ya está buscando el próximo.

“El cambio climático siempre ha existido”, afirman los negacionistas, obviando que las enfermedades también han existido siempre. Pero al final, sin ser conscientes, terminan haciendo lo contrario a sus principios: y aunque no se vacunan, se medican. Y tampoco se "niegan" a someterse a una anestesia general o a una transfusión de sangre de un vacunado, si la dolencia lo requiere. Por muchos chips y efectos secundarios que en su imaginario ven …

El Homo Sapiens (sic), entiende o sabe lo que es vivir en paz, pero no ha aprendido a utilizar la comunicación que le proporciona su mejor invento, que es el lenguaje, a la hora de sentarse y frenar una guerra. Sin embargo es capaz de hacer homenajes póstumos a Cervantes o a Galdós, entre otros insignes escritores.

La especie humana entiende y sabe que matar cualquier especie animal o vegetal, constituye un acto criminal que aunque no figure tipificado en el código penal, si está tipificado en el código moral de todo individuo dotado de un mínimo de nobles principios. Sin embargo, después de dos mil años (se dice pronto), la especie humana es la única que es capaz de matar por motivos ideológicos y de asistir a prolongadas sesiones de maltrato animal previas a su muerte, subvencionadas por las arcas públicas de los ciudadanos que residen en dichas zonas.

Mientras unos países responsables asisten a la cumbre del clima, otros ponen en riesgo la paz mundial. Mientras otros se centran en conquistar el espacio, otros sueñan con dominar el territorio de su vecino. Y otros ajenos a todo y a todos, intentan llamar la atención de todo el planeta con sus lanzamientos de misiles intercontinentales.

Antaño, el capitalismo era el opresor para el obrero. Hoy, es el comunismo euroasiático el que oprime a los pueblos y el que viola los derechos no solo del obrero sino la vida de los de ciudadanos inocentes y el que amenaza la paz mundial.  Otros países, instituciones y ciudadanos son capaces de boicotear a Catar por la vulneración de derechos humanos pero no a los países que más contaminan (eufemismo de matar), a todas las especies (incluida la propia), y que tienen por añadidura la desfachatez de ausentarse en las cumbres mundiales del clima.

Habitar un nuevo planeta parece una idea seductora (y por tanto suicida, como hemos visto), pero habitar un planeta no es sinónimo de una dolce vita. Un planeta hay que dividirlo o repartirlo entre los países que lo conquistan. ¿Tendrán todos los países sus respectivas parcelas? Me temo, retrotrayéndome a las pugnas históricas que ha tenido la humanidad, que teniendo la oportunidad de unirnos bajo una sola bandera, sufriremos nuevas guerras, sin haber entendido y aprendido de nuestra experiencia en la tierra.

Creo que vamos deprisa, sin un criterio acordado (al menos públicamente), y sin un rumbo definido. Conquistar un nuevo planeta sin haber mejorado como especie, en el respeto hacia los demás que habitan con nosotros, nos llevará como mínimo a la misma situación en la que estamos. Por tanto no es nada descartable que el progreso tecnológico conlleve un retroceso moral y existencial sin precedentes.

Cuando la especie humana conquiste otro planeta amenazará con destruir o someter el que aún no ha abandonado, mientras comience a explotar (deteriorar), el que ha ocupado. Llámenle geoestrategia espacial o guerra de las galaxias. Tal vez entonces, como consecuencia de dicha involución y de dicho suicidio colectivo, el ser humano deje al universo un epitafio que resuma su paso por el planeta y la galaxia que un día habitó: “vivió pero no dejó existir”.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

19 de noviembre de 2022

Muestra de "Rimas", 1

Verso suelto que forma parte de uno de los poemas del autor, y que jalona el inicio de su obra, "Rimas prohibidas", su segundo poemario.
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de noviembre del 2022

14 de noviembre de 2022

Médicos enfermos

Esta es la sanidad pública española del siglo XXI: una sanidad con médicos enfermos

Formarse durante doce años para acabar contratado en precarias condiciones supone un motivo más que suficiente para caer en la depresión. Es una prueba más que suficiente que pone en evidencia la incuestionable y loable vocación de nuestros médicos. Aún así nuestros sanitarios siguen luchando cada día en pésimas condiciones laborales por nuestras vidas. Incluso dando todo de ellos en circunstancias especiales como en las distintas olas de la pandemia.

Hace apenas unos años los distintos representantes de fuerzas políticas se les llenaba la boca y aprovechaban sus intervenciones públicas para afirmar que la sanidad pública era una de las mejores del mundo. Ahí comenzó el desprecio por parte de la clase política hacia nuestros sanitarios. Cuando en lugar de referirse a ellos en primera persona, atribuían a la sanidad pública todos sus loas. Afirmaciones que repetían y que utilizaban para atribuirse sus méritos, evitando pronunciar en todo momento la palabra sanitarios. Y ahí es donde empezó a deshumanizarse la sanidad pública. A través de la deshumanización personal de la política.

Mientras pronunciaban estas alabanzas públicas, los distintos representantes políticos, que no públicos (un representante público a diferencia de un representante político, vela por los intereses generales de la nación), permitían como ahora la evasión de nuestro capital humano, sanitario y científico más valioso.

Vayamos a las cifras, que tanto gustan a nuestra clase política, que no acostumbra a merodear por las calles, hablar con los ciudadanos y los empleados públicos, y pongámoselos esta vez nosotros encima de la mesa para que descubran la cruda realidad, de la cual hoy son responsables. Si tenemos en cuenta que un médico tarda en formarse de 10 a 15 años; que dicha formación está subvencionada y pagada por todos nosotros, que casi 20.000 médicos han abandonado nuestro país en los últimos años y que la mitad  que la mitad de los que quedan, es decir 80.000 de ellos se jubilarán en los próximos diez años…¿A cuánto asciende el montante, que he hemos perdido los ciudadanos? ¿Quiénes son los culpables de que los ciudadanos e incluso los médicos (¿o es que los médicos no se ponen malos ni van a urgencias?), tengamos hoy en día un mayor riesgo de morir por la falta y la calidad asistencial que padece, ahora sí, la sanidad pública española?

Y ahora dígannos, señorías: ¿es de izquierdas o de derechas la sanidad pública? No se preocupen, que mientras se echan la culpa los unos a los otros,  les vamos a contestar los ciudadanos: la sanidad pública no es de izquierdas ni de derechas. Dejen ustedes de intentar ideologizar e intoxicar con sus declaraciones la sanidad pública. No manchen más con sus palabras las batas blancas de los sanitarios que nos representan mejor que ustedes, como han demostrado. Que les representan y cuidan de ustedes sin preguntarles cuál es su ideología. Aprendan de ellos. No nos falten más al respeto con sus declaraciones cruzadas. Enciérrense, hablen y lleguen acuerdos como hicieron sus predecesores en la Transición.¿Eran de izquierdas o de derechas los 9000 residentes que “fallecieron” en las residencias madrileñas? Tengan respeto hacia sus familias. Son víctimas de sus negligencias. Se merecen el mismo respeto que las víctimas del terrorismo.

Hay un dato que es meridianamente evidente y es que los defensores de la sanidad pública siempre han respetado la sanidad privada, cosa que no han hecho y siguen haciendo los defensores de la sanidad privada, con respecto a la pública. ¿Son más hijos de Dios unos que otros? ¿Son más comunistas tal vez? ¿Más fascistas? Decoloren sus mentes, les permitirá ver la realidad tal como es, sin sectarismo, ni prejuicios ideológicos. Diagnostiquen la realidad como hacen los médicos con sus enfermedades sin echarle la culpa a nadie. Resuelvan los problemas como ellos, en equipo. Sean resolutivos y menos conflictivos.

La implantación de la medicina ha supuesto un avance en la sanidad, especialmente en la detección de enfermedades graves y en la calidad de las intervenciones quirúrgicas, es decir en un estadio avanzado posterior a la diagnosis. Implantar un sistema de videoconferencia en un servicio de urgencias lo único que hace es demorar y empeorar la calidad y la evaluación del paciente, lo cual supone un riesgo añadido para su salud y su vida. La deshumanización que padece la política española no puede ni debe trasladarse al ámbito de los ciudadanos, entre otras cosas porque como hace unos días afirmaba el doctor López Acuña, la sanidad pública es la obra social más grande que hemos construido los españoles en los últimos años.

La mayoría de ciudadanos madrileños, igual que el resto de españoles, no acuden a urgencias por una aciática o una picadura de avispa. Entre otras cosas porque no existen avispas la mayor parte del año. Pero si que suelen salir a las calles, no mediatizados, sino conscientes del deterioro público que padece nuestra sanidad, preocupados por la salud de los suyos, más que de la propia.

La no existencia o disponibilidad de médicos no implica que una comunidad tenga que quitarle facultativos a otra. Tan solo es necesario llegar a un pacto de Estado que permita el retorno de las decenas de miles de médicos españoles que en su día se marcharon de España y un plan de retención del talento, para que no se marchen los que aún se forman y trabajan en nuestro país. Tratarles como se les trata, es incentivar su salida.

La atracción del talento empieza por el respeto integral a todos y cada uno de los sanitarios y de los ciudadanos. Un sanitario no solo se mueve por el dinero, sino por las condiciones de trabajo. Si a los sanitarios les ofrecen más dinero en otros países, se les puede atraer con jornadas más reducidas, incentivos fiscales, mayores cotizaciones a la seguridad social, buenas condiciones de prejubilación, acceso a la vivienda gratuita en medios rurales. En definitiva no solo a través de una, sino de distintas propuestas que nos permitan en el siglo XXI, tener una sanidad pública española, sin médicos enfermos.

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

5 de noviembre de 2022

Metaverso nuclear

El metaverso no está por llegar, algunos ya viven en él

Cuenta Seguéi Zhirnov escritor y excomandante del KGB destinado en el servicio exterior, en una entrevista realizada por el periodista Eusebio Val del periódico La Vanguardia, publicada el día 23 de octubre, que a Putin lo rechazaron ante su incapacidad de medir las consecuencias de sus decisiones. Pero ese no es el problema. La cuestión ahora es saber si occidente es consciente de las repercusiones de imprevisibles efectos que tiene continuar una guerra en apariencia ganada.

Que Rusia, mejor dicho Putin, esté perdiendo la guerra convencional no implica que occidente vaya a ganarla, entre otras cosas, porque cada día la ofensiva ucraniana nos aproxima más a un escenario nuclear.

El único antecedente nuclear que ha sufrido la humanidad fue la bomba atómica que lanzó Estados Unidos sobre Hiroshima en el año 1945. Con ello se logró parar y a la vez terminar la guerra.

Hace apenas un mes, Putin tuvo ocasión de pronunciar un discurso excusatorio ante un posible ataque nuclear, con motivo de las cuatro regiones que Rusia anexionó a su territorio. Y vino a decir que no le podrían reprochar la utilización de esta bomba, porque Estados Unidos ya lo hizo.

El único mérito de Putin, si es que puede llamársele así, es no haber escalado aún más con el empleo de estas armas, en medio de las presiones a las que se ve sometido por su círculo más duro. Pero lo que no deja de desconcertar sobremanera en este sentido, es la llamada a la población para abandonar la ciudad de Jersón. ¿Qúe tiene en la cabeza Putin…?

Cabe por tanto preguntarse cuál será la respuesta de occidente y de la OTAN, en caso de un hipotético y más que probable utilización de una bomba nuclear táctica en Ucrania. Biden desde Estados Unidos y Josep Borrell desde Europa, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, han advertido de las terribles consecuencias que tendría para Rusia la utilización de una de estas armas. Y uno se pregunta: ¿solo para Rusia…?

Existe un dato muy significativo a la hora de definir la personalidad y trayectoria de Putin. Y es su signo zodiacal. Un libra con ascendente en escorpio puede pasar por un hombre frío y lógico, lo cual no es sinónimo como hemos visto de ser racional. Lo que más inquieta y da más significado a su trayectoria, es precisamente el carácter tranquilo pero en ocasiones explosivo e incontrolado que le proporciona su planeta Plutón y su ascendente en escorpio.

El escorpión es un animal combativo que no se conforma con picar a su víctima, sino que en una segunda fase inyecta su veneno mortal a su víctima hasta dejarla paralizada. Existen varios tipos de escorpiones, los que atacan a los demás y los que se inyectan el veneno a sí mismos. No he escuchado a nadie la posibilidad de un hipotético suicidio de Putin, lo cual es de extrañar, si uno tiene en cuenta el cuestionado estado de salud del exespía.

Apunta el mismo comandante que el final más factible sería que terminase eliminado de una forma involuntaria por algún miembro de su entorno. Discrepo y pienso que Putin ya tiene alguna persona de confianza dispuesta a ayudarle antes o después en dicho acto. Pero lo que más preocupa ahora no es la reacción de Putin (sus seguidores son de una línea más dura que él), sino los efectos que las acciones o inacciones de occidente provoquen en el mandatario ruso.

Llama sin embargo poderosamente la atención como después de 284 días de guerra se ponga más interés en desviar la trayectoria de un meteorito que el de disuadir a Rusia a través de un interlocutor que no sea Putin, por medio de la diplomacia y no solo a golpe de sanciones.  Que se tope el precio de la energía pero no el de la duración de una guerra que va camino de un año. Que nadie a excepción de Macron y el Papa hayan propuesto algún plan para retomar el diálogo.

De cómo se toman medidas ante el paso de los restos de un cohete chino para evitar accidentes aéreos y no se ponga interés en evitar el derramamiento de sangre en otras zonas que llevan nueve meses de conflicto. Como si unas vidas valiesen más que otras. O que se hable de construir un gaseoducto entre Barcelona y Marsella, sin considerar la posibilidad que dentro de cinco años no existan dichas ciudades.

Algunas personas, no solo Putin, parece que no son conscientes y viven ajenos a los momentos tan críticos que vive la Humanidad. El metaverso, ante la falta de diálogo o de metaprosa  no está por llegar, como nos cuentan. Algunos viven y siguen instalados en él, cuando obvian las consecuencias que tendrán sus acciones e inacciones en el mundo real que vivimos los demás.

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org