Traductor

29 de noviembre de 2022

Redefinir la política

Una de dos: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política

Da pena constatar cómo mientras avanzamos a un nivel superficial por ejemplo, por medio de la tecnología, retrocedemos en otra serie de aspectos más profundos y humanos como sociedad. Me refiero a los valores personales. En pocos años hemos pasado de vernos y hablarnos menos, poco menos que a desafiarnos durante una conversación. Si uno lo piensa, no es de extrañar, entre otras cosas por la falta de práctica.

Hace unos días me pasó con una persona. Al exponer una idea constructiva, exclamó: “pues yo no pienso así”. Pero eso no fue todo: dio un paso hacia atrás, como sintiéndose amenazado, frunció el ceño y cuando acabó la conversación con una sonrisa, se llevó una sorpresa, al escuchar lo que quería. No es la primera vez que me ocurre esto, en un corto periodo de tiempo. La última vez posterior a esta, fue con un familiar.

Al leer una entrevista realizada al dúo musical Fangoria, he podido comprobar que no soy el único que ha tenido este tipo de experiencias, y he dado por hecho que estamos ante un caso generalizado. Si me pidieran que la resumiera a groso modo con una frase, lo haría con la siguiente: vivimos en una sociedad plagada de dictadores anónimos. O cualquier tiempo pasado fue mejor (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer).

La sociedad española padece hace siglos la grave patología de la generalización. Esto es la de tomar la parte por el todo. Basta una frase para que te etiqueten. Un comentario para que te menosprecien. Al perderse la comunicación se ha perdido el debate, el intercambio de ideas, de puntos de vista. Así de perfecto es el mecanismo de identificación y de catalogación de un ser humano con respecto a otro. Así de justo.

Dicen los expertos de la etología humana (no sé porque le llaman psicología, si como dicen el hombre es un animal racional, aunque en términos generales es más emocional), que bastan apenas unos segundos para que una persona adquiera una impresión de otra. Ojo,  una impresión, no varias. Seleccionamos por tanto por medio de impresiones, no de hechos, sin dar tiempo y espacio a la otra persona ni a nosotros mismos a la hora de confirmar una elección, lo cual viene a constatar que nuestra especie posee una multitud de prejuicios biológicos, culturales, sociales, económicos. Disculpen que discrepe, pero no me parece ni lógico, ni justo, ni ético. Aunque no descarto que la naturaleza tenga sus propios motivos.

Recuerdo que hace más de un lustro, la sociedad no estaba tan tensa y era más flexible. Las relaciones eran más sanas y duraderas. Uno podía otorgarse ciertas confianzas a la hora de hacer algún tipo de declaración, sin arriesgar el tipo y aunque existían discrepancias habituales no eran motivo para contestar con la acritud de hoy en día. Y mucho menos para poner en jaque una relación, bien fuera de amistad o de pareja, lo cual demuestra el grado de intolerancia, de autocracia y radicalización al cual hemos llegado.

¿De dónde viene toda esta tensión? Es evidente que tanto la pandemia como la crisis económica y la guerra, han alterado nuestro estado anímico y nuestra percepción del presente y de un futuro, tal vez más incierto. Las redes sociales nos han distanciado física y emocionalmente y han alterado nuestra calidad en las relaciones sociales, haciéndolas menos frecuentes y más superficiales. En definitiva, no solo nos relacionamos menos, sino peor.

Tal vez ahora comprendamos los porcentajes de separaciones, el menor número de bodas, de uniones y de nacimientos. Sin embargo, lejos de pararnos a reflexionar, con objeto de hacer un uso más limitado de las tecnologías, “avanzamos” hacia otro mundo todavía más virtual (eufemismo de irreal), en una huida hacia “adelante”. Soy también de la impresión que desde la llegada de las fuerzas extremistas a uno y otro lado del arco parlamentario, han empezado por polarizar a los socios moderados y han terminado por contagiar durante más de una década a la sociedad española (da la impresión que este tipo de separatismo, más numeroso y preocupante que el separatismo regional, por afectar a una inmensa mayoría de la nación, poco atañe al ámbito político. Como si el cuerpo o la integridad territorial del Estado fuese más importante que el alma de la nación o de todos los ciudadanos).

Hace una semana los españoles acudimos al estreno de un nuevo género en el hemiciclo del Congreso: el de la burla a la bancada de “los tibios”, en referencia al grupo Popular por parte de otra formación política, lo cual me ha llevado a pensar una de estas dos cosas: o algunos políticos han llegado a la política para no ejercerla o hay que redefinir el concepto de política, después de más de diez años de vergonzante espectáculo barriobajero. Aunque tal vez el debate resida en si la democracia debiera permitir votar a ciudadanos que no creen en la democracia pero se benefician de ella. O si habría que ilegalizar aquellas organizaciones anacrónicas, que no practican la democracia interna.

Otra de las cuestiones a abordar sería la reforma del reglamento interno. Un niño está sometido a las normas del colegio y si no se adapta se habla con los padres. Si aún así no se adapta puede ser expulsado o sancionado. Los conductores están sujetos a un carnet por puntos y en caso de infracciones se les multa, se les sanciona con retirada de puntos y se les inhabilita hasta que recuperen los mismos. Un deportista después de dos avisos es expulsado del campo de juego. Un político, sin embargo, a diferencia de cualquier ciudadano, con menos responsabilidades, no puede ser ni despedido ni inhabilitado. Los repetidos toques de atención por parte del Presidente de la mesa siguen siendo una excusa para faltar una y otra vez al pueblo español, a la marca España, o a las personalidades que bien en forma de bustos, cuadros o estatuas jalonan el interior del Congreso. La ley, ya se sabe, es “igual” para todos los españoles que no tienen impunidad, aspecto este último, que no recoge la Carta Magna.

Una vez presenciada dicha intervención, tuve la oportunidad de sintonizar la 2 de TVE y descubrir un nuevo mundo ante mis ojos: familias de distintas especies de animales relacionándose entre ellos sin hablar ni increparse los unos a los otros. Una escena la más de emocionante si se tiene en cuenta que es el primer pacto de Estado que presencio en el último lustro. El excelente documental me llevó a echar de menos a alguno de estos ejemplares en el Congreso de los Diputados. Ejemplares que espero, en la próxima legislatura, gracias a la labor de PACMA, puedan conseguir entrar al Congreso, al igual que en otras instituciones, entre otras cosas, para que algunas de sus señorías, aprendan a comunicarse de una forma más civilizada, efectiva y menos sonrojante para su propia especie.

Pero los vivos no son el único colectivo que se ve violentado por los tonos violentos, la falta de propuestas, los excesivos exabruptos, la falta de debate sereno y sosegado de todos estos aspirantes a ocupar o compartir en un futuro el espacio moderado (sic). Con motivo del saneamiento del sótano del Palacio de las Cortes, en febrero del año 2009, se encontraron en el subsuelo del Congreso, restos de religiosos, pertenecientes a la Congregación de los Clérigos Regulares, más conocidos como Teatinos. Orden que en su día ocupó el Convento del Espíritu Santo, edificio anterior al Palacio de las Cortes actual. Hecho que parecen desconocer o importarles un pito a las señorías de férreos principios cristianos y católicos representados en la Cámara Baja. En resumidas cuentas, el merecido descanso eterno de estos hombres de bien, está siendo violentado desde que han llegado estas señorías a sus escaños.

Convendría por tanto recordarles que el Congreso es un lugar sagrado. En primer lugar porque en su subsuelo yacen restos de dicho convento. En segundo lugar porque en dicho espacio reposan los cuerpos de aquellos hombres de bien que dignificaron con sus obras y oraciones dicho espacio. En tercer lugar porque el alma de dichos hombres se merece más que muchos el descanso eterno que desde hace años se les niega. Y en cuarto lugar porque el lugar que ocupan representa el templo de la soberanía popular.

Lo que no es de recibo es que en el mismo lugar en el que una Congregación de hombres se esforzaron en mantener limpio de palabra, obra y omisión, se vea hoy ocupado por otra congregación de hombres y mujeres que en lugar de concordia, siembran odio, enfrentamiento y división. Elijan ustedes.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario