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23 de diciembre de 2020

Mediodemia

Jamás pensamos que una epidemia sanitaria, pudiese mutar en otra mediática

En estos tiempos tan difíciles que vivimos, de pandemia, de crisis económica e institucional, la cultura vuelve una vez más, a ser el remedio más sano, al cual podemos acudir. Gracias a ella logramos evadirnos aunque sea unos minutos, de los momentos tan duros que nos ha tocado vivir. Con ella además de enriquecer nuestro espíritu, podemos ahorrarle a nuestro cuerpo otros efectos secundarios más perjudiciales.

Tan nociva es la falta de información, como la sobreexposición continuada de un mismo tema, durante los meses que afortunadamente dejamos atrás. Me refiero, como no, a la infodemia. Jamás pensamos que una epidemia sanitaria pudiese mutar en otra mediática.

Los laboratorios durante todo este tiempo han creado la vacuna con la cual se espera que una gran parte de la población sea inmunizada. Pero algunos medios siguen casi ajenos a esta gran noticia, y dan ahora más importancia a una nueva cepa de coronavirus aparecida recientemente, y contra la cual, se desconoce si serán efectivas las vacunas.

Los laboratorios por su parte, para curarse en salud, aseguran que las distintas vacunas son eficaces, ante esta nueva cepa, lo cual resulta un tanto sospechoso, ya que en la gripe, enfermedad parecida, esto no ocurre.

En la actualidad se consideran distintas opciones a la hora de vacunar primero a los distintos grupos de riesgo, como son las personas mayores que viven en las residencias o a los sanitarios. Lo realmente curioso, es que nadie aconseje vacunar a determinadas miembros del periodismo, por el enorme desgaste psicológico y moral, al que están sometiendo a la población española desde hace meses. Algo hasta cierto punto ilógico, injusto e inmoral, pero desgraciadamente normal, si se tiene en cuenta que los expertos, después de nueve meses de pandemia, siguen pensando más en las poblaciones de riesgo, que en los verdaderos contagiadores del virus, del desánimo, y de las malas noticias.

Al parecer, y por lo que se ve, los ciudadanos, después de permanecer confinados, desconfinados, aislados, semireunidos. De cumplir estrictamente las medidas de higiene, de distanciamiento. De aguantar las declaraciones contradictorias de nuestros representantes políticos. De escuchar cada día el parte de guerra de ingresados, contagiados y de fallecidos, al cual nos tienen sometidos, resulta que ahora que se vislumbra algo de luz con la aparición de las vacunas, en vísperas de un año nuevo, y de un nuevo tiempo, los españolitos, no tenemos derecho a una información exhaustiva, divulgativa y comedida, que nos suma en una nueva etapa de esperanza. Ni el derecho a que se nos devuelva la ilusión y la alegría que perdimos durante estos largos meses, como consecuencia de la pérdida de puestos de trabajo, y lo que es más sangrante aún: la pérdida de vidas humanas y de seres queridos.

Como si tuviéramos poco con las epidemias, anteriormente señaladas, que nos asolan, a las cuales tendremos que hacer frente los próximos años...

José Luis Meléndez. Madrid, 23 de diciembre del 2020. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

11 de diciembre de 2020

El autor

José Luis Meléndez (1963) es un poeta, pero, ante todo, es un artista polifacético. Inicia su relación con la pintura durante su infancia a la edad de ocho años. A los dieciséis, du­rante su adolescencia, la poesía le descubre y escribe sus primeros versos. En su madurez, tras un largo paréntesis literario, se dedica a componer canciones. En los años noventa, gracias a su nueva fa­ceta de cantautor, intentan promocionarle en Cadena 100, emisora musical de la Cope. Pero ni algunos temas, ni el apoyo recibido, ni la imagen artística que acompaña al disco, se corresponden con las expectativas presen­tes y futuras del autor. La mala experiencia le hace replantearse su futuro.

Después de un prolongado y doloroso pro­ceso de reflexión, finaliza su diplomatura en Grafología y Pericia Caligráfica, y decide ca­nalizar su creatividad a través de la escritura, actividad que compagina con su trabajo como gestor comercial en una entidad bancaria. Sin embargo, su creciente pasión por la es­critura le hace inscribirse en el año 2011 en un curso de redactor-corrector que imparte la Comunidad de Madrid. Una formación y una experiencia que terminan por darle la suficiente confianza a la hora de hacer públi­cos sus primeros escritos en medios locales, regionales y nacionales.

El dieciséis de enero del año 2014, abre en la Biblioteca Pública Municipal Dámaso Alonso el blog La pluma en ristre, gracias al cual logra cultivar diversos géneros y pulir su estilo. En el año 2017, inicia estudios ofi­ciales de bibliotecario en la Comunidad de Madrid y realiza sus prácticas profesionales en la Fundación Montemadrid. Un año más tarde, edita y dirige la publicación de su primera obra, Versos arrimados, un poema­rio compuesto por cincuenta y dos poemas, editado por la editorial Círculo Rojo. A partir de entonces, se centra en la prepara­ción de Rimas prohibidas, segunda obra repleta de emotivos y profundos poemas, que con ayuda de sus musas va guardando en un cajón. Versos que simultanea con publicaciones periódicas, que dirige a sus lectores a través de La pluma en ristre. Plumas y alas con las que José Luis Meléndez ha sabido resurgir de sus propias cenizas, y reinventarse a sí mismo, a través de diversas artes y distintos géneros.

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de diciembre del 2020.

1 de diciembre de 2020

Alas al viento

Despliego mis alas verdes al viento y me sumo al vuelo que en su día lograron alzar aquellas aves heridas, que hoy surcan nuestros cielos

Si hay una institución que merece toda mi admiración, respeto y cariño, es la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Municipal de Madrid – UMA -. Una agrupación de hombres y mujeres que profesan un respeto hacia el medio ambiente, muy superior al que profesa su jefe y actual alcalde de la ciudad de Madrid. Y digo “su”, porque al igual que un servidor, muchos vecinos de la Villa y Corte, no nos sentimos representados por las talas injustas, abusivas y arboricidas, que atentan contra el bienestar y la salud de los madrileños, y de las especies que se cobijaban en dichos árboles. Una admiración y cariño que nació siendo joven y que aún se mantiene más fuerte y viva, gracias a las colaboraciones puntuales que venimos llevando a cabo desde entonces, de una forma desinteresada por ambas partes. Porque los hombres y mujeres de esta Unidad realizan una labor con una vocación superior a la de cualquier interés económico.


Aún se me sigue desbocando el corazón de emoción, cada vez que un miembro de esta insigne Unidad acude a la llamada de este ciudadano reclamando el auxilio de un desvalido e inocente animal. Circunstancia que aprovecho cada ocasión para agradecerles cómo puedo, en mi nombre y en el del animal herido, su inmensa labor. Palabras que en su día tuve la oportunidad de plasmar en Versos arrimados, mi primer poemario, gracias a la sensibilidad de nuestra musa. Me refiero a ella como “nuestra”, porque aparece presente en el poema La verdadera hermandad, para agradecer a los agentes del Cuerpo, su labor y ofrecerles su protección, en una de las estrofas del citado poema: “Hay tras vosotros otra sociedad /, más desprotegida y necesitada /, hay en vuestros coches patrullas un hada /, que os protege y os colma de bondad /”.


Han pasado ya dos años desde que aquel 14 de septiembre del 2018, la Unidad, accedió a mis requerimientos, y me permitió recitar dicho poema íntegro en sus dependencias centrales. Un emotivo encuentro en el cual estuvo presente su Jefe Inspector, acompañado de una veintena de hombres y mujeres del Cuerpo. Poema que entregué enmarcado a la Unidad como sello de mi inquebrantable cariño, y como muestra de agradecimiento a todos sus miembros por su labor y ayuda.

Hoy he tenido el enorme privilegio y la indescriptible satisfacción de volver a tratar con dos de sus agentes, uno de los cuales estuvo presente en aquel encuentro íntimo que mantuvimos. En esta ocasión el aviso se produjo, como en la mayoría de los casos, gracias a uno de los paseos diarios que realizo con mi mascota, principal protagonista de la mayoría de los rescates efectuados hasta la fecha. Comprenderán por tanto que además de amiga, compañera y amante espiritual, durante dieciocho años, se haya terminado convirtiendo en una musa que ha inspirado hasta la fecha, ocho poemas, cuatro en cada uno de los dos poemarios.

Como decía, en uno de esos paseos diarios, pude observar como “Pinta” - paloma apodada así por la belleza de sus manchas blancas, a ambos lados de su cara, y en el extremo de sus alas -, me permitió rebasar la distancia de seguridad establecida por su especie. Momento en el cual pude observar cómo a pesar de sus repetidos intentos al acercarme, el animal no podía volar. Una vez llegaron los agentes fueron informados – en la imagen aparece sujeta “Pinta”, por la mano de uno de los agentes -, estos procedieron a su traslado al CRAS (Centro de Recuperación de Aves Silvestres), situado en el Soto de Viñuelas, localidad próxima a Tres Cantos.

Como habrán podido observar he omitido en todo momento el calificativo de “policías”. Esta forma deliberada de referirme a ellos es debida a que considero que los hombres y mujeres de la UMA, son algo más que lo que comúnmente de conoce con dicho término. Porque entre sus funciones se encuentran la protección de la fauna, el comercio de especies, o la persecución de delitos medioambientales tipificados en las ordenanzas municipales.

Un agente de esta Unidad, es también un sanitario. Un hombre o una mujer que vela por la salud de los animales y de todos los ciudadanos. El coche patrulla que acude al auxilio de una criatura herida, se transforma en una ambulancia cada vez que dicho animal entra por alguna de las puertas de dicho vehículo, para ser transportado al “hospital” o centro sanitario correspondiente.

Han pasado cuarenta y cinco años desde aquel 14 de julio del año 1976 en el cual se presentó la primera patrulla verde de la Unidad, compuesta por un sargento, dos cabos, y veintidós motoristas. Patrulla entonces motorizada, llamada sí por el uniforme verde (casco, guantes, cinturón y brazalete) que portaban aquellos primeros efectivos, precursores de la actual UMA. Una labor que se vio interrumpida durante unos años, hasta que en el año 1.992, la Unidad es reimplantada, esta vez con una sólida estructura organizativa, que ha perdurado hasta nuestros días.

Es una pena que los anteriores equipos municipales no hayan considerado la posibilidad de recuperar aquel uniforme verde, color más representativo y acorde con el medio ambiente, y muy utilizado también en el gremio sanitario. Entretanto hoy, en honor a esta Unidad, despliego mis plumas y alas verdes al viento, y me sumo al vuelo que en su día lograron alzar aquellas aves heridas, que hoy surcan nuestros cielos. Gracias a las mujeres y a los hombres de la UMA.

José Luis Meléndez. Madrid, 23 de noviembre del 2020

23 de noviembre de 2020

Rimas prohibidas

SINOPSIS

El amor único y rosáceo, que nos presenta y vende la sociedad, prescinde de los diversos colores, esto es, de las diversas emociones y fases de las que consta el amor real. Hecho que acaba por convertirse en una trampa mortal para el individuo.


El autor aborda de una forma valiente y sincera, entre otros, el tema del amor, en toda su dimensión emocional. De ahí que Rimas prohibidas dé nombre al título de la obra. En ella se evidencia la naturaleza suicida del amor, como consecuencia de su guion monótono y encorsetado, que conduce por sí mismo, a sus protagonistas, a una muerte dolorosa y cruel.


Por el contrario, el amor verdadero y espiritual, desde el control de la pasión, se erige en un contrincante victorioso frente al amor instintivo y carnal, como un sentimiento más puro, elevado y altruista, que permite al amante compatibilizar su vida interior y su amor, de una forma más amplia, libre, e igualitaria, a todas las criaturas.


La renuncia, la evitación y la negación, se convierten de esta forma, en los antídotos perfectos contra «la soga y la doma» del amor convencional; y la emoción y la reflexión se complementan y equilibran entre sí, por medio de aforismos y de poemas satíricos y filosóficos, que enriquecen la rima, y dotan a la poesía de José Luis Meléndez, de una profundidad que no pasa desapercibida para el lector.

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José Luis Meléndez. Madrid, 21 de diciembre del 2020

13 de noviembre de 2020

Postureo nacional

Imagen del ensayo de alumbrado navideño 2020 (Telemadrid)

El verdadero patriotismo es apolítico y huye de cualquier postureo nacional

¿Se imaginan por un momento a una Autonomía lanzando su bandera contra otra región española? Pues algo similar está ocurriendo desde hace años en España, y parece que nadie se da cuenta. Me refiero al hecho en el que incurren algunas fuerzas del arco parlamentario, cuando utilizan la enseña nacional en cualquiera de sus actos o manifestaciones, intentando apropiarse de ella de una forma partidista, identificándola y arrojándola ideológicamente sobre otros ciudadanos que no piensan como ellos.

Hay antecedentes de algún partido que hizo lo propio en su día animando a los ciudadanos a utilizar la enseña nacional, parte de su  tiempo personal y de sus balcones, como espacio de fortaleza ideológica, en aras de sus propios intereses. Algo hasta entonces jamás visto en España. Lo cierto es que el manoseo ideológico y partidista de la bandera que nos representa a todos los españoles, por parte de dichas fuerzas, antes en balcones y ahora en casas, coches, y hasta en arneses y correas de animales de compañía - al parecer los animales también tienen nacionalidad, pero no Estados que los amparen y protejan -, ha traído y seguirá trayendo efectos muy negativos sobre la sociedad, o mejor dicho, sobre la patria que algunos creen defender, cuando se limitan a enarbolar dicho símbolo constitucional. Basta observar  la polarización que crea y la inestabilidad que ha traído sobre la sociedad y la economía del país, que en teoría, tanto les preocupa a estos salvapatrias.

Lo que resulta inaudito es que se condene a un líder autonómico como Torra por utilizar y poner un símbolo independentista sobre la fachada de un edificio público, y que no se haga lo propio con líderes políticos que utilizan de una forma impropia, indigna y partidista un símbolo nacional que nos representa y que en lugar de enfrentarnos, debería unirnos a todos los españoles. Es por tanto curioso, ver como las fuerzas que de una forma teórica creen defender su bandera, son las que menos respetan el símbolo que nos representa a todos los españoles.

De ahí que debiera reservarse el uso de la enseña nacional para actos institucionales que realmente representen e integren a todos los españoles. Pero para que dicha utilización, normalización y respeto hacia nuestra bandera tenga lugar, sería necesaria una modificación en nuestro ordenamiento jurídico que contemple e integre dichos aspectos básicos.

Evidentemente no es lo mismo ser español, con todo lo que ello implica, que  sentirse en determinados momentos más español que ninguno. El primero no necesita recurrir a elementos externos que le aporten seguridad y refuercen su identidad, mientras que el segundo necesita exteriorizar su condición, como símbolo de distinción y de superioridad social, más que como elemento de unidad nacional. Es lo que podría definirse como patriotismo de clase.

Existe, sin embargo, otro tipo de patriotismo nacional más ligado a la defensa nacional del territorio – patriotismo territorial -, que a la salvaguarda de los derechos sociales o necesidades básicas que integran su concepto de patria, tan limitado como particular – patriotismo social -. Un patriotismo  de tela, fachada, muñequera y balcón – es más fácil colgarse una bandera en la muñeca, que demostrar con palabras y actos el verdadero amor que uno siente por ella -. O acudir a una manifestación de vez en cuando, que ponerse un uniforme y defender los colores nacionales. Y no me refiero a los de la Selección precisamente.

El mayor regalo que le puede ofrecer uno a su patria no es su vida, sino su obra. En otras palabras, para defender una causa, no es necesaria morir por ella. Porque con ello perderíamos la ocasión de volver a quererla y defenderla. No existe más patriotismo en los cuarteles que en los hospitales. En los dos lugares se defiende la patria. En unos más el territorio y en otro más la vida de los ciudadanos.

Es hora de que este país tome nota y aprenda de todos estos ciudadanos, que sin portar banderas dan cada día lo mejor de sí mismos, de una forma anónima, en aras de la paz, de la salud y de un país mejor para todos. Gracias a ellos aprendemos que ser un buen patriota no es lo mismo que ser un buen ciudadano. A veces paseando por algunas zonas de Madrid, da la impresión de que hay más cuarteles, que ciudadanos dispuestos a defender el verdadero patriotismo: aquel que además de ser apolítico huye de cualquier tipo de postureo nacional. Porque entonces termina por convertirse en un nacionalismo, o nacional populismo.

Dentro de unos días, concretamente la última semana de este mes de noviembre, en muchas ciudades españolas se procederá al tradicional encendido navideño. Y como novedad el Ayuntamiento de Madrid, se ha sumado a esta nueva ola de nacionalizar no ya una fiesta, sino una campaña religiosa, que hasta la fecha de hoy ha sido respetada y estado exenta de cualquier símbolo constitucional o de Estado. No es el caso del actual Consistorio madrileño representado por el alcalde Martínez Almeida, el cual ha decidido decorar el eje Prado – Recoletos, que discurre desde Neptuno a Colón, con una enseña nacional de un kilómetro, formada por miles de bombillas, lo cual elevará el gasto total de encendido a 3,17 millones de euros. Un hecho que ha sido criticado en las redes, en un momento como el actual en el cual faltan sanitarios, y se mantienen cerradas algunas Unidades médicas.

Lejos quedan con esta actitud los esfuerzos medioambientales con el proyecto Madrid 360 que pretendía reducir la contaminación en la ciudad. Pero lo que más llama la atención es entender el significado de una enseña nacional de semejantes dimensiones, en unas fiestas religiosas como son las Navidades. Unas Navidades que según parece algunos quieren que sean de sentimientos más nacionales que universales y que desvirtúan el mensaje tradicional de estas fechas. En otras palabras, ¿qué tienen que ver los símbolos nacionales con los religiosos, y viceversa? ¿Va a ver a partir de ahora fiestas hibridas, mitad religiosas y mitad nacionales? De ser así cabe imaginarse lo indignada que debe sentirse la Virgen del Pilar. En primer lugar por deslucir un acto eminentemente religioso, como es la Navidad. Y en segundo lugar, ante semejante precedente, si no se comprometen a partir de ahora, a sacarla en procesión  en el desfile que tendrá lugar el próximo día Doce de octubre, Fiesta Nacional, y de día de su onomástica.

Las banderas dividen y enfrentan a los ciudadanos cuando se permite hacer una mala utilización de las mismas. Ahora muchos nacionalistas creen convertirse en patriotas. Y prefieren lucir la enseña en el exterior de sus mascarillas, antes que llevarla bordada por dentro, lo cual les permitiría además de besarla, sentirla más cerca.

José Luis Meléndez. Madrid, 3 de noviembre del 2020.

7 de noviembre de 2020

Militares

Las guerras no las crean los militares, sino los malos políticos

Callan, pero otorgan. La neutralidad a la que se ven comprometidos, les impide pronunciarse sobre temas políticos que afectan a la honorabilidad de su profesión. Aprenden a obedecer antes que mandar, y saben estar allí donde se les requiere.

Ser militar es una profesión que requiere una gran vocación. Y como es sabido, todas las actividades que requieren vocación, tienen ciertas exigencias, que no todos son capaces de cumplir.

En los tiempos que corren, sin embargo, se ven a muchos patriotas de bandera en balcón y muñequera, que ni la han jurado, ni la han correspondido, hasta el punto de llegarse a jugar la vida en un acto ejemplar de entrega hacia los suyos y su país. Se echa por tanto en falta un merecido reconocimiento por parte del Estado hacia todas esas personas, que un día abandonaron su familia, sus proyectos personales y profesionales, para convertirse por siempre en hombres de Estado. De manera especial a aquellos que lo hicieron de una forma voluntaria y durante más tiempo. Y una manera de reconocer dichos servicios sería considerar como cotizado a la seguridad social dicho periodo, a efectos de jubilación.

En mi más tierna adolescencia, mi familia me ofreció la posibilidad, como hijo del Cuerpo, de acudir a un acto de conmemoración en la Base de helicópteros, que las FAMET - Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra -, tienen ubicada en la localidad madrileña de Colmenar Viejo. Un recinto militar en donde años después de la fase de instrucción del CIR - Centro de Instrucción de Reclutas -, realicé durante quince días la fase de adaptación o campamento, antes de ser destinado al centro de transmisiones de la JEFAMET -Jefatura de las FAMET-, situada en el interior del Cuartel General del Ejército.

Ese día, sus majestades los reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, acudieron a dicho acto, acompañados del príncipe don Felipe. Entonces era un niño rubio y tímido de ojos azules. Aproveché uno de los momentos en el que estaba cerca, me dirigí a él por su nombre, y tuvimos la oportunidad de estrecharnos la mano, en uno de los hangares del Bheltra V - Batallón de la Unidad de helicópteros de transporte -, cuyo ejemplar más conocido es el Chinook, helicóptero de grandes dimensiones, dotado de dos hélices. Hoy en día es el rey de España.

La disciplina, el orden y la jerarquía, son valores en los que el futuro militar será formado. Pero existe un requisito que no suele explicarse, y que va más allá de entregar la vida. Y es el de cumplir la orden de matar a alguien. Tenga razón o no. Otra cosa es hacerlo en defensa propia. Gracias a esa reflexión que me lanzó un militar como mi tío, conseguí entender que las personas están por encima de los territorios, y de los deseos irracionales e injustos de los demás. A través del servicio militar, que entonces era obligatorio, tuve la ventaja de elegir destino como voluntario.

Durante más de un año tuve la inmensa suerte de compartir relaciones y alguno de esos valores, con personal de Estado Mayor. Personas educadas y amables. Pero también profesionales poseedores de una altísima cualificación personal y humana. Nunca se le olvidarán a este ex soldado los saludos de los Generales, una vez cumplido el CIR, y el campamento en la base de helicópteros de Colmenar Viejo. Aquellos saludos correspondidos por parte de aquellos soldados de altísima graduación, le producían a uno unas sensaciones de reconocimiento, igualdad, respeto y honor hasta hoy indescriptibles.

Hasta aquí la parte bonita. Porque también he visto a mi padre comprobar los bajos de su coche cada mañana, antes de salir a trabajar, vestido de uniforme de faena. Y he echado, al igual que él, en falta durante largos días su presencia y su compañía, las veces que fue destinado fuera de España a defender los intereses de todos los españoles, incluidos los de aquellos que reniegan de las personas de este colectivo.

Es cierto que las Fuerzas Armadas gozan en la actualidad de un gran prestigio entre los españoles. Sin embargo, desde algunos sectores del progresismo más sectario, se sigue viendo a los militares como hombres de guerra, más que como hombres de paz, pertenecientes a una fuerza más disuasoria, que bélica.

Este desprecio supone una gran injusticia hacia todos los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas. Porque las guerras no las crean los militares, sino los políticos. Estos son por tanto los que tendrían que ser puestos en cuestión, y no el personal de las FAS, formadas por hombres y mujeres mucho más comprometidos. En otras palabras: si existieran buenos políticos, no existirían militares. Eso sí, cuando se trata se misiones humanitarias, llega la UME - Unidad Militar de Emergencias -, o cuando hay que escoltar la casa de algún político, no estorban.

Hoy gracias a estas líneas he entendido de una manera rotunda aquellas palabras que un día me dijo mi padre: “Hijo mío, si un día me pasa algo, no quiero que entre ningún político en casa”. Palabras que hoy no tengo el mínimo reparo en recordarlas y hacerlas públicas.

Porque los militares son una consecuencia del fracaso de los políticos. Y los ciudadanos son los que terminan pagando sus consecuencias.

José Luis Meléndez. Madrid, 15 de junio del 2019. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org.

1 de noviembre de 2020

Famosos y populares

El precio de la fama es mucho más caro que el de la popularidad

No creo como se dice y se piensa que España sea un país de cotillas. Eso supondría afirmar que la mayoría de españoles son deportistas porque ven partidos deportivos.

El verdadero cotilleo suele ser dañino para uno mismo y los demás. El chismorreo y los rumores que se producen en el ámbito familiar y laboral por el contrario, sí que suelen conllevar trágicas y tremendas consecuencias, como son las rupturas irreconciliables, las ruinas económicas, las depresiones y las tendencias suicidas.

Existen personas que unen equipos humanos y otras que de forma consciente y premeditada echan por tierra el trabajo y el sacrificio que aquellas dejaron, gracias al amor y a la nobleza que demostraron en su vida, como es el de mantener unido y cohesionado el grupo.

Un programa de corazón después de un telediario o la lectura de una revista, no constituyen por si mismos un agravio personal ni social, si no sobrepasa los límites de la moral y del género visceral y sanguíneo, que termina pleiteando en los tribunales, entre los compañeros del plató. Entonces la prensa rosa termina por convertirse en un formato televisivo de colores más siniestros y terroríficos, en donde la información y la tertulia civilizada y sosegada termina dando paso a la intimidación y la descalificación.

Constituye por tanto una injusticia referirse a los lectores y espectadores de dicho género con dichos calificativos, cuando lo que la inmensa mayoría busca es desconectar de sus tensiones diarias, de su trabajo, o de su vida personal durante unos minutos.

Hay personas que han llegado a adquirir semejante condición gracias a otras personas reconocidas socialmente, mientras que otros han conquistado la fama, gracias a su profesión, o a su carisma personal. Esta es la diferencia que desde mi punto de vista existe entre un personaje popular y otro famoso.

El famoso nace como consecuencia de su trayectoria personal y/o profesional. El popular se hace gracias a la ayuda del primero, lo cual nos lleva a concluir que un personaje popular nunca podrá llegar a ser famoso y viceversa. A las personas famosas no les hace falta vender su vida. Por el contrario las personas populares son más dadas a los reportajes y a las exclusivas, y sus relaciones suelen ser menos duraderas y estables que la de los primeros.

Las continuas exposiciones mediáticas de las personas populares motivadas por sus intereses personales y económicos, la superficialidad de sus relaciones, así como el cortoplacismo en los cuales están basadas dichas uniones, impiden que se prolonguen en el tiempo más allá de lo que lo haría una pareja convencional.

Es difícil llegar a entender el matiz que se le da a la crónica social cuando se la denomina prensa rosa o del corazón. Máxime cuando algunos programas de televisión se emiten en unas horas en las que el estómago es el protagonista de las sobremesas. ¿Qué corazón existe cuando un miembro de una pareja demanda a al otro y lo hace público? O cuando un ex hace declaraciones públicas revelando aspectos íntimos y personales de su relación.

Las revistas de crónica social no son publicaciones exclusivas de los admiradores de la cardiología emocional de nuestras celebrities, ya que incluyen secciones como decoración, jardín, hogar, belleza, cocina o salud, gracias a cuales, otros órganos del cuerpo como el cerebro, la vista, o el estómago, tienen la oportunidad de retroalimentarse, razón por la cual dicho género debería dejar de llamarse prensa del corazón.

Se tiende asociar la fama con el éxito cuando lo cierto es que muchos personajes de éxito no son famosos, ni conocidos, y muchos personajes populares que salen en los mismos lo hacen por su situación de fracaso matrimonial, personal o laboral.

Los famosos aparecen y parecen felices en sus instantáneas. Casi nunca aparecen tristes, con unos cuantos kilos de más o en actitudes comprometedoras. Pero lo cierto es que también sufren, lloran, e incluso desarrollan fobias y depresiones como consecuencia de la falta de respeto y de privacidad a la que se ven sometidos ellos y sus familias, por algunos paparazzi indiscretos.

El precio de la fama es mucho más caro que el de la popularidad porque el famoso es más reacio a sus apariciones públicas, mientras que el personaje popular es más propenso a sobreexponer su vida personal, y su imagen pública. Pero el precio de la vida personal lo es infinitamente mayor si se tienen en cuenta valores como el anonimato, la libertad, y la intimidad.

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de Mayo del 2019. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

25 de octubre de 2020

Pandemias

Son los seres humanos, y no los animales, los que están provocando las pandemias

La relación del hombre con el medio ambiente, con los recursos de la naturaleza, y con los seres – animales y vegetales- que en ella habitan, sigue siendo de una inmoralidad y de una irresponsabilidad tal, que está provocando en su propia especie, un aumento de enfermedades y muertes directamente relacionadas con la actual pandemia.

El aumento de los huracanes, de las inundaciones, de los incendios, de la toxicidad del aire, del mar y de la tierra, así como el consumo excesivo de alimentos perjudiciales para la salud, como son las carnes rojas, la bollería, son factores que unidos a la vida sedentaria que nos ha traído el confinamiento, están afectando de una manera directa a nuestra salud física y mental, tales como la obesidad, o la aparición de nuevos trastornos psicológicos derivados de la covid.

Hace años fue el sida, el ébola y el SARS. La aparición de este último, recordemos, se produjo como consecuencia de una zoonosis, es decir por la transmisión de animales portadores. Hoy se sabe que el salto de este último a los humanos en 2004 se produjo como consecuencia de la comercialización de animales salvajes – vivos y muertos -, en los mercados chinos. Pero el país en lugar de cerrar dichos mercados decidió mirar para otro lado, y no lo hizo.

Dieciséis años después nos encontramos con una pandemia de dimensiones preocupantes y de efectos desoladores. La apabullantes cifras de contagiados y fallecidos por el virus en el planeta, y las acusaciones y miradas críticas, aún infundadas, pero mayoritariamente consensuadas por los científicos, han hecho reaccionar al gigante oriental.

Los efectos colaterales de la covid han sido lo suficientemente contundentes para que el Ministerio de Agricultura del gobierno chino, haya decidido considerar a los canes, animales de compañía. La medida aprobada justo antes del verano, supone que a partir de dicha fecha, queda prohibida la explotación y el sacrificio de estos animales en granjas, así como el consumo de carne en los restaurantes. Si bien seguirá siendo legal el comercio de animales vivos para su uso en la medicina tradicional.

Con la actitud receptiva y de concienciación del gigante asiático, Pekín intenta expiar las presuntas e injustas responsabilidades que a fecha de hoy se le achacan, tal vez de una forma tan precipitada, como injusta, a falta de pruebas fehacientes que lo demuestren de una forma categórica. De ahí que las autoridades chinas, ante las presiones ejercidas durante años por grupos animalistas y ecologistas, hayan decidido suprimir de igual forma el consumo humano de especies exóticas, y las pruebas químicas de cosméticos y artículos de higiene, aplicados en la piel y en los ojos de los cobayas, a partir del próximo año, cuyo fin es comprobar el grado de irritación que dichos productos, tales como champús o perfumes, producen en el ser humano. Pruebas que no obstante, seguirán siendo obligatorias para los “cosméticos especiales”, como son las cremas solares, champús infantiles, o anticaída de cabello.

En los noticieros se tiende a informar de una forma excesiva de las medidas de cómo prevenir el contagio de la covid, pero muy poco de por qué, o mejor dicho, de cuáles son las verdaderas causas de la pandemia. ¿Se trata tal vez de una forma de evitar las correspondientes responsabilidades por parte de las Administraciones locales, autonómicas, en cuanto a políticas medioambientales de algunos gobiernos nacionales?, ¿O quizás es un modo de desviar la atención, ante un hipotético aluvión de demandas por parte de los ciudadanos hacia las respectivas Administraciones, ante la pésima gestión de la pandemia, como la que ha presentado a mediados de septiembre Oxfam Intermón, Ecologistas en Acción y Greenpeace, contra el gobierno español, por inacción ante el cambio climático?

Lo cierto es que según afirma Delia Grace, veterinaria, epidemióloga, profesora de Instituto de Recursos Naturales de la Universidad de Greenwich, científica del Instituto Internacional de Investigaciones Pecuarias (ILRI), y experta de la ONU en zoonosis, es que son los seres humanos - y no los animales -, los que están provocando las pandemias. Para prevenir una futura zoonosis, Grace cree que es necesario disminuir el incremento de proteínas animales y de especies silvestres, apostar por la explotación sostenible de la agricultura y de los recursos naturales, modificar el tratamiento del suelo y de sus técnicas de extracción, reducir el tráfico de transporte y de desplazamientos para minimizar las emisiones de Co2, frenar la excesiva urbanización, rebajar las alteraciones de las alteraciones en la cadena alimentaria, y combatir el cambio climático.

Pero las consecuencias futuras de esta falta de sensibilidad, empatía y solidaridad del hombre con respecto a su planeta, a su propia especie, y sus mismísimos descendientes, no terminan ahí. Hace unos días Joe Biden – Candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos -, advirtió en uno de sus debates televisivos a su contrincante republicano: «El cambio climático está aquí. Vamos a pasar el punto de no retorno en los próximos ocho o diez años».

Quiere esto decir que la especie humana ha fracasado y no ha conseguido desde hace décadas sacar a su propio planeta, esto es, a su propia casa, de la UCI. No sería pues nada extraño que para entonces nos encontremos en un estado de coma avanzado, en las mismas circunstancias que ahora, es decir, sin una vacuna o un remedio capaz de revitalizar sus constantes vitales, sin ningún otro planeta al cual trasladarnos, y corramos la misma suerte que el de otras miles de especies que ya hemos extinguido. Tal cual. He aquí la verdadera "zoonosis" o desastre que ha propiciado el hombre con respecto a sí mismo y a las demás especies.

Es por tanto atrevido, injusto y muy poco objetivo, culpar a un solo país de la propagación de la actual pandemia, cuando todos y cada uno de los habitantes de esta nave espacial que es la tierra, son – somos – los responsables del actual estado del planeta, y de las consiguientes respuestas de este con respecto al ser humano. ¿O acaso los chinos son también los responsables de las muertes de los tornados y las inundaciones que asolan el país del señor Trump…?

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de octubre del 2020. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

19 de octubre de 2020

La capacidad de sorprenderse

Lo inesperado le ofrece al hombre la capacidad de sorprenderse a sí mismo y a los demás

Hay algo que lleva implícita la monotonía, y es esa sensación de confort y de seguridad que proporciona. La rutina facilita al ser humano a través de la vida diaria, su integración social. Según sea su intensidad y su campo de acción será más o menos acentuada su influencia sobre el individuo.

Con la irrupción y el avance de la tecnología en la sociedad del siglo XXI, la monotonía ha convertido al ciudadano, en un ser más rutinario y sedentario. Uno de los efectos que la monotonía provoca en el individuo es el cansancio y el aburrimiento. El ser humano de hoy en día vive en una sociedad de comportamientos tan estereotipados que cualquier imprevisto o situación inesperada, como puede ser el caso de una copiosa nevada, puede provocarle importantes perjuicios a la hora de desplazarse, haciendo que pase desapercibida una escena tan hermosa y única.

La monotonía como consecuencia de su uniformidad y falta de variedad ha adquirido con el transcurso del tiempo un significado peyorativo. Asunto que no es de extrañar si se tiene en cuenta que sus efectos se extienden más allá del círculo personal. La monotonía que puede ser beneficiosa a efectos de productividad, a la hora de desempeñar las funciones propias de cada puesto en el trabajo, se convierte sin embargo, en la enemiga íntima de las relaciones sociales.

Los círculos de amigos, pero sobre todo el mundo de la pareja, lo sufre con una especial virulencia, provocando en la mayoría de las ocasiones, rupturas traumáticas entre sus miembros. Mientras que la monotonía es capaz de separarnos, lo inesperado es capaz de unirnos. Una muestra evidente de ello son las performances sociales o las catástrofes naturales. En ellas las personas se unen de una forma natural por motivos solidarios y de pertenencia al grupo.

Es más fácil reaccionar a lo conocido que a lo inesperado. La monotonía, ante su falta de estímulos, disminuye nuestra capacidad de reacción. No es de extrañar por tanto que existan multitud de profesionales dispuestos a ayudarnos en determinados momentos de nuestras vidas; a reaccionar y a adaptarnos a lo inesperado. Las compañías de seguros, los psicólogos, los servicios de emergencias, minimizan con su labor nuestras reacciones. A estas situaciones inesperadas que en muchas ocasiones pueden llevar a quien las padece al borde de la desesperación.

Lo inesperado forma parte de la vida. Pero no todas las situaciones sorpresivas son negativas. Nadie esperaba venir a la vida, o conocer un día a la persona con la cual compartiría el resto de sus días. El hombre es un animal de costumbres. La naturaleza también tiene sus ciclos repetitivos y monótonos como son las noches y los días. El peligro está cuando el hombre se aleja, pierde el contacto y el contacto con su esencia. Entonces se convierte en una autómata social, y pierde la capacidad de sorprenderse a sí mismo.

La mejor forma de adaptarse a lo inesperado es empezar a salir de la inercia de ese circuito monótono y comprobar de esta forma que uno es capaz de tomar la iniciativa. Solo así el hombre podrá darse cuenta que lo inesperado es una oportunidad que la vida le ofrece al hombre, con el propósito de que éste no pierda la capacidad de sorprenderse a sí mismo y a los demás.

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de enero del 2019. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

11 de octubre de 2020

La medalla

Reconózcase pues la impertinencia y la incoherencia de la diputada y concédasele la respectiva medalla

El día 2 de octubre, el Cuerpo Nacional de Policía, celebró como de costumbre su fiesta patronal, la de los Santos Ángeles Custodios,  acto al cual acudió el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. El momento más emotivo de dicho acto estuvo protagonizado por la entrega de seis condecoraciones a seis perros policía - Son Neo, Yuko, Elko de Parayas,  Ginger, Bull, y Alba-, en reconocimiento a su labor, de manera especial en detección de drogas y tenencia de armas.

Se ignoran las vidas humanas que estos canes han salvado hasta la fecha, gracias a la valiosa colaboración del Cuerpo, con estos animales. De lo que sí se tiene constancia es que uno de ellos – Elko de Parayas -, sufrió un disparo el pasado mes de julio, mientras defendía a su guía en uno de los operativos de la Unidad.

La diputada del PP, Ana Vázquez, no ha llegado hasta tal punto, en uno de sus ataques al gobierno, entre otras cosas, porque es muy seguro que no se hubiese jugado la vida por su líder, como aquel día lo hizo el noble y valiente Elko. La fidelidad humana como saben tiene sus límites, y no hablemos ya de la ideológica. Aún así, la diputada no desistió  en sus intentos, dirigió su mirada y sus fauces hacia su presa y exclamó: “Hoy nos enteramos que condecoraron a seis perros: qué desprecio hacia la Policía y la Guardia Civil, a los que niegan esos mismos condecoraciones, que el Ministerio de Defensa, acaba de dar a los militares”.

La diputada por lo que se ve desconoce, o más bien ignora, de una forma malintencionada dos aspectos. El primero de ellos es que los perros policía, como su nombre indica, son miembros del Cuerpo, lo cual ya constituye un desprecio hacia la verdad, hacia el auditorio, y hacia los ciudadanos. Y el segundo, el vínculo afectivo que le une a un perro con su guía y viceversa, motivo por el cual, lejos de constituir un desprecio, estoy seguro que ha sido un honor por parte de la Unidad Canina de la Policía, recibir estos galardones, así como por parte de sus compañeros de servicio.

La señora diputada ve desprecio en donde solo hay reconocimiento. Lo que realmente le ha ofendido a su Señoría, es que no hayan sido condecorados ni estado presentes, otros miembros de la Unidad, y que en su lugar una figura que no es la humana, haya sido la protagonista y la homenajeada por la sociedad, por sus propios compañeros de Unidad, y del respectivo Cuerpo. Palabras con las cuales ha omitido su condición de miembros activos del cuerpo, y desprestigiado de una forma indirecta, a los destinatarios de este homenaje, menoscabando con ello la labor que realiza el Cuerpo Nacional de Policía, gracias a la inestimable y exclusiva participación de estos animales.

Al parecer los perros que velan por la seguridad de los españoles, no merecen una ceremonia y una condecoración exclusiva y especial. Que no cobren, que no tengan derechos igual que sus guías, que vivan menos años, y que se jueguen la vida por los ciudadanos y sus guías, los 365 días del año, no son motivos suficientes para la señora diputada.

Tras ser interpelado por las palabras de la señora Vázquez, Rafael Pérez, Secretario de Estado de Seguridad, le ha contestado a la diputada popular: “Ellos – refiriéndose a los perros -, salvan vidas, las vírgenes aún está por ver”, en alusión a la medalla al mérito policial que el entonces ministro Jorge Fernández Díaz, otorgó a Nuestra Señora María Santísima del Amor, la cual no parece haberle amparado, al menos en el aspecto judicial hasta la fecha. Sus motivos tendrá.

Ni el señor Fernández Díaz despreció a los Santos por encomendarse a la Virgen, ni conceder condecoraciones a los canes, constituye una ofensa hacia los los agentes de las Fuerzas de Seguridad, ni de los sanitarios, que puestos a solicitar, también merecen su respectivo reconocimiento por la labor que han realizado y que aún llevan a cabo, durante la presente pandemia. Reconózcase pues la impertinencia y la incoherencia de la diputada y concédasele la respectiva medalla.

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de octubre del 2020. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

5 de octubre de 2020

A mis dieciocho

A mis dieciocho años puedo presumir de no haber sufrido ninguna separación, ni de haber dejado a ningún novio

Las revistas del corazón me ponen del estómago, motivo por el cual, siempre he rehuido las exclusivas. Y no ha sido precisamente por falta de propuestas, pues como ustedes saben, soy Directora Adjunta de La pluma en ristre. No tengo por tanto nada que envidiar a esas famosas celebrities nacionales e internacionales del papel couché, que aparentan con sus posados pactados, cobrados y artificiales, una vida de ensueño. Entre otras cosas, porque para ser y sentirse princesa, como yo, no hace falta tener una mansión, ni un aburrido millonario al que aguantar y agradecer cada día con muestras de afecto, la preciada estancia en su cárcel de oro. Esa es una de las ventajas que tenemos las mujeres caninas: que no tenemos que casarnos ni vender nuestra libertad a otro miembro de nuestra especie. Sabemos diversificar nuestras emociones y canalizarlas de una forma igualitaria a los demás miembros de nuestra manada.

Rehuyo por tanto de la exclusiva y concedo a cambio, ante las peticiones insistentes y cariñosas de mi padre estas palabras a los lectores de La pluma en ristre. Lo hago, al contrario que las protagonistas de esas revistas, pidiendo disculpas a los mismos, ante el posible distanciamiento que han podido percibir a lo largo de estos años por parte de mi persona, cuando lo que he pretendido, es salvaguardar la discreción de mi vida diaria.

Algunos aseguran que los gatos tienen siete vidas. Yo gracias a la manada que un día me acogió, estoy hoy en condiciones de afirmar que he sobrepasado con creces ese número, ya que recientemente he cumplido mi décima vida. Unas vidas que siempre han ido en sintonía con la calidad de mi existencia, la cual aprovecho para agradecer a toda mi familia.

Siendo cachorra, Emilio, un pastor de Castrojimeno, me compró por trescientos euros y me trajo a este pueblo perteneciente a la provincia de Segovia. Entonces me llamaba Salma. Emilio le propuso a mi familia la adopción, ya que no valía para el rebaño. De no haberle hecho caso hoy no estaría aquí. Ya en Madrid, una mañana me perdí. Mi padre y yo estuvimos buscándonos hasta que logramos encontrarnos, después de una hora. Nunca me olvidaré de los latidos de mi padre, cuando me cogió en brazos.

La tercera vez que nací fue en una acera. Mi padre me tenía atada en un semáforo en rojo, esperando que cambiase de color. En un instante un coche pasó casi tocando el bordillo. Años más tarde sufrí primero una mordedura en el cuello de mi vecina, y años más tarde, fui víctima de la violencia machista de mi entonces vecino, un macho Shar Pei que me abrió el vientre, ante lo cual tuve que ser operada de urgencia en la Clínica Veterinaria Torrejón, situada en dicha localidad, y que regenta mi prima. Hace un par de años, como consecuencia de una infección en la boca, a mis dieciséis años, volvió a operarme con riesgos, como consecuencia de mi avanzada edad, de un soplo que tengo en el corazón, y de la anestesia general que me tenían que practicar. Mi familia fue advertida de la gravedad, y la operación al final salió bien.

Después de tan largo historial creía que no iba a sufrir más sobresaltos. Pero un día de consulta veterinaria, ante el miedo que aún provoca mi visita a las consultas médicas, logré escaparme por la puerta, hasta que mi padre consiguió cogerme en el bordillo de una carretera. No ha sido, reconozco, la única vez que me he dado a la fuga. Este año como consecuencia de una infección en la boca que me impedía comer y beber, de regreso de la veterinaria del barrio, logré escaparme, al soltarse el arnés falso y provisional que me habían puesto. El familiar que me acompañaba, llamó a mi padre, y éste logró rescatarme de en medio de una carretera. Comprenderán ahora por qué no envidio a los gatos.

Hace unos días se me agravó la infección que tenía en la boca. Sufría por momentos  algunos dolores que provocaban que emitiese algún chillido que a su vez sobresaltaba a mi manada. Tras una visita a mi prima Maribel, volvió a manifestar su preocupación a los míos, esta vez de una forma más seria, ante los riesgos consabidos de una nueva intervención. Tras un silencio, mi familia asintió, y programaron la intervención para la semana siguiente. Durante la semana los míos intentaron disimular lo mejor que sabían  y podían su preocupación. Habían sido advertidos de las fatídicas consecuencias de la operación. Desde entonces fui consciente de la gravedad de la operación, ante lo cual muchas noches nerviosa al no lograr conciliar el sueño,   despertaba a mi padre, para que me sacara a la calle, y poderme así relajar un poco.

La cita de la operación fue el día 1 de octubre a las once de la mañana. Mi padre acudió, en contra de lo que yo creía muy sereno, lo cual me ha llevado a pensar que estuvo preparándose toda la semana. Permanecimos en las inmediaciones de la clínica para que yo estuviera más relajada, hasta que nos llamaron para que entrásemos al interior. A la operación acudió esta vez todo el equipo veterinario de mi prima. Primero me pesó Juan Carlos, uno de los tres veterinarios, y momentos después volvió a salir, para pincharme la primera dosis de la anestesia, en la parte trasera del cuello. Un cuarto de hora después acudió a mi encuentro Laura, socia de mi prima, y me puso la segunda dosis en el muslo de mi pata derecha trasera. Luego por recomendación de Laura, me cogió mi padre en brazos hasta que me quedé dormida, momento en el cual salió Laura a meterme a quirófano. Minutos después, según me han contado, acudió mi prima, a la cual puso en antecedentes mi padre, mientras me encontraba dormida. Eran las once y diez de la mañana.

A las doce y cuarto mi prima avisó a mi padre y un familiar que se encontraban en un bar cercano que la operación había salido bien. A la una menos cuarto volvieron a llamar para informar que había sido reanimada. A la una menos diez, aparecieron mis familiares, y mi padre me cogió en brazos por espacio de medio hora,  mientras hacíamos tiempo en la sala de espera. Durante todo ese tiempo emití todos los gritos que jamás pensé, como consecuencia de la extracción de dos piezas dentales, de la ajustada anestesia que el equipo me dispensó, y del dolor y mal rato pasado. Ni siquiera media hora después, una vez en casa, como se puede apreciar en la imagen podía andar con naturalidad, ya que la parte trasera aún la tenía dormida.

A mis dieciocho años puedo presumir de no haber sufrido ninguna separación, ni de haber dejado a ningún novio. Tampoco de haber necesitado vender ninguna exclusiva que empobreciese mi imagen, mi vida personal, intima, familiar y profesional que siempre he llevado. En la actualidad continúo ejerciendo mis funciones como Jefa redactora de La Pluma verde, y Directora Adjunta de la Pluma en ristre. Además he contribuido a la cultura de mi país, habiendo participado como musa con cuatro poemas en la primera obra de mi padre Versos arrimados, y de otros cuatro en el libro que dentro de unos días saldrá a la venta, del cual no estoy autorizada a dar más datos.

Nadie me enseño mis dotes de musa, ni mi formación de princesa. Yo sola, he sabido por mí misma, elevarme sobre mis derechos de cuna. Y eso es algo que no puede decir cualquiera.

Kutxi Meléndez

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José Luis Meléndez. Madrid, 5 de octubre del 2020

28 de septiembre de 2020

El móvil

El móvil nos ha robado las visitas, el álbum de fotos, y las comidas familiares

Ya no suena el teléfono con la cadencia interrumpida de antaño. Entonces era el hilo más inmediato que nos unía. El lugar en el cual solía estar ubicado, era uno de los más anhelados. Por él pasaban todos los miembros de la familia. La mayoría de sus conversaciones eran públicas y se compartían entre todos los miembros. El teléfono pasaba de una mano a otra y cohesionaba de esta forma la unidad familiar. La mayoría de las veces ocurría cuando la llamada no era para nosotros, o a la hora de compartir la felicitación de alguna onomástica.

Hace más de una década que el móvil acabó con el teléfono. Desde entonces nos oímos pero nos escuchamos menos. Antes la llamada se producía para comunicarnos algo especial como una inminente visita, o simplemente para saber de nosotros, momento que se aprovechaba para preguntar por todos los allegados.

Desde la aparición del móvil la comunicación se ha individualizado y ha perdido en gran parte la función social que nos mantenía más unidos como grupo humano. Por eso a fecha de hoy sigo manteniendo esta aversión a la oficina de bolsillo. Es cierto que la aparición del Smartphone, incorpora algunas funciones que ayudan al usuario en su vida diaria. Pero no es menos cierto que dichas prestaciones las paga el usuario con esas, y otras disfunciones, que afectan de manera directa a su vida personal.

Con el eufemismo de móvil, las empresas tecnológicas nos venden una oficina móvil de bolsillo, factura que paga en tiempo el usuario al poder dedicarse a otras actividades enriquecedoras, que le pueden hacer crecer como persona. Por lo que se puede constatar, que no solo es una cuestión de tiempo, sino de energías desaprovechadas, a las que habría que sumar factura mensual de la empresa, para saber cuál es el coste real de su utilización.

A través del teléfono fluía la comunicación y la emotividad de una forma directa, sin intermediarios, ni memes, que desvirtuasen nuestros mensajes y nuestros sentimientos. No cambiaría nunca un “te quiero” hablado, por otro escrito. El tono de la voz y la forma de decirlo, e incluso de repetirlo si es preciso. El móvil por el contrario nos ha robado las visitas, el álbum de fotos, y las comidas familiares.

El teléfono por cable supo darnos la libertad y la verdadera independencia. Entonces nos relacionábamos de una forma natural, y no hacía falta ir con el holter adherido al cuerpo, las veinticuatro horas del día, sin caer en la cuenta de su enferma adicción.

No me fío de un aparato en el cual tenga que invertir más tiempo del que uno necesita, y que por si fuera poco, puede ser hackeado. No me fío del nombre engañoso que le han puesto, ni del adjetivo sospechoso de “inteligente”, cuando lo que hace es convertir al usuario, en un tonto a su servicio. Ni estoy de acuerdo con el sustantivo de “móvil”, cuando el usuario se mueve más utilizándolo con un dedo, que desplazándose adosado a él como una bomba lapa.

No me gusta el móvil. Puestos a elegir prefiero el despertador: suena una vez al día pero gracias a su sonido, te ayuda a aprovechar el día. Y por supuesto antes de darme de baja de una red social, me daría de baja de un Smartphone.

José Luis Meléndez. Madrid, 12 de enero del 2019. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

16 de septiembre de 2020

2ª Fiesta nacional

¿Estaremos los madrileños ante los comienzos de una segunda “Fiesta" nacional...?

Hasta el día de hoy los madrileños desconocíamos la supuesta obsesión, o tal vez afición, que profesa nuestro alcalde, Martínez Almeida, por los árboles muertos. Hace unos días, en uno de los paseos que acostumbra a dar para encandilar a sus vecinos, más que para interesarse por sus problemas y opiniones, se le pudo ver deambulando por una de las galerías comerciales del Camino Viejo de Leganés, ubicado en el distrito de Carabanchel, acompañado por el Concejal de distrito. Imágenes que muchos telespectadores pudimos contemplar en el programa de televisión Todo es mentira, que presenta Risto Mejide, y que emite la cadena de televisión Cuatro.

Mientras dirigía su mirada a un carnicero, y a sus herramientas de trabajo, entre las cuales se encontraba una tabla de cortar, formada por una parte de tronco de árbol, don José Luis le manifestó a su propietario la belleza muerta de dicho ejemplar, quién sabe si también del negocio entero, y le preguntó a continuación si lo había heredado. Ante la respuesta negativa del comerciante, Míster Green 360 (3 árboles mal podados, 6 talados, y 0 repoblados), pudo comprobar que dicho resto cadavérico no pertenecía a ninguno de los centenares de árboles que hasta la fecha, en su corta legislatura, ha tenido el honor de talar, o lo que es lo mismo, de dejar sin vida, merced a su equipo conservador y de “conservación” de talas.

De llevarse a cabo la tala de 37 árboles en la Colonia El bosque, que en un principio pensaba realizar de espaldas a los vecinos, actos a los cuales, se le olvida, o no tiene tiempo de acudir don José Luis, como vecino de Hortaleza,  tengo el gusto de emplazarle a que al menos esta vez tenga el detalle de acudir a dicho acto, para que al menos, nos firme algunos ejemplares de los que piensa ejecutar, desmembrar, igual o más de hermosos que el de su estimado comerciante, y que al parecer tanto admira. Serán al contrario que los del carnicero, unos restos que guardaremos, recordaremos, y veneraremos muchos vecinos de esos seres que nos acompañaron durante medio siglo, con el respeto y la dignidad que se merecen.

Además el alcalde tendrá de nuevo una excelente oportunidad, para darnos a los vecinos, las debidas y tardías explicaciones y disculpas, sobre las talas masivas e injustificadas que ha llevado a cabo, que está llevando por los distintos distritos de la capital, y que tal vez piensa llevar de ahora en adelante. Y como no, la de prometernos un mundo mucho más feliz y de happy flowers, gracias a la resurrección de ejemplares y especies que don José Luis tenga a bien elegir, que para eso Madrid, es su jardín privado.

Estoy seguro que tanto yo como mis vecinos, si llega el caso, sabremos agradecerle el daño que nos ha causado, el destrozo que ha hecho, y su incuestionable labor de “conservación” en cuanto a talas y zonas verdes se refiere. Esperamos al menos que la presente sirva para que el señor Martínez, haga honor al nombre de su Madrid 360, cuyo objetivo era el de reducir la contaminación de la ciudad, y dé esos trescientos sesenta grados reales en favor de los ciudadanos y de los árboles que eran, son, y esperamos sigan siendo vecinos de la Villa y Corte.

Yo como vecino, tendré el gusto de proponerle que dicha “conservación de talas”, sea una actividad que se vea incluida, junto con las corridas de toros en la Concejalía de Cultura. Porque matar sin anestesia y hacer de ello un espectáculo público, aún sigue siendo considerado un arte para algunos, en la España del siglo XXI.

¿Estaremos los madrileños ante el inicio de una segunda “Fiesta” nacional…?

José Luis Meléndez. Madrid, 16 de septiembre del 2020. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

11 de septiembre de 2020

Enfermedades

Cabría preguntarse por qué el ayuntamiento habla tanto de la “enfermedad” de los árboles, y no de las enfermedades que padecen los ciudadanos por su ausencia


“Lo vamos a reponer todo”, asegura Francisco Muñoz, Director General de Agua y Zonas Verdes del Ayuntamiento de Madrid, dirigiéndose por primera vez a los vecinos del distrito de Retiro, después de haberles talado sus 32 árboles de la Plaza Niño Jesús. Incluso el dolor, y el sobresalto que hemos causado a los vecinos, le ha faltado decir. Agradezcamos al menos la generosa disposición a reunirse con los vecinos después de haberles talado sus árboles, mientras se encontraban de vacaciones. Y ante todo no perdamos la esperanza, porque es incluso posible que ante la misma sangre fría que han mostrado, aún les quede la poca vergüenza de mostrarnos sus condolencias y ofrecernos gratis en estos durísimos momentos, sus servicios de duelo.


Las bondadosas palabras del señor Muñoz recogidas por el diario El País, han tranquilizado a los vecinos del Retiro, que se han creído, igual que los vecinos del distrito Hortaleza, (a los cuales el Consistorio aún debe más de 90 árboles, 90 razones, y 90 disculpas), las tardías, inoportunas y bochornosas explicaciones del Director municipal. ¿Estaban también “enfermos” o con “signos de regresión”, los más de 100 árboles que el equipo de motosierras Almeida taló en el mes de febrero para construir un macrogimnasio en dicho distrito, y que la Comunidad de Madrid denegó gracias a la presión de los hortalinos? Esperemos como consuelo la futura foto del alcalde madrileño plantando un arbolito, azada en mano, en el distrito que considere más oportuno.


Hasta la fecha se desconoce lamentablemente si el arboricidio es una “enfermedad”, “un signo de regresión”, o ambas cosas a la vez. Lo que sí se sabe con certeza, es que el empleo excesivo de eufemismos y de excusas sin sentido constituye una tomadura de pelo hacia los vecinos de la Villa y Corte. Porque definir e incluir en un proyecto denominado de “Conservación (ojo) y Renovación de Zonas Verdes”, la tala de 32 árboles, es algo que ofende la inteligencia de muchos vecinos. Nos imaginamos en qué tanatorio descansan “conservados” los restos de esos árboles.


Alega de igual forma el Consistorio a los vecinos, después de haber llevado a cabo semejante operación, que no se le puede recriminar al actual ayuntamiento la plantación de ejemplares no apropiados que en su día llevó a cabo otro equipo. Una forma de intentar desviar la atención sobre las peticiones de los vecinos. Porque lo que estos reclaman es en primer lugar la presentación de los informes médicos de dichos ejemplares, que en su día debió presentar la Administración local, en los cuales se acredita su “enfermedad” y su “regresión”.


Los vecinos, como no podía ser de otra forma, se han creído tanto las explicaciones estériles del señor Muñoz, que aún siguen pensando que “Es muy raro que todos los árboles estuvieran enfermos a la vez”. Las adicionales justificaciones y reiterados esfuerzos por justificar dicha actuación, no han hecho más que aumentar las sospechas de los vecinos. Justificaciones como “La plaza tenía un aspecto al que se podía sacar más potencial” (¿urbanístico tal vez?), han despertado las sospechas de los vecinos, cuando al comprobar los planos de dicho proyecto, han constatado que el 40% de dicha superficie no va a ser suelo repoblado. ¿Cómo piensa entonces el equipo de Almeida repoblarlo todo?, se preguntan los vecinos.


El crecimiento acelerado de algunas especies ha sido otro de los inconsistentes argumentos a los cuales ha recurrido el mencionado representante municipal: “algunas especies crecen deprisa”, motivo por el cual, cabría pensar que resulta más rentable talar un árbol que podarlo, aún a costa de la salud de los vecinos. Porque la masa verde a repoblar nunca será igual a la talada.

La mayoría de los árboles talados eran cipreses de Arizona, los cuales van a ser repoblados (aún está por ver) por ejemplares árboles de menor edad, tamaño, y frondosidad pertenecientes a las especies Liquidambar styraciflua, y Magnolia. Entre los motivos de dicha tala el ayuntamiento aduce que “los cipreses de Arizona son la segunda especie más alérgica por detrás de las gramíneas". Con dicha tala, en lugar de su poda, se prioriza a un colectivo mucho menos numeroso que el resto de vecinos, los cuales a partir de ahora respirarán más contaminación. Una toxicidad que con la entrada de septiembre y el retorno del tráfico a la ciudad, Madrid ha vuelto a recuperar. Niveles que prevalecen durante todo el año en contraposición a las alergias primaverales. Fabulosa y brillante argumentación.

Como puede verse y constatarse, las “enfermedades” de los árboles llevan tiempo afectando la salud de los ciudadanos madrileños. Cabría preguntarse por qué el ayuntamiento habla tanto de la “enfermedad” de los árboles, y no de las enfermedades que padecen los ciudadanos como consecuencia de su ausencia. La falta de comunicación, de transparencia, y la actuación a espaldas de los ciudadanos están creando otro tipo de alergias que están afectando desde el punto de vista emocional a los vecinos de Madrid. Los árboles deben crecer más despacio, aunque las motosierras de Almeida no hayan parado ni en verano, que ya es decir.


Esperemos que el oso que figura en el escudo municipal de Madrid no incline más de la cuenta el majestuoso madroño en el cual acostumbra a posarse. No sea que el actual equipo municipal decida talarlo y dejarnos a los madrileños sin el árbol más representativo de nuestra ciudad.


José Luis Meléndez. Madrid, 10 de septiembre del 2020

8 de septiembre de 2020

La botella

La vida es esa botella que descorcha la naturaleza cuando nacemos

El ritmo de la vida con el paso del tiempo se ha vuelto vertiginoso. Tanto que ha llegado a distorsionar nuestro grado de percepción: no son los años los que pasan, somos nosotros los que pasamos por este camino que es la vida, de una forma acelerada. El hombre tiene prisa por hacer, pero no por vivir en el sentido amplio del término. Una prisa que le interesa al sistema para que el ciudadano no piense y sucumba a sus distintos y continuos mensajes. “El tiempo no es oro, es vida”, decía José Luis Sampedro.

La vida es esa botella de cristales opacos que descorcha la naturaleza cuando nacemos, que oculta de forma misteriosa el resto de su contenido transformado en tiempo, es puesta a nuestra disposición como un reloj de arena, que marcará el efímero transcurso de nuestra existencia. Hay botellas que contienen en su interior el sabor ácido de la niñez. Pero ese licor con el paso del tiempo es capaz de despertar, de fermentar, de endulzar y de ir formando el cuerpo y el alma de la madurez.

Hay mostos suaves, intensos, intermedios, y otros que sin dejar de ser interesantes, prefieren pasar desapercibidos. Cada uno tiene su peculiaridad, su personalidad natural, y su carácter o graduación alcohólica. No es lo mismo degustar o escuchar por medio de los sentidos el lenguaje de un vino tinto, blanco o rosado, que el de un vino joven o de reserva. El viticultor, el enólogo, y la tierra contribuyen a otorgarle esos rasgos que determinarán la peculiaridad de cada uno de esos caldos.

Los últimos días de una botella no tienen por qué tener un sabor amargo. Hay botellas que sin llegar a ser abiertas, se rompen y se caen al suelo como consecuencia de un accidente. Y otras que al perder su tapón y al dejar de entrar en su interior el aire y el agua, terminan perdiendo su aroma y su esencia. El último trago una vez bebido, puede endulzarse si uno interioriza los distintos momentos y sabores que como viticultor consiguió conferir a su propio caldo, por medio de ese proceso de autorealización que es la fermentación en su propia bodega, en su propio cuerpo. Muy pocas botellas tienen la suerte de llevar una vida digna, longeva y de calidad. La mayoría de ellas tienen como destino el mercado de consumo. Solo una minoría logra llevar una vida interior, sabia y reposada en la cuba del alma.

Existen caldos conservados en botellas que viven más años que una persona. Algunos de ellos acaban sus días bajo ojos, olfatos y estómagos indignos de semejantes rituales. Nunca sabrán, ni llegarán a entender lo que una botella de vino, de cava o de vino siente al abandonar la paz y el silencio de su templo. Esa posición de reposo y de conocimiento que un día abandonó , la cual le permitía comunicarse a diario con el corcho, para acabar erguida en una mesa.

Cada uno de nosotros somos como alguno de esos caldos. Da lo mismo que unos seamos más nobles, en el sentido social de la palabra que otros. Que tengamos o no denominación de origen. No importa nuestro color, sabor o apariencia. Lo que cuenta el día del descorche, es el grado de autofermentación o de perfeccionamiento que cada uno de nosotros hayamos podido alcanzar. Antes de ser arrebatados, abiertos, catados e ingeridos por la tierra. Por el mismo suelo que un día dio vida a esa uva.

José Luis Meléndez. Madrid, 18 de noviembre del 2018.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

7 de septiembre de 2020

Firmas contra la tala


POR FAVOR, COMPARTIR

Con motivo de la inminente tala de 37 árboles de más de 50 años que pretende llevar a cabo el actual equipo del Ayuntamiento de Madrid, algunos vecinos de la Colonia El Bosque, nos mostramos contrarios a dicha actuación por los motivos que detallamos a continuación.

Con su participación y su firma, pulsando este enlace, dedicando unos segundos de su tiempo, puede salvar la vida de estos árboles.

MUCHAS GRACIAS

Vecinos contra la operación “Bosquecito”

Estamos contra el proyecto de remodelación de la calle Añastro:

1.- Porque la Asociación de Vecinos ha aceptado las exigencias del Ayuntamiento, sin contar con la aprobación mayoritaria de los vecinos.

2.- Porque el proyecto contempla la tala de al menos 37 árboles, sin considerar otro tipo de actuaciones como son el ensanchamiento y saneamiento de las aceras exclusivamente afectadas.

3.- Porque la tala de dichos árboles no garantiza su reposición, ya que por ley el Ayuntamiento, en compensación entrega una cantidad al vivero, y es el propio Ayuntamiento el que decide en qué lugar de Madrid se plantan.

4.- Porque se priorizan en teoría intereses personales mediante la construcción de aparcamientos, cuando lo que se perjudica con este proyecto es la salud de los vecinos, ya que como consecuencia de la pérdida de masa vegetal de césped y de arbolado, los vecinos respiraremos más aire tóxico.

5.- Porque la colonia es una zona residencial que no presenta problemas de aparcamiento, de tráfico, ni de obstrucción de viandantes, que justifiquen dicha actuación.

6.- Porque dicha remodelación ha conllevado acciones que no respetan el medio ambiente, como son talas en periodo estival, con aves en periodo de cría, y pérdida de césped que no se repondrá.

7.- Porque el proyecto no ha sido explicado de una forma pormenorizada a todos los vecinos, y se han iniciado dichas actuaciones estando de vacaciones.

8.- Porque no se han repoblado antes de dicho proyecto las numerosas tumbas de árboles que rodean nuestras casas.

9.- Porque la Asociación lejos de defender los intereses y el nombre de El Bosque, ha señalado a los árboles como víctimas, y ha actuado más como una delegación del Ayuntamiento, que como una Asociación que representa a todos los vecinos y vecinas.

10.- Porque de llevarse a cabo dicha actuación quedará comprometido el nombre y el logotipo del árbol que dignificaba y representaba nuestra colonia.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de agosto del 2020

1 de septiembre de 2020

La decisión

Han sido unos momentos de tensión generados por la impotencia a los que nos ha sometido la ley injusta y discriminatoria de protección animal

Hace unos días varios vecinos nos reunimos en la calle Añastro de Madrid, para manifestar nuestro rechazo ante las talas indiscriminadas que el actual equipo municipal pretende extender por la Colonia  El Bosque. Uno de las razones que aducimos es que se han llevado a cabo talas en periodo estival, cuando los árboles más sufren como consecuencia de la mayor circulación de savia y porque es un periodo posterior a la primavera de nidificación, en la cual muchas aves aún no han abandonado sus nidos. A continuación les presentaré una prueba fehaciente de ello.

Son las ocho de la mañana. Me dispongo a dar el primer paseo con mi mascota por la ruta habitual. Al pasear cerca de unos contenedores de basura me percato de una bandada de palomas que andan picoteando, intentando abrir un envase de plástico que contiene en su interior algo de comida. Entre la bandada de aves se encuentra un polluelo medio quieto. Me acerco para cerciorarme de su estado. Compruebo que se deja coger, lo cual indica que algo le pasa. Desisto hacerlo en estos momentos, ya que llevo a mi mascota. El animal termina metiéndose asustado debajo de uno de los contenedores naranjas. Decido volver para proceder a su rescate en cuanto deje a mi mascota en casa.

Vuelvo al lugar. Aún permanecen las aves en el mismo sitio. Busco al polluelo en cuestión entre el numeroso grupo, pero no le veo. Oigo a lo lejos el camión de la basura que dentro de unos minutos pasará por el lugar en el cual me encuentro a levantar los contenedores. Espero a que esto ocurra con objeto de ver si el polluelo se encuentro debajo con objeto de que no le hagan daño. ¡Hay suerte!: se trata de un camión encargado de recoger los contenedores de color naranjas. Espero a que levanten el último de ellos, en el cual supuestamente se encuentra el polluelo.

Al levantar el contenedor veo al animal impasible e inmóvil. Me dirijo al conductor, primero con señales, diciéndole que pare, antes de que baje el contenedor. Luego me dirijo a su ventanilla y le informo que hay un animal, para que me dé tiempo a recogerlo. El conductor asiente. Con el contenedor colgando encima de mi cabeza, procedo a recoger al animal, a enseñárselo al conductor, y a agradecerle su humanidad.

Una vez llego a casa llamo a la Policía Municipal. Me identifico como blog colaborador de la UMA (Unidad de Medio Ambiente de la Policía Municipal de Madrid), y procedo a dar aviso de rescate a esta Unidad, a la cual me une una gran admiración, como así lo demuestra el poema “La verdadera hermandad”, publicado en mi primer poemario Versos arrimados, que en su día escribí y entregué a la Unidad en sus dependencias.

A los pocos minutos recibo una llamada de dicha Unidad, mientras busco en un contenedor una caja de cartón para acomodar al animal. Me informa el agente muy cordialmente que Brinzal, Asociación de rapaces con la cual colaboraba la Agrupación ya no recoge este tipo de animales. Según la ley solo se pueden recoger cierto tipo de palomas. Aún así y a la espera de ver de qué especie se trata, la Unidad queda en ponerse en contacto conmigo.

Entretanto con la caja ya en casa, vuelvo a coger el animal para supervisar su estado. No presenta heridas, su aleteo es enérgico, y al acariciarle el pico, se encuentra motivado para comer. Intento hacerlo pero sin éxito, ya que no abre la boca. Considero dos posibilidades. La primera: dejarla en el mismo sitio que la encontré, con el riesgo de que la atropellen, la coja otra persona con fines poco nobles, o se la coma un gato. Y dos: dejarla en un jardín al cual tengo acceso y visito a diario.

A las 09:00h se presenta en casa una pareja de agentes de la UMA. Informo sobre su historial y debatimos su destino, mientras uno de los agentes intenta identificar el tipo de paloma en cuestión. Antes de entregar el animal pregunto a los agentes cual va a ser su suerte. Les manifiesto las anteriores salidas antes de condenar al animal a su final más triste.

El agente me dice que el animal va a ser entregado al CRAS (Centro de Recuperación de Animales Silvestres), perteneciente a la Comunidad de Madrid y situado en el Soto de Viñuelas, en la localidad de Tres Cantos. Al preguntarle sobre el tipo de actuación que dicho centro suele adoptar con respecto a otros animales, me dice que hace una semana entregaron una cotorra argentina y que le manifestaron que no la iban a sacrificar. Una gran sensación de alivio recorre todo mi cuerpo, y procedo a la entrega del animal.

Ha quedado una vez más patente la sensibilidad, la vocación, y el amor que la UMA sigue mostrando desde sus inicios hacia los animales, así como la vocación de servicio y la capacidad de compromiso que llevan a cabo en cada una de sus actuaciones, con respecto hacia sus conciudadanos.

Han sido unos momentos de tensión generados por la impotencia a los que nos ha sometido una ley injusta y discriminatoria de protección animal. En primer lugar para el animal, pero también para los agentes que actúan como pueden, con las manos atadas, y para un servidor. Aún así nos queda la satisfacción final de la obra cumplida. Una actuación llevada a cabo entre la ciudadanía, varias unidades municipales (Medio Ambiente y Limpieza), y varias Administraciones locales, como son el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Gracias a todas las personas que han colaborado en esta operación.

Una vez más, gracias a la existencia de una perra se ha logrado rescatar a otro ser vivo, que sea cual sea su especie, tiene el mismo derecho a vivir que todas las criaturas. Son muchas las palomas que este servidor ha tenido el gusto de rescatar. De ninguna de ellas he sido infectado, pero si que he sido contagiado por enfermedades transmitidas por humanos. Y si lo hubiera estado, lo hubiera preferido, antes que irme de este mundo sin haber prestado auxilio a una criatura tan inválida e indefensa. Si algún día, por la ley del karma, alguno de ustedes tienen la mala suerte de reencarnarse en una paloma urbana, ya saben el destino que les espera.

José Luis Meléndez. Madrid, 1 de septiembre del 2020