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1 de noviembre de 2020

Famosos y populares

El precio de la fama es mucho más caro que el de la popularidad

No creo como se dice y se piensa que España sea un país de cotillas. Eso supondría afirmar que la mayoría de españoles son deportistas porque ven partidos deportivos.

El verdadero cotilleo suele ser dañino para uno mismo y los demás. El chismorreo y los rumores que se producen en el ámbito familiar y laboral por el contrario, sí que suelen conllevar trágicas y tremendas consecuencias, como son las rupturas irreconciliables, las ruinas económicas, las depresiones y las tendencias suicidas.

Existen personas que unen equipos humanos y otras que de forma consciente y premeditada echan por tierra el trabajo y el sacrificio que aquellas dejaron, gracias al amor y a la nobleza que demostraron en su vida, como es el de mantener unido y cohesionado el grupo.

Un programa de corazón después de un telediario o la lectura de una revista, no constituyen por si mismos un agravio personal ni social, si no sobrepasa los límites de la moral y del género visceral y sanguíneo, que termina pleiteando en los tribunales, entre los compañeros del plató. Entonces la prensa rosa termina por convertirse en un formato televisivo de colores más siniestros y terroríficos, en donde la información y la tertulia civilizada y sosegada termina dando paso a la intimidación y la descalificación.

Constituye por tanto una injusticia referirse a los lectores y espectadores de dicho género con dichos calificativos, cuando lo que la inmensa mayoría busca es desconectar de sus tensiones diarias, de su trabajo, o de su vida personal durante unos minutos.

Hay personas que han llegado a adquirir semejante condición gracias a otras personas reconocidas socialmente, mientras que otros han conquistado la fama, gracias a su profesión, o a su carisma personal. Esta es la diferencia que desde mi punto de vista existe entre un personaje popular y otro famoso.

El famoso nace como consecuencia de su trayectoria personal y/o profesional. El popular se hace gracias a la ayuda del primero, lo cual nos lleva a concluir que un personaje popular nunca podrá llegar a ser famoso y viceversa. A las personas famosas no les hace falta vender su vida. Por el contrario las personas populares son más dadas a los reportajes y a las exclusivas, y sus relaciones suelen ser menos duraderas y estables que la de los primeros.

Las continuas exposiciones mediáticas de las personas populares motivadas por sus intereses personales y económicos, la superficialidad de sus relaciones, así como el cortoplacismo en los cuales están basadas dichas uniones, impiden que se prolonguen en el tiempo más allá de lo que lo haría una pareja convencional.

Es difícil llegar a entender el matiz que se le da a la crónica social cuando se la denomina prensa rosa o del corazón. Máxime cuando algunos programas de televisión se emiten en unas horas en las que el estómago es el protagonista de las sobremesas. ¿Qué corazón existe cuando un miembro de una pareja demanda a al otro y lo hace público? O cuando un ex hace declaraciones públicas revelando aspectos íntimos y personales de su relación.

Las revistas de crónica social no son publicaciones exclusivas de los admiradores de la cardiología emocional de nuestras celebrities, ya que incluyen secciones como decoración, jardín, hogar, belleza, cocina o salud, gracias a cuales, otros órganos del cuerpo como el cerebro, la vista, o el estómago, tienen la oportunidad de retroalimentarse, razón por la cual dicho género debería dejar de llamarse prensa del corazón.

Se tiende asociar la fama con el éxito cuando lo cierto es que muchos personajes de éxito no son famosos, ni conocidos, y muchos personajes populares que salen en los mismos lo hacen por su situación de fracaso matrimonial, personal o laboral.

Los famosos aparecen y parecen felices en sus instantáneas. Casi nunca aparecen tristes, con unos cuantos kilos de más o en actitudes comprometedoras. Pero lo cierto es que también sufren, lloran, e incluso desarrollan fobias y depresiones como consecuencia de la falta de respeto y de privacidad a la que se ven sometidos ellos y sus familias, por algunos paparazzi indiscretos.

El precio de la fama es mucho más caro que el de la popularidad porque el famoso es más reacio a sus apariciones públicas, mientras que el personaje popular es más propenso a sobreexponer su vida personal, y su imagen pública. Pero el precio de la vida personal lo es infinitamente mayor si se tienen en cuenta valores como el anonimato, la libertad, y la intimidad.

José Luis Meléndez. Madrid, 24 de Mayo del 2019. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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