No solo “las prendas”, los humanos también tienen sus tallas morales
No solo “las prendas”, los humanos también tienen sus tallas morales. He aquí como el “Señor” Blesa, por entonces presidente de Caja Madrid, intenta compensar su talla “P” de hombre “preferente”, con su talla “G” de hombre grandilocuente.
Después de dar el visto bueno a su arsenal de participaciones preferentes, y de intoxicar con ellas a sus clientes, D. Miguel recurre una vez más a sus bajos instintos, para sentirse de esta forma el más grande entre los grandes. Otro megalosaurio nacional del jurásico, que campa a sus anchas, esta vez por la “verde” estepa financiera del País.
Da la impresión que el “Señor”, gusta más de la presa que de la caza. De la meta más que del camino. De la pieza más que del rastreo, y del protagonismo más que de la fraternal compañía. ¡Qué soledad tan triste la del poder...! Vender la piel del oso antes de cazarlo y hacerse con él (más si es y está verde), no es indicio de buen cazador.
Si además hay que montar semejante parafernalia, y desembolsar semejantes cantidades de dinero, algo hay que hacerse ver. Las cacerías más caras, tristes y vergonzosas son aquellas en las que el cazador es cogido y cazado in fraganti , porque en ella le va la vida personal, social, y profesional.
D.E.P.
José Luis Meléndez Solórzano. Madrid, 22 de Diciembre del 2013
Fuente de la imagen: Flickr.com
No solo “las prendas”, los humanos también tienen sus tallas morales. He aquí como el “Señor” Blesa, por entonces presidente de Caja Madrid, intenta compensar su talla “P” de hombre “preferente”, con su talla “G” de hombre grandilocuente.
Después de dar el visto bueno a su arsenal de participaciones preferentes, y de intoxicar con ellas a sus clientes, D. Miguel recurre una vez más a sus bajos instintos, para sentirse de esta forma el más grande entre los grandes. Otro megalosaurio nacional del jurásico, que campa a sus anchas, esta vez por la “verde” estepa financiera del País.
Da la impresión que el “Señor”, gusta más de la presa que de la caza. De la meta más que del camino. De la pieza más que del rastreo, y del protagonismo más que de la fraternal compañía. ¡Qué soledad tan triste la del poder...! Vender la piel del oso antes de cazarlo y hacerse con él (más si es y está verde), no es indicio de buen cazador.
Si además hay que montar semejante parafernalia, y desembolsar semejantes cantidades de dinero, algo hay que hacerse ver. Las cacerías más caras, tristes y vergonzosas son aquellas en las que el cazador es cogido y cazado in fraganti , porque en ella le va la vida personal, social, y profesional.
D.E.P.
José Luis Meléndez Solórzano. Madrid, 22 de Diciembre del 2013
Fuente de la imagen: Flickr.com
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