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11 de febrero de 2014

Primera carta del Lector:

Ilustrados Plumistas:

Ya tenía ganas de dirigirme a ustedes, pero como han podido observar, "Pluma en Ristre", va teniendo vida propia, y reclama cada vez más de uno sus cuidados y atenciones.
Como les comenté en la última misiva, el viernes pasado hice como de costumbre una visita a las bibliotecarias, y después de hablar, e intercambiar impresiones del día a día, me dispuse a mostrarles el mini-relato erótico con final feliz, el cual les gustó.

Pero como en medicina, una segunda opinión, no está de más y es más certera, decidí acudir a El Ateneo,y compartir impresiones. ¡Qué envidia sana! Si pudieran no ya oir, sino escuchar, a ritmo lento como suele ser habitual, los poemas que se recitan en "Ánforas Azules".Recuerdo cuando acudí, por primera vez en Diciembre del año pasado. Era un día en el cual había muy pocos "Ateneistas". La tristeza me embargó al contemplar la escasa afluencia de personas, que en su mayor parte eran de edad sabia y avanzada.

Como llegué antes de tiempo, me dediqué a contemplar los cuadros, y los rostros de las personalidades representadas en sus marcos. Intentaba retener sus nombres, inscritos en la parte inferior, pero ¡eran tantos...!
La espera se hizo amena. Me sentía muy bien acompañado, y sus miradas me decían "¡quédate!". Además iba a entrar en "La Cacharrería", la sala en la cual se reunían no solo los grandes librepensadores, artistas, políticos - eran personas que querían una sociedad mejor, más justa, culta, y abierta - pero sobre todo eran personas que antes de pensar, sentían...

Decidí antes de entrar al grupo, pues ya se iba acercando la hora, conocer la cantina, en la cual pude observar como conviven los estilos clásico y vanguardista. Después decidí pasear frente a las vitrinas que adornan los pasillos, y contemplar la temática de los libros expuestos.

De repente, me crucé con un rostro que me pareció conocido. Su cabeza iba cubierta por un sombrero. Después de caminar con la interrogación durante unos minutos, al final logré identificarla. Era Luis Antonio de Villena. Su actitud era abierta. Caminaba con la familiaridad de encontrarse en su casa. Sentí la tentación de saludarle, al final no lo hice. Subí a la Biblioteca, situada en la primera planta, entré, caminé entre sus estanterías de madera, y empecé a escuchar una voz familiar que dialogaba con otras dos voces. D. Luís Antonio, estaba hablando de forma espontanea con dos lectores anónimos. El tema trataba sobre el estado actual de la biblioteca. El Sr. Villena comentaba que la tienen abandonada, y cuando decía esto, no se refería a los empleados, ni a la dirección de la Institución, como así creí entender, sino más bien a la Administración del Estado, que ha recortado las ayudas que venía recibiendo hasta hace poco. Tal es su situación financiera, que casí se ha visto obligado a cerrar sus puertas.

Era la hora de entrar. Pregunté a un grupo de personas mayores reunidas en el pasillo, cual era el lugar de reunión de “Ánforas Azules”, con objeto de confirmar y asegurar la cita. Me condujeron hasta la puerta de “La Cacharrería”, y nada más entrar pude contemplar los primeros rostros del grupo. Después de presentarnos, me invitaron a sentarme. Les hice saber que en estos momentos mi inspiración era un tanto dispersa, y que los poemas formaban parte de mi más lejana adolescencia.
Me tranquilizaron y me animé cuando me hicieron saber que el grupo era no solo de poesía sino de narrativa.Después de recitar cada uno su poema – al ser el primer día, no llevaba material – nos despedimos hasta pasadas las navidades.

La visita del viernes, me hizo recordar este día, y me dio la seguridad suficiente y necesaria para acudir de una manera más serena y receptiva. Después de atajar por la calle Ventura de la Vega, me dispuse a entrar. Pude comprobar algunos cambios en la entrada. Las dos estatuas que reciben a los visitantes, una vez subida la escalinata principal, estaban cubiertas en su parte inferior por musgo.También unos rótulos en color violeta fluorescente, animan y dan la bienvenida al visitante.

Para ser tan pocos, hubo demasiado arte, y no lo digo por mí. Empecé la reunión leyendo el relato erótico simbólico, que al parecer gustó, y los demás miembros del grupo hicieron lo propio. Después de hablar sobre diversos temas, que en estos momentos no conviene desvelar, se acordó una reunión general para tratar sobre una propuesta que “Pluma en Ristre” hizo al grupo.

La reunión de una hora de duración, fue suficiente para los pocos asistentes que eramos.
Además de recitar poemas, como grupo tertuliano intercambiamos impresiones, y apareció Andrés por primera vez. Me alegró su asistencia, al ser de la quinta de uno, y sobre todo cuando recitó su maravilloso poema.
Después de intercambiarnos datos de contacto, los miembros del grupo nos despedimos con la ilusión de volver a vernos.

Andrés y yo, hicimos algún contacto, con una “Ateneista”, que mientras solicitabamos información en conserjería, se brindó amablemente, y se comprometió en poner en contacto a mi compañero con un poeta muy activo de la casa.
Ayer al hacer mi visita al “Palomar” – ver vocabulario simbólico –escuché antes de entrar un “cucurrucú” muy agradable: las palomas estaban leyendo la primera "Carta del Lector" dirigida a “Pluma en Ristre”, y que hoy se publica en dicha sección.

Cuando entré, se me quedaron mirando, y después de agradecerles su viaje, les leí “El Picotazo”, que es su texto preferido, y empezaron a revolotear de alegría.
Hoy soy yo, el que en lugar de las dos alas, muevo mis dos brazos al escribirles, con la misma alegría, de haber recibido la primera misiva en este palomar, que como saben es también el de ustedes. Dejo expuesta, la primera carta del Lector, plumista enristrado - ver vocabulario simbólico- y también compañero.

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de Febrero del 2014

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