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17 de diciembre de 2014

King, el rey

Aunque nunca pueda olvidarse de su color negro de esclavo, pronto se convertirá en el nuevo rey de un nuevo hogar.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. La frase que el chico dirige a otro viandante, y la escena que comienzo a presentir, conmueven y conminan el corazón de un servidor, desviándome de la ruta habitual. Son las nueve de la mañana, de un frío dieciséis de diciembre. Sergio, como así se hace llamar el joven, acaba de hacer una llamada al mal llamado teléfono de urgencias 112, para dar aviso de un perro abandonado, en la vía pública.

El “servicio” 112, por llamarle de alguna forma, después de las dos horas, que ha durado el rescate, no se ha personado, ni ha llamado para desestimar la llamada de auxilio. No es la primera vez que este servicio, en su mayor parte privatizado y externalizado, en lugar de informar al ciudadano, al teléfono al cual tiene que llamar, emplea el silencio administrativo, a modo de confesionario. Que el Señor les acoja en su seno. Amén.

En recientes fechas, ante un intento de hurto en la Biblioteca Pública de Hortaleza, perteneciente a la Comunidad de Madrid, la bibliotecaria cursó llamada de denuncia al mismo servicio, ante este testigo presencial. Después de una hora de espera del testigo, y de la funcionaria asustada, el mismo silencio. Al volver a llamar, se persona la Policía Nacional, y nos da un sabio consejo: “Nunca llamen al 112. Si es asunto de seguridad llamen al 091, si es de sanidad al 061, y así sucesivamente”. Asimismo, nos animaron a interponer denuncia, en lugar de cursarla ellos in situ. El protocolo así lo estipula.

En vista de lo que antecede, las primeras palabras son de agradecimiento al servicio 112. ¿Qué tal si cambiamos la numeración, y en su lugar tecleamos el 000…? No es porque no hagan nada, es que resulta más sencillo de recordar…
Existen pruebas de estas actitudes negligentes, de este gran oído madrileño de orejas grandiosas, y manos con dedos excesivamente pequeñitos, incapaces de realizar una simple llamada de confirmación, mientras engañan de manera silente a los ciudadanos. Así que no les recomiendo la terminación 112, en el décimo de de este año. Déjenlo más bien para el siguiente, que ya habrán pasado las elecciones, y tendrán mejor suerte.¡Ay!,qué tiempos aquellos los de la Ruperta, y del 123 responda otra vez…¿recuerdan?

Sergio juega con un perro joven, al cual he apodado King, en honor a Martin Luther King. Enseguida entenderán porqué. Resulta que nuestro amigo, quién sabe, si por ser también de color, ha sufrido maltrato de una especie y/o raza que se hace llamar humana. El anterior amo (descartemos conjugaciones del verbo amar), está en comisaría, desde hace tres días. Además ha vendido su casa de ocupa a otra manada de homo sapiens, por un importe aproximado de trescientos euros, y “se les ha olvidado”, con la cogorza con la que firmaron la operación, llevarse a nuestro amigo King. Entre sus antecedentes figura otro óscar de similares características, por abandono animal. Protección animal se hizo cargo del anterior perro.

King, no entiende la situación. Se encuentra en la puerta de su casa, no están sus dueños, pero todavía la vivienda despide un olor a su anterior manada. La única recompensa que recibe al día, son las miradas cómplices de los nuevos inquilinos.

Sergio, veinticinco años, vecino de Hortaleza, y futuro veterinario, ha renunciado a su clase de repaso de inglés. Decidimos organizarnos. Mientras él juega con King e intenta distraerle para que no cruce la carretera (la casa de King, está anexa a una peligrosa carretera), y en una de las ocasiones, han estado a punto de conseguirlo. Mientras tanto, son las 09:30h, gracias a la colaboración de la Biblioteca pública de Hortaleza, realizo varias llamadas en este orden: El Refugio, Policía Nacional, Policía Municipal, y Protección Animal. Dejo mensaje en El Refugio, ya que no abren hasta las 10:00h. A las 10:00 vuelvo a llamar. No contestan, ni tampoco han llamado. La Policía Nacional me remite a la Municipal, y esta a su vez a Protección Animal.

A las 09:45h, Protección animal, se ofrece al rescate, y a las 10:15h confirman hora de llegada. Me reúno de nuevo con Sergio, y con King. Algunas personas se han unido al grupo: la típica cotilla, pesimista y preguntona, ha dejado su comida a fuego lento, pero se ha traído un trocito de visillo: “¡amos, amos…!”. Otro vecino con mirada etílica, amo de su señor de cuatro patas, intenta confirmar si son uno o dos perros, los que lleva la correa de su anestesiada mano.

Algún corazón verde ha hecho su aparición: un chico trae agua a King, y una chica ha bajado varios puñados generosos de pienso, un auténtico lujo para nuestro amigo, como verán más adelante.
Durante la espera del furgón de Protección animal, coloquialmente llamada perrera, sigo ampliando información, y elaboro un collar artesanal con cinta adhesiva de obra, con objeto de sujetar a King, y poder entregarlo a la furgoneta.

Mientras, recuerdo y comento con los vecinos, las veces que vi a King en el bajo de su casa, asomando su cabeza entre los barrotes de su terraza, tumbado en una manta, con algunos chuscos de pan, y encadenado a la verja, mordiendo presa del estrés, la madera de su somier. A las 10:50h, hace acto de presencia el furgón. Proporciono información detallada a los empleados, y realizamos unas fotos con el móvil de Sergio. Los empleados, confirman mis impresiones: King tiene muy buenas cartas, para ser adoptado. Es un perro joven, aparentemente sano, fuerte, con muy buena planta, y juguetón, a pesar de su historia.

Hoy, gracias a esta emotiva experiencia personal y vecinal, podemos celebrar juntos, queridos lectores, este bonito acontecimiento. Muy pronto, nuestro amigo King, aunque nunca pueda olvidarse de su color negro de esclavo, pronto se convertirá en el nuevo rey de un nuevo hogar.

José Luis Meléndez. Madrid, 17 de diciembre del 2014.

2 comentarios:

  1. Bonita historia. Espero que tenga final feliz para King. Cuelga alguna foto. Gracias

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  2. Ya he visto la foto. Que perro más bonito.

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