Algunas cosas, al crecer y descosificarse, se convierten en motivos personales
Los padres lo saben muy bien. Volver a la infancia, es la mejor terapia para sobrellevar esta catarsis colectiva, que es la Navidad. Y traer a la memoria esta etapa, es de paso, una bonita forma de rejuvenecer, y olvidarse de los temas políticos, y sociales que nos acucian de manera creciente, desde hace ya unos años. Pues bien, recuerdo un día que en el colegio nos llevaron al circo. Pero no era un circo cualquiera, no. Era el circo de la familia Aragón. Gabi, Fofó, Miliki, y Fofito, vestidos con sus llamativos trajes de payaso, color rojo, y sus sombreros tan originales, iban a amenizarnos el día, a abrirnos los ojos como platos, y a dibujar una sonrisa bífidus e interior, la cual ha permanecido imborrable con el paso del tiempo.
En estas me encontraba, cuando en un momento he logrado venirme arriba, porque sus canciones son mucho más alegres, que los nostálgicos villancicos de los mayores. Pero al entonar sus letras, el inconsciente, me ha devuelto a la realidad. Estaba cantando aquella que decía: "Había una vez, un circo que alegraba siempre el corazón", cuando lamentablemente, me he acordado, de todos aquellos niños y niñas, que por motivos económicos y anímicos, no pueden ir al circo-circo, sin animales, como era aquél circo musical y alegre de la familia Aragón.
A los padres de hoy, más tristes que los de entonces, también les cuesta más reír, y esto lo acaban notando los niños. La realidad actual es triste, y los “payasos”, y políticos corruptos, manchados un día sí, y otro también con sus manos negras, no nos dan tregua para esbozar una sincera y pletórica sonrisa. Si al menos divirtieran a los niños, con un plato de comida…
En un segundo intento, he entonado aquella que decía algo así: "¡Hola don Pepito!, ¡hola don Pepé!, ¿Pasó usted por mi casa? Y en las urnas les voté, ¡Adiós don Pepito!, ¡Adiós don Pepé!". Vaya por Dios. Otra vez sin quererlo, la canción me ha traído a la realidad política. ¡Qué le vamos hacer! Entonces, un hombre de rey mago, me ha recordado la figura de Baltasar Garzón. Parece ser que el juez, no tuvo ninguna presión mediática para abandonar el estrellato judicial, “¿no?, ¿verdad?”, como dice preso del “síndrome de la coletilla” literaria, de manera recurrente el nuevo portavoz del gobierno, don Rafael Hernando, como si la palabra del Pepé, ya no fuera creíble, y dudase de sus propias palabras.
El caso es que al gobierno “se le olvidó ”agradecer los éxitos profesionales, y los servicios prestados, y el juez Garzón, tuvo que apartarse de la Judicatura, por “motivos personales” (ajenos a su persona). En fechas recientes, toda España, ha asistido a la dimisión pública del ex ministro también de la cartera de Justicia (casualidad), señor Gallardón. Nada tuvo que ver la más que polémica Ley del Aborto. El ministro, quién sabe si por protocolo, aseguró (sin que nadie le preguntara), que no se habían producido presiones de ningún tipo. ¿Por qué no dejó entonces dicha Ley aprobada? “Motivos personales” (¿ajenos a su persona?)
El juez Ruz, actual instructor del caso Gürtel, en Marzo del dos mil quince, dejará su cargo (por motivos ajenos a su persona), al haber convocado el gobierno su plaza a concurso público, también de manera casual. El juez, cuando deje el cargo, pasará a ser ayudante del nuevo juez titular. El gobierno, aun así, dice no haber vulnerado la separación de poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que define el estado democrático y que recoge la Constitución Española, y a su vez afirma no haber ejercido presión alguna sobre los jueces. ¿Por qué se le da tan poco tiempo al señor Ruz, y no se le dota de más medios materiales y humanos, para que como dice el señor Hernando inaugurando la precampaña salga toda la “caca”?
Por supuesto no ha tenido nada que ver la imputación de la Gürtel, de la ex ministra de Sanidad, Ana Mato, y, según ha declarado don Rafael Hernando, su dimisión en diferido, tiempo y forma ha obedecido a “motivos personales” (¿ajenos a su persona?) En el mes de Marzo, veremos si el juez, deja su cargo por “motivos personales”. El Fiscal General del Estado, Torres Dulce, la semana pasada, ha presentado su dimisión. Se da también la casualidad, que es en la misma cartera, que entramos en campaña electoral, y aún quedan muchas rosas negras que deshojar. El 9N en Cataluña, ciertas desavenencias con el Ejecutivo, ni el caso Bárcenas, han tenido nada que ver. Dimite por “motivos personales” (¿ajenos a su persona?)
Por si esto no fuera suficiente, trece de los dieciocho magistrados del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), han presentado queja escrita, ante el Presidente de dicha Institución, señor Lesmes. La carta va dirigida a D. Mariano Rajoy, por unas molestas declaraciones del Ministro del Interior Fernández Díaz, en cuanto a excarcelaciones de presos etarras.
No hay dos sin tres, dicen. Intento volver a mi infancia, y escapar de esta pesadilla, pero justo antes de empezar a cantar la última canción, como si el mismísimo San Pedro intercediese, la presencia de un ave, me niega el deseo: “¡Manda huevos!”, como decía Federico Trillo, en un off the record. ¡Pero si la cesta está llena!, "La gaviota turureta, ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres…".
¿Tendrán vida estos huevos?, me pregunto. ¿Les habrá dado luz y calor, la alargada sombra de una hipotética mano negra? Ya veremos. De momento, todo parece indicar, que algunas “cosas” (siempre ajenas a la persona), al crecer y descosificarse, se personalizan y convierten en motivos personales.
José Luis Meléndez. Madrid, 20 de diciembre del 2014
Fuente de la imagen: youtube.com
Los padres lo saben muy bien. Volver a la infancia, es la mejor terapia para sobrellevar esta catarsis colectiva, que es la Navidad. Y traer a la memoria esta etapa, es de paso, una bonita forma de rejuvenecer, y olvidarse de los temas políticos, y sociales que nos acucian de manera creciente, desde hace ya unos años. Pues bien, recuerdo un día que en el colegio nos llevaron al circo. Pero no era un circo cualquiera, no. Era el circo de la familia Aragón. Gabi, Fofó, Miliki, y Fofito, vestidos con sus llamativos trajes de payaso, color rojo, y sus sombreros tan originales, iban a amenizarnos el día, a abrirnos los ojos como platos, y a dibujar una sonrisa bífidus e interior, la cual ha permanecido imborrable con el paso del tiempo.
En estas me encontraba, cuando en un momento he logrado venirme arriba, porque sus canciones son mucho más alegres, que los nostálgicos villancicos de los mayores. Pero al entonar sus letras, el inconsciente, me ha devuelto a la realidad. Estaba cantando aquella que decía: "Había una vez, un circo que alegraba siempre el corazón", cuando lamentablemente, me he acordado, de todos aquellos niños y niñas, que por motivos económicos y anímicos, no pueden ir al circo-circo, sin animales, como era aquél circo musical y alegre de la familia Aragón.
A los padres de hoy, más tristes que los de entonces, también les cuesta más reír, y esto lo acaban notando los niños. La realidad actual es triste, y los “payasos”, y políticos corruptos, manchados un día sí, y otro también con sus manos negras, no nos dan tregua para esbozar una sincera y pletórica sonrisa. Si al menos divirtieran a los niños, con un plato de comida…
En un segundo intento, he entonado aquella que decía algo así: "¡Hola don Pepito!, ¡hola don Pepé!, ¿Pasó usted por mi casa? Y en las urnas les voté, ¡Adiós don Pepito!, ¡Adiós don Pepé!". Vaya por Dios. Otra vez sin quererlo, la canción me ha traído a la realidad política. ¡Qué le vamos hacer! Entonces, un hombre de rey mago, me ha recordado la figura de Baltasar Garzón. Parece ser que el juez, no tuvo ninguna presión mediática para abandonar el estrellato judicial, “¿no?, ¿verdad?”, como dice preso del “síndrome de la coletilla” literaria, de manera recurrente el nuevo portavoz del gobierno, don Rafael Hernando, como si la palabra del Pepé, ya no fuera creíble, y dudase de sus propias palabras.
El caso es que al gobierno “se le olvidó ”agradecer los éxitos profesionales, y los servicios prestados, y el juez Garzón, tuvo que apartarse de la Judicatura, por “motivos personales” (ajenos a su persona). En fechas recientes, toda España, ha asistido a la dimisión pública del ex ministro también de la cartera de Justicia (casualidad), señor Gallardón. Nada tuvo que ver la más que polémica Ley del Aborto. El ministro, quién sabe si por protocolo, aseguró (sin que nadie le preguntara), que no se habían producido presiones de ningún tipo. ¿Por qué no dejó entonces dicha Ley aprobada? “Motivos personales” (¿ajenos a su persona?)
El juez Ruz, actual instructor del caso Gürtel, en Marzo del dos mil quince, dejará su cargo (por motivos ajenos a su persona), al haber convocado el gobierno su plaza a concurso público, también de manera casual. El juez, cuando deje el cargo, pasará a ser ayudante del nuevo juez titular. El gobierno, aun así, dice no haber vulnerado la separación de poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que define el estado democrático y que recoge la Constitución Española, y a su vez afirma no haber ejercido presión alguna sobre los jueces. ¿Por qué se le da tan poco tiempo al señor Ruz, y no se le dota de más medios materiales y humanos, para que como dice el señor Hernando inaugurando la precampaña salga toda la “caca”?
Por supuesto no ha tenido nada que ver la imputación de la Gürtel, de la ex ministra de Sanidad, Ana Mato, y, según ha declarado don Rafael Hernando, su dimisión en diferido, tiempo y forma ha obedecido a “motivos personales” (¿ajenos a su persona?) En el mes de Marzo, veremos si el juez, deja su cargo por “motivos personales”. El Fiscal General del Estado, Torres Dulce, la semana pasada, ha presentado su dimisión. Se da también la casualidad, que es en la misma cartera, que entramos en campaña electoral, y aún quedan muchas rosas negras que deshojar. El 9N en Cataluña, ciertas desavenencias con el Ejecutivo, ni el caso Bárcenas, han tenido nada que ver. Dimite por “motivos personales” (¿ajenos a su persona?)
Por si esto no fuera suficiente, trece de los dieciocho magistrados del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), han presentado queja escrita, ante el Presidente de dicha Institución, señor Lesmes. La carta va dirigida a D. Mariano Rajoy, por unas molestas declaraciones del Ministro del Interior Fernández Díaz, en cuanto a excarcelaciones de presos etarras.
No hay dos sin tres, dicen. Intento volver a mi infancia, y escapar de esta pesadilla, pero justo antes de empezar a cantar la última canción, como si el mismísimo San Pedro intercediese, la presencia de un ave, me niega el deseo: “¡Manda huevos!”, como decía Federico Trillo, en un off the record. ¡Pero si la cesta está llena!, "La gaviota turureta, ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres…".
¿Tendrán vida estos huevos?, me pregunto. ¿Les habrá dado luz y calor, la alargada sombra de una hipotética mano negra? Ya veremos. De momento, todo parece indicar, que algunas “cosas” (siempre ajenas a la persona), al crecer y descosificarse, se personalizan y convierten en motivos personales.
José Luis Meléndez. Madrid, 20 de diciembre del 2014
Fuente de la imagen: youtube.com
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