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14 de octubre de 2014

En femenino

De cómo el instinto natural, y la genética, nos gastan tamañas bromas, para preservar la supervivencia de la especie

Elijan ustedes la pregunta: ¿”en tu casa o en la mía”, que diría un hombre, o el “a que te dedicas”, de una mujer? La seducción femenina provoca el deseo prematuro, precipitado y masculino de querer compartir de forma desinteresada el primer encuentro íntimo. Pero como dos no se acuestan, si uno no quiere, la pregunta es respondida con una nueva y discriminatoria pregunta. Preguntas tan agresivas, prefabricadas, socorridas, superficiales e interesadas como determinantes. El físico y la belleza encienden la pasión masculina. El estatus unido a otros factores como la formación, la educación, la simpatía o el carácter, son sin embargo factores más significativos para la mujer.

Cada sexo intenta relativizar en sociedad con los amigos, los mismos tópicos que se vienen repitiendo desde los anales de la Historia, todo ello con ciertas dosis de humor sarcástico en petit comité. Esta es y ha sido, la terapia social con la cual intentamos sobrellevar la diferencia existente entre ambos sexos. Terapias que ya forman parte del inconsciente colectivo, y que lejos de acercarnos a un entendimiento y respuesta ecuánime, agravan la desigualdad entre ambos sexos.

Y como la naturaleza es la maestra más culta, una tarde personificada en la figura de un pajarito, con un peculiar nombre como es El chochín, acaba por darte la respuesta certera y definitiva. Cuando la hembra del chochín está en celo, inicia una serie de visitas a los nidos de los machos chochines. Estos de una forma previa a tan emotiva visita, proceden a construir sus nidos con pequeños palitos de ramitas. En una segunda fase, colocan hojas entre los mismos, para impermeabilizar y proteger del frío, a la futura familia. En una tercera fase, alfombran la entrada del nido con hojas que de forma exquisita han sido seleccionadas, para provocar la atracción de la hembra.

Una vez terminada la vivienda, el pajarito se coloca en las inmediaciones de la casita, y empieza a entonar, cual trovador, cantos románticos, para despertar el corazón de su amada. Entra en acción la hembra, y realiza la visita al primer macho. Escucha sus cantos, y una vez inspeccionado el nido, se dispone a realizar su segunda visita a un nuevo amigo. ¿Primera infidelidad? Dicha operación la realiza, hasta completar un total de tres machos.

Pregunta clave: ¿a quién elige la hembra? ¿Al chochín macho que mejor le ha recibido en el alfombrado suelo de la puerta de su casa? No. ¿Al que ha emitido los cantos con las frases más bonitas? Tampoco. ¿Entonces…? Respuesta injusta: al que tiene la casa más grande...

"Queridos amigos", que diría nuestro amigo Félix, no os vengáis abajo. No son las mujeres. Es el instinto natural, y la genética, la que nos gasta tamañas bromas, para preservar la supervivencia de la especie. Dejar de pensar en “la auditoria”, cuando os acerquéis a una fémina, os formule una pregunta, y desaparezca, antes que el camarero os traiga la primera cerveza.

¿Entienden ahora ustedes porqué la naturaleza tiene género femenino? Pues eso.

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de Octubre del 2014.
*Fuente de la imagen: flickr.com

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