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26 de marzo de 2019

Campañas electorales

Las campañas electorales se han convertido en una amenaza para la estabilidad de las naciones y para el orden mundial

Las campañas electorales se han convertido en una amenaza para la estabilidad de las naciones y para el orden mundial. El Brexit o posible salida de Reino Unido de Europa, la inesperada victoria del Presidente norteamericano Donald Trump, o el auge de la extrema derecha en algunos países europeos, son una muestra evidente de ello.

La democracia, ya se sabe, no es una ciencia exacta y tiene sus propias variables. Variables que pueden afectar el resultado esperado o recogido por las distintas encuestas. Una de estas variables es la aparición de nuevas fuerzas al arco parlamentario, como consecuencia del descontento o falta de resolución de los problemas de los ciudadanos.

Las campañas electorales sufragadas por los contribuyentes, están más pensadas para los políticos que para los ciudadanos. La falta de propuestas ante los verdaderos problemas de los ciudadanos, las falsas promesas, el doble lenguaje, la tergiversación, y la contradicción (por no decir la mentira) son algunas de las “técnicas”, a las que acuden algunos políticos con objeto de obtener una posición más ventajosa con respecto a los demás aspirantes.

Este fin de semana, por poner un par de ejemplos, ha tenido lugar una manifestación hipotéticamente en defensa de la vida. El PP y Vox han salido a las calles para defender la vida y manifestar su repulsa hacia el aborto. El derecho a la vida parece que se resume para algunos, en un futuro ser que ha de pasar de forma inexorable unos meses en el vientre materno, antes de ver la luz que le permita a partir de ese momento, desarrollarse como ser humano.

La manifestación ha supuesto un olvido y un desprecio hacia otras muchas vidas que podían y aún pueden verse sino evitadas, al menos reducidas. Pienso en las víctimas fallecidas diariamente en accidentes domésticos, en accidentes laborales, o en accidentes de tráfico. También en las que perdieron la vida esperando su medicación (Sovaldi) en las listas de espera, o en la cantidad de personas que deciden suicidarse, como consecuencia de unas necesidades y derechos recogidos en la Carta Magna y desatendidos en sus programas electorales por partidos que se autoproclaman constitucionalistas.

Considerarse constitucionalista por defender un artículo de la constitución, como es el 155, es mucho decir. Se entiende no obstante la postura de algunos partidos ante los posibles fraudes o pucherazos en sus primarias, que les sea más fácil hablar de constitucionalismo, que de democracia. Porque la democracia, como todo en la vida, comienza por uno mismo.

No especifican dichos partidos “constitucionalistas”, en qué artículos de la Constitución se centrarán sus políticas si llegan al poder. Otros se autodefinen como partidos de centro, cuando defienden políticas liberales que benefician más a los de arriba que a los de abajo (basta ver las protestas de los “chalecos amarillos”, en el país vecino).

Las campañas electorales terminan por condicionar el voto libre que todo ciudadano debería ejercer en función de su de su criterio, de su percepción basada en legislaturas anteriores, y de sus propios principios, sin dejar que su voluntad quedase sometida a la voluntad de unas determinadas frases o eslóganes confeccionados y prefabricados a última hora para tal efecto. En este sentido, llama poderosamente la atención que una tercera parte de los ciudadanos indecisos esperen a última hora para decantarse por una u otra opción. La causa de este fenómeno podría encontrarse en el escepticismo y la desafección ante la clase política.

Votar no solo es un acto de responsabilidad personal, sino que supone un gesto de solidaridad social. Muchas personas votan de forma exclusiva según su interés personal. Esto pienso que es un error. Porque si pensamos a la hora de votar además de en nosotros, en los demás, seremos capaces de construir un país más unido y solidario para todos. De manera especial para aquellas personas que esperan una ayuda para poder seguir adelante.

Uno de los defectos de la clase política en los distintos países es presentar las elecciones en clave nacional, en un mundo cada vez más globalizado. En este contexto es necesario establecer una valoración tanto del candidato, del programa electoral y de su comportamiento en la oposición.

A mediados del siglo XIX científicos preocupados por la posible exterminación de la humanidad ante la escalada armamentística de las grandes potencias, decidieron crear un grupo denominado El Boletín de Científicos. Una de las misiones de este grupo, formado en parte por 15 Premio nobel, es la de analizar los riesgos que pueden comprometer el fin del mundo y de la humanidad.

Una vez diagnosticadas estas amenazas mundiales, el comité de expertos cumple con otro de sus objetivos: el de poner en conocimiento de los ciudadanos del mundo cuales son dichos riesgos. Según el Boletín de Científicos Atómicos, los mayores peligros a los que se enfrenta la humanidad son: una inminente guerra nuclear, los efectos del cambio climático, los límites de la biotecnología, entre los que merece la pena destacar, la edición o manipulación genética, y la inteligencia artificial con sus intentos de socavar la democracia en el mundo, poniendo el futuro de la civilización en un peligro extraordinario.

Por estos motivos y en unas circunstancias como las actuales, se hace necesario más que nunca, tomar conciencia de la situación actual por la que atraviesa el planeta y votar en consecuencia en los próximos comicios.

José Luis Meléndez. Madrid, 26 de marzo del 2019.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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