Traductor

2 de julio de 2018

El abrazo

El odio es más auténtico que el amor, y no suele falsearse tanto

Quedida amiga:

Hace unos días nos abrazamos. Esta circunstancia no tendría la más mínima relevancia, si no fuera porque yo soy un hombre y tu una mujer. La relación casi comercial que nos unía, se ha ido tornando por el devenir de los hechos, hasta convertirse en cómplice. Todo ocurrió desde el día en que me abriste las puertas de tu despacho y de tu corazón. Es posible que te ocurra lo que a mí y que igual estés harta de todos esos besos protocolarios, fríos, breves, y sin sabor, que nos damos a lo largo del día, y que algunos adulterando la semántica de las palabras, tienen el valor de calificarlos “de compromiso” (sic), más que de obligación.

Estos estereotipos recibidos por medio de las normas sociales, desde la tierna infancia, nos han robado la espontaneidad y la capacidad de sorprendernos y relacionarnos a través de esa energía emocional que acumulamos y necesitamos expresar, haciéndonos la vida más aburrida, monótona e insana, por el miedo a incumplirlas y el miedo a lo que dirán.

Me gustaría escuchar de ti que al igual que yo, también has sentido esa energía capaz de envolvernos juntos en un solo corazón, en un solo latido. Porque como sabes existen besos falsos como son los comerciales, los protocolarios, los de saludo e incluso los de “amor”. Sin embargo el odio es más auténtico que el amor, y no suele falsearse tanto, cuando tiene oportunidad.

Es posible que quizás pienses que le doy demasiada importancia al asunto. Y la verdad es que la tiene si consideras que la sociedad no nos ha estimulado emocionalmente y por igual a los hombres que a las mujeres. A los hombres de nuestra generación los educaron mujeres, para que en la medida de lo posible fueran lo menos explícitos en sus manifestaciones y en su forma de expresarse emocionalmente. Y nos vistieron con el color azul de la frialdad.

Estoy seguro que habrás oído muchas veces a tus amigas decir eso de que a los hombres les cuesta más relacionarse. Espero que a partir de hoy les ayudes y les des una de las claves por las cuales los hombres no debemos ser (al menos en público) excesivos, en cuanto a afectos se refiere. La sociedad como ves, no nos proporcionó las mismas herramientas emocionales. Esto sin embargo no nos ha impedido mantener relaciones de amistad entre nosotros quizás mucho más consistentes. Las mujeres sois más propensas a tocaros y piropearos. Nosotros sin embargo, nos damos la mano, un abrazo, y palmaditas en la espalda. Y da la impresión de que con eso nos basta.

Por eso he sentido este abrazo como algo especial. Y por este motivo y con los tiempos que corren en las relaciones entre hombres y mujeres, he creído conveniente hacer pública esta carta dirigida a ti. Espero que no te haya molestado. Ojalá sea este un motivo para que todos, hombres y mujeres, dejemos de tirarnos los trastos a la cabeza, y empecemos a expresarnos con el respeto y el cariño que ambos nos merecemos.

Muchas gracias por todo.

Hasta pronto:

José Luis

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de enero del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario