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28 de mayo de 2018

El invasor

El hombre desde que abandonó la naturaleza, ha dejado de sentirse parte de ella

Un estudio publicado por la revista Nature a finales del año pasado, ya advertía de los graves perjuicios que sufren alrededor de 1.700 especies de vertebrados como consecuencia de la intervención humana en la selva. La fragmentación o parcelación de la masa forestal ocasionada por la construcción de caminos, carreteras, prados o campos de cultivo, señala el informe, está acelerando el riesgo de extinción de un 39% de las especies más sensibles que habitan en la zona más interior.

El dato ni es optimista ni esperanzador, aun teniendo en cuenta que el 46% de las especies afectadas, se ven favorecidas. Esto es debido a la existencia de numerosas especies invasoras dentro de este grupo, lo cual termina por desequilibrar el ecosistema, al modificar la temperatura, la intimidad, la movilidad, y por tanto la supervivencia de todas las especies.

Pero la relación del hombre con los bosques no es una excepción. Los océanos soportan toneladas de vertidos tóxicos. Una toxicidad que terminan ingiriendo las demás especies, incluido el ser humano, siguiendo el recorrido de la cadena trófica. El ritmo de sobre explotación o de sobre pesca por si esto fuera poco, está disminuyendo el tamaño de los peces. La relación del ser humano con las demás especies no se aleja demasiado del escenario anteriormente descrito. La industria cárnica, el maltrato animal, la caza o el negocio creciente de safaris africanos, arrojan datos escalofriantes.

Según el último censo realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de las cinco especies más demandadas (león, leopardo, rinoceronte, elefante y búfalo), los elefantes han disminuido su población un 30% entre los años 2007 y 2014. Y de los 25.000 rinocerontes actuales, 6.000 han sido fusilados por las mafias. La mayoría de estados africanos, cómplices de estas masacres, establecen el número de ejemplares que pueden cazarse (matarse), según el índice de natalidad de cada especie. Los trofeos o piezas importadas de dichos animales son también apreciados reclamos para algunos países occidentales “civilizados”.

Veinte países según el IFAW (Fondo Internacional para la Protección Animal), son responsables de más del 90% de las importaciones de trofeos en todo el mundo. Estados Unidos ocupa la primera posición en el ranking con una cuota de más del 70% del mercado total, y 150.583 piezas importadas entre 2004 y 2014. Le sigue en segunda posición España con 10.334 trofeos y Alemania en tercer lugar con 9.638.
El Fondo asegura que en la década comprendida entre dichos años, se comercializaron en todo el mundo 11.000 trofeos de león, más de 10.000 de elefante, y más de 10.000 de leopardos. Los precios que pagan los aficionados a estas prácticas tan execrables por apretar el gatillo, subir sus índices de adrenalina e inmortalizar su proeza, oscilan según la especie a abatir entre los 10.000 y los 105.000 euros.

Más llamativo, clarificador, y determinante es el estudio publicado en la revista PNAS (Procedings of the National Academy of Sciences of the United States of America), según la cual el ser humano, que tan solo representa el 0,01% de todos los seres vivientes y sintientes, es desde su aparición en el planeta, el causante de la desaparición del 83% de los animales salvajes, y de la mitad de las plantas existentes en la tierra, lo cual vendría a constatar que el hombre, desde que abandonó la naturaleza, ha dejado de sentirse parte de ella.

Y todavía hay algunos que califican a las palomas urbanas (seres inocentes y carentes de racionalidad), como "ratas voladoras". Así de racional, de objetivo y de justo es este dañino invasor…

José Luis Meléndez. Madrid, 27 de mayo del 2018
Fuente de la imagen: commons.wokimedia.org

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