Traductor

6 de mayo de 2018

El conquistador

El conquistador de derechos y libertades, se ha desprovisto definitivamente de su bata verde

Contemplo fotos suyas. De su rostro emana una naturalidad que se torna con el tiempo más cercana, y que invita al tuteo. De su mirada se desprende una humanidad y una serenidad que refuerzan de forma inconsciente la convicción moral de su praxis médica, llevada a cabo en los hospitales públicos madrileños. En su inseparable barba aun reside la experiencia y la sabiduría personal y profesional que jamás ocultó y entregó a los demás, a los más desfavorecidos. Su compromiso social llevado a cabo como dirigente vecinal en el humilde barrio de Orcasitas, fue solo el preludio de una entrega más vocacional y humana.

El doctor Luis Montes antes de irse entre nosotros, el diecinueve de abril, entregó su vida personal y profesional desde las unidades en las que trabajó en dignificar la vida humana. Lo hizo minimizando el dolor y el sufrimiento en sus pacientes, luchando por los derechos de sus compañeros, e intentando desde la igualdad acercar la sanidad pública a todos los ciudadanos. En el año 1983 ayudó a poner en marcha el Hospital de Móstoles. Más tarde el Severo Ochoa, en Leganés, centro en donde llegó a ser nombrado coordinador del servicio de urgencias. Su muerte se produce en un momento como el actual, en el cual la sociedad necesita referentes de personas que dediquen sus esfuerzos por igual y desde abajo a los demás. Ciudadanos que sin tener en cuenta clase social, sexo, raza o credos, contribuyan a cimentar y edificar una sociedad más libre y justa.

En marzo del 2005 el Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid, intentó sentenciar su muerte clínica, por medio de una denuncia falsa y anónima que le acusaba de practicar 400 eutanasias (asesinatos le llaman los que de forma egoísta no llegan a empatizar con el drama crónico del paciente, de sus familiares y amigos). Personas por cierto que no ponían objeción alguna a los abortos efectuados durante muchos años en clínicas privadas, y que curiosamente llegado el momento, tampoco dudan en aplicar dicha muerte dulce a sus propias mascotas. Don Luis, según palabras de su compañero el doctor Barra, sufrió esos días el dolor personal que nunca quiso para sus pacientes, compañeros y ciudadanos. El doctor apoyado en las calles por el pueblo, supo aplicarse su propia medicina, y resurgir gracias al cariño y la comprensión de la gente, como un ave fénix. Gracias al compromiso y a las energías puestas en su proyecto, se convirtió en un referente nacional, y llegó a ocupar la Presidencia de la Asociación Derecho a Morir Dignamente.

Las amenazas de privatización y de externalización emprendidas por la Consejería de Sanidad, y auspiciadas desde dicho Ministerio, no surtieron efecto gracias a las manifestaciones. Como consecuencia de los recortes de personal, y del cierre de plantas en los hospitales públicos, surgen las dolorosas listas de espera. Unas listas en las que “murieron” (se dejaron morir), a muchas más personas de las que se le acusaba al doctor Montes. Personas que murieron sin tratamiento, medicación, y que sufrieron junto a sus familiares el dolor, la impotencia y la indignación de ver como se priorizaba el capital por encima de la vida humana. El doctor Montes por el contrario, humanizó y dignificó la vida humana, y sentó las bases de una vida y de una muerte digna. Acompañando a los pacientes en las tres etapas de su vida. Ayudando a las mujeres en los momentos de parto complicados, y en el doloroso proceso de la interrupción del embarazo, dentro del marco legal. Haciendo menos doloroso el tránsito de la vida a la muerte, y evitando sufrimientos y deterioros irremediables.

Se ha ido el doctor Montes humanizando como el solo sabía la vida y su profesión. El conquistador de derechos y libertades, se ha desprovisto definitivamente de su bata verde. De esa indumentaria que a buen seguro anhelaba quitarse para sentir mejor y más cerca a los demás. Don Luis sabía que cada paciente era el único titular de su vida. Y que la mejor medicina es la que vela por el bien común de todos, y no solo por el privilegio de unos pocos. Descanse en paz.

José Luis Meléndez. Madrid, 28 de abril del 2018
Fuente de la imagen: 20minutos.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario