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14 de mayo de 2018

Idealismo constitucional

Para muchos españoles, la Constitución es más una declaración de intenciones, que un conjunto de artículos de obligado cumplimiento

Llama poderosamente la atención que según algunas encuestas, el tema catalán preocupe más a la mayoría de españoles, que otros temas que les afectan de una forma más directa, y a los cuales hace alusión La Constitución. Y más que se aluda a la cuestión como “tema catalán”, cuando en realidad es un problema del Estado español, esto es, de todos los españoles.

¿No será que lo que verdaderamente preocupa (más bien cabrea) a los ciudadanos, es que el Estado, no haya resuelto dicho asunto? Que estén hartos de leer los monográficos diarios que aparecen en algunos medios, sin que estos aporten una solución, mientras que los políticos encargados de resolver el asunto, anden de tertulias, ocupados en mejorar su representatividad parlamentaria…?

Lo cierto es que para muchos españoles que aún no han salido de la crisis (cuando muchos no llegaron a tocarla, y algunos de ellos hace unos años salieron de ella, con gran esfuerzo cobrando menos), la Constitución es más una declaración de intenciones, que un conjunto de artículos de obligado cumplimiento. Estos españoles no sienten la Constitución como parte suya, sino que más bien la Carta Magna para ellos, es como un libro de liturgia política, que solo algunos “sumos sacerdotes” leen con pomposa solemnidad, en actos en los que los ciudadanos no participan de una manera directa, sino es a través de sus representantes.

Según los titulares de algunos medios constitucionalistas, existen dos tipos de catalanes: los catalanes buenos, más próximos a las tesis constitucionalistas, y los malos, que son los que defienden una Cataluña soberanista. De lo que se trata es que los catalanes malos entren en razones, gracias a las descalificaciones que estos medios españolistas lanzan contra ellos, y que el resto de españoles, catalanizados por los titulares diarios de dichas fuentes, no se rindan, ni dejen de sentirse españoles y patriotas cabreados. Porque un patriota cabreado defiende con más pasión y coraje la causa nacional.

Uno puede sentirse independentista, y ejercer como tal dentro de los límites que le otorga la ley, sabiendo que nunca llegará ser soberanista, porque el Estado le niega la soberanía de su región. Esto aplicado al fútbol equivaldría a decir: usted puede sentirse todo lo culé que quiera, pero sepa que su equipo nunca va a ganar la liga, porque la Federación Española de Fútbol nunca le va a reconocer su hipotética victoria. Como se puede observar, la moralización de los sentimientos, y la desmoralización de la sociedad son dos conceptos aparentemente antagónicos, pero muy frecuentes en algunas líneas editoriales.

La aplicación del artículo 155, ha dejado claras dos cosas. Una: que no existe mucha diferencia entre un Presidente huido a Bruselas, y otro que ha estado ausente del asunto durante años. Y dos: que el Estado ha recurrido más a la Constitución en beneficio propio, que en el de todos los ciudadanos. Basta recordar la reciente reforma del artículo 135 por la puerta de atrás, y la aplicación del 155 para salvaguardar la integridad territorial. Asuntos que nada tienen que ver con una gran mayoría social de españoles olvidados, y que hace años padecieron los “recortes” de la crisis, y echaron en falta un 155 social por medio del cual el Estado rescatase a los ciudadanos más vulnerables.

Hoy muchos españoles siguen esperando que un día la Constitución se aplique en los términos de igualdad, propios de un Estado de derecho. Ese día los ciudadanos podrán sentir una Constitución más humana, social, y menos institucional y teórica. Más adaptada a los tiempos actuales, y exenta del idealismo Constitucional a los que los tiene acostumbrados.

José Luis Meléndez. Madrid, 11 de febrero del 2018
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org

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