La próxima legislatura necesitará nuevos modelos de hacer política
La confianza, es un factor determinante a la hora de establecer cualquier tipo de relación. El grado de compromiso, de un gobierno con sus electores, es fácil de determinar. Basta con fijarse en el contenido de su anterior programa electoral, y comprobar si las acciones que ha llevado a cabo, por pocas que sean, son coherentes con dicho contrato social. El resultado nos dará su índice de credibilidad.
Las palabras y los argumentos electorales cocinados entre bambalinas, no tienen ningún valor, si los ciudadanos no toman parte en los mismos, en la elaboración de los programas electorales, y se les relega como hoy, a desempeñar un papel de sujetos pasivos, receptores de mensajes y consignas que nada o poco tienen que ver con su vida diaria.
La clase política parece no haberse dado cuenta. Los mítines han quedado obsoletos. El ciudadano desea que las fuerzas sociales abran su discurso en sus diversos actos, bien sean electorales o representativos, e interactuar con sus representantes, y enriquecer de esta forma el discurso por medio de preguntas e ideas. Los formatos televisivos moderados del tipo “Tengo una pregunta para usted”, así lo atestiguan. La participación es un factor muy tenido en cuenta por los españoles, y se echan muy en falta la presencia de los ciudadanos en los debates que tienen lugar en los medios. De ahí el éxito de algunas fuerzas como Podemos a través de las redes sociales.
¿Por qué no extrapolar entonces este modelo democrático y bidireccional a todos los formatos electorales? Los discursos hechos y unilaterales, ya no convencen. El ciudadano desea sentirse protagonista. Ser un actor, y no un espectador de una película maravillosa de ciencia ficción. Ante este escenario no resultaría descabellado imaginar un futuro en el cual los ciudadanos pisen más el Congreso, por medio de invitaciones de la cámara a las más representativas asociaciones sociales, con objeto de conocer de una forma más realista los problemas de la calle.
Y un futuro en el que a su vez los políticos pisen más la calle y sean considerados al igual que los pilotos de aviación, en lugar de por sus horas de vuelo, por sus horas de calle. No estaría mal establecer un mínimo de horas justificadas ante determinados colectivos. Mientas esto no ocurra, el político seguirá siendo un ente ajeno a la realidad más acuciante de los ciudadanos. Un ser incapaz en su ignorancia, de dar respuesta a las soluciones más urgentes de la sociedad.
Las encuestas han resultado ser engañosas y en muchos casos interesadas, en función del medio que las lleva a cabo. En los pueblos, los alcaldes pisan las calles y las casas de sus vecinos, y llegan a acuerdos directos con el ciudadano antes de votar. Muchos días están más tiempo en las calles y en los campos, que en los despachos, y cobran mucho menos que cualquier diputado raso.
Hoy sin embargo, vemos en cada legislatura a una clase política cada día más reacia, desmotivada y entretenida en asuntos internos, en lugar de preocuparse de llegar a pactos sociales a través de todas las carteras, no solo de terrorismo. Los tiempos de salir a escena se retrasan por el miedo de exponer a sus activos tocados, faltos de argumentos.
Las caras que se ven en el Pepé, no son precisamente de recuperación y de optimismo. Rajoy no se presenta como un hombre fuerte, capaz de enfrentarse cara a cara con Pablo Iglesias, en un plató de televisión. El partido Popular, ha perdido el tiempo obsesionado entre recortes y no ha podido ni sabido motivar y recuperar la ilusión de la gente. Ha preferido gobernar de espaldas a la calle y a sí mismo con el incumplimiento de sus promesas.
Ya ha pasado su momento glorioso de política fácil, exenta de consensos y colmada de decretazos. Ahora es el momento de explicar a los ciudadanos porqué se tomaron dichas medidas. Quedan pocos meses de gobierno absoluto y autoritario. Con el nuevo arco parlamentario, la próxima legislatura necesitará nuevos modelos de hacer política. Serán necesarias fuerzas capaces de saber escuchar y establecer acuerdos que satisfagan los intereses de todos los españoles, y no solo los de una minoría.
José Luis Meléndez. Madrid, 18 de Febrero del 2015.
Fuente de la imagen: Flickr.com
La confianza, es un factor determinante a la hora de establecer cualquier tipo de relación. El grado de compromiso, de un gobierno con sus electores, es fácil de determinar. Basta con fijarse en el contenido de su anterior programa electoral, y comprobar si las acciones que ha llevado a cabo, por pocas que sean, son coherentes con dicho contrato social. El resultado nos dará su índice de credibilidad.
Las palabras y los argumentos electorales cocinados entre bambalinas, no tienen ningún valor, si los ciudadanos no toman parte en los mismos, en la elaboración de los programas electorales, y se les relega como hoy, a desempeñar un papel de sujetos pasivos, receptores de mensajes y consignas que nada o poco tienen que ver con su vida diaria.
La clase política parece no haberse dado cuenta. Los mítines han quedado obsoletos. El ciudadano desea que las fuerzas sociales abran su discurso en sus diversos actos, bien sean electorales o representativos, e interactuar con sus representantes, y enriquecer de esta forma el discurso por medio de preguntas e ideas. Los formatos televisivos moderados del tipo “Tengo una pregunta para usted”, así lo atestiguan. La participación es un factor muy tenido en cuenta por los españoles, y se echan muy en falta la presencia de los ciudadanos en los debates que tienen lugar en los medios. De ahí el éxito de algunas fuerzas como Podemos a través de las redes sociales.
¿Por qué no extrapolar entonces este modelo democrático y bidireccional a todos los formatos electorales? Los discursos hechos y unilaterales, ya no convencen. El ciudadano desea sentirse protagonista. Ser un actor, y no un espectador de una película maravillosa de ciencia ficción. Ante este escenario no resultaría descabellado imaginar un futuro en el cual los ciudadanos pisen más el Congreso, por medio de invitaciones de la cámara a las más representativas asociaciones sociales, con objeto de conocer de una forma más realista los problemas de la calle.
Y un futuro en el que a su vez los políticos pisen más la calle y sean considerados al igual que los pilotos de aviación, en lugar de por sus horas de vuelo, por sus horas de calle. No estaría mal establecer un mínimo de horas justificadas ante determinados colectivos. Mientas esto no ocurra, el político seguirá siendo un ente ajeno a la realidad más acuciante de los ciudadanos. Un ser incapaz en su ignorancia, de dar respuesta a las soluciones más urgentes de la sociedad.
Las encuestas han resultado ser engañosas y en muchos casos interesadas, en función del medio que las lleva a cabo. En los pueblos, los alcaldes pisan las calles y las casas de sus vecinos, y llegan a acuerdos directos con el ciudadano antes de votar. Muchos días están más tiempo en las calles y en los campos, que en los despachos, y cobran mucho menos que cualquier diputado raso.
Hoy sin embargo, vemos en cada legislatura a una clase política cada día más reacia, desmotivada y entretenida en asuntos internos, en lugar de preocuparse de llegar a pactos sociales a través de todas las carteras, no solo de terrorismo. Los tiempos de salir a escena se retrasan por el miedo de exponer a sus activos tocados, faltos de argumentos.
Las caras que se ven en el Pepé, no son precisamente de recuperación y de optimismo. Rajoy no se presenta como un hombre fuerte, capaz de enfrentarse cara a cara con Pablo Iglesias, en un plató de televisión. El partido Popular, ha perdido el tiempo obsesionado entre recortes y no ha podido ni sabido motivar y recuperar la ilusión de la gente. Ha preferido gobernar de espaldas a la calle y a sí mismo con el incumplimiento de sus promesas.
Ya ha pasado su momento glorioso de política fácil, exenta de consensos y colmada de decretazos. Ahora es el momento de explicar a los ciudadanos porqué se tomaron dichas medidas. Quedan pocos meses de gobierno absoluto y autoritario. Con el nuevo arco parlamentario, la próxima legislatura necesitará nuevos modelos de hacer política. Serán necesarias fuerzas capaces de saber escuchar y establecer acuerdos que satisfagan los intereses de todos los españoles, y no solo los de una minoría.
José Luis Meléndez. Madrid, 18 de Febrero del 2015.
Fuente de la imagen: Flickr.com
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