Nos hemos vuelto a quedar con las ganas
Las cosas no suceden porque sí, lo hacen como consecuencia de unos efectos, de unas determinadas causas. Hace escasas horas, la sociedad española ha sido testigo de la mayor catástrofe ecológica. Los protocolos se han activado tarde y la población civil, aún sigue, cinco días después de la tragedia, padeciendo sus consecuencias.
Los señalamientos de algunos responsables públicos a la AEMET, fruto de su impotencia, han sido además de falsos, inoportunos, pueriles y faltos del más mínimo sentido de Estado.
Señalar los problemas antes que las soluciones y/o buscar la confrontación para sacudirse las responsabilidades propias sin ofrecer, sino una alternativa, una mínima disposición o ayuda, refleja el nivel de miseria moral y la escasa vocación política de quien las pronuncia.
Anteponer los intereses propios, en medio de tanto sufrimiento, delante de tantos muertos, de tantas familias encerradas en sus casas, sin luz, agua ni comida. De personas que acaban de perder sus negocios, sus casas, y lo que es peor a los suyos, cuando no su propia vida, es algo que trasciende el terreno político y que pone de manifiesto el nivel de humanidad en determinados sectores de la sociedad.
Es triste y desolador ver a tus paisanos en esas circunstancias, pero mucho más ver como determinados responsables políticos hace tiempo perdieron el respeto a los ciudadanos. Ahora han llegado más lejos y han perdido el respeto a los centenares de fallecidos, a sus familiares y a todos los afectados, en estas primeras horas de la tragedia.
Su protocolo ha sido sacudirse las responsabilidades, antes que pisar el barro y ofrecer sino alguna solución (tarea primordial de todo político que honre considerarse a sí mismo como tal), al menos algo de humanidad en los momentos en que la sociedad más la necesita.
Nos hemos vuelto a quedar con las ganas, queridos paisanos. La política de la solidaridad ha sido la vuestra, la de todos aquellos que recogedor y cubo en mano, os habéis acercado a demostrar con vuestros actos a sus familiares, afectados y por extensión a todo el país que no están, que no estamos ni estaremos solos.
No olvidaremos la parálisis y la verborrea en la que algunos continúan instalados desde hace años, cuando sea la hora de activar el protocolo del voto. Vuestra impotencia es también la nuestra, la de vuestros compatriotas, esa palabra que tanto pronuncian en tiempos de gloria y de la cual se olvidan en momentos como estos.
Teníais poco barro encima, por lo que se ve, y algunos, ante la falta de propuestas han decidido, embarrar más la situación con palabras acusatorias en medio de tanta desgracia. Sabremos distinguir quien ha estado parapetándose detrás de las palabras y quien ha estado al lado vuestro con los hechos.
Dentro de todo lo malo, vais, vamos a salir juntos más fuertes. Sabiendo distinguir esa clase política teórica que lo ve todo mal, que vive anclada en la parálisis, de la política pragmática de los hechos, formada por aquellos que a pesar de sus errores (quien no trabaja no se equivoca), saben estar al lado del que más sufre, no solo en estas circunstancias, sino a lo largo de todo el año.
Lo importante no son las preguntas iniciales, sino las cuestiones finales. Más importante de saber por qué se activaron tarde y mal los protocolos, es determinar las causas que han ocasionado esta tragedia. Esto es, por qué el mediterráneo está cada año más caliente que el anterior.
Como decía al principio, las cosas no suceden porque sí. De nada servirá tanta solidaridad si después de todo dejamos de lado, más que nuestra conciencia, nuestras medidas sostenibles. Entonces si que estaremos faltando a la memoria de todos los afectados y de todas las víctimas.
No existe mejor protocolo que el preventivo. Ojalá esta vez aprendamos a tomarnos un poco más en serio los avisos cada vez más contundentes que nos devuelve el planeta, consecuencia de los efectos que provoca el hombre. Porque estos avisos, como hemos visto, son muchos más serios que los de la propia AEMET. El clima cambia, ¿por qué nosotros no?
José Luis Meléndez. Madrid, 3 de noviembre del 2024. Fuente de la imagen: freeepik
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