Traductor

5 de octubre de 2024

Ver para no creer

Nos encontramos con más personas que creen en cosas que no ven, que personas que las ven sin creer en ellas

Como se ha visto y puede observarse, el cambio climático no es un asunto que afecta de manera exclusiva al ser humano, también lo padecen el resto de seres vivos, como son los animales y las plantas. Los reinos animal y vegetal aunque fueran conscientes de sus causas no podrían hacer nada para combatir los efectos devastadores que causa el homo sapiens. Solo el ser humano es capaz de salvarse a sí mismo, a los suyos y a las demás especies.

En enero del 2021, la ONU, realizó la macroencuesta más grande realizada hasta la fecha, con objeto de determinar cual era la sensibilidad de la población mundial con respecto al cambio climático. El resultado concluyó que más de la mitad de la población mundial reconoce que el cambio climático es una emergencia.

El dato que podría considerarse como alentador y ciertamente esperanzador no deja de resultar como mínimo llamativo y a la vez sorprendente, si nos atenemos a los siguientes datos. Si sumamos el número de personas creyentes que habitan este mundo: Cristianismo (2.400 millones), Islamismo (1.400 millones) Hinduismo (1.200 millones), obtendremos la nada desdeñable cifra de 5.000 millones de personas que creen en la salvación ultramundana. Si calculamos el porcentaje sobre 8.200 millones de habitantes humanos que tiene el planeta tierra obtendremos el porcentaje resultante que es de un 61% de personas creyentes.

A los datos anteriormente expuestos, es decir a ese 61% habría que añadir el 16% de judíos, es decir, 1.312 millones de personas a las que habría que seguir sumando los respectivos porcentajes de otras tantas religiones minoritarias que pueden consultarse en el gráfico actualizado en el año 2018. Pero es que a su vez, las cifras del 2018 al 2024, año en el cual nos encontramos habrían de actualizarse al alza, por lo que estaríamos ante una clara mayoría de creyentes religiosos con respecto a los que creen en el cambio climático.

Fuente de la imagen: wikipedia

Si comparamos los datos de las personas que creen en el cambio climático con los que practican una religión y por ende creen en un ser superior y/o en una vida post mortem, constataremos que la cifra de los creyentes es categóricamente superior a la de los que creen en el cambio climático. Y es que a ese 61% falta añadirle otro tanto por ciento de personas creyentes que no profesan ninguna religión que supone un 12%, es decir, 984 millones de personas que entrarían a formar parte de la irreligión, término que engloba otras creencias como el ateísmo, el agnosticismo, el deísmo, no creyentes, humanismo secular o librepensamiento. Y es que ser irreligioso no implica una falta de creencia en una o mas deidades.

Más curioso todavía es el hecho que existan negacionistas que profesan una religión pero que sin embargo no creen en los efectos palpables y demostrables del cambio climático, difundidos bien a través de estudios rigurosos, documentales o imágenes publicadas en los principales informativos nacionales y mundiales. En resumidas cuentas, el dato realmente preocupante es que al ser humano no le basta ver para creer, y así nos encontramos con más personas que creen en cosas que no ven, que personas que las ven sin creer en ellas.

Cierto es que las religiones llevan miles de años de ventaja ejerciendo su influencia sobre el alma humana, pero el dato nos habla de una realidad irrefutable: el ser humano piensa más en la hipotética salvación de su alma, que en la de su propia vida, y lo único cierto aquí y ahora, es que solo disponemos de momento de una sola existencia.

Manuel Melgarejo, que además de presidente de Corteva Agrisciences - una multinacional nacida de tres gigantes del sector, como son Dow, Dupont y Piooner -, es un hombre adelantado a su tiempo, acostumbrado a trabajar a doce años vista. Este es el tiempo que tarda, según explica a la revista Actualidad económica (nº3110, del 21/07/24 al 27/7/24) que tarda en comercializar un fungicida, un insecticida, un herbicida o una semilla, desde que se inicia su registro en el ministerio de Agricultura, le da el visto bueno el ministerio de Sanidad, luego el de Trabajo, posteriormente el de Transición Ecológica y por último el de Ciencia y Tecnología.

La empresa dedicada a la protección de cultivos, a la producción y comercialización de semillas y a la agricultura tecnológica predictiva, de precisión y monitoreo cotiza en la Bolsa de Nueva York desde el año 2019, siendo la agrícola 100% cotizada más grande del mundo.

Por su semblante sonriente, el optimismo y el pragmatismo que derrocha en cada una de sus respuestas, se nota que el presidente, es un enamorado de su trabajo y de la naturaleza. Este ingeniero agrónomo, se puede decir, hablando en términos ecológicos ,que es un hombre bien plantado que al igual que un vegetal ha preferido crecer en un mismo terreno. De ahí su larga trayectoria en la empresa, que hoy es su suelo, 33 años en el mismo alcorque.

Tiene Melgarejo algo de buen pedagogo y es esa pasión que contagia cuando habla y nos explica que "hay que entender la agricultura como un todo que empieza en los análisis del suelo", ya que "cuanto mejor y más sano sea el suelo, más sano va a ser el desarrollo de la planta".

"Es muy significativo tener que apostar por lo que vas a registrar y comercializar dentro de 12 años", explica el presidente. "Significativo", sin ser empresario me parece un término eufemístico. Arriesgado creo que es el término que quiso emplear, ya que, entre otros, a los mayores obstáculos a los que se enfrenta tanto su empresa como su sector, son de índole legislativa y burocrática. Y es que la empresa como hemos visto, requiere tanto tiempo de producción de sus productos, que cualquier cambio normativo proveniente de la Comisión Europea puede llegar a ser catastrófico y ruinoso para el sector en general y para su empresa en particular.

Si se tiene en cuenta que Corteva Agrisciences invierte 4 millones de dólares de innovación cada día (han leído bien, cada día), a través de los 100 centros de investigación que posee repartidos por el mundo, que trabaja para 10 millones de agricultores con clientes en 125 países se puede hacer uno a la idea de la tragedia humana, ecológica y económica que podría suponer una legislación restrictiva.

Pero más que restrictiva lo que más le preocupa al presidente de Corteva es que sea regresiva. Por ello demanda a las autoridades una seguridad jurídica que evite un cambio de reglas a mitad del partido, una agilización burocrática desde que el producto es registrado hasta su fase de comercialización, y, decisiones marcadas por bases científicas en lugar de por criterios políticos.

Como dato a resaltar, merece la pena quedarse con el titular exhortativo, premonitorio, imperioso y a la vez inaplazable de Melgarejo: "En 25 años habrá 2.500 millones de personas más que alimentar con la misma tierra y menos agua: hay que actuar ya". Para combatir este estrés hídrico Corteva se encarga de seleccionar semillas resistentes a los diferentes cambios, bien sea de suelo o de temperatura. También apuesta por técnicas de edición genética: "cuando tienes los mapas de ADN, haces lo mismo que hubiera hecho la naturaleza en un tiempo más corto". Todo ello acompañado por la agricultura de precisión para controlar el consumo.

Afortunadamente el campo y la tecnología necesitan mano de obra. En España la edad media del agricultor es de unos 60 años, muy alta, según su punto de vista. Melgarejo propone implantar actividades rentables para fijar población en el campo, porque si los números no salen la gente termina yéndose.

Entre los cielos religiosos expuestos por las distintas creencias y los suelos de Melgarejo, me inclino más a creer y apostar por estos últimos. Entre otras cosas porque los resultados presentes son más reales, demostrables y verídicos que las promesas futuras. Declino por tanto mi interés por conocer a este Maestro. No me hace falta comprobar que sus palabras quedan avaladas por su trayectoria. Asi que con su permiso, aquí me planto.

José Luis Meléndez. Madrid, 4 de octubre del 2024. Fuente de la imagen principal: Freepik.

No hay comentarios:

Publicar un comentario