Por favor, antes de pedir su voto, pidan disculpas
He llegado a considerar, pensando en el bien común, la conveniencia de decretar algún día de silencio a la semana. Estoy seguro que ayudaría en primer lugar a rebajar la tensión. En segundo lugar, contribuiría a que las autoridades, voluntarios, políticos y demás Fuerzas del Estado se pudiesen centrar mejor en sus funciones y ser, si cabe, más eficaces. En tercer lugar, por respeto a las víctimas y sus familiares, en señal de duelo.
Ha quedado demostrado por la visita de las autoridades a Paiporta, que lo último que quieren y necesitan los afectados son palabras. Las palabras en momentos como estos, después de seis días, son necesarias como bien reconocen los psicólogos, para canalizar esa indignación y la impotencia de la situación, pero el silencio es también necesario en medio de tanto bombardeo informativo. Ayuda a sobrellevar el duelo, a conectar con uno mismo, a reflexionar, a calmarse, y a asumir poco a poco a su ritmo el acontecimiento de los hechos.
En momentos sociales tan susceptibles como estos, las palabras pueden llegar a ser más hirientes de lo normal. Un abrazo, una visita inesperada, una mirada, una sonrisa pueden ser igual o más sanadores que unas palabras pronunciadas en momentos inoportunos. Los miles de voluntarios se dieron cuenta de ello el primer día. Enseguida detectaron que sobraban las palabras y que faltaban hechos. Creo que una forma de acercarnos todos, es dejando a un lado las palabras y utilizando el lenguaje de los gestos.
Hemos caído en la trampa de las imágenes, y, estos días, muchos han convertido a determinadas autoridades en héroes y a otras en villanos, olvidándose de los verdaderos héroes que son los afectados y los voluntarios que han ayudado estos días a las personas más necesitadas con pocas palabras, sin preguntarles ni indagar si son de una u otra ideología. Los villanos no merecen ser nombrados, entre otras cosas porque todos sabemos quiénes son, que se dicen y lo que es peor, cómo actúan en los momentos críticos.
Llevamos años intoxicados por la polarización, por el lenguaje partidista. Nadie nos anima a unirnos ni siquiera en momentos como estos, sencillamente porque después de todos estos años tirándose los trastos a la cabeza, no tienen autoridad moral para hacerlo. Y no la tienen, porque son incapaces de unirse entre ellos en los acontecimientos más duros que hemos sufrido los españoles, como es la Pandemia y ahora con la DANA.
Se ha perdido el decoro, la dialéctica, las réplicas constructivas. El fondo, las formas. El respeto. Se sigue prostituyendo en la Cámara Baja el concepto de política. Se echan en falta propuestas y se echan de más los improperios.
Los buenos son los de mi partido y los malos los de la otra bancada. Tendemos a reclamar la objetividad de la cual carecemos. Las palabras han terminado por convertirlas en armas. Y con las armas en la boca es muy difícil llegar a acuerdos. Armas que nos dividen, que nos hieren.
¿Cómo van a hablarse a partir de ahora sus señorías? ¿Va a seguir siendo la Cámara Baja el mismo salón del Farwest de estos últimos años? ¿Estarán dispuestas a ennoblecer el uso de la lengua española en aras de los problemas más acuciantes de los ciudadanos, o va a seguir siendo el hemiciclo representativo de todos los españoles, la misma sala de acusaciones de unos años a esta parte? Son preguntas que muchos españoles se hacen en estos momentos.
No hace falta decir que los ciudadanos afectados por la DANA, acaban de sufrir los efectos secundarios de toda esta desafección, como es la mala comunicación que existe entre ambos líderes y por ende entre ambos partidos. El hecho es tan preocupante que hasta algún político europeo ha tenido que actuar como intermediario a la hora de renovar el Consejo del Poder Judicial. Sin embargo, los ciudadanos, nos vemos desprovistos de ese intermediario, de esa figura a la cual poder recurrir para pedir explicaciones o formular al hemiciclo las preguntas que la ciudadanía, ante este tipo de irregularidades se merece. ¿No les bastaron las 7.291 víctimas fallecidas en las residencias madrileñas como consecuencia de negligencias durante el covid? ¿Cuántos muertos más necesitan para recuperar la compostura?
Me quedo con la imagen del Rey, pidiendo disculpas al pueblo de Paiporta, antes de abandonar dicha localidad. Los ciudadanos en general y muy especialmente los afectados por la DANA, nos merecemos una disculpa de toda la clase política. Los españoles ya les hemos dado demasiadas lecciones de ejemplaridad. Lo menos que nos merecemos es la misma reciprocidad. La clase política, después de infaustos años, sigue en deuda con la ciudadanía. Por favor, antes de pedir su voto, pidan disculpas.
José Luis Meléndez. Madrid, 4 de noviembre del 2024. Fuente de la imagen: Freepik.com
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