Acabo de terminar de leer, por respeto a mis lectores, la prensa escrita en papel de los cinco diarios más leídos, y, me he encontrado con esta curiosa foto del fotógrafo de la Agencia Efe, Mohammed Badra. Vayan por delante mis felicitaciones.
En ella se puede ver como el Secretario General de la OTAN, Marc Rutte, felicita a Macron juntando la parte izquierda de su barbilla con el moflete izquierdo del máximo mandatario galo, no se sabe si culminando en un efusivo beso, por el 2% del PIB que este último ha destinado a Defensa. Apuesto a que una instantánea de similares características, protagonizada por Feijóo y Sánchez sería una de las fotos más deseadas por todos los españoles. No digamos ya una de Sinwar, actual líder de Gaza y Netanyahu o de Putin y Trump por el resto del planeta.
Me vienen a la mente, aquellos versos de Gustavo Adolfo Bécquer: “Por una mirada un mundo/ por una sonrisa, un cielo/ por un beso…/ yo no sé qué te diera por un beso/. Según la RAE, besar es “tocar u oprimir con un movimiento de labios a alguien o algo como expresión de amor, deseo o reverencia, o como saludo”. Una definición demasiado física y muy poco espiritual, porque todo beso empieza con el intercambio de dos miradas cómplices.
¿Qué es un apretón de manos comparado con un acercamiento facial en el que el roce íntimo de dos epidermis sensibles intercambian su tacto, y sus fragancias, después de una mirada emocionada? Las sensaciones y emociones que despierta un roce de estas características no tienen nada que ver con las que proporciona un apretujón de manos.
Aun así, estoy seguro que debido a la susceptibilidad (etapa posterior a la polarización), y anterior a la indignación e indiferencia que produce dicha desafección, les parecerá una provocación. Teníamos poco debate con los protocolos en España, y ahora desde Francia nos llega esta imagen en la cual podemos observar cómo los protocolos sociales de saludo también han saltado por los aires.
Rutte no ha solicitado su consentimiento a Macron. No es de extrañar, por tanto, que, de haberse producido esta escena en España, hubiera levantado más de alguna suspicacia. Otros se estarán cuestionando al paso que vamos si al final no tendremos que salir de España para perder el miedo a besarnos o rozarnos. Y otros estarán haciendo recuento de cuántas parejas se habrán dado el primer beso sin consentimiento a pesar de haberse besado con todo el amor del mundo.
Ayer, sin ir más lejos, escuchando un concierto de la genial y atractiva trompetista Alison Balson en YouTube, no pude por menos que imaginarme a todos los diputados de la Cámara Baja interpretando el mismo tema con un instrumento musical, bajo la Dirección inestimable de S.M. el Rey.
¿Se imaginan a todos los políticos de la Cámara Baja, homenajeando a sus sufridos ciudadanos por medio de un concierto solidario navideño, retransmitido en directo, cuyos ingresos fuesen destinados a los damnificados por la DANA? Un acto en el que la acritud de las palabras diera paso a un silencio verbal y a una partitura de sonidos agradables al menos para los oídos ya destrozados de una inmensa mayoría de españoles?
La música, dicen que amansa los ánimos más fieros. Las notas musicales estoy convencido que ayudarían a sus señorías a recuperar el habla sosegado de antaño y el sentido de Estado y de colaboración mutua que este país necesita. Juan Pardo, en uno de sus temas, “Bravo por la música”, asegura de forma muy acertada que una de la magia que posee este arte, es el de conectar a la gente por medio de las emociones que esta genera. No hablamos de un efecto menor.
Por este motivo, ante la urgencia de dicho cometido, me dispongo en estos mismos momentos a escribir mi carta a los Reyes Magos. Si no hay roces o besos, al menos que no haya cobras y si un emocionante concierto. Por el bien de todos. Aunque sea sin su consentimiento, el Pueblo se los merece.
José Luis Meléndez. Madrid, 13 de noviembre del 2024. Fuente de la imagen: Agencia Efe, Mohammed Badra.
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