Cada vez que pienso en ti me pregunto dónde está el amor
Supongo que nunca imaginaste un escenario tan crítico. Al menos tan adverso y deteriorado como este. ¡No sabes cuánto lo siento! Sé que no te mereces un espectáculo tan triste y agónico. Situaciones por las cuales sufriste tu mismo en primera persona. Por eso, ante mi impotencia, ante mi inmensa pena, asumo mi parte de culpa y te dirijo a ti, allá donde estés, mis disculpas más sentidas y sinceras.
A ti, que con tu sacrificado esfuerzo conseguiste sembrar y hacer crecer este árbol, por el cual luchaste y en el cual nunca dejaste de creer. Jamás olvidaré tu crujir inesperado y definitivo. Aquel día en el cual el tronco que sostenía estas ramas y estas hojas que hoy visto, se partió de cuajo.
Como tú mismo puedes ver y sentir, desde la injusta tristeza y la luminosa pureza de tu alma, desde ese lugar tan merecido en el cual hoy te encuentras, no se han respetado tus pasos. Esas huellas tan ejemplares por medio de las cuales conseguiste mantener unidas las ramas de aquel árbol. Ni la esencia de cada una de ellas, tal y como tú nos enseñaste.
El virus y el veneno tóxico de la rumorología, de la ocultación, de la negatividad y de la maledicencia, ha ido carcomiendo tu noble madera e infectando de odio aquella savia tuya, tan buena, tan abnegada, tan necesaria.
Yo, reconócelo, siempre he sido la rama rebelde y torcida; la excusa ideal ante cualquier incidencia o desavenencia que se terciaba. La culpa personificada; el punto de la diana al cual solían dirigirse todos y cada uno de los blancos. Siempre se me asignó en esta película, que es la vida, el papel de malvado. Soy, sigo siendo, el Jack Nicholson de la serie. El especialista que se ha ido haciendo fuerte con el tiempo, como consecuencia de los golpes que otros no supieron asumir de manera irresponsable. ¿Qué se puede esperar de mí? ¿La próxima buena obra para eludirla?, ¿El próximo error para difundirlo y tergiversarlo?
Desde que te fuiste este árbol partido por la mitad no ha logrado dar sus frutos. Desde tu partida no ha cesado la artillería, el fuego enemigo. Cualquier bandera blanca, cualquier acuerdo de paz, es el pretexto perfecto para iniciar una nueva contienda.
Ya no me consuela la llegada de la primavera. Ni tengo ganas ni fuerzas como antaño, para erguirme al viento y sentir su impulso. Creo que me estoy secando, que me estoy muriendo. Y cada día que pienso en ti me pregunto, dónde está el amor.
José Luis Meléndez. Madrid, 1 de marzo del 2021, Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario