Así que como podemos ver, existen varios tipos de negacionistas
Va a cumplirse un año de aquel confinamiento que nos mantuvo encerrados durante un periodo prolongado como consecuencia de la pandemia. Pensábamos entonces que no íbamos a resistir psicológicamente aquellas duras medidas. Imaginábamos - viendo y sintiendo la pérdida de nuestros familiares, de nuestros amigos, y de nuestros vecinos -, que no resistiríamos las letales infecciones del virus. Y sin embargo aquí estamos. Creímos que la llegada de las vacunas iba a demorarse años, hasta llegar a nosotros, y ya se están administrando no una, sino distintas vacunas.
A estas alturas no se qué postura me produce mayor estupor. Si la de un negacionista que no quiere ver los efectos de la pandemia o la de un pesimista -que en definitiva es otro negacionista-, que se niega a ver el final de una enfermedad. Así que como podemos ver existen varios tipos de negacionistas: los que niegan los efectos negativos de la pandemia, los que se niegan a ver los efectos positivos de la misma, y los que se niegan a ver el final de la enfermedad. Entre estos últimos se encuentran los responsables autonómicos que aprovechan el primer dato bueno para acto seguido iniciar una nueva desescalada y una nueva ola, negando de esta forma la peligrosidad del virus y la pérdida de vidas humanas.
Supongo que usted, como yo, solo ha leído y escuchado durante este año -mejor dicho durante estos doce meses, se dice pronto -, las cifras diarias de infectados, de ingresados en UCI y de muertos. O los efectos devastadores que el virus provoca en el cuerpo y en la mente del paciente. Pero estoy seguro que no han tenido oportunidad de leer o de escuchar las cifras de personas que han nacido, que se han reinventado a sí mismas y mucho menos las cifras diarias de las personas que hemos aprendido a inmunizarnos de estos datos diarios, sin necesidad de recurrir a ninguna vacuna.
El pesimismo como han visto al que hemos estado sometidos durante tantos meses, se convirtió en un nuevo virus psicológico que se negó a ver más allá de aquellas cifras negativas que hemos ido asumiendo día a día, edición tras edición. Es cierto que aún no podemos abrazarnos, que debemos mantener las mismas medidas de distancia de seguridad, de lavado de manos y de ventilación. Pero el camino recorrido nos va indicando que cada día, cada hora que pasa, estamos más cerca del final. Que existe y ya se puede ver – aunque algunos se nieguen a mirarla -, una pequeña luz al final del túnel. Hecho que en lugar de relajarnos debería mantenernos igual de precavidos.
Quizás ese pesimismo que se negó durante meses a vislumbrar una salida, y el ejemplo y la relajación de las medidas de algunos irresponsables autonómicos, ha sido el caldo de cultivo de otro negacionismo más serio y no menos peligroso: el negacionismo real. Lo curioso es que aquel pesimismo aún sigue latente en la sociedad. Una prueba fehaciente de ello es que sigue dando más relevancia a las cifras anteriormente citadas que a las cifras positivas. Como si estuviéramos educados y acostumbrados para obviar las noticias buenas que nosotros mismos generamos. Curioso, ¿verdad…?
José Luis Meléndez. Madrid, 3 de marzo del 2021. Fuente de la imagen:wikimedia.commons.org
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