Lo que no es lógico, ético, ni digno, es que una Asociación que lleva por nombre “El bosque”, apoye una tala injusta de árboles
Nos han acompañado durante más de diez décadas. No tuvieron más opción que la de echar raíces y crecer donde la mano del hombre los puso. Y así han ido creciendo nuestros vecinos, los árboles. Aferrados, anclados y condenados a vivir una serie de años, al lado del hombre que un día los trajo, huyendo de su hábitat, la naturaleza.
Da la impresión de que los árboles no sufren, pero no es cierto. Sufren como consecuencia de las altas temperaturas, por la escasez de agua, por el hábitat indebido en el cual han sido plantados. Por el olvido, la indiferencia, el desprecio y el maltrato del hombre. Sufren con las podas y no digamos por las talas sin anestesia a las cuales les somete la especie humana en la mayoría de las veces, sin un motivo aparente.
Pero aun así, los árboles callan porque son sabios. Entienden para qué han sido plantados y la naturaleza interesada del hombre que un día los arrancó de su lugar de nacimiento, sin respetar siquiera su mayoría de edad. A pesar de ello los árboles crecen, nos proporcionan su sombra, mejoran nuestro estado anímico y rebajan nuestra tensión arterial, proporcionándonos una mayor calidad de vida.
Los árboles protegen a distintas especies. A las aves les proporcionan cobijo familiar y a los líquenes les ofrecen su corteza. A los hombres nos deleitan con su sombra como reclamando nuestra presencia y compañía, y nos alegran con los conciertos de sus aves y las solicitudes urgentes y enternecedoras de sus crías. Y metabolizan cada día el Co2 de las grandes urbes mejorando de esta forma nuestra salud y prolongando nuestra existencia.
Todo esto es lo que pensamos y sentimos las personas que sabemos agradecer cada día la cercana presencia de estos bondadosos vecinos. Otros sin embargo a pesar de apropiarse de su nombre inmerecido, les presentan en sus manifiestos como ladrones que roban luminosidad, saboteadores de las redes de saneamiento, y seres que no merecen vivir por el mero hecho de causar algún tipo de incidencia que puede subsanarse sin existir motivos que justifiquen dicho tipo de actuación.
Con la criminalización cobarde, inmoral, indigna e injusta de los árboles la Asociación Municipal El bosque (antigua asociación de vecinos), intenta justificar el proyecto de talas que contempla el ayuntamiento en la calle Añastro, al no haberse dignado a luchar por su digno nombre con la defensa de sus jardines, sus árboles y haber conseguido el respaldo mayoritario de los vecinos. Lo que ocupa y preocupa a dicha asociación es la remodelación (eufemismo de reducción de zonas verdes) de la calle Añastro, pero no el resto de las calles repletas de tumbas de árboles que existen desde hace años en la Colonia.
En lugar de proponer y acordar con el ayuntamiento un plan de repoblación integral de la zona, ha preferido centrarse de una manera exclusiva, no ya en la repoblación, sino en la tala de algunos ejemplares de la calle Añastro. Una tala que se ha iniciado sin respetar el medio ambiente, en pleno periodo estival, en el cual las aves anidan aun con sus crías, y cuando los árboles más sufren como consecuencia de su mayor circulación de savia.
Talas ejecutadas casualmente cuando muchos de los vecinos están de vacaciones, que están sometiendo al resto de ejemplares a un gran estrés como consecuencia de las obras que se están llevando a cabo. Un proyecto que elimina más zona verde que la que se tiene pensada repoblar, ya que ni el césped ni los altos y frondosos chopos van a ser sustituidos por superficie y ejemplares de la misma envergadura que antes.
La imagen que aparece en este artículo se corresponde con la tala llevada a cabo por el ayuntamiento hace unos días en el Boulevard, con la complicidad añadida de la mencionada asociación, la cual afirma en uno de sus comunicados que no se iban a podar árboles pertenecientes a esta zona, cuando hay señalados desde hace meses para su ejecución otros tantos. Como se ve en la imagen los árboles no obstaculizan el acceso a ninguna vivienda, no han levantado ningún adoquín y son árboles que no presentan ningún tipo de molestias a los vecinos, aunque al parecer molestan y mucho los planes arboricidas de la Asociación.
Si como intenta justificar y hacer creer la Asociación a sus vecinos, los árboles impiden el acceso a personas mayores en la zona de los chalets, habría que talar más de la mitad de árboles que pueblan la Colonia. Una acción que que no gusta de puertas afuera a la Asociación pero la cual de una forma incongruente, no está dispuesta a reconsiderar con la Administración local, con objeto de minimizar y reducir el número de ejemplares señalados en esta zona, y que curiosamente merced a la transparencia de la cual hace gala, aún no han sido publicados. Igual que no ha hecho público si está abierta a llevar a cabo un plan de saneamiento de la áreas antes mencionadas, antes de proceder a la salvaje tala que si ha anunciado.
“Es legitimo que algunos vecinos se quejen de la tala de árboles de las aceras”, expone la Asociación en uno de sus manifiestos. Lo que no es normal, lógico, ético, ni digno es que una Asociación que lleva por nombre El bosque, apoye una tala injusta de árboles, sin estar de acuerdo, ni haber presentado al menos una propuesta de repoblación integral de las calles que forman la Colonia, ni haberse ocupado de forma previa de este menester.
En definitiva un proyecto que a partir de hoy contará con un nuevo nombre que algún vecino como el que suscribe, teniendo en cuenta la gran masa vegetal que la Asociación va a entregar con su claudicación al ayuntamiento, ha decidido calificar con el nombre de "operación bosquecito". Porque de lo que no hay duda es que pasear por el Boulevard y sus calles aledañas no volverá a ser una actividad tan placentera y alegre como la de antaño.
Nunca más volveremos a sentir la misma energía que percibíamos cuando pasábamos cerca de esos chopos altos, frondosos, y medio centenarios. Aún estamos a tiempo los vecinos de Hortaleza de proteger a esos árboles, igual que ellos nos protegieron en su día a nosotros. De no hacerlo muchos vecinos lamentarán no haberlo hecho.
Por mucho que el ayuntamiento con la sonrisa cómplice de su asociación desbroce con el tiempo sus tocones, su hueco no podrá llenar el vacío que deja su ausencia. Porque el alma de un árbol permanecerá siempre en el mismo lugar en el que fue plantado.
José Luis Meléndez. Madrid, 23 de agosto del 2020
Nos han acompañado durante más de diez décadas. No tuvieron más opción que la de echar raíces y crecer donde la mano del hombre los puso. Y así han ido creciendo nuestros vecinos, los árboles. Aferrados, anclados y condenados a vivir una serie de años, al lado del hombre que un día los trajo, huyendo de su hábitat, la naturaleza.
Da la impresión de que los árboles no sufren, pero no es cierto. Sufren como consecuencia de las altas temperaturas, por la escasez de agua, por el hábitat indebido en el cual han sido plantados. Por el olvido, la indiferencia, el desprecio y el maltrato del hombre. Sufren con las podas y no digamos por las talas sin anestesia a las cuales les somete la especie humana en la mayoría de las veces, sin un motivo aparente.
Pero aun así, los árboles callan porque son sabios. Entienden para qué han sido plantados y la naturaleza interesada del hombre que un día los arrancó de su lugar de nacimiento, sin respetar siquiera su mayoría de edad. A pesar de ello los árboles crecen, nos proporcionan su sombra, mejoran nuestro estado anímico y rebajan nuestra tensión arterial, proporcionándonos una mayor calidad de vida.
Los árboles protegen a distintas especies. A las aves les proporcionan cobijo familiar y a los líquenes les ofrecen su corteza. A los hombres nos deleitan con su sombra como reclamando nuestra presencia y compañía, y nos alegran con los conciertos de sus aves y las solicitudes urgentes y enternecedoras de sus crías. Y metabolizan cada día el Co2 de las grandes urbes mejorando de esta forma nuestra salud y prolongando nuestra existencia.
Todo esto es lo que pensamos y sentimos las personas que sabemos agradecer cada día la cercana presencia de estos bondadosos vecinos. Otros sin embargo a pesar de apropiarse de su nombre inmerecido, les presentan en sus manifiestos como ladrones que roban luminosidad, saboteadores de las redes de saneamiento, y seres que no merecen vivir por el mero hecho de causar algún tipo de incidencia que puede subsanarse sin existir motivos que justifiquen dicho tipo de actuación.
Con la criminalización cobarde, inmoral, indigna e injusta de los árboles la Asociación Municipal El bosque (antigua asociación de vecinos), intenta justificar el proyecto de talas que contempla el ayuntamiento en la calle Añastro, al no haberse dignado a luchar por su digno nombre con la defensa de sus jardines, sus árboles y haber conseguido el respaldo mayoritario de los vecinos. Lo que ocupa y preocupa a dicha asociación es la remodelación (eufemismo de reducción de zonas verdes) de la calle Añastro, pero no el resto de las calles repletas de tumbas de árboles que existen desde hace años en la Colonia.
En lugar de proponer y acordar con el ayuntamiento un plan de repoblación integral de la zona, ha preferido centrarse de una manera exclusiva, no ya en la repoblación, sino en la tala de algunos ejemplares de la calle Añastro. Una tala que se ha iniciado sin respetar el medio ambiente, en pleno periodo estival, en el cual las aves anidan aun con sus crías, y cuando los árboles más sufren como consecuencia de su mayor circulación de savia.
Talas ejecutadas casualmente cuando muchos de los vecinos están de vacaciones, que están sometiendo al resto de ejemplares a un gran estrés como consecuencia de las obras que se están llevando a cabo. Un proyecto que elimina más zona verde que la que se tiene pensada repoblar, ya que ni el césped ni los altos y frondosos chopos van a ser sustituidos por superficie y ejemplares de la misma envergadura que antes.
La imagen que aparece en este artículo se corresponde con la tala llevada a cabo por el ayuntamiento hace unos días en el Boulevard, con la complicidad añadida de la mencionada asociación, la cual afirma en uno de sus comunicados que no se iban a podar árboles pertenecientes a esta zona, cuando hay señalados desde hace meses para su ejecución otros tantos. Como se ve en la imagen los árboles no obstaculizan el acceso a ninguna vivienda, no han levantado ningún adoquín y son árboles que no presentan ningún tipo de molestias a los vecinos, aunque al parecer molestan y mucho los planes arboricidas de la Asociación.
Si como intenta justificar y hacer creer la Asociación a sus vecinos, los árboles impiden el acceso a personas mayores en la zona de los chalets, habría que talar más de la mitad de árboles que pueblan la Colonia. Una acción que que no gusta de puertas afuera a la Asociación pero la cual de una forma incongruente, no está dispuesta a reconsiderar con la Administración local, con objeto de minimizar y reducir el número de ejemplares señalados en esta zona, y que curiosamente merced a la transparencia de la cual hace gala, aún no han sido publicados. Igual que no ha hecho público si está abierta a llevar a cabo un plan de saneamiento de la áreas antes mencionadas, antes de proceder a la salvaje tala que si ha anunciado.
“Es legitimo que algunos vecinos se quejen de la tala de árboles de las aceras”, expone la Asociación en uno de sus manifiestos. Lo que no es normal, lógico, ético, ni digno es que una Asociación que lleva por nombre El bosque, apoye una tala injusta de árboles, sin estar de acuerdo, ni haber presentado al menos una propuesta de repoblación integral de las calles que forman la Colonia, ni haberse ocupado de forma previa de este menester.
En definitiva un proyecto que a partir de hoy contará con un nuevo nombre que algún vecino como el que suscribe, teniendo en cuenta la gran masa vegetal que la Asociación va a entregar con su claudicación al ayuntamiento, ha decidido calificar con el nombre de "operación bosquecito". Porque de lo que no hay duda es que pasear por el Boulevard y sus calles aledañas no volverá a ser una actividad tan placentera y alegre como la de antaño.
Nunca más volveremos a sentir la misma energía que percibíamos cuando pasábamos cerca de esos chopos altos, frondosos, y medio centenarios. Aún estamos a tiempo los vecinos de Hortaleza de proteger a esos árboles, igual que ellos nos protegieron en su día a nosotros. De no hacerlo muchos vecinos lamentarán no haberlo hecho.
Por mucho que el ayuntamiento con la sonrisa cómplice de su asociación desbroce con el tiempo sus tocones, su hueco no podrá llenar el vacío que deja su ausencia. Porque el alma de un árbol permanecerá siempre en el mismo lugar en el que fue plantado.
José Luis Meléndez. Madrid, 23 de agosto del 2020
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