Hasta ahora los distintos partidos políticos tenían acceso a determinados datos personales de los ciudadanos a través del censo electoral, como son el DNI, o la dirección de su domicilio. Pues bien, desde la semana pasada las distintas fuerzas, pueden acceder a nuestras redes sociales, a nuestros números de móvil, y a nuestros correos electrónicos, sin el previo consentimiento de los ciudadanos, ya que el día 21 de noviembre El Senado ha aprobado, después de ser ratificado por el Congreso, la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales (Sic).
A través de estas medidas los partidos políticos podrán utilizar dichos datos para crear ficheros con el perfil ideológico de los ciudadanos, con objeto de llevar a cabo una campaña electoral más individualizada y efectiva. Algo que prohibía hasta fecha de hoy el Reglamento General de Protección de Datos, que en su artículo 7, expone que quedan “prohibidos los ficheros creados con la finalidad exclusiva de almacenar datos de carácter personal que revelen la ideología, afiliación sindical, religión…”
La aprobación de dichas leyes por sus señorías ponen de relieve la capacidad de llegar a acuerdos que tienen, cuando se trata de llegar a medidas que benefician a todos los partidos, que perjudican al ciudadano, y que entran en contradicción con la mismísima Carta Magna: “La ley limitará el uso de la informática para garantizar la intimidad personal y familiar”.
Resulta cuanto menos extraño la falta de crítica, sobre todo por parte de aquellas fuerzas que critican los golpes de estado y los regímenes bolivarianos, y que no solo no reprueban, sino que avalan con sus medidas, la indefensión de la intimidad de sus ciudadanos en su propio país, más propia de estados totalitarios, al menos una alusión a tan grave asunto.
Queda asimismo por ver si las distintas fuerzas utilizarán dichos datos para los mencionados fines, o se extralimitarán y se reservarán el derecho de utilizarlos para otras gestiones, ya que los partidos pueden ceder la utilización de estos datos terceros, a empresas comerciales con objeto de elaborar dichos perfiles, y con el riesgo añadido de ser hackeados. Y si no provocará el efecto contrario y acabará por desincentivar el voto y la participación democrática de los españoles.
Ante esta indefensión, la única defensa de la que disponen los ciudadanos para efectuar su voto libre, es considerar el voto de aquellos partidos que invadan sin su consentimiento su intimidad personal. Las filtraciones del señor Mark Zuckerberg y del señor Trump para influir en las elecciones son para sentarlas en el banquillo; las demás no. ¡Vergüenza!
José Luis Meléndez. Madrid, 26 de noviembre del 2018
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