“Lo único que desean los animales, es salir y estar con sus familias, como lo estáis hoy aquí vosotros”
Los payasos acaban de hacer acto de presencia en el escenario. La extraña actitud inicial de ambos, enseguida despiertan la curiosidad y los recelos de los asistentes. Con semblante serio, Mimos y Risitas, dirigen sus primeras palabras entrecortadas, e intentan levantar los ánimos del auditorio familiar, compuesto por niños, padres y abuelos.
A duras penas, y, tras un primer intento fallido, por escasos segundos, consiguen dibujar la mueca más deseada y universal, que instantes después es difuminada en sus rostros, por unas lágrimas que intentan disimular:
-Pero ¿qué les pasa a estos payasos?, preguntan entretanto los niños a sus padres y abuelos. ¿Por qué no se ríen, ni son tan divertidos como los demás payasos de otros circos?
- No lo sé, cariño, le dice uno de los padres a su hijo. Cuando termine la función, vamos, y se lo preguntamos, ¿quieres?
- Vale, responde el niño.
Al terminar la representación, Mimos y Risitas, salen de nuevo a la pista, para despedirse de todos los niños y niñas.
- ¿Por qué no aplaudís, niños? ¿No os ha gustado nuestra función?, pregunta Mimos.
- ¡Nooo!, responden muchos niños y niñas a la vez. Habéis estado muy tristes, y no nos habéis hecho reír.
Entonces al payasote Mimos, se le escapa una lágrima al suelo, y Risitas sin verla, y sin darse cuenta, se resbala y se cae al suelo. De repente todos los niños empiezan a reírse, pero a Mimos se le escapa otra lágrima, un poquito más grande.
- ¿Por qué lloras, Mimos?, le pregunta una niña.
- No, por nada. Es que estoy muy contento.
- Ja, ja, sonríe la niña. Pero si estás tan contento, ¿por qué lloras, en lugar de reírte con nosotros?
- Es que tengo un secreto muy grande, y una noticia muy, pero que muy alegre que contaros. Y no sé cómo hacerlo.
"Vosotros os iréis a vuestras casas, pero los animales seguirán en sus jaulas"
- Si nos lo cuentas, te prometemos que no diremos nada a nadie. ¿A que sí?, le pregunta una niña a los demás niños.
- ¡Nooo!, contestan todos los niños.
- Está bien, dice Mimos. Responderme a una pregunta: ¿Os gustan los animales?
- ¡Síii!, responden todos
- Pues entonces, tenéis que decir a vuestros papás, y a vuestros abuelos, que nuestros amigos los animales, no son felices en los circos. Nosotros que vivimos con ellos, lo sabemos muy bien. Los vemos tristes en sus jaulas. Unos pasan frío, otros pasan calor. Unos tienen hambre, porque no les dan de comer, hasta que no hacen bien su trabajo.
Los animales, queridos niños y niñas, se llevan muy bien con los hombres. Sin embargo algunos hombres no tratan bien a los animales, porque no les dejan salir a la calle, como hacéis vosotros. Tampoco les dejan ver a sus familias. ¿Sabéis que los animales que habéis visto hoy en el circo, pasan el día y duermen en jaulas? Lo único que desean es salir de ellas, sentirse libres y estar con sus familias, como lo estáis hoy aquí vosotros con los vuestros. Vosotros os iréis a vuestras casas, pero ellos seguirán en sus jaulas.
Como veis, queridos amigos y amigas, los circos con animales, no son lugares alegres. ¿Entendéis ahora porqué existen payasos tristes como nosotros, en circos tristes con animales?:
- ¿Y por qué no encierran entonces a los hombres en lugar de a los animales?, pregunta un niño.
- Porque es un castigo que está permitido en algunas ciudades como esta.
- ¿Y cuál es la buena noticia que tienes que contarnos?, pregunta una niña impaciente.
- La buena noticia, contesta Mimos, es que ya no vamos a trabajar en circos con animales. A partir de mañana, vamos a trabajar en otro circo, en donde todos los espectadores, los trabajadores, y los animales, son felices.
- ¿Y cómo se llama ese circo?, preguntan los niños.
- Se llama el circo feliz. Cada día existen más circos felices en el mundo, gracias a muchas personas de buen corazón. Así que ya sabéis, queridos niños. Si queréis pasar un rato súper divertido, decirles a vuestros padres que os lleven a disfrutar a un circo feliz sin animales. Ah, y recordad, que no hace falta comer perdices, para ver a payasos felices. ¡Hasta pronto!
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de mayo del 2016.
Fuentes de las imagenes: flickr.com
Los payasos acaban de hacer acto de presencia en el escenario. La extraña actitud inicial de ambos, enseguida despiertan la curiosidad y los recelos de los asistentes. Con semblante serio, Mimos y Risitas, dirigen sus primeras palabras entrecortadas, e intentan levantar los ánimos del auditorio familiar, compuesto por niños, padres y abuelos.
A duras penas, y, tras un primer intento fallido, por escasos segundos, consiguen dibujar la mueca más deseada y universal, que instantes después es difuminada en sus rostros, por unas lágrimas que intentan disimular:
-Pero ¿qué les pasa a estos payasos?, preguntan entretanto los niños a sus padres y abuelos. ¿Por qué no se ríen, ni son tan divertidos como los demás payasos de otros circos?
- No lo sé, cariño, le dice uno de los padres a su hijo. Cuando termine la función, vamos, y se lo preguntamos, ¿quieres?
- Vale, responde el niño.
Al terminar la representación, Mimos y Risitas, salen de nuevo a la pista, para despedirse de todos los niños y niñas.
- ¿Por qué no aplaudís, niños? ¿No os ha gustado nuestra función?, pregunta Mimos.
- ¡Nooo!, responden muchos niños y niñas a la vez. Habéis estado muy tristes, y no nos habéis hecho reír.
Entonces al payasote Mimos, se le escapa una lágrima al suelo, y Risitas sin verla, y sin darse cuenta, se resbala y se cae al suelo. De repente todos los niños empiezan a reírse, pero a Mimos se le escapa otra lágrima, un poquito más grande.
- ¿Por qué lloras, Mimos?, le pregunta una niña.
- No, por nada. Es que estoy muy contento.
- Ja, ja, sonríe la niña. Pero si estás tan contento, ¿por qué lloras, en lugar de reírte con nosotros?
- Es que tengo un secreto muy grande, y una noticia muy, pero que muy alegre que contaros. Y no sé cómo hacerlo.
"Vosotros os iréis a vuestras casas, pero los animales seguirán en sus jaulas"
- Si nos lo cuentas, te prometemos que no diremos nada a nadie. ¿A que sí?, le pregunta una niña a los demás niños.
- ¡Nooo!, contestan todos los niños.
- Está bien, dice Mimos. Responderme a una pregunta: ¿Os gustan los animales?
- ¡Síii!, responden todos
- Pues entonces, tenéis que decir a vuestros papás, y a vuestros abuelos, que nuestros amigos los animales, no son felices en los circos. Nosotros que vivimos con ellos, lo sabemos muy bien. Los vemos tristes en sus jaulas. Unos pasan frío, otros pasan calor. Unos tienen hambre, porque no les dan de comer, hasta que no hacen bien su trabajo.
Los animales, queridos niños y niñas, se llevan muy bien con los hombres. Sin embargo algunos hombres no tratan bien a los animales, porque no les dejan salir a la calle, como hacéis vosotros. Tampoco les dejan ver a sus familias. ¿Sabéis que los animales que habéis visto hoy en el circo, pasan el día y duermen en jaulas? Lo único que desean es salir de ellas, sentirse libres y estar con sus familias, como lo estáis hoy aquí vosotros con los vuestros. Vosotros os iréis a vuestras casas, pero ellos seguirán en sus jaulas.
Como veis, queridos amigos y amigas, los circos con animales, no son lugares alegres. ¿Entendéis ahora porqué existen payasos tristes como nosotros, en circos tristes con animales?:
- ¿Y por qué no encierran entonces a los hombres en lugar de a los animales?, pregunta un niño.
- Porque es un castigo que está permitido en algunas ciudades como esta.
- ¿Y cuál es la buena noticia que tienes que contarnos?, pregunta una niña impaciente.
- La buena noticia, contesta Mimos, es que ya no vamos a trabajar en circos con animales. A partir de mañana, vamos a trabajar en otro circo, en donde todos los espectadores, los trabajadores, y los animales, son felices.
- ¿Y cómo se llama ese circo?, preguntan los niños.
- Se llama el circo feliz. Cada día existen más circos felices en el mundo, gracias a muchas personas de buen corazón. Así que ya sabéis, queridos niños. Si queréis pasar un rato súper divertido, decirles a vuestros padres que os lleven a disfrutar a un circo feliz sin animales. Ah, y recordad, que no hace falta comer perdices, para ver a payasos felices. ¡Hasta pronto!
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de mayo del 2016.
Fuentes de las imagenes: flickr.com
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