Todos somos Charlie, los que se han ido, y los que sienten y reconocen su entrega
Poseían información, y lo tenían todo organizado. Antes de acceder a la segunda planta, en donde estaba situada la sala de redacción, y todo el equipo del periódico, preguntaron por los nombres de sus (nuestras) víctimas. Han actuado con la sangre fría, y la pericia de una banda criminal.
Diez minutos y doce personas. Dos hombres, un dios, y una venganza que cumplir, con el mismo epitafio: “Alahu akbar”, “Alá es grande”. No es que Alá sea hoy más grande, es que nuestro corazón sobrecogido ha empequeñecido y olvidado su anterior tamaño. Hace cincuenta años que Francia no se levantaba sobresaltada por un acto de barbarie, como el de este cobarde atentado. Ocho periodistas entre los que se encontraba el dibujante y director del semanario Charlie Hebdo, Stéphane Charbonier (Charb), Jean Cabut (Cabu), Bernard Verlhac (Fignous), y George Wolinski.Dos policías, un invitado, y una persona situada en la entrada del inmueble.
Ya lo sabemos, no han sido los musulmanes, sino unos Yihadistas o integristas islámicos. La Liga Árabe, y los cinco millones de árabes que residen en Francia han condenado a través de sus representantes este deplorable acto. Charlie Hebdo inició su actividad en los años setenta, y, desde entonces ha mantenido una línea editorial libertaria y anticlerical. En la actualidad, es una de las publicaciones más prestigiosas de nuestro país hermano y vecino.
En noviembre del dos mil once, como consecuencia de la publicación de una de sus portadas, en la cual aparecía la imagen del Profeta Mahoma, el grupo editorial sufrió un ataque con bomba que causó importantes daños en sus oficinas. Pero en las portadas de Charlie Hebdo, también han aparecido imágenes de otras personalidades, y de otros líderes religiosos, sin llegar nunca a este extremo. Sus profesionales, inmunizados a pesar de sus continuas amenazas, optaron por ser fieles a sus lectores, y a los valores que la publicación encarna.
Ayer fue en Francia, corazón y cuna de las libertades europeas. ¡Que sabrán aquellos que atentan contra los altos principios de igualdad, libertad y fraternidad, inspirados por la República, y representados en la democracia, que es aquí donde cabemos todos, incluso sus propios detractores. Los españoles supimos hacer nuestro duelo, y no caer en la provocación. Sanamos, curamos y cerramos heridas profundas y dolorosas. Hoy nuestros hermanos franceses tienen un ejemplo en donde mirarse y sentirse apoyados.
Han sido muchos los ciudadanos de distintos países que de manera espontánea se han congregado en las embajadas de Francia, en defensa de la libertad de expresión. Como únicas armas un bolígrafo o un lapicero, con el cual apuntaban al cielo, mientras exclamaban: “Je suis Charlie”, “Yo soy Charlie”. Por eso hoy, unido a este simbólico y bonito gesto, el bolígrafo que siempre cuelga en el bolsillo izquierdo de mi camisa, se ha transformado en un balcón honorífico, en el cual permanece la pluma apuntando en la misma dirección. Todos somos Charlie, los que se han ido, y los que sienten y reconocen su entrega. Doce rosas, una por cada persona, en las cuales aún quedan valores en forma de fragancia.
José Luis Meléndez. Madrid, 8 de Enero del 2015.
Fuente de la imagen: Flickr.com
Poseían información, y lo tenían todo organizado. Antes de acceder a la segunda planta, en donde estaba situada la sala de redacción, y todo el equipo del periódico, preguntaron por los nombres de sus (nuestras) víctimas. Han actuado con la sangre fría, y la pericia de una banda criminal.
Diez minutos y doce personas. Dos hombres, un dios, y una venganza que cumplir, con el mismo epitafio: “Alahu akbar”, “Alá es grande”. No es que Alá sea hoy más grande, es que nuestro corazón sobrecogido ha empequeñecido y olvidado su anterior tamaño. Hace cincuenta años que Francia no se levantaba sobresaltada por un acto de barbarie, como el de este cobarde atentado. Ocho periodistas entre los que se encontraba el dibujante y director del semanario Charlie Hebdo, Stéphane Charbonier (Charb), Jean Cabut (Cabu), Bernard Verlhac (Fignous), y George Wolinski.Dos policías, un invitado, y una persona situada en la entrada del inmueble.
Ya lo sabemos, no han sido los musulmanes, sino unos Yihadistas o integristas islámicos. La Liga Árabe, y los cinco millones de árabes que residen en Francia han condenado a través de sus representantes este deplorable acto. Charlie Hebdo inició su actividad en los años setenta, y, desde entonces ha mantenido una línea editorial libertaria y anticlerical. En la actualidad, es una de las publicaciones más prestigiosas de nuestro país hermano y vecino.
En noviembre del dos mil once, como consecuencia de la publicación de una de sus portadas, en la cual aparecía la imagen del Profeta Mahoma, el grupo editorial sufrió un ataque con bomba que causó importantes daños en sus oficinas. Pero en las portadas de Charlie Hebdo, también han aparecido imágenes de otras personalidades, y de otros líderes religiosos, sin llegar nunca a este extremo. Sus profesionales, inmunizados a pesar de sus continuas amenazas, optaron por ser fieles a sus lectores, y a los valores que la publicación encarna.
Ayer fue en Francia, corazón y cuna de las libertades europeas. ¡Que sabrán aquellos que atentan contra los altos principios de igualdad, libertad y fraternidad, inspirados por la República, y representados en la democracia, que es aquí donde cabemos todos, incluso sus propios detractores. Los españoles supimos hacer nuestro duelo, y no caer en la provocación. Sanamos, curamos y cerramos heridas profundas y dolorosas. Hoy nuestros hermanos franceses tienen un ejemplo en donde mirarse y sentirse apoyados.
Han sido muchos los ciudadanos de distintos países que de manera espontánea se han congregado en las embajadas de Francia, en defensa de la libertad de expresión. Como únicas armas un bolígrafo o un lapicero, con el cual apuntaban al cielo, mientras exclamaban: “Je suis Charlie”, “Yo soy Charlie”. Por eso hoy, unido a este simbólico y bonito gesto, el bolígrafo que siempre cuelga en el bolsillo izquierdo de mi camisa, se ha transformado en un balcón honorífico, en el cual permanece la pluma apuntando en la misma dirección. Todos somos Charlie, los que se han ido, y los que sienten y reconocen su entrega. Doce rosas, una por cada persona, en las cuales aún quedan valores en forma de fragancia.
José Luis Meléndez. Madrid, 8 de Enero del 2015.
Fuente de la imagen: Flickr.com
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