La despensa conservadora fue sustituida por la nevera progresista
La herencia recibida que se encontró el primer estado democrático de Adolfo Suárez, fueron cuarenta años de dictadura. Una dictadura ilegítima que arrebató por las armas un gobierno español elegido democráticamente, y representado por la República. Ni una palabra de reproche.
La derecha española de entonces, defensora a ultranza de la dictadura, y del nacional catolicismo, no tuvo más remedio que ejercer una salida camaleónica, como única operación, y tuvo que vestirse de lagarterana. La democracia, por entonces iba por fuera, y había que tener cuidado de no confundir libertad con libertinaje, ¿recuerdan?
Después de cuarenta años, y de una larga y penosa travesía por el desierto, el pueblo reclamaba libertad sin ira, pero libertad. La muerte del dictador, y su sucesión atada, no le dio tiempo a la derecha de meter el miedo en el cuerpo a los españoles, de las entonces ideas “populistas”, que luego resultaron ser el elixir de la juventud para el Pueblo español. España se vistió de color. El blanco y el negro, el bien y el mal, el cura, el alcalde y el señorito, fueron adaptando sus discursos, y sus actitudes a los nuevos tiempos sociales.
La despensa ideológica, cuarentañera, azulona, conservera, y conservadora de la derecha española, fue sustituida en pocos años, con la llegada de la izquierda, por la nevera roja y progresista. Con la entrada de España en el Mercado Común, la España única, grande y libre, fue transformándose en otra mucho más grande y plural. Menos libre para algunos, y más democrática para todos. El escenario nacional socio político, fue sustituido por un entorno cada vez más internacional. El pueblo representado por las fuerzas progresistas de la izquierda, supo ir sigilosamente democratizando la derecha española. Y lo hizo tan bien, que esta parece no haberse enterado.
José Luis Meléndez. Madrid, 20 de diciembre del 2014.
Fuente de la imagen: twitter.com
La herencia recibida que se encontró el primer estado democrático de Adolfo Suárez, fueron cuarenta años de dictadura. Una dictadura ilegítima que arrebató por las armas un gobierno español elegido democráticamente, y representado por la República. Ni una palabra de reproche.
La derecha española de entonces, defensora a ultranza de la dictadura, y del nacional catolicismo, no tuvo más remedio que ejercer una salida camaleónica, como única operación, y tuvo que vestirse de lagarterana. La democracia, por entonces iba por fuera, y había que tener cuidado de no confundir libertad con libertinaje, ¿recuerdan?
Después de cuarenta años, y de una larga y penosa travesía por el desierto, el pueblo reclamaba libertad sin ira, pero libertad. La muerte del dictador, y su sucesión atada, no le dio tiempo a la derecha de meter el miedo en el cuerpo a los españoles, de las entonces ideas “populistas”, que luego resultaron ser el elixir de la juventud para el Pueblo español. España se vistió de color. El blanco y el negro, el bien y el mal, el cura, el alcalde y el señorito, fueron adaptando sus discursos, y sus actitudes a los nuevos tiempos sociales.
La despensa ideológica, cuarentañera, azulona, conservera, y conservadora de la derecha española, fue sustituida en pocos años, con la llegada de la izquierda, por la nevera roja y progresista. Con la entrada de España en el Mercado Común, la España única, grande y libre, fue transformándose en otra mucho más grande y plural. Menos libre para algunos, y más democrática para todos. El escenario nacional socio político, fue sustituido por un entorno cada vez más internacional. El pueblo representado por las fuerzas progresistas de la izquierda, supo ir sigilosamente democratizando la derecha española. Y lo hizo tan bien, que esta parece no haberse enterado.
José Luis Meléndez. Madrid, 20 de diciembre del 2014.
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