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1 de julio de 2024

Disculpen las molestias

Una molestia continuada no es un error ni una equivocación, es una negligencia motivada por una mala praxis

Nadie es perfecto. La equivocación es algo consustancial al ser humano. El hombre, según reza un conocido aforismo, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, lo cual no deja de ser un rasgo preocupante de inferioridad, con respecto a las demás especies.

La instituciones, como es sabido, están formadas por hombres y por mujeres. De seres de uno y otro sexo que toman decisiones y se equivocan. No se puede asegurar, sin embargo, que el número de decisiones sea proporcional al número de errores o de equivocaciones.

Hay personas que necesitan tropezar dos o más veces en la misma piedra, para fortuna de este ser, hasta entonces inanimado. Da lo mismo la forma o el tamaño del mineral del cual se trate. Y hay instituciones que necesitan más de dos años de tropiezos y molestias continuadas, que suelen anunciarlas de manera subrepticia con el siguiente eufemismo: "plazo de ejecución: veinticuatro meses", ya que suponen que el impacto psicológico en meses es mucho menor que el expuesto en años. Hasta que el ciudadano se da cuenta y el cabreo que se lleva, no por el impacto, sino por la tomadura de pelo, es monumental, al verse tratado como un tonto.

El hombre que tropieza y se levanta no tiene por costumbre disculparse a si mismo. El perdón, nos enseñaron que es algo que hay que practicar con los demás y no con uno mismo. Y una piedra animada y dotada de vida, por culpa de un tropezón, no merece ser perdonada.

Si un ciudadano se equivoca al confeccionar la declaración de la renta, lo normal es que la Administración de Hacienda, se ponga en contacto con él para informarle de la situación, con el propósito de que proceda a su regularización.

Pero una empresa de transportes, por poner un ejemplo, que cause reiterados perjuicios a sus usuarios, no tiene la obligación de devolver la totalidad o un porcentaje de dicho billete abonado en compensación a la falta de compromiso, ni al retraso y al tiempo invertido. Con pronunciar tres palabras cordiales y mágicas ("disculpen las molestias"), al final de sus explicaciones, el ciudadano ya ha adquirido la suficiente sagacidad, para deducir que la empresa cordial vuelve con ello a lavarse las manos delante de sus propias narices.

Las molestias, si las crea la Administración o una empresa, las asume el ciudadano, pero si el ciudadano se equivoca, ya sea para bien o para mal, es interpelado en términos de importes pendientes, plazos y consecuencias nada amables y por contra, bastante conminatorias.

Una molestia continuada no es un error ni una equivocación, es una negligencia motivada por una mala praxis. El error de un ciudadano ha de ser subsanado de facto, salvo penas que van desde recargos, embargos o penas de prisión. Ni un alzheimer piadoso es capaz de librarle a uno de sus obligaciones con la omnipotente y despiadada Administración. Los errores se disculpan pero las enfermedades, no. Que se lo pregunten a sus familiares.

Una empresa o institución puede equivocarse y causar perjuicios de manera gratuita y repercutírselos de forma continuada, amparándose en su "Principio de igualdad" a sus usuarios. Porque el usuario no deja de ser contribuyente al pagar sus impuestos, también ha de seguir pagando con su tiempo, su dinero y su salud los meses o los años de presuntas mejoras, si éstas llegan a producirse o el proyecto llega a su término...

La compañía en cuestión solo tiene que volver a pronunciar por megafonía a los sufridos y reiterados usuarios sus tres palabras preferidas de cortesía: "disculpen las molestias"; pero a pesar del número de incidencias y de la confianza adquirida, la empresa en cuestión opta por omitir el respectivo tuteo, como si no nos conociéramos. Los responsables últimos de dichos perjuicios solo comparecen por obligación cuando la presión social o mediática se hace más que latente.

Las voces suplicatorias de la megafonía, que no son precisamente las de dichos responsables, han llegado a exonerarles de sus obligaciones y a menoscabar los derechos de los usuarios. Para eso están los subordinados y la tecnología, para garantizar la impunidad de dichos responsables.

José Luis Meléndez. Madrid, 1 de julio del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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