Todo el mundo sabe estar acompañado, pero nadie nos enseña a estar solos
La sociedad por definición, nunca ha entendido ni entenderá la soledad. Se encuentra tan entretenida en sus banalidades, y se acuesta tan cansada al terminar al día, que no tiene tiempo ni ganas para encontrarse a sí misma. La soledad sin embargo la observa distante desde su profundidad. La mira como a una niña perdida, que no sabe hacia dónde va, que no sabe medir sus fuerzas, ni por qué hace tan mal las cosas. Las personas por el contrario que buscan y que encuentran la soledad, no critican ni se compadecen de la superficialidad, de la pérdida de energías, de tiempo, y de la cantidad de dinero que esa gente emplea, para no sentirse sola.
La soledad elegida es más respetuosa, comprensiva y tolerante. No le importa esperar el tiempo que sea preciso, para ofrecernos lo mejor de sí misma, como es nuestra auténtica versión humanizada. La soledad es el refugio del sabio. En ella encuentra inspiración el genio, y gracias a su compañía, todos pueden beber de su fuente. Todo el mundo sabe estar acompañado, pero nadie nos enseña a estar solos. Nunca me ha traicionado la soledad, pero si una “buena compañía”.
Se puede afirmar que existen muchas personas que están solas, pero son muchas más, las que se sienten solas, que las que realmente lo están. No es lo mismo estar solo por motivos circunstanciales, que ser un amante incondicional de la soledad. La sociedad nos da a entender que una persona que tiene muchos amigos, no está solo. Pero lo más triste de estar acompañado, es que muchas veces uno no puede remediar sentirse solo, cuando el otro, no comparte su mismo punto de vista.
Habría que hablar por lo tanto de dos tipos de soledad: la soledad espiritual, y la soledad física. Nos pasamos el día acompañados de otros cuerpos físicos que pululan a nuestro alrededor, y que nos proporcionan esa sensación de compañía, y de tranquilidad, que como animales sociales, y de manada, necesitamos.
La radio o la televisión, suplen el mismo efecto, en miles de hogares en los cuales viven personas solas. Uno no se siente solo cuando está delante de una libreria e en compañía de un libro. De otra alma que le habla, cuando mira a su mascota, o se sienta al lado de una planta. Un libro sabe darle a uno la compañía espiritual que la persona más querida pueda proporcionarle.La soledad espiritual o del alma es mental y emocional. Así uno se puede sentir solo, cuando la otra persona no comparte sus ideas o sus sentimientos.
La soledad se soporta mejor solo. Nos permite conocernos, enriquecernos, y establecer relaciones más profundas y auténticas con los demás. Nos ayuda a sentirnos más acompañados con nosotros mismos. La soledad es reflexiva, sabia, relajante, enriquecedora, tolerante, libre, pacifica, silenciosa, creativa y solidaria con uno mismo. Se habla muy poco de los beneficios que la soledad proporciona y ha proporcionado a la sociedad. Gracias a ella, escritores, compositores, artistas e inventores, han hecho posible un mundo mejor.
Lo que no ha entendido, entiende, ni entenderá el sistema, es que la sociedad, como conjunto de relaciones, es una unión de distintas soledades. El amor es un niño que no sabe estar solo. Y una soledad, por mucho que se una, no anula a la otra, ni deja existir. Las personas que se sienten solas, es que no han llegado a encontrarse a sí mismas. Antes de aprender a estar solo, hay que saber aceptarse en silencio. La soledad nunca está sola, porque se encuentra entre los acompañados. Estar con uno mismo, no es estar solo. Afirmar esto, constituye un desprecio hacia la persona. Es verdad que hay mucha gente que está sola, pero no es menos cierto, que existen muchas más personas que están mal acompañadas.
José Luis Meléndez. Madrid, 18 de mayo del 2017
Fuente de la imagen: wikimedia.commons,org
La sociedad por definición, nunca ha entendido ni entenderá la soledad. Se encuentra tan entretenida en sus banalidades, y se acuesta tan cansada al terminar al día, que no tiene tiempo ni ganas para encontrarse a sí misma. La soledad sin embargo la observa distante desde su profundidad. La mira como a una niña perdida, que no sabe hacia dónde va, que no sabe medir sus fuerzas, ni por qué hace tan mal las cosas. Las personas por el contrario que buscan y que encuentran la soledad, no critican ni se compadecen de la superficialidad, de la pérdida de energías, de tiempo, y de la cantidad de dinero que esa gente emplea, para no sentirse sola.
La soledad elegida es más respetuosa, comprensiva y tolerante. No le importa esperar el tiempo que sea preciso, para ofrecernos lo mejor de sí misma, como es nuestra auténtica versión humanizada. La soledad es el refugio del sabio. En ella encuentra inspiración el genio, y gracias a su compañía, todos pueden beber de su fuente. Todo el mundo sabe estar acompañado, pero nadie nos enseña a estar solos. Nunca me ha traicionado la soledad, pero si una “buena compañía”.
Se puede afirmar que existen muchas personas que están solas, pero son muchas más, las que se sienten solas, que las que realmente lo están. No es lo mismo estar solo por motivos circunstanciales, que ser un amante incondicional de la soledad. La sociedad nos da a entender que una persona que tiene muchos amigos, no está solo. Pero lo más triste de estar acompañado, es que muchas veces uno no puede remediar sentirse solo, cuando el otro, no comparte su mismo punto de vista.
Habría que hablar por lo tanto de dos tipos de soledad: la soledad espiritual, y la soledad física. Nos pasamos el día acompañados de otros cuerpos físicos que pululan a nuestro alrededor, y que nos proporcionan esa sensación de compañía, y de tranquilidad, que como animales sociales, y de manada, necesitamos.
La radio o la televisión, suplen el mismo efecto, en miles de hogares en los cuales viven personas solas. Uno no se siente solo cuando está delante de una libreria e en compañía de un libro. De otra alma que le habla, cuando mira a su mascota, o se sienta al lado de una planta. Un libro sabe darle a uno la compañía espiritual que la persona más querida pueda proporcionarle.La soledad espiritual o del alma es mental y emocional. Así uno se puede sentir solo, cuando la otra persona no comparte sus ideas o sus sentimientos.
La soledad se soporta mejor solo. Nos permite conocernos, enriquecernos, y establecer relaciones más profundas y auténticas con los demás. Nos ayuda a sentirnos más acompañados con nosotros mismos. La soledad es reflexiva, sabia, relajante, enriquecedora, tolerante, libre, pacifica, silenciosa, creativa y solidaria con uno mismo. Se habla muy poco de los beneficios que la soledad proporciona y ha proporcionado a la sociedad. Gracias a ella, escritores, compositores, artistas e inventores, han hecho posible un mundo mejor.
Lo que no ha entendido, entiende, ni entenderá el sistema, es que la sociedad, como conjunto de relaciones, es una unión de distintas soledades. El amor es un niño que no sabe estar solo. Y una soledad, por mucho que se una, no anula a la otra, ni deja existir. Las personas que se sienten solas, es que no han llegado a encontrarse a sí mismas. Antes de aprender a estar solo, hay que saber aceptarse en silencio. La soledad nunca está sola, porque se encuentra entre los acompañados. Estar con uno mismo, no es estar solo. Afirmar esto, constituye un desprecio hacia la persona. Es verdad que hay mucha gente que está sola, pero no es menos cierto, que existen muchas más personas que están mal acompañadas.
José Luis Meléndez. Madrid, 18 de mayo del 2017
Fuente de la imagen: wikimedia.commons,org
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