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21 de febrero de 2020

Relaciones personales

La técnica ha desunido a la sociedad. La sociedad de hoy no está más unida, sino más conectada

Hace tiempo que dejamos de saludarnos en las paradas de los autobuses. Eran otras épocas en las cuales solíamos mirar más  a los ojos de las personas, que a las pantallas de los móviles. Lo verdaderamente penoso y triste es que esta norma se ha vuelto también extensiva a otros ámbitos de la sociedad como son las redes sociales. Estoy seguro que no soy el único al que un “amigo” le ha negado el saludo en alguna ocasión.

Inscribirse a una red social y no relacionarse, y aceptar a un amigo para no relacionarse con él y de paso espiarle, es algo que atenta contra la razón, la ética, contra uno mismo y contra las formas educacionales. Las clases sociales como en toda sociedad también existen en las redes, motivo por el cual muchos de estos divos y divas se ahorran el esfuerzo y la oportunidad de demostrar los buenos modales a la sociedad a la cual pertenecen.

Un “amigo” que no contesta ni responde a nuestro saludo u ofrecimiento, ofrece a su interlocutor un motivo más que suficiente para ser eliminado de nuestra red social. Porque una red social es una plataforma de comunicación entre los miembros que la componen. Existen por tanto motivos de sobra para eliminar sin ningún tipo de miramiento ni de remordimiento a estos autistas, amigos de sí mismos. De esta manera se les puede hacer ver que no han sabido estar a la altura de nuestro nivel moral, ni educacional. Una valiosa aportación que contribuiría a priorizar la calidad humana por encima de las “relaciones" personales. Y  de jerarquizar las relaciones personales por encima de las relaciones sociales, ya que de nada sirve tener más amigos o seguidores si éstos no interactúan cuando se les interpela.

Tampoco creo ser el primer miembro de una sociedad virtual al que se le ha pasado por la cabeza la aplicación de esta práctica tan sana y tan justa. Porque si uno no saluda a su admirado interlocutor, ¿qué derecho tiene a seguir mirando y cotilleando nuestro perfil?

Cuando uno reflexiona sobre este asunto es fácil llegar a la conclusión de que las redes, igual que la sociedad, debieran tener ciertas condiciones de suscripción, así una serie de normas de relación. Lo malo es que uno al final relativiza, recapacita, y se abstiene de llevar a cabo semejante acción, creyéndose mejor persona al hacer un bien social. Porque los maleducados tienen mucho que aprender de la gente humilde. Sin estos no podrían sentirse tan superiores a los demás, lo cual supondría además de un importante trauma psicológico para dichos sujetos, un desembolso injusto para las arcas públicas, desde el punto de vista sanitario.

Este gesto de desprecio es un signo evidente de lo que desde hace tiempo ocurre en nuestra sociedad: hablamos mucho, pero no sabemos escuchar. Se suelen escribir muchos tuits y publicaciones, pero muy pocos utilizan el privado para relacionarse. Da auténtico pavor ver como por el contrario otros han renunciado a sí mismos, y se han dejado desalmar por la superficialidad de la técnica. Como consienten y permiten que se usurpe su intimidad y su tiempo. Su energía, sus pensamientos y sus emociones. Como venden su alma tan barato y ceden el control de sus mentes al sistema operativo de su móvil.

La técnica ha desunido a la sociedad. La sociedad de hoy no está más unida, sino más conectada. El móvil nos conecta pero no nos une. No hay más que ver como las relaciones son menos estables que antes. Esta conexión virtual ha tenido como contrapartida una separación real y emocional de las relaciones, las cuales gracias a la técnica, hoy son menos auténticas y reales.

Hoy la gente se conoce y se deja por el móvil. El móvil y las redes sociales nos roban muchas citas y encuentros, las cuales podríamos fortalecer y hacer más auténticas. Ambos evitan y nos han robado muchos cafés, paseos y comidas con las cuales podríamos fortalecer relaciones mucho más auténticas y duraderas en el tiempo.

Sin duda el nuevo reto al que se enfrenta la técnica es transformar las ventanas de estas redes en puertas. En lugares más humanos y personales, en donde el individuo pueda expresarse,  conocerse y abrirse a los demás sin los miedos y los recelos presentes.

José Luis Meléndez. Madrid, 7 de julio del 2018
Fuente de la imagen: wokimedia.commons.org

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