El miedo de la derecha ha conducido a España primero al bloqueo y después a la parálisis
El mundo al revés. Ese es el calificativo a emplear si hubiera que definir en cuatro palabras, el debate de investidura que tuvo lugar el pasado día 25 en la Cámara Baja. La izquierda enfrentada, Vox parafraseando a Unamuno, Ciudadanos con un discurso agresivo intentando defender su espíritu moderado, y los nacionalistas, hipotéticos adalides de la descomposición de España, intentando unir a la izquierda, con objeto de poner en marcha la legislatura española.
El lenguaje de algunas de sus señorías chusco y mafioso. Su discurso bronco, sobreactuado, superficial, estéril y testosteronificado. Las expresiones guerracivilistas de otros representantes, como pólvora encendida dinamitando la voladura de puentes. Las filtraciones, los recelos y la falta de un discurso construido, son factores que han contribuido a que la oratoria haya perdido el decoro y la esencia de antaño. La lengua española ultrajada y reducida a la descalificación personal, y el hemiciclo transformado en un burladero en donde en lugar de tratar los temas nacionales, se esquivan en beneficio de los propios.
El candidato a la presidencia entretanto, intentando abrir espacios, puertas y ventanas, mientras unos recurren al trueque ministerial, otros se niegan al entendimiento, y otros aún más rezagados a coger el teléfono (ahora no, bonito). El líder del Partido Popular transfigurado, más seguro y con un discurso moderado, arrebatando el centro perdido a Ciudadanos y fortaleciendo su posición como líder de la oposición. Mientras el nerviosismo, la agresividad verbal, y la sobreactuación gestual de Rivera evidenciando la situación crítica y el probable escenario de updeización en el cual se encuentra la formación naranja (“Estamos jodidos”, "en la sala del pánico", sin un “plan”, muy a pesar de las expectativas de “la banda”).
Nuevas sensaciones de tristeza, de bochorno, de rabia, de impotencia, y de vergüenza ajena, se apoderan de los telespectadores que ponen de manifiesto la incapacidad y la falta de voluntad de sus representantes a la hora de cumplir la función para la cual fueron elegidos: gobernar. Escenario desolador que recuerda etapas pasadas. Entonces un grupo de militares intentó dar, a través de un plan urdido, un golpe de Estado a la nación. Hoy varios grupos de políticos de la oposición han asestado con su falta de Estado antipatriótico un golpe en la mesa de negociaciones, sin ofrecer un plan alternativo capaz de sacar España del atolladero en el cual se encuentra desde hace años. Bloqueo por tanto en la oposición, falta de apoyo para iniciar la legislatura, e inexistencia de un plan constructivo que permita desencallar la situación.
El miedo de la derecha, representado por los molinos imaginarios del independentismo, ha conducido a España primero al bloqueo y después a la parálisis. La desconfianza en la Constitución y en su artículo 155, y el respaldo constitucional que el Psoe de Sánchez proporcionó al PP de Rajoy, y al Estado de España, no son suficientes…
Después del fracaso de un posible pacto de coalición entre el Psoe y Unidas Podemos, motivado por la desconfianza, las diferencias ideológicas, generacionales, territoriales y de Estado, se impone un cambio de estrategia: replegar velas hacia el centro y desde ese punto tender la mano a izquierda y derecha. A derecha intentando una abstención tardía y patriota y negociada que impida los pactos con los independentistas, y a la izquierda un gobierno externo de cooperación que permita arrancar la legislatura y evitar una nueva convocatoria de elecciones. La convocatoria de nuevos comicios permitiría a través de un bipartidismo más fuerte desbloquear a las fuerzas minoritarias que no permiten la formación de un gobierno, y desplazarlas hacia los extremos.
Las señorías del bloqueo tienen todo el derecho a irse de vacaciones y a que los españoles les paguen su obsceno descanso. Los ciudadanos son conscientes de lo duro que es decir que no a todo y a todos, sin presentar una sola propuesta. Los españoles que han votado de forma consecutiva, y los telespectadores que presenciaron el debate de la incompostura, aún no se merecen, después de cuatro años, un gobierno estable que les represente y les resuelva sus graves problemas. Los molinos de viento imaginarios del independentismo son más grandes y fuertes que las ganas de sacar a este país de su parálisis. Los ciudadanos seguirán siendo parte de la solución, y los políticos de todos sus problemas.
¡Buen veraneo...!
José Luis Meléndez. Madrid, 27 de julio del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
El mundo al revés. Ese es el calificativo a emplear si hubiera que definir en cuatro palabras, el debate de investidura que tuvo lugar el pasado día 25 en la Cámara Baja. La izquierda enfrentada, Vox parafraseando a Unamuno, Ciudadanos con un discurso agresivo intentando defender su espíritu moderado, y los nacionalistas, hipotéticos adalides de la descomposición de España, intentando unir a la izquierda, con objeto de poner en marcha la legislatura española.
El lenguaje de algunas de sus señorías chusco y mafioso. Su discurso bronco, sobreactuado, superficial, estéril y testosteronificado. Las expresiones guerracivilistas de otros representantes, como pólvora encendida dinamitando la voladura de puentes. Las filtraciones, los recelos y la falta de un discurso construido, son factores que han contribuido a que la oratoria haya perdido el decoro y la esencia de antaño. La lengua española ultrajada y reducida a la descalificación personal, y el hemiciclo transformado en un burladero en donde en lugar de tratar los temas nacionales, se esquivan en beneficio de los propios.
El candidato a la presidencia entretanto, intentando abrir espacios, puertas y ventanas, mientras unos recurren al trueque ministerial, otros se niegan al entendimiento, y otros aún más rezagados a coger el teléfono (ahora no, bonito). El líder del Partido Popular transfigurado, más seguro y con un discurso moderado, arrebatando el centro perdido a Ciudadanos y fortaleciendo su posición como líder de la oposición. Mientras el nerviosismo, la agresividad verbal, y la sobreactuación gestual de Rivera evidenciando la situación crítica y el probable escenario de updeización en el cual se encuentra la formación naranja (“Estamos jodidos”, "en la sala del pánico", sin un “plan”, muy a pesar de las expectativas de “la banda”).
Nuevas sensaciones de tristeza, de bochorno, de rabia, de impotencia, y de vergüenza ajena, se apoderan de los telespectadores que ponen de manifiesto la incapacidad y la falta de voluntad de sus representantes a la hora de cumplir la función para la cual fueron elegidos: gobernar. Escenario desolador que recuerda etapas pasadas. Entonces un grupo de militares intentó dar, a través de un plan urdido, un golpe de Estado a la nación. Hoy varios grupos de políticos de la oposición han asestado con su falta de Estado antipatriótico un golpe en la mesa de negociaciones, sin ofrecer un plan alternativo capaz de sacar España del atolladero en el cual se encuentra desde hace años. Bloqueo por tanto en la oposición, falta de apoyo para iniciar la legislatura, e inexistencia de un plan constructivo que permita desencallar la situación.
El miedo de la derecha, representado por los molinos imaginarios del independentismo, ha conducido a España primero al bloqueo y después a la parálisis. La desconfianza en la Constitución y en su artículo 155, y el respaldo constitucional que el Psoe de Sánchez proporcionó al PP de Rajoy, y al Estado de España, no son suficientes…
Después del fracaso de un posible pacto de coalición entre el Psoe y Unidas Podemos, motivado por la desconfianza, las diferencias ideológicas, generacionales, territoriales y de Estado, se impone un cambio de estrategia: replegar velas hacia el centro y desde ese punto tender la mano a izquierda y derecha. A derecha intentando una abstención tardía y patriota y negociada que impida los pactos con los independentistas, y a la izquierda un gobierno externo de cooperación que permita arrancar la legislatura y evitar una nueva convocatoria de elecciones. La convocatoria de nuevos comicios permitiría a través de un bipartidismo más fuerte desbloquear a las fuerzas minoritarias que no permiten la formación de un gobierno, y desplazarlas hacia los extremos.
Las señorías del bloqueo tienen todo el derecho a irse de vacaciones y a que los españoles les paguen su obsceno descanso. Los ciudadanos son conscientes de lo duro que es decir que no a todo y a todos, sin presentar una sola propuesta. Los españoles que han votado de forma consecutiva, y los telespectadores que presenciaron el debate de la incompostura, aún no se merecen, después de cuatro años, un gobierno estable que les represente y les resuelva sus graves problemas. Los molinos de viento imaginarios del independentismo son más grandes y fuertes que las ganas de sacar a este país de su parálisis. Los ciudadanos seguirán siendo parte de la solución, y los políticos de todos sus problemas.
¡Buen veraneo...!
José Luis Meléndez. Madrid, 27 de julio del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org