Traductor

23 de octubre de 2018

Seiscientas veces sí


Aquella habitación ambulante con ruedas, tenía un espacio lo suficientemente reducido para facilitar las relaciones y el intercambio de feromonas

Hace sesenta años que comenzó a rodar por las carreteras españolas. Pocas marcas y modelos automovilísticos pueden presumir hoy de haber contribuido de una manera tan directa y dilatada en el tiempo al desarrollo económico social y demográfico de su propio país, como lo hizo este prototipo de escarabajo español.

El primer Seat 600, conocido coloquialmente como “el seiscientos”, salió de la Zona Franca de Barcelona, en el mes de junio del año 1957. De sus cuatro versiones, llegaron a venderse cerca de 800.000 unidades, hasta que en el año 1973, dejó de producirse. Su precio asequible (378,64 euros), y el bajo coste de su mantenimiento, fueron factores que contribuyeron a que el modelo se popularizara, hasta llegar a transformarse en uno de los iconos de los años sesenta.

El vehículo de forma semicircular, constaba de un maletero delantero reducido, lo cual hizo ser a las familias de la época más prácticas, a la hora de viajar. Las bacas de los coches y los toros Osborne, campaban a sus anchas por las nacionales de España. A pesar de su lentitud en subir algunos puertos de cierta dificultad, el boliche compensaba sus limitaciones con velocidades que alcanzaban en las autovías, los ciento veinte kilómetros hora.

El seiscientos no tenía aire acondicionado, pero gracias a las ventanillas de sus dos únicas puertas delanteras, muchos ciudadanos pudieron sentir en la cara los aires de la libertad, que años más tarde trajo la democracia. Aquella habitación ambulante con ruedas, tenía un espacio lo suficientemente reducido para facilitar las relaciones y el intercambio de feromonas. Más si se tiene en cuenta que aquellos viajes limitados por la velocidad, duraban más de lo habitual, lo cual suponía una ventaja, a la hora de conocerse.

Durante varias décadas y generaciones, el seiscientos ha sabido aportarnos más momentos felices que desdichados. Nos ha acompañado a los guateques, a los picnics, a la playa, al pueblo, y ha sido el nido de amor de los padres de la generación del baby boom. Tener entonces un seiscientos, era sinónimo de tener novia. A pesar de sus limitaciones, a la hora de consumar los momentos íntimos, nuestro amigo y compañero, supo estimular y excitar la imaginación de los amantes.

En esta sociedad actual, fragmentada ideológicamente, desolada como consecuencia de su baja natalidad, y deprimida por su alto índice de separaciones, se echa en falta un modelo que inspire al conductor y a sus acompañantes, la misma ternura que nos supo dar el seiscientos. Un modelo de coche no apto para todos los públicos. Porque el seiscientos era un coche exclusivo para románticos. Nunca un coche tan pequeño como el seiscientos, podrá aportar tantos valores como en aquella época lo hizo el seiscientos.

Ahora los coches vienen equipados con todo, pero no le enseñan a uno nada. Sus altas prestaciones, y su aire acondicionado, enfrían los valores y ahuyentan las feromonas. Sin embargo aquel amigo cómplice y práctico, nos enseñó a relacionarnos, a conocernos, a amarnos, y nos reconcilió en la democracia a los españoles.

Le faltan palabras a uno para homenajear con seiscientas palabras a este motor y a esta carrocería curvilínea y progresista, que supo dar a la sociedad de su tiempo lo mejor de sí. Lo que no me faltarán serán respuestas, si un día me preguntan si me acuerdo del Seat 600. Entonces responderé seiscientas veces sí.

José Luis Meléndez. Madrid, 10 de agosto del 2017
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario