Los soberanistas pretenden separarse de España, mientras la oposición se ha independizado y desentendido de los demás problemas de los españoles
Decepción. Pena. Impotencia, y rabia contenida. Apuesto a todas luces a que son sentimientos que comparten millones de españoles, al ver como la clase política de su país, es incapaz de remar en la misma dirección, de llegar a alcanzar acuerdos de Estado desde hace años. La misma que se puede llegar a sentir cuando uno ve ciertos concursos. Esos programas televisivos que llegan a conceder más de un millón de euros a un solo concursante por el mero hecho de ganar, mientras millones de españoles carecen de dinero y de recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
Leo el titular en una conocida revista de salud antes de que el gélido invierno haga su entrada, dentro de escasos días en la península y de que afecte de forma directa a la inmensa mayoría de ciudadanos: “El frío aumenta un 30% el riesgo de sufrir un infarto”. Una conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por un equipo de investigación del Hospital alemán Universitario Jena, y que a su vez ha sido respaldado por otro trabajo llevado a cabo por la London School of Hygiene & Tropical Medicine, según la cual, por cada grado inferior a los 18ºC, el riesgo de sufrir un infarto crece un 2%.
Esto según dichos especialistas esto es debido a que el organismo como medio de protección contra el frío, tiende a espesar la densidad de la sangre, a aumentar por tanto su presión, facilitando de esta forma la aparición de dicha dolencia. Las noticias cuando uno vuelve a España tampoco son muy halagüeñas. Un informe de Cáritas basado en un estudio social entre los años 2007-2017, advierte que seis millones de personas en el país, se encuentran al borde de la exclusión, además de los 4 millones de personas que la ONG sitúa en exclusión severa.
Además el total de personas en situación de exclusión social no severa ascienden según dicha organización, a 8,6 millones de personas, un 1,2 de millones de personas más que en el año 2017. La conclusión a la que llega Cáritas, es por un lado que la recuperación económica se produce de una forma desigual, ya que avanza a dos velocidades, y por otro, que un empleo no asegura la integración social.
Uno de los colectivos con mayores dificultades de inserción lo forman los adultos comprendidos entre los 45 y los 64 años, que ha pasado de un nivel de exclusión del 13,1% en 2007 al 18,4%. Entretanto en la capital de España, la Comunidad de Madrid, en lugar de ayudar a los mendigos a mejorar su situación, como señala Ángel Hernández, coordinador de la Red Madrileña de Lucha contra la Pobreza a la hora de solicitar la Renta Mínima de Inserción (RMI) de 400 euros, se les exige una declaración jurada de sus beneficios en la calle.
España atraviesa por un momento histórico desde hace diez años. El gobierno ha aprobado los primeros presupuestos sociales que pueden permitir dignificar la vida de muchos ciudadanos que se han quedado en el camino, y que han contribuido con sacrificio a levantar el país y llegar hasta aquí. Muchos de estos españoles exigen hoy a sus representantes la altura de miras y el mismo apoyo que ellos recibirán dentro de unos meses en las urnas. No se trata de una rivalidad entre partidos, sino de un acuerdo de Estado que recupere y premie la ejemplaridad de los esfuerzos llevados a cabo por esos ciudadanos a lo largo de una década.
Faltan ideas brillantes y sentimientos nobles en la política. Los soberanistas pretenden separarse de España, mientras la oposición se ha independizado y desentendido de los demás problemas de los españoles. Ha olvidado el espíritu conciliador de la Transición, y ha recurrido al de la confrontación. No son difíciles las cuentas del presupuesto, sino las ganas de querer llegar a acuerdos. La convocatoria de unas nuevas elecciones, con la obtención de similares resultados, no va a resolver los problemas de la sociedad. Querer mejor y no tanto a España, es pensar en todos los españoles, no solo en Cataluña, con fines partidistas. No es portar una bandera en la mano y unas gafas para ver solo Cataluña. Eso es solo postureo, españolear sin resolver los problemas del país, y no hacer patria.
Los españoles en general, pero de manera particular las fuerzas opositoras al bien común, han recibido una lección esta semana de los ciudadanos isleños de las Baleares, que de forma voluntaria han sabido unirse hasta llegar a colapsar el servicio de emergencias 112. Se han unido todos: ciudadanos de izquierda, de derecha, independentistas y nacionalistas. Juntos han sacado lo mejor de sí mismos, y se han remangado con una única meta: el bien común. Sin portar ninguna bandera.
Hoy es 12 de octubre, día de la Hispanidad. Día de todos los españoles. No solo de los que llevan la bandera española y miran hacia otro lado mientras entonan el Himno. También de todos aquellos ciudadanos que durante este próximo invierno, mientras vean un concurso de televisión, tiritarán de frío este invierno, debajo de sus mantas.
José Luis Meléndez. Madrid, 12 de octubre del 2018.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
Decepción. Pena. Impotencia, y rabia contenida. Apuesto a todas luces a que son sentimientos que comparten millones de españoles, al ver como la clase política de su país, es incapaz de remar en la misma dirección, de llegar a alcanzar acuerdos de Estado desde hace años. La misma que se puede llegar a sentir cuando uno ve ciertos concursos. Esos programas televisivos que llegan a conceder más de un millón de euros a un solo concursante por el mero hecho de ganar, mientras millones de españoles carecen de dinero y de recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
Leo el titular en una conocida revista de salud antes de que el gélido invierno haga su entrada, dentro de escasos días en la península y de que afecte de forma directa a la inmensa mayoría de ciudadanos: “El frío aumenta un 30% el riesgo de sufrir un infarto”. Una conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por un equipo de investigación del Hospital alemán Universitario Jena, y que a su vez ha sido respaldado por otro trabajo llevado a cabo por la London School of Hygiene & Tropical Medicine, según la cual, por cada grado inferior a los 18ºC, el riesgo de sufrir un infarto crece un 2%.
Esto según dichos especialistas esto es debido a que el organismo como medio de protección contra el frío, tiende a espesar la densidad de la sangre, a aumentar por tanto su presión, facilitando de esta forma la aparición de dicha dolencia. Las noticias cuando uno vuelve a España tampoco son muy halagüeñas. Un informe de Cáritas basado en un estudio social entre los años 2007-2017, advierte que seis millones de personas en el país, se encuentran al borde de la exclusión, además de los 4 millones de personas que la ONG sitúa en exclusión severa.
Además el total de personas en situación de exclusión social no severa ascienden según dicha organización, a 8,6 millones de personas, un 1,2 de millones de personas más que en el año 2017. La conclusión a la que llega Cáritas, es por un lado que la recuperación económica se produce de una forma desigual, ya que avanza a dos velocidades, y por otro, que un empleo no asegura la integración social.
Uno de los colectivos con mayores dificultades de inserción lo forman los adultos comprendidos entre los 45 y los 64 años, que ha pasado de un nivel de exclusión del 13,1% en 2007 al 18,4%. Entretanto en la capital de España, la Comunidad de Madrid, en lugar de ayudar a los mendigos a mejorar su situación, como señala Ángel Hernández, coordinador de la Red Madrileña de Lucha contra la Pobreza a la hora de solicitar la Renta Mínima de Inserción (RMI) de 400 euros, se les exige una declaración jurada de sus beneficios en la calle.
España atraviesa por un momento histórico desde hace diez años. El gobierno ha aprobado los primeros presupuestos sociales que pueden permitir dignificar la vida de muchos ciudadanos que se han quedado en el camino, y que han contribuido con sacrificio a levantar el país y llegar hasta aquí. Muchos de estos españoles exigen hoy a sus representantes la altura de miras y el mismo apoyo que ellos recibirán dentro de unos meses en las urnas. No se trata de una rivalidad entre partidos, sino de un acuerdo de Estado que recupere y premie la ejemplaridad de los esfuerzos llevados a cabo por esos ciudadanos a lo largo de una década.
Faltan ideas brillantes y sentimientos nobles en la política. Los soberanistas pretenden separarse de España, mientras la oposición se ha independizado y desentendido de los demás problemas de los españoles. Ha olvidado el espíritu conciliador de la Transición, y ha recurrido al de la confrontación. No son difíciles las cuentas del presupuesto, sino las ganas de querer llegar a acuerdos. La convocatoria de unas nuevas elecciones, con la obtención de similares resultados, no va a resolver los problemas de la sociedad. Querer mejor y no tanto a España, es pensar en todos los españoles, no solo en Cataluña, con fines partidistas. No es portar una bandera en la mano y unas gafas para ver solo Cataluña. Eso es solo postureo, españolear sin resolver los problemas del país, y no hacer patria.
Los españoles en general, pero de manera particular las fuerzas opositoras al bien común, han recibido una lección esta semana de los ciudadanos isleños de las Baleares, que de forma voluntaria han sabido unirse hasta llegar a colapsar el servicio de emergencias 112. Se han unido todos: ciudadanos de izquierda, de derecha, independentistas y nacionalistas. Juntos han sacado lo mejor de sí mismos, y se han remangado con una única meta: el bien común. Sin portar ninguna bandera.
Hoy es 12 de octubre, día de la Hispanidad. Día de todos los españoles. No solo de los que llevan la bandera española y miran hacia otro lado mientras entonan el Himno. También de todos aquellos ciudadanos que durante este próximo invierno, mientras vean un concurso de televisión, tiritarán de frío este invierno, debajo de sus mantas.
José Luis Meléndez. Madrid, 12 de octubre del 2018.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario