A las próximas elecciones concurrirán muchas fuerzas, pero solo habrá dos opciones: la España moderada, democrática y constructiva, o la oposición crispada, insolidaria e inmovilista.
Han quedado escritas y grabadas en el diario de sesiones de la Cámara Baja, para mayor gloria de los autores, las palabras que los aspirantes conservadores y no conversadores a hacer oposición, han dirigido al Presidente Sánchez. Un Presidente elegido y proclamado democráticamente por una mayoría de fuerzas que representan a los españoles en el Congreso.
El día 24 de octubre pasará de esta forma a la Historia como un día eufórico y exultante para los candidatos opositores, pero muy triste para la mayoría de españoles de izquierdas y de derechas (el centro ideológico desde la brillante y corta legislatura de don Adolfo Suárez, es un espacio político que no existe, y al que todos aspiran a ocupar en campaña electoral, para arañar unas cuantas voluntades).
La obligación de todo político es buscar el diálogo en aras del bien común, y la moderación una virtud que un político jamás debiera abandonar. Les ha resultado fácil a los conservadores sin conversación, pero nada rentable desde el punto de vista electoral, llamar golpista desde la Cámara democrática, al representante de todos los españoles, pero les ha faltado clase y dignidad democrática a la hora de rectificar, a pesar de haberle concedido el destinatario y representante de los ciudadanos demócratas ofendidos, la oportunidad de hacerlo.
No hay mayor golpe de Estado que claudicar del papel que a uno le otorgan democráticamente y no cumplirlo. Después de tres meses los adversarios de los resultados democráticos surgidos de la moción de censura, siguen sin asumir su derrota, y sin entender la naturaleza democrática de este procedimiento. Han optado por el inmovilsmo y por intoxicar con la crispación la sociedad española, para evitar hablar de los problemas del Estado que tiene España, y ocultar de paso la falta de proyecto que tienen hacia un país al que tanto dicen querer.
Es bochornoso para el ciudadano de a pie desencantado, de ideología desteñida e incolora, contemplar la falta de acción política, de propuestas por parte de la oposición, y de estadistas como los de antaño, que anteponían los intereses de los españoles a los suyos propios.
Es muy fácil hablar desde la ideología pendular y oscilante, abstencionista e inmovilista, antes de centro, más tarde socialdemócrata, ayer liberal, hoy de derechas, y mañana no se sabe qué, hablar de golpismo en democracia, y faltar a la mayoría de ciudadanos que representa el Presidente de Gobierno. Más difícil es hablar de democracia dentro de dichas organizaciones, provistas de cúpulas piramidales. O ir de partido constitucionalista cuando no se respeta en su seno la libertad de expresión recogida en la Carta Magna, ni el derecho a la intimidad personal: “te espían tal cual hacen los agentes de la KGB” (Carolina Punset)´, como recoge en un artículo el diario El País. O cuando se cuestiona de una forma totalitaria con el uso de la palabra desde la tribuna de oradores, la permanencia en el escaño de una ministra como Margarita Robles, por no pensar como el Presidente de su grupo parlamentario.
Ha vuelto la España de blanco y negro. La “aznarización” de la derecha teledirigida como consecuencia de la falta de experiencia, de equipo, de ideas de los respectivos candidatos a hacer oposición a la hora de buscar soluciones a los problemas de España. Andan preocupados en Génova por los últimos sondeos. Por la falta de equipo, por el desvarío y las ofensas de algunos de sus miembros a los niños españoles de Andalucía, por la deriva emprendida, la incertidumbre sobre la trayectoria del partido, y el abandono del centro moderado que representaba el anterior equipo.
Se echan en falta perfiles más moderados de gestión y de peso como los de la ex Vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Perfiles abiertos y dialogantes sin escrúpulos a la hora de dialogar, tender puentes y llegar a acuerdos, y que desde la “aznarización casadiana”, han provocado y propiciado una nueva alternativa en Vox.
Ha empezado el NO-DO. El azul y el naranja han dado paso al blanco y al negro. A las próximas elecciones concurrirán muchas fuerzas, pero solo habrá dos opciones: la España moderada, democrática y constructiva, o la oposición crispada, insolidaria e inmovilista. Como dijo el día 8 de octubre la ex diputada y portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, en su discurso de despedida del grupo parlamentario: “cuando dos elefantes se pelean, quien más sufre, es la hierba, la mujer”. En este caso la hierba es España, y los elefantes, los aspirantes conservadores y no conversadores a hacer oposición.
José Luis Meléndez. Madrid, 28 de octubre del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
Han quedado escritas y grabadas en el diario de sesiones de la Cámara Baja, para mayor gloria de los autores, las palabras que los aspirantes conservadores y no conversadores a hacer oposición, han dirigido al Presidente Sánchez. Un Presidente elegido y proclamado democráticamente por una mayoría de fuerzas que representan a los españoles en el Congreso.
El día 24 de octubre pasará de esta forma a la Historia como un día eufórico y exultante para los candidatos opositores, pero muy triste para la mayoría de españoles de izquierdas y de derechas (el centro ideológico desde la brillante y corta legislatura de don Adolfo Suárez, es un espacio político que no existe, y al que todos aspiran a ocupar en campaña electoral, para arañar unas cuantas voluntades).
La obligación de todo político es buscar el diálogo en aras del bien común, y la moderación una virtud que un político jamás debiera abandonar. Les ha resultado fácil a los conservadores sin conversación, pero nada rentable desde el punto de vista electoral, llamar golpista desde la Cámara democrática, al representante de todos los españoles, pero les ha faltado clase y dignidad democrática a la hora de rectificar, a pesar de haberle concedido el destinatario y representante de los ciudadanos demócratas ofendidos, la oportunidad de hacerlo.
No hay mayor golpe de Estado que claudicar del papel que a uno le otorgan democráticamente y no cumplirlo. Después de tres meses los adversarios de los resultados democráticos surgidos de la moción de censura, siguen sin asumir su derrota, y sin entender la naturaleza democrática de este procedimiento. Han optado por el inmovilsmo y por intoxicar con la crispación la sociedad española, para evitar hablar de los problemas del Estado que tiene España, y ocultar de paso la falta de proyecto que tienen hacia un país al que tanto dicen querer.
Es bochornoso para el ciudadano de a pie desencantado, de ideología desteñida e incolora, contemplar la falta de acción política, de propuestas por parte de la oposición, y de estadistas como los de antaño, que anteponían los intereses de los españoles a los suyos propios.
Es muy fácil hablar desde la ideología pendular y oscilante, abstencionista e inmovilista, antes de centro, más tarde socialdemócrata, ayer liberal, hoy de derechas, y mañana no se sabe qué, hablar de golpismo en democracia, y faltar a la mayoría de ciudadanos que representa el Presidente de Gobierno. Más difícil es hablar de democracia dentro de dichas organizaciones, provistas de cúpulas piramidales. O ir de partido constitucionalista cuando no se respeta en su seno la libertad de expresión recogida en la Carta Magna, ni el derecho a la intimidad personal: “te espían tal cual hacen los agentes de la KGB” (Carolina Punset)´, como recoge en un artículo el diario El País. O cuando se cuestiona de una forma totalitaria con el uso de la palabra desde la tribuna de oradores, la permanencia en el escaño de una ministra como Margarita Robles, por no pensar como el Presidente de su grupo parlamentario.
Ha vuelto la España de blanco y negro. La “aznarización” de la derecha teledirigida como consecuencia de la falta de experiencia, de equipo, de ideas de los respectivos candidatos a hacer oposición a la hora de buscar soluciones a los problemas de España. Andan preocupados en Génova por los últimos sondeos. Por la falta de equipo, por el desvarío y las ofensas de algunos de sus miembros a los niños españoles de Andalucía, por la deriva emprendida, la incertidumbre sobre la trayectoria del partido, y el abandono del centro moderado que representaba el anterior equipo.
Se echan en falta perfiles más moderados de gestión y de peso como los de la ex Vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Perfiles abiertos y dialogantes sin escrúpulos a la hora de dialogar, tender puentes y llegar a acuerdos, y que desde la “aznarización casadiana”, han provocado y propiciado una nueva alternativa en Vox.
Ha empezado el NO-DO. El azul y el naranja han dado paso al blanco y al negro. A las próximas elecciones concurrirán muchas fuerzas, pero solo habrá dos opciones: la España moderada, democrática y constructiva, o la oposición crispada, insolidaria e inmovilista. Como dijo el día 8 de octubre la ex diputada y portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, en su discurso de despedida del grupo parlamentario: “cuando dos elefantes se pelean, quien más sufre, es la hierba, la mujer”. En este caso la hierba es España, y los elefantes, los aspirantes conservadores y no conversadores a hacer oposición.
José Luis Meléndez. Madrid, 28 de octubre del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org