El magnate americano, ha demostrado a sus aliados su destreza a la hora de pedir, y en dejar colgado al mundo, a la hora de cumplir
Tras su paso por Estados Unidos, el huracán Harvey, ha causado medio centenar de muertos y 100.000 millones en daños materiales. La conciencia del Presidente Trump, no debe estar muy tranquila, desde que hace unos meses descolgase a su país, uno de los más contaminantes del planeta, del acuerdo de París, en materia de cambio climático.
Acostumbrado hasta ahora, a arreglar todo a base de chequera, el empresario ha decidido aportar de su fortuna personal, 800.000 dólares a los damnificados de dicha tragedia. Una cifra que no va poder compensar los daños ocasionados. El señor Trump, no ha sido uno de los afectados, motivo por el cual es posible que a diferencia de los americanos, siga sin creer en los efectos del cambio climático. En sus recientes declaraciones, se le ha olvidado informar a la población de un dato: los 99.000 millones restantes van a tener que pagarlos los ciudadanos de su país.
Más elocuentes son las palabras pronunciadas después de su visita a Houston, la zona cero provocada por el huracán Harvey: “(Irma), va a romper todos los récords. No va a ser nada bueno, créanme, nada bueno”. Unas declaraciones cuanto menos insultantes para muchos de los afectados, que piensan que lo realmente grave e irresponsable para un líder mundial, es haber abandonado los compromisos que tenía su país con el resto del mundo, con respecto al bienestar del planeta y de sus ciudadanos.
Con esta actitud insolidaria e irresponsable, el Sr. Trump condena de manera indirecta al resto de seres que habitan el planeta (animales, plantas, y seres humanos), a vivir y a morir en situaciones francamente dramáticas. El Presidente americano ha decidido vivir en otro planeta que es el suyo. Incluso es posible que piense que con su fortuna pueda comprarse otro planeta para el solo. Una actitud hasta cierto punto comprensible, si se tiene en cuenta que en la tierra viven seres despreciables como los periodistas, los minusválidos, los inmigrantes, los vecinos, los no nacionales, las mujeres, los animales y las plantas.
Dentro de escasas horas, hará su aparición el huracán Irma. Una tormenta de categoría cinco, la más alta, similar al Katrina (2005), el Mitch (1998), el Andrew (1992), o el Patricia (2015). Con un diámetro de 450 kilómetros, y vientos superiores a los 300 kms, está considerado como el huracán más peligroso del Oceáno Atlántico. Uno se pregunta qué pasará por la mente del señor Trump, al ver las imágenes de 6.000.000 de personas de Florida (una cifra ligeramente superior a los habitantes de Madrid), abandonando sus casas, días antes de la tragedia. El magnate americano, ha demostrado su destreza a sus aliados a la hora de pedir, un aumento en los gastos militares, y en dejar colgado al mundo, a la hora de cumplir con unos compromisos adquiridos por su país, que afectan a todas las especies del planeta.
En vista de lo anterior, se puede deducir que existen otro tipo de terremotos, huracanes y desastres naturales más impredecibles. El señor Trump los conoce bien, porque es uno de ellos. Tal vez por eso le guste estar siempre en el ojo del huracán. Hoy día, nadie se imagina un escenario en el cual los Estados Unidos tuviesen que pedir ayuda al resto del mundo, como consecuencia de una confluencia de desastres naturales. ¿Tendría el señor Trump el valor de pedir o de aceptar dicha ayuda, después de haber dejado en la estacada al resto del planeta…?
José Luis Meléndez. Madrid, 9 de septiembre del 2017
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org
Tras su paso por Estados Unidos, el huracán Harvey, ha causado medio centenar de muertos y 100.000 millones en daños materiales. La conciencia del Presidente Trump, no debe estar muy tranquila, desde que hace unos meses descolgase a su país, uno de los más contaminantes del planeta, del acuerdo de París, en materia de cambio climático.
Acostumbrado hasta ahora, a arreglar todo a base de chequera, el empresario ha decidido aportar de su fortuna personal, 800.000 dólares a los damnificados de dicha tragedia. Una cifra que no va poder compensar los daños ocasionados. El señor Trump, no ha sido uno de los afectados, motivo por el cual es posible que a diferencia de los americanos, siga sin creer en los efectos del cambio climático. En sus recientes declaraciones, se le ha olvidado informar a la población de un dato: los 99.000 millones restantes van a tener que pagarlos los ciudadanos de su país.
Más elocuentes son las palabras pronunciadas después de su visita a Houston, la zona cero provocada por el huracán Harvey: “(Irma), va a romper todos los récords. No va a ser nada bueno, créanme, nada bueno”. Unas declaraciones cuanto menos insultantes para muchos de los afectados, que piensan que lo realmente grave e irresponsable para un líder mundial, es haber abandonado los compromisos que tenía su país con el resto del mundo, con respecto al bienestar del planeta y de sus ciudadanos.
Con esta actitud insolidaria e irresponsable, el Sr. Trump condena de manera indirecta al resto de seres que habitan el planeta (animales, plantas, y seres humanos), a vivir y a morir en situaciones francamente dramáticas. El Presidente americano ha decidido vivir en otro planeta que es el suyo. Incluso es posible que piense que con su fortuna pueda comprarse otro planeta para el solo. Una actitud hasta cierto punto comprensible, si se tiene en cuenta que en la tierra viven seres despreciables como los periodistas, los minusválidos, los inmigrantes, los vecinos, los no nacionales, las mujeres, los animales y las plantas.
Dentro de escasas horas, hará su aparición el huracán Irma. Una tormenta de categoría cinco, la más alta, similar al Katrina (2005), el Mitch (1998), el Andrew (1992), o el Patricia (2015). Con un diámetro de 450 kilómetros, y vientos superiores a los 300 kms, está considerado como el huracán más peligroso del Oceáno Atlántico. Uno se pregunta qué pasará por la mente del señor Trump, al ver las imágenes de 6.000.000 de personas de Florida (una cifra ligeramente superior a los habitantes de Madrid), abandonando sus casas, días antes de la tragedia. El magnate americano, ha demostrado su destreza a sus aliados a la hora de pedir, un aumento en los gastos militares, y en dejar colgado al mundo, a la hora de cumplir con unos compromisos adquiridos por su país, que afectan a todas las especies del planeta.
En vista de lo anterior, se puede deducir que existen otro tipo de terremotos, huracanes y desastres naturales más impredecibles. El señor Trump los conoce bien, porque es uno de ellos. Tal vez por eso le guste estar siempre en el ojo del huracán. Hoy día, nadie se imagina un escenario en el cual los Estados Unidos tuviesen que pedir ayuda al resto del mundo, como consecuencia de una confluencia de desastres naturales. ¿Tendría el señor Trump el valor de pedir o de aceptar dicha ayuda, después de haber dejado en la estacada al resto del planeta…?
José Luis Meléndez. Madrid, 9 de septiembre del 2017
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org
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