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22 de julio de 2024

La nube rosa

Hoy, el aroma y el humo de ese café pendiente, me ha evocado esta nube rosa de ensueño

Poco después de llegar al andén de la estación de RENFE, apareció ella. Lo hizo de una forma discreta. En lugar de alejarse y acomodarse a lo largo de la estación, optó por situarse a dos escasos metros de donde me encontraba.

Durante los quince minutos aproximados que tardó en llegar el tren, tuve tiempo de dirigirle alguna mirada, mientras ella, apoyada en la pared consultaba absorta y de una forma casi ausente su smartphone.

La expresión impasible de su rostro unida a los movimientos casi imperceptibles de su mano y la agradable y bella constitución y proporción de su cuerpo, desprendían una sensación de paz y de calma que le impedían a uno alejarse de su lado.

Por el estilo de su peinado negro, la redondez de sus ojos castaños, la naturalidad de su atuendo y los rasgos de su rostro, deduje que se trataba de una mujer de algún país árabe.

Pronto presentí que su presencia se había convertido en un imán que me impedía abandonar la distancia de seguridad y/o de acercamiento que ella misma había establecido.

Sus ojos eran como dos astros dotados de gravedad propia y sus labios carnosos sin pintar, un oasis en mitad del desierto ardiente que nos separaba.

En apenas unos minutos mi corazón y mi espíritu dejaron de pertenecer a este mundo para adentrarse en aquella atmósfera olvidada y seductora del planeta venus.

Las luces del tren se veían a lo lejos, y, antes de que hiciese su entrada en la estación, los altavoces de la megafonía reclamaron la atención de todos los viajeros que esperábamos impacientes su llegada, informándonos que el tren en cuestión, iba a efectuar su trayecto sin parada.

Una vez que la voz altisonante, y por qué no decirlo, desagradable de la operadora terminó afortunadamente de hablar, la joven, que hasta entonces permanecía sin inmutarse a escasos metros de distancia, exclamó, mientras me miraba y se acercaba: -"¿sin parada?".

La joven, pareció recuperar la vida mientras compartía esas dos primeras palabras de acercamiento, acompañadas de su mirada que como dos ráfagas de luz divina, despedían cada uno de sus ojos. En ese momento las fronteras, las distancias, los idiomas e incluso las diferencias de edad existentes, dejaron de existir.

Mientras el tren comenzó a efectuar su entrada en el andén, ambos caímos en al cuenta de que en el interior de sus vagones el tren transportaba viajeros, momento en el cual aproveché para responderla: - ¡Está claro! Se han equivocado, afirmación que compartió repitiendo la misma frase.

Una vez que el tren realizó su parada y se abrió una de las puertas del vagón tuvimos la ocasión de entrar juntos mientras continuábamos la conversación.

Ya en el interior, consideré la posibilidad de tomar asiento libre o de seguir la magia de aquel encuentro. En décimas de segundo tomé la determinación de sorprenderme a mi mismo y procedí a sentarme al lado de ella.

Durante escasos segundos permanecí en silencio con la intención de constatar si esa sensación agradable y arrolladora que empezaba a embargarme, era recíproca. Quería transmitirle y devolverle esa sensación de tranquilidad seductora que ella desprendía. Tampoco quería que se sintiese acosada y decidí esperar su reacción y de paso dejar que eligiese el hipotético tema de conversación.

Al poco tiempo, la joven retomó la conversación de una forma más entusiasta y participativa, señal de que mi gesto de acercamiento y de compañía había sido de su agrado.

Desde ese momento ambos fuimos testigos de cómo nuestros corazones y nuestras almas, nuestras miradas, nuestro tono de voz y nuestro ritmo de interlocución se acompasaron haciendo que aquella comunicación sin filtros y sin dobleces, superase en calidad y cantidad a las de las personas más allegadas.

Esa sensación telepática de compartir la misma energía o de pertenencia mutua, fue la causante de que el primer día compartiésemos el mismo tren, el mismo vagón y el mismo asiento virtual, mientras nuestro aliento, nuestras miradas, nuestros gestos y nuestro olor corporal terminaron por convertirse en uno solo.

Antes de llegar a la siguiente estación, lugar de trasbordo obligado para todos los viajeros, como consecuencia de las obras de mejora que la empresa ferroviaria acomete desde hace meses, me dirigí a ella para preguntarle cual era su destino, con objeto de disponer de tiempo suficiente para despedirnos y en su caso, intercambiar nuestros contactos.

Su destino era la estación de Recoletos y la mía Atocha. Al bajar los dos en Chamartín desde Fuente de La Mora, animados por el fragor de la conversación me invitó a tomar el tren suyo, dirección Alcalá de Henares, después de confirmar que nuestros dos destinos confluían en la misma línea.

De Chamartín a Nuevos Ministerios y de Nuevos Ministerios a Recoletos. Dos estaciones y dos cielos más para seguir deleitándonos, compartiendo sonrisas, complicidades y pálpitos mutuos, cuando no recíprocos.

Al volver a entrar de nuevo juntos en otro trayecto la sensación de unión y de complicidad fue creciendo. Ella, en esta ocasión, ignoro si de forma cómplice, se sentó en un apartado del vagón reservado para dos personas. Durante el tiempo que duró el trayecto la invité a visitar este blog a lo cual accedió prometiéndome que en sus tiempos libres lo leería.

Después me presenté e intercambiamos nuestros nombres, momento que aproveché para facilitarle mi teléfono. Emocionaba ver la alegría y la naturalidad con la que accedió a registrarlo en su móvil, mientras me preguntaba con una sonrisa cómplice el nombre con el que quería ser guardado en su agenda.

El adiós no fue triste. Me despedí de ella con la sensación de que después de esta estación volveríamos a vernos. Seguramente después de este túnel sin parada que me hace interminable su ausencia.

Hoy, el aroma y el humo de ese café pendiente, me ha evocado esta nube rosa de ensueño, gracias a la cual he podido escribir estas líneas.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de julio del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.com

8 de julio de 2024

PPage

El método de PPage consiste en arrogarse la libertad de hacer oposición desleal desde su partido ideológico a la formación a la cual está afiliado

“Que nadie me ponga a prueba nunca entre los intereses de mi partido y los intereses de mi tierra, porque siempre voy a poner a Castilla – La Mancha por delante”. Emiliano García Page, ha decidido ponerse a prueba, por medio de una de sus declaraciones, antes de que nadie lo haga, para demostrarse a sí mismo y a todos los demás, que sus principios nacionalistas son superiores a los principios de su partido; aunque parece que lo que peor lleva, es la disciplina de partido. Así que muchos aún se preguntan cuánto hubiera durado un Page en un Partido Popular.

PPage ha demostrado que no es un hombre orgánico de partido, sino de partidos. Sus declaraciones inoportunas, contradictorias y repletas de guiños a la oPPosición tienen la virtud de poner contra las cuerdas el trabajo que realizan el resto de afiliados y simpatizantes a los cuales él sigue considerando compañeros.

Los valores de libertad, igualdad y fraternidad, son valores muy profundos para el PPsocialista. La fraternidad con sus compañeros de partido está más que avalada por sus declaraciones y comentarios en petit comité. PPage en lugar de un hombre distinto, ha preferido ser un hombre desigual dentro de la formación a la cual pertenece, porque segun él, el mero hecho de ganar las elecciones le confiere un estatus desigual o superior dentro de su partido: “Siempre apoyaré al candidato del PSOE, pero con mi método y mis modales”, aunque el hecho implique saltarse las normas y consignas del partido.

Que los castellanos manchegos tengan que soportar el método y los modales de su Presidente autonómico porque haya ganado las elecciones en dicha comunidad, me parece una injusticia nada propia de este país ni de este siglo. Y un tic nada progresista, que no tienen que pagar el resto de ciudadanos españoles (mucho menos el resto de compañeros, afiliados, simpatizantes y votantes de otras comunidades del territorio español).

Pero don Emiliano se ampara en los treinta años que lleva ganando a su adversario. Una afirmación que aún sigue desconcertando sobremanera a los suyos porque unas veces su adversario es el PP y otras el PSOE, cuando no él mismo.

Es de una tremenda injusticia que don Emiliano ponga en evidencia a todos los nacidos bajo su signo zodiacal. Los géminis o gemelos siempre han sido un signo respetado por su inteligencia, a pesar de sus naturales contradicciones, aunque me imagino que tener el hemisferio derecho de izquierdas y el hemisferio izquierdo de derechas debe ser algo muy complicado de llevar.

El método de PPage consiste en arrogarse la libertad de hacer oposición desleal desde su partido ideológico a la formación a la cual está afiliado. En otras palabras, es el único representante público que es a la vez presidente autonómico y Jefe de la oposición dentro de su propia circunscripción, lo cual no le resta ningún mérito.

Pero a PPage o doblepé (doble partido), le da lo mismo que sus declaraciones no estén respaldadas por una mayoría de su formación. “Mi posición es minoritaria, pero a lo mejor el día de mañana no lo es”, lo cual pone en evidencia no ya su torpeza, sino su visión democrática.

Lo de menos es en qué partido se vea PPage el día de mañana, la cuestión es si la formación a la que pertenezca va a tolerar como hasta ahora sus infidelidades ideológicas. Porque aunque “la camiseta del PSOE no es una camiseta de fuerza”, como asegura el manchego, mucho menos lo es de quita y pon, asunto que al parecer, no entra dentro del método PPage.

A los populares, sin embargo, les encanta que el Presidente manchego se ponga la camiseta azul a la hora de esbozar algunas de sus inoportunas declaraciones. Es un trabajo que le quitan, al cual, él se presta muy gustoso y de forma gratuita. Ante tanta incontinencia verbal, más de uno se pregunta de qué temas habla el Presidente castellano manchego en las reuniones que mantiene con su organización, que según lo visto, no tiene porqué coincidir con su partido ideológico.

Hace unos días doblepé ha salido al campo de juego vistiendo la camiseta celeste para sumarse a las comunidades del Pepé e iniciar los trámites para recurrir la amnistía al Constitucional. Y a don Emiliano no le ha importado acudir en calidad de nacionalista manchego, también lo ha hecho en calidad de independentista, por su modo de actuar desde el día que declaró la autodeterminación de su método y de sus modales a su partido.

Si PPage está en contra de que los independentistas catalanes sean amnistiados, por la misma regla de tres, el PSOE debería anular la amnistía que le tiene concedida al PPsocialista de manera fulminante. De aplicar esta eutanasia ideológica, Sánchez estaría efectuando de forma simultánea un acto generoso y humanitario con el díscolo, si uno se atiene a las palabras que Page le dirigía a Mazón en FITUR: “Yo sufro, no te imaginas” (…), lo que ha hecho el PSOE, es de una tensión máxima, echar a todo dios que se le opone”. Un sufrimiento menos, siempre nos depara un alivio. Mucho mayor si el beneficio es de una inmensa mayoría.

Pero quizás la frase mediante la cual se puede entender el modus operandi del presidente castellano manchego, es el momento en el cual confiesa quién es su adversario: “mi adversario no es ningún socialista, son los independentistas”. No se entiende que el adversario de un Presidente socialista manchego sean los independentistas catalanes, en lugar de los conservadores del PP, fuerza mayoritaria de oposición en su querida tierra, y menos aún, en tal caso, que no se haya presentado a las elecciones en Cataluña.

Es una pena. Don Emiliano no ha entendido después de treinta años que la oposición del PSOE es el PP, así que podemos inferir, que el hecho de haber ganado las elecciones ha sido un acto azaroso más que meritorio. Y tener suerte no le debiera situar a uno por encima de los demás compañeros de partido.

Don Emiliano González PPage, nieto y discípulo ideológico del exmonclovita y galiputense Felipe González, tampoco entiende que no puede exigir que los independentistas acaten la Carta Magna, cuando él ni siquiera acata las normas internas más básicas de su partido. Ni que si él critica a su partido, éste tenga, a diferencia de él, el detalle de avisarle y de dirigirse a él otorgándole, a pesar de todos los estropicios, un trato de igualdad, y que tenga, faltaría menos, el mismo derecho de defensa cuando no de réplica.

“Comparto el noventa por ciento de lo que hace mi partido y mi gobierno, pero discrepo en alguna cosa. Y yo creo que se me debe permitir hacerla. Y lo hago con respeto porque yo nunca ataco personalmente”. Algo no cuadra: si la doble P del PSOE comparte según él, el noventa por ciento de lo que hace su partido y su gobierno, ¿cómo es posible, que su posición sea minoritaria (“Mi posición es minoritaria, pero a lo mejor el día de mañana no lo es”)? Que se le deba permitir hacerla es algo que considero debe evaluar su partido dentro de su circunscripción, que es donde según él ha ganado, pero no en el resto del territorio nacional, porque eso supone una auténtica provocación.

En lo que si hay que dar la razón es que don Emiliano nunca ataca personalmente, porque las declaraciones que él realiza las debe considerar un ataque y una deslealtad colectiva a los compañeros, afiliados, simpatizantes y votantes de la organización a la cual él pertenece, lo cual es mucho más grave, asunto que le importa un pito, ya que los demás sufren mucho menos que él.

Nadie entiende por qué el señor PPage se molesta cuando le llaman la atención o le avisan. El PSOE, a diferencia de él le trata con la misma igualdad que a cualquier miembro, de lo cual tendría que estar agradecido. Aunque solo sea por la amnistía ideológica que aún tiene concedida.

Pero las prebendas y las reiteradas amnistías que tiene concedidas gracias a su método y a sus modales, a don Emiliano le parecen poco. “A mi están a punto prácticamente de… extraditarme”, le confesaba compungido al popular Mazón recientemente en FITUR 2024.

PPage aún no es consciente que desde hace años se ha distanciado de su partido y que uno de sus gemelos está a punto de extraditar al otro. Pasar el día en Ferraz y la noche en Génova tiene sus consecuencias. Recomiendo hacer una nueva adaptación del famoso tema interpretado por David Bustamante y Alex Casademunt, “Dos hombres y un destino”. A ser posible con este nuevo título: “Un hombre y dos partidos”. A ver si así, el hombre cae...

José Luis Meléndez. Madrid, 8 de julio del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.com

4 de julio de 2024

Nadie sobra

Nadie sobra en ningún país del mundo

Tres de julio del 2024. Estación de metro de Pan Bendito. Me dispongo a entrar después de intentar hacer una gestión en la Comunidad de Madrid. Tres menores intentan salir por los torniquetes de entrada. Les oriento hacia las puertas de salida.

Una vez dentro, sentado en el andén, mientras ordeno papeles, veo que los mismos jóvenes de antes se dirigen hacia mí. Uno de ellos, el que mejor español habla, me pregunta por la línea 6. Me ofrezco a acompañarles por la buena impresión que me dan. Les pregunto a que estación se dirigen. Responde uno de ellos que a República Argentina.

Se trata de tres menores de color, mal conocidos como MENAS. Me ofrezco a acompañarles hasta la estación de Pacífico. Por la conversación que mantenemos, me dicen que provienen de un centro que la Cruz Roja tiene en Carabanchel. Llevan, según me cuentan, tres meses, y entre otras cosas, están aprendiendo español. Tienen 17 años y son amigos.

Se dirigen a la embajada de Mali. Allí con una partida de nacimiento, van a solicitar un pasaporte que les permita ir a la Policía Nacional para que a su vez les haga un reconocimiento médico, imprescindible y previo para su ingreso en un centro de acogida de menores.

Son más altos que yo y tienen una mirada madura que no se corresponde con su edad. Se nota que están aseados. En todo momento se dirigen a mi sin avasallar y en un tono de voz bajo. Agradecen mi atención.

Un viajero nos interrumpe y se alegra al vernos. Se dirige visualmente a mí y me pregunta si soy su tutor, ya que ha visto en mi polo gris una pegatina oficial de la Comunidad que aún no me he quitado. Le digo que no, que soy un viajero. Se alegra y me agradece la ayuda y antes de bajarse les anima a los niños.

Durante el trayecto les apunto en uno de los papeles que me enseñan, en el cual viene detallado su itinerario, el nombre de dos ONG´S para que pregunten por ellas en la embajada: CEAR Y ACNUR. Llegado a la estación me despido y les aconsejo que sean buenos y que tengan mucha suerte. Una sensación de humanidad hasta entonces desconocida recorre todo mi cuerpo.

Durante el viaje de regreso intento imaginarme su situación a esa edad como es la de salir de tu país sin estudios, sin maletas, sin familia ni mascotas, dejando atrás el idioma del que hasta hoy ha sido el tuyo. Tu casa, tu cultura, tal vez tu primer amor. Todo de raíz, de una sola vez, de un solo golpe. Jugándote la única vida que tienes en un trayecto, sin saber si vas a sobrevivir o a saber nada más de los tuyos o de ti mismo, incluidos los que van contigo.

A la mañana siguiente decido ir a la biblioteca. En un momento dado entran dos menores de color. Me saludan muy educadamente en tono bajo. Uno de ellos se sienta a mi lado y se conecta a la red. Al cabo del rato observo que muy formal y aplicado se encuentra siguiendo un tutorial para aprender español, adaptado a su edad.

Pasados unos instantes me dirijo a él y le pregunto si le gusta y si lo entiende. Me responde de manera afirmativa. Su mirada es la de un niño pero su actitud es la de un adolescente. Le pregunto de donde viene. Me dice que de Malí. Me pregunta por el significado de la palabra "además". Le comento que ayer conocí a unos paisanos suyos. Sonríe.

Le señalo el mapa de su país en mi pantalla y le digo que Mali no tiene mar y le pregunto desde que punto han salido. Me responde que desde Mauritania. Han venido en patera sesenta personas y ninguna ha fallecido. Me alegro por la noticia y sonrío. Me corresponde de igual forma con esa sonrisa aún de niño adolescente.

La semana pasada tuve la oportunidad de conocer a Isaac. Un joven español de unos 24 años. Está en un centro de desintoxicación por sus adiciones al alcohol y al cannabis. Sus familiares no quieren saber nada de él hasta que no se desintoxique. Ese día llovía a jarros. Ante mi imposibilidad de salir de la biblioteca, empezamos a entablar una conversación y a compartir algunas sonrisas. Al cabo del rato le traigo mis dos poemarios de los estantes de la biblioteca a su puesto de ordenador que está al lado del mío. Por suerte le han encantado. Tanto que al día siguiente constato lo que me dijo: se los ha llevado en préstamo.

Al decirle que tenía hambre, llega a ofrecerme un plátano, que amablemente rechazo. Pero su amabilidad no acaba ahí: antes de que termine de llover me ofrece su chubasquero para que no me moje, gesto que rechazo y que igualmente agradezco de corazón. Antes de irme mientras se fuma un cigarro y termina de llover me pregunta si no me importa que me cuente su vida. Le digo que no. Al final me dice si no me importa que nos crucemos los teléfonos. Acepto.

Por su aspecto lo último que cualquiera pensaría es que nuestro amigo es un sin techo. Aseado, amable, buena persona, de buena familia, pero con una adición. Al preguntarle por la comida me dice que la gente está siendo solidaria con él. En lugar de robar, suele preguntar en un restaurante marroquí. El dueño tiene la amabilidad de invitarle a sentarse y suele sacarle un bocadillo del tamaño de casi una barra de pan. Una emotiva escena de un inmigrante proporcionando comida a un nacional y una lección de la que algunos debieran tomar nota, en lugar de hablar de la delincuencia residual habida en dicho colectivo y no de la violencia criminal, producida entre compatriotas nacionales de nuestro país. Hace unos días, Isaac ha echado una solicitud y le han aceptado como operario en uno de los camiones de limpieza del Ayuntamiento.

Me pregunto en qué mundo vive la gente que además de estigmatizar a la gente necesitada, y de no ayudarla, pretenden devolverla a sus países de origen sin escucharles, sin mirarles a la cara o compartir una conversación con ellos. Todo ello sin ofrecer ningún plan a su país, ante la falta de natalidad que padece desde hace décadas. ¿Qué religión profesan estas personas? ¿Qué valores morales albergan dentro de su hipotética alma? ¿Qué educación han recibido? ¿En qué ambientes se han criado?

Los migrantes son personas vulnerables que huyen de condiciones infrahumanas de sus países de origen. Un país deja de ser humano cuando rechaza la entrada de estas personas necesitadas mientras deja entrar a personas que vienen a divertirse o a descansar con sus arcas llenas.

Nadie sobra en ningún país del mundo. Lo que sobran son las políticas discriminatorias y los políticos que las firman. ¿Son tal vez a ellos a quienes habría que introducir en una patera con destino a estos países, sin posibilidad de retorno a su país de origen, hasta que adquiriesen la humanidad de la que hacen gala sus ciudadanos?

La solución, desde luego, además de salir más barata, conseguiría dar una imagen mucho más digna, de nuestro país al mundo.

José Luis Meléndez. Madrid, 4 de julio del 2024. Fuente de la imagen: pixabay.com

1 de julio de 2024

Disculpen las molestias

Una molestia continuada no es un error ni una equivocación, es una negligencia motivada por una mala praxis

Nadie es perfecto. La equivocación es algo consustancial al ser humano. El hombre, según reza un conocido aforismo, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, lo cual no deja de ser un rasgo preocupante de inferioridad, con respecto a las demás especies.

La instituciones, como es sabido, están formadas por hombres y por mujeres. De seres de uno y otro sexo que toman decisiones y se equivocan. No se puede asegurar, sin embargo, que el número de decisiones sea proporcional al número de errores o de equivocaciones.

Hay personas que necesitan tropezar dos o más veces en la misma piedra, para fortuna de este ser, hasta entonces inanimado. Da lo mismo la forma o el tamaño del mineral del cual se trate. Y hay instituciones que necesitan más de dos años de tropiezos y molestias continuadas, que suelen anunciarlas de manera subrepticia con el siguiente eufemismo: "plazo de ejecución: veinticuatro meses", ya que suponen que el impacto psicológico en meses es mucho menor que el expuesto en años. Hasta que el ciudadano se da cuenta y el cabreo que se lleva, no por el impacto, sino por la tomadura de pelo, es monumental, al verse tratado como un tonto.

El hombre que tropieza y se levanta no tiene por costumbre disculparse a si mismo. El perdón, nos enseñaron que es algo que hay que practicar con los demás y no con uno mismo. Y una piedra animada y dotada de vida, por culpa de un tropezón, no merece ser perdonada.

Si un ciudadano se equivoca al confeccionar la declaración de la renta, lo normal es que la Administración de Hacienda, se ponga en contacto con él para informarle de la situación, con el propósito de que proceda a su regularización.

Pero una empresa de transportes, por poner un ejemplo, que cause reiterados perjuicios a sus usuarios, no tiene la obligación de devolver la totalidad o un porcentaje de dicho billete abonado en compensación a la falta de compromiso, ni al retraso y al tiempo invertido. Con pronunciar tres palabras cordiales y mágicas ("disculpen las molestias"), al final de sus explicaciones, el ciudadano ya ha adquirido la suficiente sagacidad, para deducir que la empresa cordial vuelve con ello a lavarse las manos delante de sus propias narices.

Las molestias, si las crea la Administración o una empresa, las asume el ciudadano, pero si el ciudadano se equivoca, ya sea para bien o para mal, es interpelado en términos de importes pendientes, plazos y consecuencias nada amables y por contra, bastante conminatorias.

Una molestia continuada no es un error ni una equivocación, es una negligencia motivada por una mala praxis. El error de un ciudadano ha de ser subsanado de facto, salvo penas que van desde recargos, embargos o penas de prisión. Ni un alzheimer piadoso es capaz de librarle a uno de sus obligaciones con la omnipotente y despiadada Administración. Los errores se disculpan pero las enfermedades, no. Que se lo pregunten a sus familiares.

Una empresa o institución puede equivocarse y causar perjuicios de manera gratuita y repercutírselos de forma continuada, amparándose en su "Principio de igualdad" a sus usuarios. Porque el usuario no deja de ser contribuyente al pagar sus impuestos, también ha de seguir pagando con su tiempo, su dinero y su salud los meses o los años de presuntas mejoras, si éstas llegan a producirse o el proyecto llega a su término...

La compañía en cuestión solo tiene que volver a pronunciar por megafonía a los sufridos y reiterados usuarios sus tres palabras preferidas de cortesía: "disculpen las molestias"; pero a pesar del número de incidencias y de la confianza adquirida, la empresa en cuestión opta por omitir el respectivo tuteo, como si no nos conociéramos. Los responsables últimos de dichos perjuicios solo comparecen por obligación cuando la presión social o mediática se hace más que latente.

Las voces suplicatorias de la megafonía, que no son precisamente las de dichos responsables, han llegado a exonerarles de sus obligaciones y a menoscabar los derechos de los usuarios. Para eso están los subordinados y la tecnología, para garantizar la impunidad de dichos responsables.

José Luis Meléndez. Madrid, 1 de julio del 2024. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org