Existen dos tipos de ciegos: el que no puede ver y el que no quiere mirar
La imaginación no solo sirve para soñar, también es útil para solucionar problemas y conflictos. El odio es una energía mal canalizada que agrava los ya existentes. Mucho más si es desproporcionado. La inmensa mayoría de las personas que han aportado algo a la humanidad las han soñado antes. No se puede soñar si uno odia. El odio antes de destruir al adversario empieza por aniquilar al que lo siente.
Existen dos tipos de ciegos: el que no puede ver y el que no quiere mirar. Netanyahu además de estar cegado por el odio se niega a ver la realidad, y es incapaz de distinguir a los terroristas de Hamás de la población civil palestina. También es incapaz, según su estado visual y su obnubilación mental e iracunda, de aportar soluciones por la vía pacífica y diplomática.
Me pregunto si los palestinos, en vez de los terroristas de Hamás, son los culpables de que el gobierno Israelí de Benjamín Netanyahu y sus servicios de inteligencia no hayan detectado, ni al parecer previsto, semejante acto terrorista, para que les estén bombardeando diaria, injusta e indiscriminadamente. Como tampoco es capaz de predecir las consecuencias humanitarias e internacionales que tendría una acción terrestre sobre Palestina y de las cuales serían junto con su aliado norteamericano, los primeros responsables.
Pero al Estado de Israel, no le ha bastado con bombardear a inocentes. Ha decidido ir mucho más lejos y ha calificado a los palestinos a través de su Ministro de defensa, Yoav Gallant, de “animales humanos”. Ellos, los israelitas que están ante el escenario de una más que previsible invasión, a punto de equivocarse de nuevo, y que ya han superado con sus actos criminales a los terroristas de Hamás.
Los genocidas que han lanzado seis mil bombas en seis días, no han tenido ningún reparo a la hora de llamar a los palestinos (que no a los miembros de Hamás), "animales humanos...". Y por lo que se ve tampoco tienen ninguna intención de disculparse y/o de rectificar sus palabras (han estado tanto tiempo apretando gatillos, que se les ha pasado).
Los mismos que han dado un escaso ultimátum de veinticuatro horas a más de un millón de personas para que dejen sus casas y a sus familiares heridos y se desplacen al sur. Los que niegan las necesidades más básicas como el suministro de comida, agua o luz o medicamentos a los palestinos heridos, sin haber hecho nada. No hace falta pensar mucho para llegar a la conclusión que un jefe de Estado que trata por igual a un terrorista que a un civil, no merece ser digno del puesto que ocupa.
Y un enviado norteamericano, como Blinken, que según sus palabras: "Entiende a nivel personal lo que implican las masacres perpetradas por Hamás para los judíos israelíes y para los judíos en todas partes", que no es capaz de empatizar con el sufrimiento aún mayor que está perpetrando Israel sobre los palestinos y que en lugar de ejercer funciones diplomáticas y pacificadoras, respalda y no condena la respuesta desproporcionada de Israel, deja mucho que desear.
"Nosotros, las democracias, nos distinguimos de los terroristas por tener estándares diferentes, incluso cuando es difícil, y de rendir nosotros mismos cuentas". "Por eso, es muy importante tomar todas las precauciones posibles para evitar dañar a civiles, y por eso lamentamos la pérdida de cada vida inocente. Civiles de todos los credos, de todas las nacionalidades han muerto", ha sentenciado el precavido y compungido demócrata norteamericano, después de seis días de intensos bombardeos sobre la población civil (la diplomacia tiene sus tiempos).
Netanyahu, ya tiene las bendiciones, el respaldo y la inmunidad de los Estados Unidos. Esto quiere decir lisa y llanamente que tiene vía libre para seguir cometiendo actos cruentos. Con la ventaja añadida de que al restar respaldado por dicho país, no podrá ser acusado de crímenes contra la humanidad, como lo ha sido Rusia.
La confusión es tal, que algunos miembros de la clase política española, han intentado sacar rédito apoyando a la parte occidental "representada" por Israel mientras acusaban a la izquierda de estar al lado de Hamás, en lugar de los palestinos, que son los que están pagando las consecuencias. Como si la vida y la muerte de unos humanos valiesen unas más que otras. Es oler a sangre y ahí están como tiburones para morder un poco de carnaza. A unos les ciega el odio y a otros les confunde el color de la sangre en el agua.
La imaginación, a la que hacía alusión al inicio, le lleva a cualquiera a hacerse una pregunta: si los palestinos son "animales humanos", ¿qué tipo de seres son los israelitas de Netanyahu? Según un dicho español, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Lo malo es que el representante (líder es un adjetivo que le queda grande), ya ha superado los dos tropezones, ya que en su impulsividad iracunda y mortífera, es más partidario de utilizar el comodín del cincuenta por ciento, en el juego bélico de su metaverso particular.
Calificar a un mal representante como el israelita, con el adjetivo de animal, sería por tanto, adjudicarle un piropo del cual no es merecedor. La pena es que no estén permitidos pronunciarlos y mucho menos escribirlos.
José Luis Meléndez. Madrid, 13 de octubre del 2023. Fuente de la imagen: wikipedia.commons.org
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