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9 de febrero de 2023

La ética de la felicidad

He llegado a cuestionarme si es ético buscar la felicidad, existiendo hechos tan dramáticos y continuados

Los continuos desastres que estamos viviendo desde hace años me han conducido a un debate entre lo divino y lo humano. Y al hacerlo han acentuado, más si cabe, mi perpetuo agnosticismo. Agnosticismo quizás, un tanto peculiar. Porque  las razones o motivos que tengo algunas veces para creer, no tardan en esfumarse cuando veo y sufro desde la distancia tragedias de la magnitud del terremoto que ha devastado y asolado los países de Turquía y de Siria.

¿Se puede ser creyente sin creer en la imagen del Dios que nos enseñaron de pequeños? Por supuesto que sí. Voy incluso más allá y pienso que el concepto de creyente debería ser revisado de inmediato. ¿Acaso no es creyente el que considera que hay otro plano de existencia que no tiene nada que ver con el que nos contaron? Y volvería a responder afirmativamente con la misma rotundidad.

Y si no, díganme: ¿qué Dios bondadoso, perfecto y todopoderoso permitiría un sufrimiento tan atroz como el que han vivido, están viviendo y aún vivirán los miles de personas en el mundo entero? Si, ya lo sé. No se molesten. Conozco la respuesta: Dios es responsable de lo bueno y el hombre es culpable de lo malo. Siento contradecir a los que piensan así. Porque el hombre no tiene culpa alguna de haber sido creado por Dios, así de imperfecto. Así que teniendo en cuenta este razonamiento, el último responsable no es el hombre, precisamente. Esto en cuanto a lo divino.

La RAE define al creyente como a una persona que cree y lo aplica de una forma especial a quien profesa una determinada fe religiosa. Un concepto que no encaja con la realidad de muchos creyentes que no profesan ninguna fe religiosa. En occidente, sin embargo se entiende como creyente a una persona que cree en Dios y muchas personas conciben esa realidad superior con la creencia en un ser superior que no encaja con el prototipo establecido. Es decir, se trata de una creencia personal que el individuo va ido adquiriendo y configurando a lo largo de su vida, según sus propias experiencias y conocimientos. En resumidas cuentas, ser creyente, no implica creer en un Dios, sino en una dimensión superior o inferior.

Entrando en lo estrictamente humano, conviene en primer lugar preguntarse por las responsabilidades humanas de dichas tragedias. Está claro que las viviendas del volcán de la Palma no estaban construidas en una zona urbanizable. Y que las viviendas en Turquía no eran de la calidad que requiere una zona de alta actividad sísmica, que ha sufrido antecedentes de similares características a los actuales. Pero de ahí a afirmar que el culpable y el responsable de todo lo malo es el hombre, pues mire, no. Entre otras cosas porque el hombre ni creó la tierra, ni se engendró a sí mismo.

Pero sin duda, lo que más escarnece, es ver cómo la Comunidad internacional está retrasando la ayuda internacional a Siria. Una ayuda que ha sido solicitada por el gobierno sirio y que está llegando a cuentagotas. Médicos Sin Fronteras ha manifestado que las sanciones impuestas a Siria están retrasando la compra de material humanitario, tan vital en estas primeras horas. La Media Luna Roja ha solicitado de igual forma el levantamiento de las sanciones, ya que según manifiestan el objetivo de este retraso es presionar al gobierno sirio para que ceda en sus represiones, utilizando de esta forma a los heridos y afectados como elementos de presión para un cambio político en el país.

Después de la conmoción y de la consiguiente reflexión he llegado a cuestionarme si es ético buscar la felicidad, existiendo hechos tan dramáticos y continuados. Y si les soy sincero, es un debate que aun no he logrado cerrar en mi fuero interno. Lo cual no me impide reconocer que me ha emocionado ver cómo, a pesar de todo lo que hemos vivido, de toda la polarización y el enfrentamiento al que estamos sometidos entre sexos e ideologías, por parte de la clase política, es constatar por medio de las imágenes que nos llegan, que el hombre no ha perdido su humanidad.

Y cómo a pesar de algunas leyes naturales, incapaces de asumir, desde un punto de vista humano, el planeta sigue siendo capaz de crear y mantener la vida, a pesar del trato que recibe del hombre, desde hace millones de años. Y esto dudo mucho que pueda atribuírsele al hombre. Al menos desde un punto de vista moral y ético, como ser consciente y responsable que es.

Si el hombre fuera el ser supremo y racional que dice ser, ya se lo hubiese demostrado a sí mismo y a los suyos, desde que empezó a pisar la tierra. Sin embargo, basta repasar la Historia para darse cuenta que la evolución ética y humana de nuestra especie, no es precisamente la más desarrollada en muchos aspectos, de entre todas las especies.

Lejos de los avances tecnológicos, la vida, en lo estrictamente sustancial, no ha experimentado un cambio significativo que justifique el largo tiempo transcurrido desde que el hombre empezó a habitar la tierra. La naturaleza humana sigue sin cambiar. El hombre sigue actuando y asesinando por los mismos motivos. Y sigue sometiendo  a los suyos y a las demás especies. Pero lo que es más preocupante, es constatar cada día, por medio de las noticias, que el hombre sigue sin estar preparado para vivir en la tierra.

José Luis Meléndez. Madrid, 9 de febrero del 2023. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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