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12 de octubre de 2022

Jesús y su colina

La colina era esa elevación del espíritu al cual Jesús subía cada noche para transformarse en Quintero

Se nos ha ausentado por exigencias del guión, Jesús Quintero. Decir que se ha ido sería una falta de respeto hacia su persona, hacia su obra y hacia esa nueva forma de hacer y entender el periodismo.

Decía de él su madre, una de las personas que mejor le conoció, que era más raro que un perro verde y que un ratón colorao. De ahí que estas expresiones terminaran por convertirse en epígrafes de los espacios que él mismo condujo a lo largo de su prolífica carrera. Una forma maternal de reconocer explícitamente su originalidad, su personalidad y en definitiva su genialidad. Sus más de 200 premios, 500 personajes y 5000 entrevistas avalan dicha trayectoria.

Jesús Quintero siempre se mostró contrario a la telebasura y a la manipulación de los medios de comunicación por parte de entidades ajenas. Confiesa Javier Salvago, poeta, guionista y colaborador de Quintero durante treinta años, en el diario El País, que le gustaba interpretarse a sí mismo, porque en el fondo se sentía un actor frustrado. De ahí que se planteara sus programas como películas u obras de teatro. Y de que llegara en su día a que uno de los teatros en Sevilla, llevase su nombre.

La muerte junto con la locura fueron sus auténticos miedos, como así lo manifestó el maestro en la conversación que mantuvo con Antonio Gala, en el doceavo capítulo de la ronda de entrevistas que dirigió en Canal Sur, en el año 1991, espacio denominado, Trece noches con Gala, capítulos sueltos que pueden visualizarse en el canal de YouTube.

En un momento de la citada entrevista Quintero le formula a Gala la siguiente pregunta: “¿Quiere morir conscientemente, sabiendo que se está muriendo?”. Diríase por tanto, a juzgar por la naturaleza de la pregunta, que lo que verdaderamente atormentaba a Quintero era no tanto el hecho de morirse, sino la forma en la cual esta tuviese lugar.

Pero no solo la conciencia en la hora final le preocupaba al Maestro. El deterioro físico, prueba de su coquetería y de su alma de seductor, le atormentaban de igual forma a Quintero, cuando en otra de sus intervenciones de este encuentro, Quintero exclama ante la audiencia, dirigiéndose a su interlocutor: “Es penoso que se acabe el cuerpo”. El tono y el semblante serio que mantiene durante toda la entrevista confirman el respeto que el entrevistador mostraba a la hora de abordar este espinoso tema.

Jesús Quintero (18/08/1940), falleció el 3 de octubre como consecuencia de una insuficiencia respiratoria mientras dormía la siesta. Sin darse cuenta, en otro de los momentos de dicha entrevista monográfica llegó a verbalizar la forma en la que iba a morir. Justo en el instante en el que Quintero le manifiesta a Gala como un amigo suyo, había fallecido una noche mientras dormía.

La colina era, esa elevación del terreno y del espíritu, menor que una montaña, al cual Jesús (el cuerdo) subía cada noche para transformarse en el Quintero (el loco) o personaje que logró emerger su figura como actor, presentador  y magnífico entrevistador. Pero no todo fue una etapa de vino y rosas. A lo largo de su vida, Quintero se vio obligado a descender por culpa de Jesús, por alguna de sus sendas dolorosas, como la de la depresión o la ruina.

Quintero ejerció el sacerdocio del periodismo con un estilo y un ritual propio. Con su look de seductor formado por su inseparable chaleco y su foulard anudado al cuello, sus decorados acogedores medio apagados e intimistas, formados por velas y humos consumados y consumidos, unidos a sus temas musicales psicodélicos de Pink Floyd, supo crear el clímax perfecto para establecer una comunicación directa e íntima mediante la cual lograba extraer lo mejor del invitado y a la vez atraer la atención del telespectador.

El empleo de los silencios, de su inconfundible risa (ja, ja, ja), de su tos intencionada o de su sonrisa pícara y cómplice, fueron recursos naturales gracias a los cuales logró patentar ante el público su sello personal y su impronta.

Parafraseo a Gala, en la entrevista que mantiene con su amigo, cuando digo que la muerte le ha dado mayor intensidad a la vida de Quintero. Porque la ha sabido llenar de contenido. Jesús tenía miedo a la muerte porque como dice el insigne escritor, la miraba desde la vida, como hacemos los demás y la afeamos, sin darnos cuenta de ello.

“Se muere como se vive”, le dijo en cierta ocasión un enfermo terminal a Jesús quintero. Jesús Quintero ha muerto con la misma dignidad que vivió y deseó. La muerte lo sabía y le ha concedido uno de sus mayores deseos: no ser consciente de ese último y quién sabe si de ese primer momento, que según Gala, como superviviente de una experiencia de muerte clínica, asegura es el inicio de una nueva etapa más plena, cuya duración es mayor que la de toda una vida. D.E.P.

José Luis Meléndez. Madrid, 12 de octubre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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