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1 de enero de 2021

Alcaldadas

“Las alcaldadas de don José Luis /, no son para Madrid ninguna broma /, tala y mal poda el verde que asoma /, y en lugar de apenarse, baila un twist /”

La Navidad es época de felicitación, de infección y de inflamación emocional, la cual algunos aprovechan con buena y obligada ocasión - ajena por tanto a los latidos de los sentimientos sinceros propios del corazón -, para dirigirse al prójimo, mientras con su demanda consumista, contribuyen al sacrificio de animales y de árboles.

A la causa se ha sumado de una manera ferviente a como suele hacerlo habitualmente, el alcalde de La Villa y Corte, es decir, el señor Martínez (Almeida), con su concepto tan particular y limitado que tiene del prójimo. Don  José Luis, ha demostrado a sus vecinos, en su corta legislatura, que no tiene ningún tipo de escrúpulos a la hora de talar masiva e injustamente, las decenas de árboles, que ya acumula su legado. Algo que en sus previsiones debe entrar en la categoría de bien inmovilizado.

Los vecinos del barrio madrileño de Hortaleza, debemos, como buenos vecinos que somos, felicitar estas fiestas a nuestro alcalde. Se las merece, por los cerca de ciento cincuenta árboles medio centenarios que nos ha quitado este año 2020. Recordemos el arboricidio de Los Padres Paules (90 árboles), Colonia el Bosque (37), y Barrio de Manoteras (12). Eso sí, el Concejal de distrito, don Alberto Serrano (C´s), nos va a dejar a cambio, precioso el boulevard de la calle Añastro, después de la tala de sus 37 árboles, y de peatonizarla, priorizando el tránsito de peatones por encima de la salud de los vecinos y de los madrileños. Un ensanchamiento de aceras que no era necesario, ya que los peatones disfrutan de una amplia mediana por la cual pueden transitar. A partir de ahora pasear por sus calles será un poco más triste y más tóxico. Todo ello gracias a la inestimable colaboración de la Asociación Municipal pro talas, mal llamada Asociación de Vecinos "El Bosque", por no haber sabido defender el insigne y digno nombre de su agrupación vecinal.

Y el señor Martínez, por su parte, ya ha iniciado la plantación de los primeros arbolitos de lo que él ha venido en denominar “Bosque metropolitano”. Un corredor que rodeará la capital, mientras los ciudadanos que residen en el interior inhalan el CO2, en espera de que los ejemplares talados sean repoblados con ejemplares del mismo tamaño, y los arbolitos de dicha muralla verde, crezcan, para lo cual los ciudadanos de Madrid, habremos de esperar varias décadas, hasta que empiecen a absorber la misma cantidad de dióxido de carbono que absorbían los árboles talados. Un legado que sin duda contribuirá a mejorar la salud de los madrileños, muy especialmente de todos aquellos que residen en el interior, y que poseen enfermedades asmáticas o respiratorias, y que cada año van en aumento.

Bienvenidos por tanto sean los gnomos que don José Luis traerá  al bosquecito periférico, dentro de unas décadas a vivir entre nosotros. Los mismos que ahora debe tener en su cabeza. Entretanto los ciudadanos que residimos en el interior de Madrid, podremos ir observando, a través de  radiografías, como nuestros pulmones van adquiriendo el color propio del luto, de las talas y las podas indiscriminadas, que el señor Martínez (Almeida), no ha sentido, ni ha tenido a bien guardar.

De sobra es conocido el inmenso amor que don José Luis profesa por los árboles de los madrileños, de los animales que los pueblan, y de los vecinos que los respetan y cuidan con más cuidado y dedicación que la que él mismo ha demostrado. Su admiración es tal, que ni siquiera el día 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, ha sabido dar a los vecinos de este distrito, un mínimo gesto de simpatía, cercanía y complicidad. Ese día, tres camiones y media docena de operarios se personaron  en el parque de la calle Cuevas de Almanzora, con objeto de desmembrar y acabar con la vida de uno de los tres ejemplares que alegraba dicho parque. Un precioso Cecis siliquastrum de hojas caducas y rojas, que los empleados del consistorio, tan bien formados, confundieron con un árbol seco.

De nada han servido las reclamaciones y advertencias de algunos vecinos, que informaron al Ayuntamiento de semejante error. La respuesta del Consistorio ha sido una vez más con los vecinos de este barrio ha sido la de hacer oídos sordos, y cometer semejante barbarie. Esta ha sido la inocentada o la metropolitanada del señor alcalde con los vecinos de Manoteras, de Hortaleza y de Madrid. Ya no podremos contemplar, ni sentir el saludo diario que este vecino nos hacía cada día moviendo sus brazos, y agitando sus hojas, mecidas por las caricias del viento. El mismo consistorio que hace apenas dos meses ha talado en la misma zona dos pinos medio centenarios, ha vuelto a robarnos otro trozo de vida y de primavera.

El portavoz del PP y alcalde de Madrid a tiempo parcial, al parecer  no tiene tiempo, por no decir ganas, de supervisar como Dios manda, el arbolado de la ciudad. El arbolado de los madrileños, que con su actitud, él mismo se arroga. Los hortalinos hemos aprendido varias cosas de este alcalde de Madrid, que no el de muchos de sus madrileños, que no se sienten representados por sus políticas medioambientales: que solo ve madera donde hay vida, y que no hay mejor poda, que una buena tala.

No existe muerte más cobarde y miserable que la de aquel que decide a acabar con la vida de un ser que no puede expresarse para solicitar siquiera una palabra: ¿por qué? Talar un árbol de forma injusta, constituye un desprecio no solo hacia los árboles, las aves y demás animales que anidan en ellos, y los vecinos, sino un atentado contra la propia vida.

Los árboles de Madrid están de luto, y los vecinos, amantes de estos nobles seres, que vivieron y crecieron a su lado durante décadas, cada día se sienten menos representados y más agredidos por un alcalde protálico como es el señor Martínez. Motivo por el cual, y como vecino de Hortaleza, hoy tengo el gusto de dedicarle una preciosa estrofa de mi amadísma musa: “Las alcaldadas de don José Luis /, no son para Madrid ninguna broma /, tala y mal poda el verde que asoma /, y en lugar de apenarse, baila un twist /”.

Los mataderos verdes y ambulantes del señor alcalde, cuentan en su corta legislatura con tantos cadáveres, que cualquier cementerio civil de la ciudad se quedaría pequeño para albergar semejante arboricidio. Su amor por el mundo vegetal, a juzgar por sus hechos, es tal, que no cambiaría un metro cuadrado de su moqueta por una superficie similar de césped. Y mucho menos su bastón de mando de madera y su mesa de despacho, si con ello pudiera salvar la vida de uno de sus antecesores.

El señor Martínez (Almeida), a la vista está, no ha estado una vez más, a la altura. De las circunstancias, me refiero. Ahora se entiende por qué en su día eligió la catedral de Notre Dame, al pulmón verde del Amazonas. Pero él sigue creyendo en su Madrid Green Capital, aunque los vecinos de Madrid, veamos la ciudad de un color cada día más negro.

José Luis Meléndez. Madrid, 1 de enero del 2021

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