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27 de enero de 2021

Así nos va

Los ciudadanos debemos seguir las recomendaciones de los políticos so pena de alguna sanción. Pero estos no están obligados a pagar, ni a llevar a cabo las recomendaciones de los científicos

Hace un año un virus llegó y cambió nuestras vidas. A otros directamente se la arrebató. Con su inesperada e inoportuna visita logró en apenas unos días algo que ninguna otra especie había conseguido hasta ahora: comprometer la prepotencia y la inteligencia antropocéntrica que el homo sapiens se había arrogado desde los anales de la Historia.

La inteligencia del virus, de ese ser imperceptible por el ojo humano y en apariencia insignificante, ha logrado desafiar las medidas y los antídotos implantados hasta la fecha. Para ello no ha dudado en mutarse a través de cepas más agresivas. Queda por ver si ahora los psicólogos reconocen y otorgan a esta inteligencia microscópica cierto carácter y personalidad. De lo que nadie puede dudar a estas alturas es que hay otros mundos que están en este, y que no hace falta mirar tanto arriba, como se nos enseñó, para darse cuenta de ello.

Da la causalidad – digo bien, causalidad, en lugar de casualidad -, que un año después la naturaleza ha vuelto a sorprendernos, esta vez con un fenómeno atmosférico jamás visto, de consecuencias mortales y catastróficas. Los hombres y las mujeres del tiempo, han intentado explicar el fenómeno desde su ámbito, es decir, en términos meteorológicos: una masa de aire caliente que en lugar de entrar por el noroeste lo ha hecho por el sur, y que al encontrarse con una masa de aire muy frío en el centro de la península, ha originado la tormenta de nieve bautizada como Filomena.

Nadie pone en duda la experiencia y la pericia de los profesionales del tiempo, pero ante la magnitud de un fenómeno de consecuencias tan desproporcionadas, trágicas y dramáticas, creo que es necesaria como añadidura, una reflexión más a fondo sobre las causalidades de dicho acontecimiento meteorológico.

Y como la mejor forma de dar con las respuestas es hacerse las preguntas correspondientes, he aquí algunas a modo de ejemplo: ¿Por qué entró esa masa de aire cálido por el sur, en lugar de hacerlo por el noroeste? ¿Es debido tal vez al calentamiento al cual estamos sometiendo la especie humana a nuestro propio y único planeta? ¿Por qué se producen cada vez con más frecuencia fenómenos atmosféricos de este tipo, como las danas? ¿Por qué cada vez hace más frío en invierno y más calor en verano?

Si uno prescinde de elementos o factores relacionados con la superstición tales como el azar o la casualidad, observa las características actuales del planeta y las compara con las de hace escasamente una décadas, podrá constatar que la temperatura del planeta no ha parado de subir como consecuencia de la deforestación de los bosques, de los vertidos de Co2 a la atmósfera, de la sobreexplotación de los recursos naturales, y de los vertidos al mar, entre otros muchos factores.

La tierra empezó a hablar mucho antes que lo hiciera el hombre, pero la civilización le ha impedido oírla y mucho menos escucharla. Filomena es algo más que un fenómeno atmosférico. Es el mensaje desesperado de una madre maltratada a sus hijos. Un llamamiento serio hacia la reflexión, el sentido común y hacia la humildad como especie.

Acepto a través de estas líneas esta respuesta como merecida después de haber recapacitado y de haber sido testigo directo del trato que como especie le estamos dando a la tierra. Ha sido una respuesta dura pero bondadosa, si uno tiene en cuenta el tiempo que la especie humana lleva maltratándola. Por eso no es de extrañar que muchas personas sientan como yo una tremenda vergüenza ajena y una lógica indignación con respecto a nuestros principales mandatarios mundiales, por abusar de la paciencia que muestra nuestro planeta, y hacer caso omiso de las múltiples advertencias.

Hace tiempo que algunos futurólogos empezaron a hablar de la tercera guerra mundial. Lo que es realmente triste es que estos mandatarios aún desconocen que la tercera guerra mundial ya ha empezado, y que por si fuera poco, la empezaron ellos, hace tiempo. Sin lugar a dudas, la más suicida de todas las batallas: la guerra contra su propia y única nave espacial, contra su propia especie, y por ende contra sí mismos.

Pero no todo lo que nos ha traído Filomena ha sido malo. Con su presencia ha demostrado tener la determinación que les ha faltado a nuestros políticos: la de confinarnos por un breve tiempo, tal y como recomendaban desde hace tiempo nuestros expertos científicos. Confinamientos contundentes que deberíamos haber tenido después del verano y de las fiestas navideñas. Pero algunos han optado por escuchar más a los expertos económicos que a los científicos y sanitarios.

Los meteorólogos predijeron las consecuencias de Filomena, pero ningún líder político se puso manos a la obra. Los virólogos llevan meses recomendando un confinamiento breve pero contundente, pero al parecer los únicos que escuchan dichas recomendaciones son los ciudadanos. Hasta ahora sabíamos que los políticos no escuchaban a los ciudadanos. Lo que ignorábamos es que ignorasen a los expertos.

Los ciudadanos debemos seguir las recomendaciones de los políticos so pena de alguna sanción. Pero estos no están obligados a pagar, ni a llevar a cabo las recomendaciones de los científicos. Así nos va…

José Luis Meléndez. Madrid, 27 de enero del 2021. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

22 de enero de 2021

Viene el sol

Filomena ha pasado por España dejándonos sobrecogidos, pero el sol vuelve a brillar al otro lado del Atlántico

Ocho días sin calefacción, ni agua. Las cañerías heladas han impedido el paso de agua a la caldera, motivo por el cual he tenido que ir derritiendo la nieve que había en las inmediaciones de mi casa para poder subsistir y depender lo menos posible de los vecinos, los cuales me han ofrecido su ayuda. Ocho días que en una sola vida serán imposibles de olvidar.

Ya ha pasado, pero aún me encuentro sobrecogido. En estos días me he dado cuenta de lo mal acostumbrados e inadaptados que estamos, como consecuencia de haber dejado un día el medio natural. Y me he acordado mucho de las personas que viven en la Cañada Real, en peores condiciones desde el mes de octubre. Porque a baja temperatura se puede pensar, pero a cero grados o menos, es imposible, ya que en esos momentos uno deja de convertirse en persona, como consecuencia de la indignidad de las condiciones, y se convierte en un animal, preocupado por satisfacer exclusivamente las necesidades básicas del día.

Filomena nos ha dejado a los madrileños, además de una ola de frío, un desastre ecológico imposible de cuantificar. Porque las heridas y la pérdida de vida de personas, de animales y de árboles heridos y muertos, no tienen precio y quedan fuera de las cifras que se nos muestran. Un precio que vamos a pagar no solo a través de las arcas públicas, sino con nuestra propia salud. La devastadora tormenta de nieve, ha pasado por España dejándonos sobrecogidos. Pero el sol vuelve a brillar, como reza el tema de los Beatles, Here comes the sun, al otro lado del Atlántico.

El huracán Trump ha sido algo más que un devastador fenómeno atmosférico. Ha sido uno de los desencadenantes propiciatorios de la proliferación de desastres naturales por todo el planeta, como consecuencia de sus políticas negacionistas contra el cambio climático - es más fácil negar el virus desde desde las calles, que de un hospital a pie de cama, desde una UCI de covid -. Políticas que han creado guerras contra el planeta y por ende con todos los seres que en ella habitan. Por eso su marcha constituye un mensaje positivo que hay que tener presente y debemos celebrar.

Lo que constituye una auténtica aberración y una falta del sentido de la realidad, es que todavía haya algunos que a pesar de la que les ha caído encima, aún se atrevan a propugnar la candidatura a Premio Nobel de un hombre que se ha caracterizado por enfrentar a ciudadanos, a países y que ha difundido miles de bulos durante los cuatro años ha dirigido un país como si fuera su propia empresa.

Más hombres nobles y menos nobeles, es lo que necesita este planeta...

José Luis Meléndez. Madrid, 21 de enero del 2021. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

10 de enero de 2021

Corredor ecológico

¿Alguna idea en los telediarios para ayudar a los seres más desvalidos...?


Todo el mundo habla del cambio climático, pero cuando llega una borrasca como ésta, nadie piensa en los animales, no digamos en los árboles. ¿Alguna idea en los telediarios para ayudar a los seres más desvalidos...?

Durante las más de treinta horas ininterrumpidas que durado la borrasca de nieve, he podido ver como algunas aves permanecían quietas y estupefactas, mientras caían copos de nieve sobre sus cuerpos encogidos por el frío, y la escena incomprensible que estaban presenciando y padeciendo. Muchas de ellas, que descansaban en los árboles, se han visto sobresaltadas sin saber a dónde ir, ni donde posarse./p>

Hoy, después del temporal, les he abierto un corredor ecológico. Para ello me he valido de una sartén pequeña a modo de pala. Pensaba que iba a servirle también a mi mascota para salir a hacer sus necesidades, pero está acostumbrada a la calle, y no le ha parecido bien la idea. Lo que sí se puede ver, es que ha servido de pista de aterrizaje para que las aves, que llevaban 48 horas sin comer, recuperaran fuerzas. De eso me he encargado, entre otras cosas, durante el día de hoy.

El agua la han despreciado, ya que les he visto picotear la nieve, señal de que estos días han estado hidratándose. También la beben del suelo y de la nieve que se va deshaciendo en el suelo. Estos días me encargaré de atenderles. A la cita han acudido distintas especies, como algún que otro mirlo. En la imagen se ve un grupo de gorriones. Lo que sí me ha preocupado es no ver a ninguna tórtola, especie protegida al igual que los gorriones. Todos estos motivos son los que me han empujado a ponerme manos a la obra.


En definitiva, ha sido un duro, pero un bonito día. Porque la vida sigue fluyendo en las afueras, y va a ser un espectáculo, y una gran satisfacción seguir cuidando, como hago el resto del año, de estos pequeños niños voladores, que tanto nos alegran y acompañan durante el resto del año. Ahora ya cuentan con un lugar en el cual pueden aterrizar, relajarse, descansar y comer. Y eso es un motivo más que de celebración. Es un momento de una alegría indescriptible.

José Luis Meléndez. Madrid, 10 de enero del 2021

9 de enero de 2021

La Mono Orquesta

Esperemos que don José Luis, antes de su emotiva marcha, dote a la Mono Orquesta Filármónica Municipal de Motosierras de Madrid, de algunos instrumentos más

El twist a los reyes magos que se marcó el alcalde de Madrid el cuatro de enero, mientras su equipo talaba este árbol de setenta años, en el barrio de Manoteras, pasará a la historia de Madrid, como uno de los más macabros de la Villa y Corte.

Son las 08:30 de la mañana. La hora que suele elegir el alcalde de Madrid para talar los árboles, y de paso despertar a los vecinos que trabajan de noche, que intentan conciliar el sueño en estos días de vacaciones, o que acaban de iniciar su jornada de teletrabajo.

No hay mejor día en el año, ni hora más apropiada para recibir el nuevo año, mientras uno desayuna, con la única pieza, y el único concierto con el cual suele deleitarnos a los vecinos del barrio, del distrito, y de la ciudad de Madrid, la Mono Orquesta Filarmónica Municipal de Motosierras de Madrid, su fundador y maestro, don José Luis Martínez, merced a la gentileza y a la extraordinaria sensibilidad de sus dotes musicales e interpretativas, las cuales logra materializar gracias a su inseparable e implacable batuta o bastón de mando.

Don José Luis como se sabe es un gran melómano, afición que ha sabido compaginar a la perfección con otro de sus grandes hobbies, como es la tala de árboles. Una performance real de dos horas de duración, que suele ser interpretada por los músicos que con sus mismos instrumentos, suelen trepar por los árboles, hasta acabar con la vida de los homenajeados.

Un arte que en el último año está creando tendencia y adquiriendo matices de fiesta, como consecuencia de la pasión con la que el actual equipo municipal (PP, C´s, Vox), sacrifican a árboles inocentes, haciendo de ello un espectáculo público. Un arte que a juzgar por los hechos, guarda ciertas similitudes con la tauromaquia, motivo por el cual, bien podría calificarse, como Arbomaquia.

Hasta ahora la temporada de podas y de tala ha sido respetada escrupulosamente por los distintos gobiernos municipales. Un periodo que se ha saltado a la torera – nunca mejor dicho -, el actual equipo, tal vez debido a su virginidad, al desconocimiento del actual equipo o a la falta de respeto y de compromiso con el medio ambiente, que al parecer el Proyecto Madrid 360, no contempla.

Claro, que si se tiene en cuenta que para el señor Martínez (Almeida), y para la señora Villacís, un conjunto de arbolitos menores de edad forman un bosque, cabría preguntarse en base a los centenares de árboles medio centenarios que lleva talados el actual consistorio (PP, C´s, Vox), cuántos bosques metropolitanos habrá talado dicho grupo hasta la fecha de hoy en su corta legislatura.

Sin ir más lejos, el ejemplar de setenta años ejecutado en el día de hoy con la anuencia del Concejal de distrito, don Alberto Serrano (C´s), equivale si no a un bosque metropolitano de los del señor Martínez (Almeida), a un parque de siete ejemplares de cualquier distrito del municipio de Madrid. Y si ya puestos, aprovechamos y sumamos la edad de los árboles talados y la restamos de las exiguas repoblaciones que don José Luis lleva a cabo, podremos hacernos una ligera idea de los años que hemos retrocedido en materia de medio ambiente, y de salud pública, gracias a las políticas de deforestación que dicho equipo lleva a cabo en el interior de la capital. Talas que como se puede apreciar en la imagen el consistorio considera, confunde y tipifica como podas.

Me imagino la enorme emoción que le hará al oso representativo de nuestra ciudad, pasear dentro de diez años, por el bosque metropolitano del señor Martinez & asociados, y la inmensa soledad y pena que debe padecer desde hace meses nuestro madroño, al ver como se peatonaliza y de despoja a la ciudad de ejemplares y especies arbóreas ejecutadas injustamente como consecuencia de la talametosis que padece nuestro gobierno municipal.

Malas podas que provocan  con el tiempo la inclinación y posterior caída del arbolado, así como el tronchamiento de ramas, con el respectivo sobresalto y la gran perplejidad de los vecinos, que han de dar aviso a las respectivas instituciones, como consecuencia de la mala supervisión de nuestros parques y  de nuestros árboles.

Atrás quedaron el ejemplo y la coherencia que la ex alcaldesa, Manuela Carmena, antecesora del actual regidor municipal, y sus trayectos en transporte público  a Cibeles. Don José Luis, por el contrario prefiere utilizar su moto, mientras fomenta el uso del metro o del autobús o anima a andar a sus vecinos,  gracias a las obras de peatonalización, que suponen el sacrificio de muchos árboles, o a montar en bicicleta por los carriles - bici de la ciudad. Lo mismo dicta normas de distanciamiento y de uso de mascarilla, que las incumple cuando acude a alguna que otra cena social, o tala árboles en el interior mientras planta arbolitos en el extrarradio de la capital.

Dentro de unos días, el consistorio ofrecerá a sus vecinos la posibilidad de plantar gratuitamente algunos de estos arbolitos para que la ciudadanía, los empresarios, y el fondo europeo, compensen la tala y la deforestación interior a que ha llevado a cabo su equipo a la capital y a la cual y al contrario que con las plantaciones, no suelen acudir ninguno de los miembros del ayuntamiento, en un mínimo gesto de luto.

El anillo verde es el símbolo con el cual, el alcalde de Madrid pretende prometerse y comprometerse a futuro con la ciudad de Madrid. Un corredorcito que contará a su vez con un centro medioambiental que intentará fomentar las políticas en materia de cambio climático que el señor alcalde, como ha quedado patente, no tiene a bien aplicarse. El  señor Martínez ya es capaz de ver e incluso de respirar el bosque del futuro que muchos madrileños no llegarán a conocer, ya que para entonces, habrán fallecido, con la pena añadida de haber contribuido con sus impuestos o su esfuerzo a ello.

Unas experiencias, en definitiva enriquecedoras sobre todo para las arcas del consistorio, y para la salud de los participantes, los cuales tendrán la oportunidad mientras plantan algunas de las especies, de respirar un aire más tóxico que el que los madrileños respiraban antes de la llegada de la formación del señor Martínez (Almeida) al palacio de Cibeles.

Esperemos, aunque sea de una forma escéptica, que don José Luis, antes de su emotiva marcha, dote a la Mono Orquesta Filarmónica Municipal de Motosierras de Madrid y otras lindes, de algunos instrumentos más, tales como azadas, rastrillos, palas o mangueras. Confiemos en ello, y en que en vez de pensar en árboles – asunto muy poco probable -, al menos dignifique la profesión de sus músicos, y con ello sitúe a esta ciudad al nivel que  como capital de España se merece. Vitoria hace años que lo ha conseguido y aún sigue dando ejemplo de ello.

José Luis Meléndez. Madrid, 4 de enero de 2021

1 de enero de 2021

Alcaldadas

“Las alcaldadas de don José Luis /, no son para Madrid ninguna broma /, tala y mal poda el verde que asoma /, y en lugar de apenarse, baila un twist /”

La Navidad es época de felicitación, de infección y de inflamación emocional, la cual algunos aprovechan con buena y obligada ocasión - ajena por tanto a los latidos de los sentimientos sinceros propios del corazón -, para dirigirse al prójimo, mientras con su demanda consumista, contribuyen al sacrificio de animales y de árboles.

A la causa se ha sumado de una manera ferviente a como suele hacerlo habitualmente, el alcalde de La Villa y Corte, es decir, el señor Martínez (Almeida), con su concepto tan particular y limitado que tiene del prójimo. Don  José Luis, ha demostrado a sus vecinos, en su corta legislatura, que no tiene ningún tipo de escrúpulos a la hora de talar masiva e injustamente, las decenas de árboles, que ya acumula su legado. Algo que en sus previsiones debe entrar en la categoría de bien inmovilizado.

Los vecinos del barrio madrileño de Hortaleza, debemos, como buenos vecinos que somos, felicitar estas fiestas a nuestro alcalde. Se las merece, por los cerca de ciento cincuenta árboles medio centenarios que nos ha quitado este año 2020. Recordemos el arboricidio de Los Padres Paules (90 árboles), Colonia el Bosque (37), y Barrio de Manoteras (12). Eso sí, el Concejal de distrito, don Alberto Serrano (C´s), nos va a dejar a cambio, precioso el boulevard de la calle Añastro, después de la tala de sus 37 árboles, y de peatonizarla, priorizando el tránsito de peatones por encima de la salud de los vecinos y de los madrileños. Un ensanchamiento de aceras que no era necesario, ya que los peatones disfrutan de una amplia mediana por la cual pueden transitar. A partir de ahora pasear por sus calles será un poco más triste y más tóxico. Todo ello gracias a la inestimable colaboración de la Asociación Municipal pro talas, mal llamada Asociación de Vecinos "El Bosque", por no haber sabido defender el insigne y digno nombre de su agrupación vecinal.

Y el señor Martínez, por su parte, ya ha iniciado la plantación de los primeros arbolitos de lo que él ha venido en denominar “Bosque metropolitano”. Un corredor que rodeará la capital, mientras los ciudadanos que residen en el interior inhalan el CO2, en espera de que los ejemplares talados sean repoblados con ejemplares del mismo tamaño, y los arbolitos de dicha muralla verde, crezcan, para lo cual los ciudadanos de Madrid, habremos de esperar varias décadas, hasta que empiecen a absorber la misma cantidad de dióxido de carbono que absorbían los árboles talados. Un legado que sin duda contribuirá a mejorar la salud de los madrileños, muy especialmente de todos aquellos que residen en el interior, y que poseen enfermedades asmáticas o respiratorias, y que cada año van en aumento.

Bienvenidos por tanto sean los gnomos que don José Luis traerá  al bosquecito periférico, dentro de unas décadas a vivir entre nosotros. Los mismos que ahora debe tener en su cabeza. Entretanto los ciudadanos que residimos en el interior de Madrid, podremos ir observando, a través de  radiografías, como nuestros pulmones van adquiriendo el color propio del luto, de las talas y las podas indiscriminadas, que el señor Martínez (Almeida), no ha sentido, ni ha tenido a bien guardar.

De sobra es conocido el inmenso amor que don José Luis profesa por los árboles de los madrileños, de los animales que los pueblan, y de los vecinos que los respetan y cuidan con más cuidado y dedicación que la que él mismo ha demostrado. Su admiración es tal, que ni siquiera el día 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, ha sabido dar a los vecinos de este distrito, un mínimo gesto de simpatía, cercanía y complicidad. Ese día, tres camiones y media docena de operarios se personaron  en el parque de la calle Cuevas de Almanzora, con objeto de desmembrar y acabar con la vida de uno de los tres ejemplares que alegraba dicho parque. Un precioso Cecis siliquastrum de hojas caducas y rojas, que los empleados del consistorio, tan bien formados, confundieron con un árbol seco.

De nada han servido las reclamaciones y advertencias de algunos vecinos, que informaron al Ayuntamiento de semejante error. La respuesta del Consistorio ha sido una vez más con los vecinos de este barrio ha sido la de hacer oídos sordos, y cometer semejante barbarie. Esta ha sido la inocentada o la metropolitanada del señor alcalde con los vecinos de Manoteras, de Hortaleza y de Madrid. Ya no podremos contemplar, ni sentir el saludo diario que este vecino nos hacía cada día moviendo sus brazos, y agitando sus hojas, mecidas por las caricias del viento. El mismo consistorio que hace apenas dos meses ha talado en la misma zona dos pinos medio centenarios, ha vuelto a robarnos otro trozo de vida y de primavera.

El portavoz del PP y alcalde de Madrid a tiempo parcial, al parecer  no tiene tiempo, por no decir ganas, de supervisar como Dios manda, el arbolado de la ciudad. El arbolado de los madrileños, que con su actitud, él mismo se arroga. Los hortalinos hemos aprendido varias cosas de este alcalde de Madrid, que no el de muchos de sus madrileños, que no se sienten representados por sus políticas medioambientales: que solo ve madera donde hay vida, y que no hay mejor poda, que una buena tala.

No existe muerte más cobarde y miserable que la de aquel que decide a acabar con la vida de un ser que no puede expresarse para solicitar siquiera una palabra: ¿por qué? Talar un árbol de forma injusta, constituye un desprecio no solo hacia los árboles, las aves y demás animales que anidan en ellos, y los vecinos, sino un atentado contra la propia vida.

Los árboles de Madrid están de luto, y los vecinos, amantes de estos nobles seres, que vivieron y crecieron a su lado durante décadas, cada día se sienten menos representados y más agredidos por un alcalde protálico como es el señor Martínez. Motivo por el cual, y como vecino de Hortaleza, hoy tengo el gusto de dedicarle una preciosa estrofa de mi amadísma musa: “Las alcaldadas de don José Luis /, no son para Madrid ninguna broma /, tala y mal poda el verde que asoma /, y en lugar de apenarse, baila un twist /”.

Los mataderos verdes y ambulantes del señor alcalde, cuentan en su corta legislatura con tantos cadáveres, que cualquier cementerio civil de la ciudad se quedaría pequeño para albergar semejante arboricidio. Su amor por el mundo vegetal, a juzgar por sus hechos, es tal, que no cambiaría un metro cuadrado de su moqueta por una superficie similar de césped. Y mucho menos su bastón de mando de madera y su mesa de despacho, si con ello pudiera salvar la vida de uno de sus antecesores.

El señor Martínez (Almeida), a la vista está, no ha estado una vez más, a la altura. De las circunstancias, me refiero. Ahora se entiende por qué en su día eligió la catedral de Notre Dame, al pulmón verde del Amazonas. Pero él sigue creyendo en su Madrid Green Capital, aunque los vecinos de Madrid, veamos la ciudad de un color cada día más negro.

José Luis Meléndez. Madrid, 1 de enero del 2021