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11 de febrero de 2019

Desfachatez

Provoca cierta indignación ver como la derecha tiene la desfachatez de convocar a la ciudadanía para defender sus propios intereses, y como la ningunea cuando ésta lo necesita y sale a reclamar sus propios derechos

Me solidarizo en un día como hoy con todos los catalanes, independentistas y no independentistas. Entiendo a cada una de las partes. A los soberanistas por desear seguir unidos al resto de españoles. A los independentistas por ver como utiliza la oposición su tierra de una forma única y continuada, mientras se pasan por alto los problemas de Estado de todos los españoles, con objeto de rentabilizar a nuestra costa sus expectativas electorales.

Muy pronto se ha olvidado la derecha de este país de la estabilidad que ha proporcionado Cataluña a gobiernos en los cuales estaban sentados el señor Aznar o el señor González, gracias a que relatores, facilitadores o intermediarios de sus equipos llegaron a acuerdos de Estado. Entonces no hubo vetadores a aquellas figuras encaminadas a través del diálogo a llegar a acuerdos personales y de Estado.

Ha sorprendido a muchos ciudadanos ver como algunos políticos (personas se supone encaminadas a la búsqueda de soluciones a través del diálogo), como es la de un relator (persona que hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes), se hayan escandalizado hasta tal punto que además de vetadores, han terminado por convertirse en histriónicos delatores públicos.

No les ha parecido sin embargo vergonzoso o al menos inaudito e indigno, el ver como algunos políticos y partidos incapaces de hacer oposición (pero dispuestos sin embargo a formar gobierno), en el Congreso de los Diputados a través de la palabra y de la oratoria, utilicen a los ciudadanos para defender aquello que ellos no saben, les congreguen un domingo, utilicen su tiempo libre y personal, parte de sus casas como son los balcones, y encima les digan como tienen que asistir (con una banderita que ellos mismos les facilitarán).

Ni que la oposición “moderada” y “centrista” del señor Casado (del señor Aznar y de Vox), capaz de esgrimir dos descalificaciones por minuto, haga lo propio, cuando es ella la que tendría que facilitar un relator al gobierno, por respeto a los ciudadanos, para al menos intentar coger el teléfono y mantener una conversación civilizada, encaminada a resolver los problemas de Estado que los ciudadanos españoles (incluidos los de su propio partido) tienen desde hace tiempo.

No les ha parecido, les parece, ni les parecerá como digo indignante ver como utilizan los símbolos que representan a todos los españoles, también de los de izquierda, y centro moderado, con fines partidistas y electorales como rezaba el lema de la manifestación de hoy en la Plaza de Colón (“Por una España unida, elecciones ya”), mientras hacen dejación de funciones en temas de Estado que están sobre la mesa, y que afectan a esa España que tanto quieren y a esos españoles que tan poco caso les hacen. Presupuestos sociales que, como es de esperar, rechazarán dentro de unas horas, después de haber pedido a los ciudadanos su colaboración y su apoyo en las calles. Provoca por tanto cierta indignación, ver como la derecha tiene la desfachatez de convocar a la ciudadanía para sus propios intereses, y como la ningunea cuando ésta lo necesita y sale a reclamar sus propios derechos.

Hoy los mismos que califican a los catalanes independentistas (ciudadanos demócratas que ofrecen una salida democrática y dialogada en su relación con el Estado), de “radicales”, los mismos que se han erigido a sí mismos en demócratas y constitucionalistas, los mismos que han optado de antemano por la vía rupturista del no diálogo, han acudido al mismo acto que la derecha antidemocrática y anticonstitucional, representada por fuerzas como Falange Española de las Jons, Hogar social, o España 2000, y han venido a la Plaza de Colón a hablar de unidad un tanto peculiar. De una unidad en la que no cabe el diálogo. Un diálogo que rechazan incluso dentro del marco de la Constitución. He aquí la consistencia semántica y argumental de dicho slogan.

Hoy los pilotos inexpertos con menos horas de vuelo del arco parlamentario, no muy centrados en sus funciones, se verán obligados por tanto a recurrir a manuales por su incapacidad, e inexperiencia, para controlar las distintas rachas de viento ideológicas del centro derecha, de la derecha radical, antes de utilizar la corriente suave y dialogante de la izquierda moderada, constitucional y democrática, ante una falta de proyecto. La Constitución seguirá convirtiéndose así en su única tabla de salvación; en su único argumento.

Sorprende ver como un partido minoritario con un bajo perfil hasta ahora como Vox, esté siendo capaz de aunar acuerdos sobre medidas y de congregar actos en los que no suelen faltar si no en la asistencia, al menos en el acuerdo de las demás fuerzas de la derecha. Hoy dicha unidad ha quedado representada en una foto pactada en la cual aparecen los tres líderes, y que a juzgar por la influencia y aparición de la formación verde, bien podría calificarse como la imagen de “Los tres Voxqueteros” (“Uno para todos, y todos para uno”).

Las recomendaciones de los liberales europeos representados por la figura de Macron a sus homólogos españoles, y recientemente el descontento de no pocos afiliados del PP y de Ciudadanos ante el escoramiento de dichos líderes hacia la extrema derecha representada por Vox, ha encendido las señales de alarma en dichas formaciones, y constituyen un serio aviso a los ciudadanos, si se tienen en cuenta las protestas llevadas a cabo por los “chalecos amarillos”, ante las medidas liberales y antisociales del mandatario francés. Un escenario que se cierne sobre España, si dichas fuerzas logran obtener representación parlamentaria en la Cámara baja.

José Luis Meléndez. Madrid, 10 de febrero del 2019
Fuente de la imagen: lasexta.com

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