¿Es objetiva la sociedad en sus críticas? El famoso vídeo de la familia real en la catedral de Palma, debería hacer reflexionar a la sociedad
Los verdugos no suelen esperar a conocer, a cotejar, ni a tener en cuenta los autos de procesamiento, ni las resoluciones judiciales de sus reos, y se limitan a cumplir su función.
En España hay más verdugos que jueces. Hace unas semanas, la sociedad pública española, subió a su patíbulo privado de manera anticipada a tres mujeres: una reina emérita, una reina real, y una Presidenta regional. Asuntos en los que apenas unos días, se ha hecho correr más ríos de tinta azul, que sangre de idéntico color existe en todo el reino.
Uno puede ser republicano o monárquico sin que por ello se vea en la necesidad de perder la humanidad que caracteriza a toda persona. Porque entonces pierde dichos valores de forma automática e instantánea. Lo cierto es que el vulgo no ha sabido distinguir un acto oficial de lo que era un acto privado y familiar. No se trataba por lo tanto en esta ocasión de una disputa entre dos reinas, sino entre una nuera (doña Leticia), y de una suegra (doña Sofía). Primera cuestión.
El segundo dato no es menos preocupante, ya que los españoles continúan viendo a dos reinas, cuando en realidad solo existe una que es la oficial. Algo en cierto modo comprensible si se tiene en cuenta que doña Sofía ha cumplido su labor con una entrega y una discreción encomiables. Una tarea que debido al poco tiempo que lleva en el trono doña Leticia, no ha podido ejercer.
El tercer error en el que ha caído la sociedad ha sido en la trampa de la personalización, esto es, en posicionarse a favor o en contra de uno o de otra, cuando en realidad de lo que se trata es de dos formas o estilos de representar a España y a los españoles: un estilo tradicional, y otro quizás más innovador y adaptado a los tiempos.
La reina emérita sufre al ver a su familia en la distancia. La padece con más intensidad cuando teniendo a los suyos, y sus nietos tan cerca no puede verlos con la misma frecuencia que lo hace la otra familia. Por el contrario doña Leticia, como mujer perteneciente a otra generación más moderna, ha sido educada en un entorno más liberal. Basta con recordar los antecedentes sindicales de su familia. Y al contrario de doña Sofía (a excepción del rey), es partidaria de un modelo más conciliador y equidistante entre la vida íntima y personal de su familia, con respecto a la institución que representa, es decir, del Estado.
El famoso vídeo de la familia real en la catedral de Palma, debería hacer reflexionar a la sociedad sobre varias cuestiones. En primer lugar si la ética personal y profesional, considera que las intimidades palaciegas deben trascender su ámbito privado.
En segundo lugar si a diferencia según dicen de la justicia divina o kármica, se práctica una justicia objetiva y justa (valga la redundancia), cuando se juzga solo la falta y no todas las virtudes que jalonan la vida personal y profesional del presunto o presunta culpable.
Y en tercer lugar si es doña Leticia la que tiene que seguir adaptada a la monarquía tradicional, o es esta la que tiene que adaptar su protocolo a los nuevos tiempos.
José Luis Meléndez. Madrid, 21 de abril del 2018
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org
Los verdugos no suelen esperar a conocer, a cotejar, ni a tener en cuenta los autos de procesamiento, ni las resoluciones judiciales de sus reos, y se limitan a cumplir su función.
En España hay más verdugos que jueces. Hace unas semanas, la sociedad pública española, subió a su patíbulo privado de manera anticipada a tres mujeres: una reina emérita, una reina real, y una Presidenta regional. Asuntos en los que apenas unos días, se ha hecho correr más ríos de tinta azul, que sangre de idéntico color existe en todo el reino.
Uno puede ser republicano o monárquico sin que por ello se vea en la necesidad de perder la humanidad que caracteriza a toda persona. Porque entonces pierde dichos valores de forma automática e instantánea. Lo cierto es que el vulgo no ha sabido distinguir un acto oficial de lo que era un acto privado y familiar. No se trataba por lo tanto en esta ocasión de una disputa entre dos reinas, sino entre una nuera (doña Leticia), y de una suegra (doña Sofía). Primera cuestión.
El segundo dato no es menos preocupante, ya que los españoles continúan viendo a dos reinas, cuando en realidad solo existe una que es la oficial. Algo en cierto modo comprensible si se tiene en cuenta que doña Sofía ha cumplido su labor con una entrega y una discreción encomiables. Una tarea que debido al poco tiempo que lleva en el trono doña Leticia, no ha podido ejercer.
El tercer error en el que ha caído la sociedad ha sido en la trampa de la personalización, esto es, en posicionarse a favor o en contra de uno o de otra, cuando en realidad de lo que se trata es de dos formas o estilos de representar a España y a los españoles: un estilo tradicional, y otro quizás más innovador y adaptado a los tiempos.
La reina emérita sufre al ver a su familia en la distancia. La padece con más intensidad cuando teniendo a los suyos, y sus nietos tan cerca no puede verlos con la misma frecuencia que lo hace la otra familia. Por el contrario doña Leticia, como mujer perteneciente a otra generación más moderna, ha sido educada en un entorno más liberal. Basta con recordar los antecedentes sindicales de su familia. Y al contrario de doña Sofía (a excepción del rey), es partidaria de un modelo más conciliador y equidistante entre la vida íntima y personal de su familia, con respecto a la institución que representa, es decir, del Estado.
El famoso vídeo de la familia real en la catedral de Palma, debería hacer reflexionar a la sociedad sobre varias cuestiones. En primer lugar si la ética personal y profesional, considera que las intimidades palaciegas deben trascender su ámbito privado.
En segundo lugar si a diferencia según dicen de la justicia divina o kármica, se práctica una justicia objetiva y justa (valga la redundancia), cuando se juzga solo la falta y no todas las virtudes que jalonan la vida personal y profesional del presunto o presunta culpable.
Y en tercer lugar si es doña Leticia la que tiene que seguir adaptada a la monarquía tradicional, o es esta la que tiene que adaptar su protocolo a los nuevos tiempos.
José Luis Meléndez. Madrid, 21 de abril del 2018
Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario