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18 de septiembre de 2014

Elegido

El derecho a una vida digna, no es una exclusividad del ser humano

Decía el Premio Nobel de Literatura José Saramago: “un animal no puede defenderse; si tú estás disfrutando con el dolor, disfrutando con la tortura, te gusta ver cómo está sufriendo ese animal…entonces no eres un ser humano, eres un monstruo”. Un año más, el Toro de la Vega apodado Elegido por una minoría nacional, ha muerto en la localidad vallisoletana de Tordesillas como un valiente, luchando en defensa propia contra una legión cobarde y sádica que detesta la vida. Los animalistas argumentamos de una manera lógica nuestro profundo rechazo a estos crueles festejos medievales, y manifestamos nuestro dolor y sentimiento en las calles.

Sería deseable ver el mismo arrojo en un papel plasmado. Que redactasen un manifiesto, y expusiesen las sensaciones, los sentimientos, la fuerza de su razón, y no la razón de su fuerza: ¿Qué sensaciones perciben cuando se le lancea al toro en multitud? ¿Qué sienten al verlo desangrarse? ¿Y cuándo miran a los ojos a su “Elegido”, sin su consentimiento?

Sin desear el mal ajeno, me asaltan algunas preguntas: ¿Qué harían en caso de verse mortalmente heridos? ¿Solicitarían en tales circunstancias los servicios paliativos o la muerte dulce de la eutanasia? ¿Con que autoridad o derecho moral? El derecho a la vida, y por tanto a una muerte digna, es un derecho universal de todos los seres que habitamos el planeta, y no una exclusividad del ser humano.

José Luis Meléndez. Madrid, 17 de Septiembre del 2014.
Fuente de la imagen: Flickr.com

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